jueves, 30 de diciembre de 2010

MÁS SOBRE EL MAMONEO






Espero que las fuerzas vivas desencadenadas nos permitan a un servidor y al dueño del local (mi hermano de leche y tinta) continuar nuestra inmensa labor en beneficio de la verdad. Si no es así, espero que ustedes nos asistan en el entierro y en las demás gestiones administrativas. Lo digo por lo que escribo a continuación, un desarrollo más de lo que inicié con Biutiful y siguió con la saga de los chupones y vividores. Más adelante aparecerán los nombres.Pues bien, ustedes estarán al tanto de unas extrañas noticias en torno el presidente de Catalunya Caixa, que estos últimos días han circulado de forma abrupta por los medios. Si no es así ahí va un resumen:El presidente de la nueva caixa, pronta a desaparecer y convertirse en un vulgar banco (y no se extrañen si lo hace bajo las siglas caudinas de uno pre-existente para reforzar así ese buen hacer monopolista financiero), tendrá una dedicación parcial al cargo y cobrará 200.000 euros por esa circunstancia aleatoria (para los vejetes como yo, eso son 34 millones de pesetas, casi tres kilos mensuales, por ir al curro de vez en cuando). Nada dicen de otras prebendas y sinecuras que puedan haber, compensatorias de la mala vida que tiene un presidente de una caixa. Entidad de carácter social, como ustedes saben muy bien cuando contemplan intereses e hipotecas en sus recibos.El asunto ha pasado un tanto desapercibido, todo y que la cifra no es precisamente hipnótica. Ahora sabrán porqué.El presidente sugirió a la Junta que preside un sueldo allá por los 800.000 euros (136 millones de pesetas, o lo que es lo mismo más de 11 millones mensuales. Un sueldo messiánico como ven). La cifra era una alegoría de lo que cobran sus equivalentes en la Caixa de verdad (por si no lo saben la cifra ronda los 3,5 millones de euros, unos 600 millones de pesetas, 50 millones mensuales, que son unos 2.5 millones por día de laboro. Fainé y compañía). La ligera sugerencia presidencial fue acogida, diríamos, con enormes aplausos, dado que una gran parte de los presentes entendió que si el presidente triplicaba el sueldo respecto al ocupante anterior, a ellos les pasaría más de lo mismo. Hay que decir en honor a la verdad que el presidente entrante estaba dispuesto a abandonar todas las demás ocupaciones y, al parecer, así lo hizo en la confianza que ese ligero incremento de los emolumentos presidenciales no tendría problema ninguno.Ahora bien, un alma maligna (de la junta probablemente), absolutamente maligna y falta de todo lo que debe tener un juntero de una caja, filtró la noticia y el Banco de España que por lo visto sabe leer y recibe los periódicos y las noticias de las agencias de prensa hizo una llamada (desconozco quien la hizo y quien la recibió) alertando a la nueva Catalunya Caixa que si seguía por ese endemoniado camino mordería el polvo de las aportaciones del Banco de España. Claro está que Catalunya Caixa gracias a una excelsa gestión durante los años de la precrisis se había aventurado excesivamente y su situación actual es más bien negra que otra cosa. Es, en definitiva, una caja en la UVI bancaria. Por lo que es una institución enormemente sensible a las sugerencias del Banco de España.En definitiva, después de la llamada las cosas se reorientaron, el sueldo se redujo a la misma cifra que cobraba el anterior presidente, un tal Don Narcís Serra, con el ajuste de la dedicación comentado. Una guinda espléndida que dice mucho de la importancia de las cosas, del significado de los cargos, del amor patrio y todas las demás zarandajas de ese club que mal gobierna realmente el país.Necesitamos como el agua de mayo un Wikileaks patrio; nos consta que en breve surgirá en Parapanda algo por el estilo. Se imaginan que todo el mundo supiera todas esas pequeñas verdades que son inmensas vergüenzas. Yo me apunto.





Lluis Casas cabreado y sin premio de la lotería, no como otros que se lo fabrican solos

NUEVOS DATOS SOBRE CHUPONES


Les he citado en el último artículo, Biutuful, una pequeña lista del verdadero significado de Catalunya, olvidé un detalle de enorme significado y que ahora les cuento:


El MNAC. Efectivamente, bajo esas siglas existe el Museu Nacional d’Art de Catalunya. Fíjense las veces que aparece el refugio patrio en tan pocas palabras, el 50%. Eso significa que el aliento catalanista es principal en el asunto. El MNAC es una creación preolímpica, surgida del pacto Pujol- Maragall en fechas en las que la pelea de gallos no tocaba. El Ayuntamiento puso lo preexistente, el estado federal los dineros y don Jordi Pujol puso la N y la C.


El MNAC, como tantos grandes museos con aspiraciones, tiene una asociación d’Amics del MNAC. Se trata de apoyar y favorecer las actividades del museo. Estupendo, muy europeo. En general, esas asociaciones están formadas por insignes culturales y ricos aportadores de fondos y otras hierbas. Sigue la cosa sin objeción alguna digna de mención.


Pues bien, parece ser que en la revisión de cuentas que las ilustres instituciones que velan por el buen funcionamiento de las cuentas públicas ha aparecido que ese augusto gremio de amigos del MNAC entiende las cosas muy al revés que en Europa o en América.


No dan nada, por lo visto solo reciben y no crean que solamente entradas gratis (el catalán, yo incluido, gusta extraordinariamente de las cosas gratuitas, como los caracoles o els bolets y las entradas gratis, claro). Els amics del MNAC reciben del MNAC una substanciosa subvención para sus cositas. “Uns amics subvencionats”, diríamos en el catalán real. El MNAC tiene “uns amics subvencionats”.


Así cualquiera tiene amigos. Yo, por la cuenta que me tiene, no voy a volver a la taberna, no sea caso que mis amigos se hayan enterado del asunto y me reclamen la subvención para seguir criticándome.


La cosa les parecerá de poca monta, pero no lo es. Ahí se esconde el verdadero significado que tiene para el magma que manda en Catalunya el patrocinio, el impulso al país, etc. etc. Simplemente la figuración y las prebendas.


Les prometo una continuación de lo dicho citándoles quienes son los que mandan en realidad en Catalunya, ahora que el gobierno de izquierdas se ha ido a hacer puñetas. Les anticipo, que en contra de lo que puedan pensar, los conocen a todos. Catalunya es cosa pequeña y con un par de contactos se consigue reunir a toda la familia.




Lluis Casas, pillado en una addenda.

BIUTIFUL



No voy a hacerles una crítica del film de Alejandro González Iñárritu, ni mucho menos. Simplemente recomendarles que, si no lo han visto, háganlo. Y, si lo hacen, agárrense bien los machos, puesto que el film no es para los flojillos de espíritu. Al margen, la simple contemplación del inmenso Javier Bardem ya vale la pena y los siete euros.


Estamos en la Barcelona de ahora en una aventura de descenso a los infiernos, tal que el Congo o el Perú de la semana pasada. La diferencia es la actualidad. La Barcelona de hoy, como muchos han advertido, tiene distintas caras: la del gran Woody Allen, una Barcelona satisfecha de haberse conocido y la que ahora el mejicano González Iñárritu nos muestra. Cierto que, como corresponde a un buen guión, hay acumulación de circunstancias que en la propia realidad no se dan en tan intensa conjunción. Pero es cine, no estrictamente realidad.


Me place ver ese descenso a los infiernos de una sociedad acomodada y me preocupa que sea de la mano de un mejicano y no de un autóctono. Me preocupa por el significado implícito de alejamiento de la dura realidad que nos rodea de los artistas y los intelectuales indígenas. ¿Dónde están…….? Que no dicen nada de nada.


Catalunya, lo he escrito de diferentes modos, es una sociedad muy cerrada, cercana a la mafia siciliana, pero sin sangre. Aunque, tal vez, sea al revés, la mafia siciliana es un derivado altamente agresivo del dominio catalán de la isla, ¿quién sabe?. De todos modos, nada se mueve en Catalunya sin que el poder real lo permita. Catalunya tiene una apariencia de liberalidad de vida que se rompe cuando se cruza la frontera ambigua de la crítica y, sobretodo, de saber la verdad. El asunto del fin del gobierno de izquierdas y el golpe contra Maragall del 2006 han de leerse desde esa perspectiva. Vean si no la siguiente lista, hecha a vuelapluma con el periódico delante:


Uno. La familia Carulla, Avecrem, sospechosa de manejos de fondos en paraísos fiscales. La familia Carulla fue elegida por el magma que manda en Catalunya para rehacer la moral del Palau. Un expolio burgués con connotaciones políticas de altos vuelos que terminará en nada por connivencia judicial y mediática. Más o menos como aquel escándalo de Banca Catalana.


Dos. Felipe González es nombrado por Gas Natural, una empresa catalana, miembro del consejo de administración con un sueldo o dietas de mucho más de 100.000 euros. Hay que aclarar que ese emolumento es por asistir a tres o cuatro reuniones federativas y por utilizar las zonas de influencia que un ex presidente del gobierno posee. Felipe González ya goza de una merecida pensión de presidente y probablemente otros emolumentos had hoc. Además, dice, es socialista y un defensor del ajuste duro sobre trabajadores y pensionistas. Un buen equilibrio ese del emolumento privado, más el público, más… y el ajuste para los otros. Síntomas que la presidencia de los gobiernos mata sensibilidades. O es que don Felipe González requiere ingresos extra para problemas familiares, si es así, nada que objetar, la familia es la familia. Eso debían pensar los de Gas Natural, para la familia todo lo que sea necesario.


Tres. Durante la manifestación del sábado y a la altura del Corte Ingles, frente a la perplejidad de los compradores navideños que no creían lo que veían sus ojos: unos miles de rojos pidiendo caña al gobierno, tres individuos echan cuentas sobre los ingresos de algunos. Sale el caso de Cataluña Caixa y de su ex presidente, otro socialista que quedó un escalón por debajo del anterior. Don Narcís Serra. La suma de dietas, sueldos, pensiones y otras circunstancias nos acerca peligrosamente al millón de euros. Reconocemos, un tanto asustados los contertulios manifestantes, que tal vez habremos exagerado algo, nos ponemos de acuerdo en cien millones de pesetas. Y, que se sepa, don Narcís no tiene descendencia que lo obligue.


Cuatro. En Cerdanyola, en un terreno de muchas hectáreas y de mal nombre Can Planas, se ha encontrado un inmenso vertedero de materiales más que dudosos. Por las fechas que la noticia indica, la cosa empezó antes del nunca bien alabado gobierno Pujol y duró y duró, tal que las pilas, hasta hace relativamente poco. Por lo visto, nadie se dio cuenta de nada, simplemente 60 camiones diarios con carga altamente contaminante visitaban el terreno y volvían más ligeros al lugar de origen. La casualidad indica que el nuevo gobierno convergente lo arreglará: pagará el ciudadano, no lo duden y no será probablemente con los dineros ingresados por el impuesto sobre las grandes herencias. La parte más curiosa de la noticia es que no se citan las empresas que depositaban cariñosamente su mierda en el terreno, ahorrándose sus buenos dineros, ni tampoco las empresas que se lucraron con el negocio del almacenamiento tumultuoso. Ni, obviamente los nombres de propietarios o directivos. Eso en catalunya no se hace. La Vanguardia dixit. Quien sabe, algún día alguien descubrirá carpetas con expedientes, pero, no lo duden, será dentro de muchos años y con las facturas pagadas.


Mientras esas cosas ocurren, el infierno que tenemos en casa sigue y se amplia. Si en Biutiful son chinos o subsaharianos, confabulados con nuestra aportación lumpen, hoy el infierno atraviesa el túnel de la Rovira y desciende lentamente por el Ensanche. La miseria se extiende incluso en territorio comanche.


Podemos hacer dos cosas, cerrar los ojos y cruzar los dedos o reducir el déficit. A ver si adivinan que se está haciendo. Efectivamente, cerrar los ojos, cruzar los dedos y reducir el déficit. Lo han acertado.



Lluis Casas, volviendo a casa por navidad.



lunes, 20 de diciembre de 2010

EL BIEN, ESE ESPÍRITU INEXISTENTE





No teman, no les hablaré de las elecciones catalanas, ni de los controladores aéreos. Dado que la vida diaria ya va llena a rebosar de multitud de perplejidades y falsas noticias o rumores interesados sobre esos casos o sobre la saga del Wikilíks, yo me acojo a otras preocupaciones. Hoy tengo la intención de llevarles al verdadero infierno. O al menos les indicaré el camino de la mano del eminente Don Mario Vargas Llosa.


Como bien nos advertía Valeri Grossman en la enorme “Vida y Destino” (novela con una precisa base histórica que en su momento fue debidamente recomendada por el que firma), el bien no existe, solo existe la bondad cuando los humanos damos por acometer actos buenos. Pero en sí, el bien, como objeto moral, no existe.


En su momento, ese enfoque de la conducta humana y de las múltiples filosofías políticas y revolucionarias, me dejó ciertamente perplejo. La frase puesta en boca de una especie de menchevique en animada conversación pregulag es repetida posteriormente en un campo de concentración por un interno soviético a las propuestas de un nazi recalcitrante en “Las Benévolas” de Jonathan Littell, publicada no hace mucho y, también, recomendada.


En ambos casos el horror es el motivo del comentario, los gulags o los campos de exterminio nazis son su entorno. Pero sirve para caracterizar una infinidad de hechos históricos o actuales, el colonialismo, el imperialismo, la inquisición y un lamentable etcétera que tenemos más cercano. La búsqueda del bien, como algo abstracto e independiente de la caracterización concreta de cada acto se traduce en su propia inexistencia. Solo queda para consuelo humano el acto bueno y solitario. Mario Vargas Llosa termina de remachar ese clavo infernal con el “Sueño del Celta” que, como ustedes saben, es de recientísima publicación y en plena coincidencia con el Nóbel de literatura.


Ya, Adam Hochschild en el año 2005 nos hizo leer el testimonio de la falta del bien en “El Fantasma del Rey Leopoldo”, verdadero anticipo y efecto desencadenante de la actual novela-biografía de Roger Casement, el que viajó dos veces al infierno de lo humano en el Congo de Leopoldo y en el Perú amazónico y que Vargas Llosa nos ofrece.


El descenso a los infiernos de Roger Casement, diplomático británico, irlandés sin saberlo, persona de hombría y buena voluntad terminó con su ejecución en la horca británica por espía alemán a mediados de la primera guerra mundial. Un espía que no lo es, puesto que lo que hace es servir a la Irlanda nacionalista en su búsqueda de la independencia de Gran Bretaña.


Los infiernos de Casement atañen al colonialismo en África, en el Congo propiedad personal del rey de Bélgica, Leopoldo, que consigue enormes riquezas por la explotación despiadada del territorio y del exterminio de la mitad de la población, dicen que más de 10 millones de congoleños. Todo ello bajo los eslóganes de la religión verdadera, de la civilización occidental y de cuantas monsergas quieran que ocultaban la verdadera misión y los verdaderos métodos. Y, todo ello, sin campos de exterminio, sin cámaras de gas, simplemente con el machete y en su caso el revólver o el hambre.


Leopoldo pone en marcha una empresa para acumular los máximos beneficios al coste más bajo posible y un sistema de imagen y comunicación para que envuelva el producto como algo benevolente. Todo ello ha estado dignamente reelaborado en las escuelas de negocio actuales, eso si, con menos sangre visible. Les ahorro los detalles de las tácticas y de las estrategias, simplemente les diré que el esclavismo fue (o es) más benévolo que la empresa industrial de Leopoldo.


Les recuerdo que el polaco ilustre de nombre Joseph Conrad escribió “El Corazón de las Tinieblas” en recuerdo maldito de aquellos días en que pilotaba para Leopoldo. Francis Ford Coppola utilizó esa novela del Congo para su descenso a los infiernos del Vietnam americano. La saga sigue, sigue la saga.

El hombre que lideró la destrucción del mito de Leopoldo, Roger Casement, se vio envuelto de nuevo en una aventura similar en el Perú amazónico. Aventura económica sin tapujos religiosos o morales, sin líder regio ya, pero encabezada por una empresa británica que utiliza métodos tan ortodoxos como los de Leopoldo: el terror al límite, la acción despiadada, la avaricia sin medida y la ocultación hábil de los métodos con unas víctimas parecidas. En África fueron los congoleños, en Perú los indios amazónicos. El nuevo infierno también es puesto al descubierto, como la primera vez. Todo ello suena a conocido, a repetido y a esperado. La diferencia es que el testimonio está elaborado con conciencia y con ciencia, de modo que no deja el más pequeño resquicio a la duda y a la esperanza.


Causa sorpresa que en la evolución del personaje, que sin Vargas Llosa sería absolutamente desconocido, derive hacia el nacionalismo irlandés y no hacia el socialismo o el comunismo. Recuerden que estamos a finales del siglo XIX y principios del siglo XX y la aventura infernal dura veinte años. El momento nos lleva a enormes luchas de clases, a revoluciones proletarias, comunistas, anarquistas, etc. El marxismo está implantado en todo el mundo y produce por todas partes organizaciones sindicales, políticas, etc. con la mira a la liberalización del hombre. Pues bien, Sir Roger Casement no se siente atraído por nada de esto, su discurso es humanista exclusivamente, se mantiene por más de veinte años en un combate prácticamente personal sin plantear que el mal tal vez se hallé más allá de los culpables concretos. Su fin es que cese el exterminio, los malos tratos profundos y que se otorgue algún salario a las víctimas.


¿Cómo fue posible esa distancia entre Casement y los años más turbulentos de una época?


Finalmente la identificación con el futuro se queda en Irlanda y en el movimiento por la independencia, con la sublevación de Semana Santa, con la creación de la brigada irlandesa, con la aportación de armas para la guerra de liberación. El substrato social, económico que vivió en África y en el Perú no parece que tuviera ninguna relevancia.


En fin, después de tantos consejos de lectura, les insisto: lean a Vargas Llosa y a los demás, pero acuérdense de atarse los machos puesto que lo que leerían e imaginaran es el puro infierno humano.



Lluis Casas, por Navidad


miércoles, 1 de diciembre de 2010

UNA JORNADA PARTICULAR




Lo que les quiero contar es directamente ajeno a las elecciones propiamente dichas, aunque tenga mucho que ver con ellas y con una generación de personas muy concretas que han estado en el poder a diversos niveles y que por motivos de edad llegan en estas fechas a las diversas fases de la jubilación. Lo que sigue no es una crítica, como verán. En general afecta a personas que estimo.


El sábado asistí a los actos funerarios en honor de una vieja conocida, economista y compañera de trabajo en el ayuntamiento de Barcelona. Una persona querida y apreciada por muchos y excelente profesional. Fallecida prematuramente pero ya con una edad que la proyectaba más hacia el pasado. La triste ceremonia fue, desde mi punto de vista, una premonición del día siguiente (las elecciones) y se convirtió para mí en la representación de una especie de ceremonia funeraria colectiva de una generación. Les cuento.


Son profesionales, académicos, altos funcionarios, expertos en materias sociales, económicas, estadísticas y un largo etcétera.
La mayoría hijos del mayo del 68, del sindicato democrático, de l’Assemblea de Catalunya, en fin de los distintos niveles de la lucha anti franquista. En su mayor parte vivieron la clandestinidad y militaron en partidos o grupos de la oposición al franquismo. Todos comparten universidad, catalanidad y diversos niveles de socialismo. Fueron del PSUC y del anticipo del PSC (y de otros para ser justos), pasaron muchos de uno a otro. Se conocían, se casaron entre ellos y han vivido carreras profesionales y vitales cercanas y parecidas.


Si bien la mayoría no alcanzaron cargos de primera línea, en cambio eran llamados a protagonizar el gobierno técnico de la izquierda en Catalunya y a sentar las bases de una administración moderna, democrática y altamente cualificada, una vez alcanzadas las libertades. Pero no fue así.


La hegemonía política y social de CIU los alejó del gobierno de Catalunya y los recluyó bien en el Ayuntamiento, bien en los organismos metropolitanos, bien en la Diputación, bien en la universidad. O en una combinación de todos ellos. Su aliento llegó en algunos casos a Madrid, de la larga mano del Estado. Pero la mayoría quedó alejada definitivamente de lo que hubieran debido ser y nunca fueron. Los juegos Olímpicos y para unos pocos la presidencia de Maragall fueron su punto álgido y su último refugio. La administración de la Generalitat quedó en manos mucho menos adecuadas.


La destrucción del PSUC y su posterior refugio en el PSC o en sus aledaños ideológicos, organizativos o de gobierno no rebasó, en general, los niveles más discretos. Los hilos que movían la política ya habían pasado a otros grupos humanos. Se quedaron en niveles de segundo orden y cada vez más circunscritos al espacio puramente profesional o cultural. Son buenos economistas o historiadores. En algunos casos excelentes interventores o asesores estadísticos. Excelentes personas. Amigos para siempre.


Volviendo al acto de despedida, me sorprendió que la ceremonia consistiera en unos recuerdos puramente amistosos y enormemente domésticos. Ningún recuerdo de la juventud en lucha, ningún recuerdo de la larga infancia y adolescencia en el paraíso de Franco. Nada de política. El recuerdo borrado. Reset total.


La persona que despedíamos no era probablemente lo que en el argot más duro sería una luchadora, pero si estuvo en esa lucha y tenía sus experiencias y anécdotas que la marcaban y la definían un tanto. Si sus amigos más cercanos solo recordaron canciones y recetas, tal vez fuera porque ya no hablaban de lo que quisieron ser y no fueron.


Me pregunto que tipo de olvido es ese. No se trata de personas inconsecuentes o poco formadas. Al contrario, la mayoría corresponde a quien posee una amplia cultura y una fuerte componente cívica. La edad tampoco es excusa para ese olvido, ni el éxito en otros mundos terrenales, puesto que la inmensa mayoría ha permanecido en el tejido profesional en que inició su andadura o en sus cercanías. Pienso yo que la “normalidad democrática” vivida y, probablemente, la frustración intima por esa laguna curricular que les anticipaba al comienzo, son los elementos para explicar la deriva hacia el mundo personal y al círculo intimo.


Si bien ni por edad, ni por cercanía política nunca llegué a formar parte completamente de esa generación (aunque me acerco mucho, no crean), si he vivido con ellos mucho tiempo y ese día me invadió una enorme nostalgia.



Lluis Casas con el enemigo a las puertas, la vejez.

martes, 30 de noviembre de 2010

(DES)ENCUENTROS EN LA TERCERA FASE CATALANA





Siguiendo con el símil cinematográfico del anterior comentario, les voy a describir un breve calendario de la caída de la izquierda catalana. Probablemente no estarán todos los hechos, pero confío en que si constaran los más importantes. El calendario juliano que les propongo conduce inevitablemente, visto a día de hoy, a una quiebra solemne de la izquierda, quiebra que el tiempo y el buen hacer comercial, productivo y contable esperables pueden borrar (en eso confío), pero que será dura de pelar y larga de digerir. En el calendario hay éxitos, abundantes éxitos que, tal vez, hubieran podido cambiar el final de la obra, pero que como no ha sido así, solo están como testimonio y aprendizaje histórico.


La primera fase es, ya, un capítulo antiguo de la historia política reciente. La izquierda ganadora conjunta de las primeras elecciones a la Generalitat (1980) no quiere, no puede, no le dejan alcanzar el gobierno y por ende dirigir los primeros pasos del país en la democracia. Hay ahí una quiebra de la historia normal de los conflictos que engendran democracia desde la dictadura o que engendran naciones, estados o pueblos: el gobierno corresponde en primera instancia a quien se la ha jugado, normalmente a la izquierda. Las excepciones que acuden a la mente tienen sólidas explicaciones foráneas, enormes presiones de grandísimos poderes. La izquierda, en este caso personalizada por uno de los partidos, renuncia al poder y lanza a la derecha liberal y catalanista a la hegemonía social. Eso duró 23 años, en la que la realización concreta de las cosas fue de todo menos brillante.


La segunda fase, de cronología menos clara, hace aparición con la paulatina toma del poder en el PSC de Pasqual Maragall. Necesitado este, incluso, de una breve emigración italiana. Por fin el PSC sabe lo que quiere y cuenta con quien está resuelto a ello. Maragall propone una cierta confluencia con las otras izquierdas, llegando incluso a acuerdos con ICV, en un momento de extrema debilidad de ésta.


El asunto se resuelve en el 2003. La izquierda gana colectivamente y se hace con el poder, creando en su opositor liberal y catalanista un sentimiento de que ha perdido sus propiedades familiares, que le han robado la cartera. CIU siempre actúa como si el país fuera de su exclusiva propiedad y la oposición que ejerce está marcada por ese sentimiento, evidentemente falso pero argumentalmente estructural.


Ahí, la izquierda lanza un desafío de fondo, propone un país más social, más equilibrado, propone lo que nunca la derecha liberal catalanista ha llegado ni a soñar, un nuevo Estatut y un pacto federal con España. El programa es rotundo y se cumple en un porcentaje elevadísimo, pero en el proceso los amigos de Madrid, débiles ideológicamente, tuercen el camino e insuflan la traición en el gobierno de izquierdas y en su entorno. La parte independentista reacciona de forma infantil y fuerza el final de la legislatura creando el caldo de cultivo de la campaña de la derecha: el ruido, etc. etc. El asunto, puramente parlamentario o electoral, se torna en ineficiencia radical por arte de birlibirloque de la prensa. Esta confunde confrontación entre alternativas con parálisis del país, confunde debate entre socios con inconsistencia gubernamental. Confunde democracia con ineficacia. Esa línea de oposición germinada el primer acuerdo de izquierdas tendrá un peso enorme en el imaginario que la presa y la oposición difunden. Se alzan con el triunfo mediático.


Se remata la jugada con la forzada desaparición de Maragall, aunque los resultados electorales refuerzan la opción rota y esta se rehace sin la consciencia del entorno creado desde Madrid y desde la prensa. La decepción de la derecha liberal es tal que se compromete al degüello. De ahí la absurda y desleal oposición parlamentaria y la inmensa campaña mediática en contra del govern.


El nuevo gobierno no se prepara para la lucha final, abandona el escenario encerrado con sus propios juguetes: equipamientos, infraestructuras, servicios sociales, aplicación del Estatut, nueva financiación, etc. Nada de ello hará mella en el eslogan, ruido del tripartito, y poco a poco el govern queda recluido al pie de página con sus realizaciones, cediendo la portada al ninguneo opositor.
La aparición de una crisis anunciada y infinitamente mal gestionada desde el gobierno federal hace mella en el partido del President que tiene que tragar una política neoliberal forzada sin más explicaciones. Más que pérdida electoral directa lo que eso provoca es desnudez del votante. Lo aleja del voto.


Y, por fin, la sentencia sobre el Estatut que frena los inmensos avances que este propone al eliminar una parte representativa de la conciencia catalana. El balance reflexivo es que el abuso del Constitucional deja un Estatut enormemente más lleno que el anterior, pero que la sensibilidad nacional ha quedado por los suelos. Tampoco ahí el govern acierta a recomponer el espacio y los socios se distancian sentimentalmente.


Finalmente las elecciones en un mar de crisis desbocada provocan el estallido final, dos socios renuncian a la acción de gobierno y por ende quedan desnudos. Si difícil es la defensa de lo hecho, difícil mediaticamente, que no realmente, resulta imposible rehacer un discurso en negativo. Un gobierno que puede presentar el acervo de realizaciones más extenso e importante de la historia democrática se hace el haraquiri.


El resto está por venir.


Lluis Casas en pleno delirio

UN LARGO ADIOS (Tras las elecciones catalanas)





Utilizo el título de un conocido (y excelente) film para tratar de explicar este último y complejo fin de semana (en catalán: cap de setmana, una contradicción con el hábito al trabajo de la gente del lugar, puesto que lingüísticamente en Catalunya empezamos la semana haciendo fiesta).


Unas elecciones son unas elecciones y al final de todo hay en la viña del señor. Sorpresas y constataciones, todo ello a la vez. Mi pronóstico era mucho más exagerado que el resultado final, por lo que mi sorpresa y mi constatación no coincidieron con la general impresión. Yo daba por hecha una mayoría absoluta del centro liberal. Está todo dicho. A partir de ahora infinidad de análisis y otras hierbas llenarán por unos días periódicos, medios digitales, etc. Fase inevitable del periodo post electoral. Pero la realidad social y política es muy compleja, de ahí los resultados sorprendentes en ocasiones y en otras difícilmente explicables y la de ahora tiene más recovecos que un mueble rococó.


Aquí en Catalunya, la izquierda ha entonado un largo adiós al poder a partir del segundo acuerdo de gobierno. Las causas son múltiples y muchas de ellas perfectamente evitables, una la falta de relato en el que enmarcar una acción de gobierno brillante en realizaciones. La comunicación entre gobierno y ciudadanía ha fallado, así como la comunicación, mucho más sutil, entre President y ciudadano concreto. El President no ha podido o no ha sabido romper esa barrera que su carácter establece con el otro. Y el otro espera de un President orientaciones, consejos, plan de ruta, reconocimientos y mil vínculos que el poder debe establecer con los de a pie o en coche.


La prensa, dentro de ese marco comunicativo, ha elevado a la enésima potencia los desacuerdos entre los socios del govern. Desacuerdos que a menudo no eran más que el proceso de síntesis de decisiones y en otras pocas distanciamientos de consideración. La prensa no recuerda la guerra civil entre Mas y Duran, ni los líos de faltas que Convergencia y Unió han tenido. Hicieron en su momento tanto ruido como el que ahora han atribuido al gobierno cesante.
El ruido no tiene por qué ser mala cosa, es reflejo de algo elemental, que las personas y las organizaciones tienen puntos de vista distintos y que se necesita debate y, a veces, un cierto ruido para alcanzar acuerdos. La falta de ruido es, para mi, mucho más preocupante. El silencio corresponde a la acción de los lobbistas, a las llamadas de las grandes empresas, a las indicaciones discretas de la banca.


El inmenso mapa de realizaciones de estos últimos siete años hace mucho para clarificar qué era ruido y qué era acción resuelta. Pero claro, eso a nadie del mundo de la comunicación le parece importante si en medio hay un rifirrafe que publicar.


El segundo factor para la pérdida de las elecciones ha sido la falta de reacción política al ambiente que se ha ido creando y eso, señores y señoras, el que suscribe no tiene explicación. Todos los líderes del gobierno saliente son duchos en elecciones y en caldos de cultivo. Su ignorancia o su inacción frente a lo que se estaba formando ha resultado incomprensible.


A partir de ahí, podría citar que si el Estatuto, que si la sentencia, que si la crisis. Y todo será verdad. Pero, para mi, los factores claves han sido los primeros, la incapacidad, la incomprensión frente al mundo de la comunicación en esta fase de evolución en la cual la verdad siempre brilla por su ausencia y lo publicado corresponde a lo que ha decidido el director o el propietario o lo que parece espectacular, aunque sea pura filfa política, social o económica.


Hay por ahí un video que circula por Internet en el que un HOMBRE expone su circunstancia vital, desahucio, paro, etc. Y explica con inmensa claridad como la prensa silencia su dolor, tal vez por que es ejemplo de lo que les ocurre a muchos o porque, tal vez, ha recibido consejos o aclaraciones del banco más próximo. Y no exagero.


En fin, los resultados cantan: Catalunya da unos pasos más que peligrosos hacia la derecha, hacia la extrema derecha, hacia el racismo, hacia el españolismo rancio y, tal vez, hacia una deriva verbal independentista que, todos ellos, resultan un cóctel explosivo.


La izquierda socialista entra de lleno en un terreno minado sin la más mínima protección, ni ruta. Y el socialismo verde aguanta perplejo cómo su compañero de viaje ha lanzado por la ventana el agua y el niño.


El futuro no existe, seis meses elecciones locales, después ocho meses, si aguanta, elecciones generales. En ambos casos, los resultados predecibles hoy dan pavor.



Lluis Casas, sin decir gran cosa lamentablemente

martes, 23 de noviembre de 2010

LLEGA EL FINAL DE LA CAMPAÑA ELECTORAL





Por motivos intensamente gripales y debido, también, al contencioso electoral, la semana pasada me auto prescribí una ausencia en este blog de referencia.


El primer motivo no requiere explicación, no así el segundo que aparentemente requiere más comentarios e incluso abluciones en todos los blogs del mundo. Pero ¡ay! El ánimo en esta campaña tan triste no es el que era y, viendo ayer el debate, aun me siento peor.


No crean que eso afecte al voto. ¡Qué va! El voto…, ni tocarlo. Soy apasionado partidario del eslogan que Joan Fuster, un eminente y malogrado valenciano que esgrimía frente a los dudosos: “Si no fas política, te la fan”. Por tanto siempre he votado y así seguiré fiel, hasta que la muerte nos separe.


Nunca he entendido la pereza inmensa de los ciudadanos frente al voto. Es una pereza ideológica, es una pereza ciudadana que los degrada y envilece. Algunos argumentan arteramente que la política no les interesa, que el mundo de los políticos no es para ellos, que los políticos no hacen nada, etc. etc.


Nada de lo que así dicen tiene más significado que la renuncia a ser ciudadano, a compartir derechos y obligaciones, de abandonar el ser elemento activo y consciente. Es una reacción infantil frente a la pereza primero a pensar y después a actuar.


No van a votar (exceptúo a los anarquistas) porque no quieren levantarse del sofá. Un sofá tan real como imaginario.


Los debates, los estudios en torno a esa huida de la política de una parte de la ciudadanía inciden en que los culpables, quien no vota, quien no expresa opinión, quien no se esfuerza por influir en el mundo, se sienten traicionados y por lo tanto abandonan el campo al enemigo. Pero son ellos, en realidad, los verdaderos culpables de que alguna política, algunos políticos los abandonen. Como no están en el terreno de juego, para qué tenerlos en cuenta.


De ese modo las derechas de todo signo conducen el mundo, con la abstención de una parte de la ciudadanía que si votara lo haría a la izquierda. Esta tiene votos inconstantes, la derecha intereses permanentes y fondos disponibles.


Consideren, pues, esto un alegato hacia el voto. El voto es la expresión de un ciudadano, incluso cuando este debe hacer un esfuerzo y votar no a quien le reconforta totalmente, pues este no existe nunca, sino a quien se le aproxima o a quien es honesto, o a quien tiene en cuenta a la mayoría y no a las constructoras de derribos. En Catalunya tenemos la enorme ventaja que las opciones de voto son diversas, el abanico electoral es flexible y permite situarse con mayor comodidad que en el entorno inmediato.


Esto va por los ciudadanos, por los sindicatos, por las entidades preocupadas por el planeta, por las que son conscientes de la pobreza y por un larguisimo etcétera.



Lluis Casas en campaña

viernes, 19 de noviembre de 2010

CEREBRO DE COCODRILO




Mientras nuestro ilustre editor marcha al sur en busca de motivos vivenciales, cosa que enardecidamente envidiamos, los que quedamos en casa asistimos a lamentables acontecimientos sociales que nos retrotraen a decenios, o incluso a siglos, pasados.


Una catedral en pleno siglo XXI merece como mínimo una licencia de obras otorgada por el excelentísimo ayuntamiento de la localidad. Es lo mínimo para unas obras que duran más de un siglo y que esperan permanecer en activo otros treinta años. Treinta años necesarios para desalojar de sus hogares a cientos de familias que ocupan legalmente su vivienda pero que molestan el desarrollo catedralicio. Ni los faraones hacían lo mismo. Pero, claro está. ellos creían en el sol. En fin, prueben ustedes a hacerse por la cara un chalet en la Plaza Catalunya y verán que les dice la guardia urbana.


Desde hace unas semanas, el diario Público ha tenido una excelente ocurrencia, la publicación en DVD de una serie mítica de los años ochenta, Cosmos, del eminente científico y divulgador Carl Sagan, prematuramente fallecido.


Todo y el tiempo pasado, el contenido y en muy buena parte el continente de la serie son perfectamente actuales y con mucho futuro a la vista de la invariable opinión de la iglesia en tantos temas de completo contenido científico o técnico. De todos es sabido que la iglesia (ojo no los creyentes racionales) llega siempre tarde a la evolución y cuando llega lo hace a caballo de cadáveres de quienes anticiparon la circulación de la sangre, de la centralidad solar, de la genética, de la evolución y del condón.


Si tienen la oportunidad para verla de nuevo o de verla simplemente porque no la vieron en su momento, háganlo. Su espíritu humano se lo agradecerá y mejorará su entendimiento de las cosas. Incluso de los milagros.


El título de la obra, Cosmos, parece apuntar a más allá de las estrellas. Eso es solo parcialmente cierto, trata de la creación del universo, de la evolución, de la historia, de la política desde la perspectiva de la ciencia y del método científico. Las estrellas están muy presentes, como hacedoras que son de la química y de los componentes materiales, pero el discurso de fondo atañe tanto a las estrellas como a la humanidad.


En uno de los capítulos, Carl Sagan explica la evolución del cerebro humano y detalla las fases del desarrollo cerebral a medida que la evolución se auto impulsa hacia lo humano. Como de una parte fundamental trata el núcleo cerebral, coincidente con el cerebro del cocodrilo, situado muy en el interior, es decir, muy al inicio del cerebro actual. Hay en nosotros, pues, un núcleo fundacional que proviene directamente del cocodrilo o de la especie de reptil que hace muchos millones de años nos precedió. Ese núcleo fundamental es el responsable de una parte de nuestras actitudes, principalmente las relacionadas con la agresión, el miedo y otros factores atávicos iniciáticos.


A medida que la evolución actúa, el cerebro original se recubre de nuevas capas que proporcionan la base evolutiva de lo humano, hasta llegar al conocimiento, a la imaginación, al amor, a la solidaridad y a todas aquellas virtudes que certifican la humanidad como la música y las matemáticas.


Esto, harto conocido, es una reflexión que debería permanecer en actitud de vigilia permanente en nosotros, puesto que en innumerables ocasiones el cocodrilo que llevamos dentro aflora con toda su fuerza. Lo humano que lo envuelve se encarga casi siempre de reelaborar la respuesta y situarla lejos de la selva o del río y acercarla a lo que ya somos. Casi siempre.


De hecho, se da el curioso fenómeno que en muchos humanos individuales y en grupos de ellos, prima el cocodrilo sobre el simio o sobre lo directamente humano. La agresión, la ambición sobre toda medida, etc. son sus guías conductuales. Es la norma diaria y permanente de los banqueros que nos han lanzado a la crisis y que ahora se permiten el lujo de cobrar por ello. Y no solamente de ellos.


En el mundo de la política, el cocodrilo actúa con tanta desfachatez como se pueda. Ahí tienen al cocodrilo del PP de Badalona para no ir mucho más lejos. Sabido es que el cocodrilo no siente ni lástima ni perdón. Solo presiente victimas y carnaza. Actitud muy en boga entre las tropas que se niega su propia humanidad. No solo en el PP los cocodrilos hacen furor. En CIU mismamente, la carnaza gubernamental está provocando verdaderas crisis nerviosas. A la vista del alimento gubernamental nada frena las mentiras, ni los engaños.


Les recomiendo leer la presa y atender al televisor a la luz de ese comportamiento surgido de nosotros mismos cuando éramos cocodrilos. Es interesante y divertido. Ninguna de las dos actitudes, lo interesante y lo divertido, alcanza al saber del cocodrilo. No se fíen.


Lluis Casas zoólogo

miércoles, 27 de octubre de 2010

ELECCIONES CURIOSAS


Las próximas elecciones al Parlament de Catalunya están resultando enormemente sorprendentes. En un artículo reciente sobre las contradicciones del Sr. Mas, COSITAS DEL ARTUR MAS, ya expuse con cierta rotundidad (producto de mi escasa confianza en las verdaderas capacidades de CIU y de su líder y que además son harto conocidas por los lustros durante los cuales comandaron el país): lo sorprendente era que Mas se presentara como la renovación política. Un ejercicio de magia muy imaginativo y que solo es posible por las tragaderas mediáticas y la escasa reacción del contrario.


Hoy, como novedad, la cosa deriva hacia otro partido, el PSC, que ha ejercido durante siete años la Presidencia del Govern y que ha anunciado públicamente “urbi et orbi” la renuncia a proseguir, si fuera posible, con el gobierno de la izquierda plural. Eso es en román paladino una renuncia a la lucha electoral, otorgando la gracia plena del nuevo gobierno a su opositor centenario, el gran renovador político Artur Mas. Las palabras del actual Presidente fueron asaz desafortunadas, puesto que a la renuncia adjuntó un canto al gran trabajo gubernamental efectuado. La perplejidad es evidente.


Desde mi punto de vista, esta renuncia política y social es el segundo paso respecto al efecto “Maragall del 2003”, que supuso el asalto en serio al poder en Catalunya después de muchos años de curiosas idas y venidas para nada o casi nada. El primer paso fue, por si no lo recuerdan ustedes, la obligada renuncia de Maragall a presentarse a las elecciones. El siguiente, el de ahora, la renuncia a todo, incluído el pa amb tomàquet con jamón de Parapanda.


El PSC intentó en serio la victoria electoral con Joaquim Nadal en 1995, a pesar de que éste era un tapado de la verdadera alternativa que se hizo presente en la siguiente elección, en 1999 con Pasqual Maragall como cabeza de lista. De hecho, Nadal rozó el éxito (solo el apoyo del PP a CIU evitó ya entonces un gobierno de izquierdas) y posteriormente, en 1999, Maragall lo obtuvo, todo y que fue insuficiente para el deseado cambio por las malas artes del sistema electoral catalán. Este ha sido un refugio de CIU para encarar con ventaja toda campaña que se convoque. Este y el flujo de dinero irradiado desde empresas constructoras y otros entes telepáticos.


En fin, ustedes ya están al tanto que en el segundo asalto, Maragall consignó la victoria parlamentaria y la investidura en base a la coalición de la izquierda diversa. Victoria que se prolongó, pese al golpe de estado interno contra él, con Montilla.


Pues bien, a mí me parece que Montilla, cansado de gobernar, ha hecho dejación de los mecanismos, creo que únicos, que permiten al PSC y a la izquierda diversa acceder al gobierno, esto es: entender que el nacionalismo de derechas no es nada si se le combate a fondo en su propio terreno. Ahí pienso que la renuncia de Montilla tiene un largo conducto umbilical con el gobierno federal y con Zapatero. Este ha intentado imponer las condiciones del imperio desde el segundo día del gobierno de Maragall y así ha seguido. Finalmente Montilla, la cabeza de puente zapateril, ha cejado en su resistencia y ha dicho: hágase su voluntad. Zapatero, eliminada la izquierda en Catalunya ya tiene un nuevo aliado en Madrid, CIU.


En fin, el PSC ha dado un firme paso (que necesita confirmación electoral) para pasar unas excelentes vacaciones en el Parlament, al menos para un lustro o más. Y, si no, me lo recuerdan.



Lluis Casas, limpiando las tragaderas

viernes, 22 de octubre de 2010

BICICLETA, CULLERA, POMA. Maragall nos cuenta




Tal vez ustedes ya hayan visionado el excelente film de Carles Bosch, en todo caso y para los que todavía no hayan podido ir a verlo, ahí va mi recomendación. No se lo pierdan. Aunque les advierto que no es un film fácil y que saldrán impresionados.


La enfermedad maldita del Alzheimer no es materia ligera de digerir para nadie y si quien lo explica, a través del director Carles Bosch, es un afectado como Pasqual Maragall, menos todavía.


Superen miedos atávicos y vayan a verla. Seguirán al enfermo y a su familia durante un periplo de dos años, durante los cuales la enfermedad empieza a afectar duramente la vida del personaje y de su entorno.


Verán la reacción de un tipo que juega duro y se lanza a una lucha en la que sabe que va a caer, pero de la que se siente triunfante finalmente por que la enfrenta y porque crea las condiciones científicas, técnicas y organizativas para superarla. Después prémiense con una buena cena o una copa bien servida. Tendrán que recuperarse.


Carles Bosch es un especialista en reportajes, con abundantes premios internacionales, pero en Bicicleta, Cullera, Poma se acerca maravillosamente a la ficción en razón a que es un reportaje interpretado, como en un film de ficción.


Los personajes, presididos por un tal Pasqual Maragall, están magníficos, siendo el actor principal un actorazo inmenso que aguanta unos primeros planos que ni Robert De Niro. No es una broma, créanme, efectivamente el reportaje que explica la profunda verdad del afectado y su familia exige de estos una verdadera interpretación, puesto de lo que se trata es de difundir la guerra a muerte que emprenden Maragall, su entorno y su familia y no solo la descripción de una lenta marcha al no ser cerebral. Y eso hay que interpretarlo, puesto que no es historia personal sino futuro colectivo. Maragall hace del reportaje fílmico su libro de memorias combatiendo con todo lo que tiene contra el Alzheimer.


Nunca he sido maragallano o maragallista, como ustedes prefieran. No lo he votado nunca, ni como candidato a Alcalde de Barcelona, ni como candidato a President de la Generalitat. En cambio, le he servido (en el sentido inglés de public service) tanto en el Ayuntamiento, como en la Generalitat. No somos muchos los que reunimos estas condiciones, no ser adictos y haber compartido el servicio al país. Todo y no ser maragalliano, debo reconocer que el personaje es lo que más se ha acercado a un reformador gubernamental de talla de entre los que la memoria reciente me sugiere. Tal vez sólo compartido el puesto con Adolfo Suárez, victima del mismo mal, pero Suárez no tuvo la oportunidad de la lucha y quedó oculto.


Una impresionante secuencia del film delata al personaje: es aquella en la cual, Pasqual Maragall dice al público “ hem fet els jocs, hem fet l’Estatut i ara anem per l’Alzheimer”. Un espléndido resumen de su periplo político, de su aliento personal y de su declaración de guerra.


Sin querer comparar, nuestro Jordi Pujol desaparece de la historia frente a la actuación fílmica de Maragall. Jordi Pujol no se enfrenta a nada, navega, sortea y sobrevive durante 23 años. Eso es impresionante. Pero su legado es, sino nulo, poco hacendoso para sus conciudadanos y para la historia. Es un okupa del poder, con una habilidad enorme para conservarlo. Maragall es otra cosa, como ya he dicho, tiene la esencia del reformador. Ocupa el poder con parecida eficacia a la de Jordi Pujol, pero lo hace al servicio de los cambios que intuye que son necesarios y se arriesga por ellos. Se podrá estar de acuerdo o no con los JJOO (yo, personalmente no lo estuve), lo mismo con la operación de acceso al govern de la Generalitat, ídem de la elaboración del estatut. Pero estarán conmigo, que detrás de todo ello existe algo, un aliento de cambio, una voluntad de transformar el mundo y de asumir el riesgo y el coste de hacerlo.


Finalmente, Pasqual Maragall fue tumbado por ese juego arriesgado en un golpe palaciego novedoso en las democracias, al Presidente triunfante se le da la baja.


La esposa de Maragall, en otra espléndida interpretación en el film, da las claves del asunto, nos dice como en un aparte: “crèiem que era la tensió, l’estrès. L’enorme estrès, el brutal estrès que va tenir en la fase final de la Presidència”. La operación anti Maragall ocultó a los ojos de todos, incluso de los familiares, el surgimiento y los primeros síntomas de la enfermedad.

La esencia reformadora del personaje aparece con fuerza en un momento dulce de su trayectoria. Asumida, dentro de lo que cabe, la enfermedad, lanzada la fundación y con el control personal todavía en parte disponible, Maragall va a Nueva York a buscar financiación, ayuda y contactos para su combate final. Allí coincide un Maragall que recupera la juventud en una visita al antiguo apartamento que cobijó a la joven pareja durante su estancia en la universidad y la elección de Obama como Presidente de los USA. Maragall lo celebra a lo grande con una desinhibición propia del enfermo que es, pero que refleja ese duro carácter reformista: Obama era la nueva luz en la que reflejarse.


Si una critica puede hacerse es la del localismo del significado del personaje, pero eso también pasaría con el gobernador de California si no fuese quien lo es ahora. Maragall está atado a Barcelona y su combate tiene mucho sentido aquí y menos allí.
Pero eso no es, en fin, un verdadero defecto.


En fin, insisto. Véanla.


Lluis Casas


COSITAS DEL ARTUR MAS



Como ya saben muy bien, este prohombre de maxilar prominente y fácil historia se presenta como el cambio y argumenta que será el President de un gobierno de los mejores.


Es más que evidente que el eslogan es pura propaganda, sin más contacto con la realidad que el que pueda generar la credibilidad inocente y un tanto estúpida del posible elector.


Artur Mas ya fue miembro de los gobiernos de CIU, con responsabilidades más que importantes, llegó palmo a palmo a Conseller d’Economia y a una especie de vicepresidencia con control total, aunque con otro nomenclátor. Es, pues, responsable en alto grado de la dudosa capacidad de CIU de gobernar adecuadamente el país.


Por otro lado, cuando era un muchacho en formación dirigió sus pasos, o fue dirigido, hacia los substratos oscuros de la “Convergencia dels negocis”, en clara y acertada expresión de la época que apuntaba a los oscuros recovecos del poder convergente. TIPEL (les recomiendo una excursión por Google) fue el estado de formación post académica de Mas. Tipel en donde un entonces discreto Prenafeta edificó una espléndida carrera, ahora culminada con la cárcel preventiva por los asuntos un tanto sueltos de legalidad en Santa Coloma de Gramanet. Recuerden que el hombre llegó a ser el facótum del gobierno Pujol durante años, en un cargo de segundo nivel pero de enorme influencia, secretario de Presidencia si no recuerdo mal. Recuerdo bien la época y un lujoso Jaguar en la puerta de la Generalitat, vehiculo privado del insigne secretario.


Pues bien, esa benéfica acción en pro del país del ínclito Artur Mas se concreto en los últimos años del bipartito (CIU es eso) en una gestión económica más que criticable. Oigan, estamos en unos años en donde el crecimiento era constante, sin crisis y sin presión de los mercados, al menos comparado con lo que ahora está cayendo.


Nos dicen los más antiguos del lugar que CIU llegó literalmente a desconectar los sistemas informáticos de contabilidad para impedir que quedase consignada en el sistema cualquier nueva factura. Ello comportaba la excelencia del método llamado “la factura al cajón y hasta el año próximo, a ver como lo arreglamos”. Muy conocido por auditores y síndicos de comptes. Este asunto tuvo un coste para el gobierno de izquierdas de 2.900 millones de euros en pagos correspondientes a esas facturas ocultas al contable. Eran, en calificativo expresionista, cajones muy grandes para contener esa cifra (que traducida a la moneda antigua son medio billón (de entonces) de pesetas. En el último año de sus fechorías, CIU llegó a valorar el resultado del año 2003 como un rotundo superávit, cuando una vez ya en el 2004, el gobierno de izquierdas valoró que había un déficit de más de 1.200 millones de euros, casi un 1% del PIB y que el endeudamiento real era del 12,4% del PIB en vez del anunciado 7,3%.


En contraste con el gobierno de izquierdas es grandioso, este liquidó el año pasado toda la deuda pendiente a través de los nuevos ingresos generados por el Estatut. Y en plena crisis.


Está falto, pues, Artur Mas de efectivo para proponerse como gobernante de excelencia y como lo nuevo frente a lo viejo. El es, en realidad, lo más viejo del lugar, lo más usado del lugar, con periplos por varias administraciones en donde, hasta este momento, no ha alcanzado la victoria electoral.


Artur Mas no es más, acéptenme el giro, que un técnico del poder de derechas, con fuerte olor a un nacionalismo de naftalina que huirá de cualquier decisión de riesgo por más (de nuevo) que el país lo necesite.


En fin, ahora caigo que esto lo tendrían que decir los que están en campaña y no yo, simple votante.




Lluis Casas con un fuerte cabreo




lunes, 18 de octubre de 2010

REFORMA DE LAS PENSIONES CON SIMÓN ROSADO EN EL RECUERDO




Me permitirán que encabece el artículo con el nombre de un gigante discreto. Y lo hago no como homenaje, si no rindiendo pleitesía a un futuro de izquierdas, con libertad verdadera, con justicia equitativa y democracia plena. Con ello estaríamos de acuerdo Simón, un servidor y muchos más.


Les adelantaba en el anterior artículo que algo diría respecto al futuro después de la huelga general, pues ahí va.


Lo primero y principal es que la nueva fase del combate debe hacerse mediante la articulación de propuestas con contenido de futuro, no con retroacciones de lo ya dicho y en muchos casos, mucho tiempo ha, ya perdido. Los sindicatos y los elementos políticos que han hecho la huelga deben apostar por propuestas que no suenen a defensa a ultranza del mejor tiempo pasado sino a cosa nueva, a cambio real y que alineen lado a lado necesidades surgidas de cambios profundos en el sistema productivo, en las relaciones sociales y en la perspectiva de vida.


Lo primero será lo que haremos con las pensiones. Queramos o no, ese es el ámbito del combate inmediato. Y lo que digamos ha de hacer crecer la fuerza sindical y la fuerza política verdaderamente de progreso. Por ello no hay que defender el sistema de pensiones como de un asunto cerrado a cal y canto.


Pienso además que las reformas que puedan proponerse deben reforzar la idea de una sociedad solidaria, pero en la que conviven intereses muy diversos y no contradictorios. Si hace décadas el sistema actual era la respuesta justa a les necesidades del momento, basadas en la gran factoría difusa de la producción en masa y la laboralización intensa y extensa, hoy es muy distinto. Debemos dar respuesta a formas diferentes de encarar la vida laboral, con amplios espacios para la formación y por tortuosos caminos profesionales. También la toma en consideración de unos trabajadores en donde la alta formación es extensiva y que pesan cada vez más en el conjunto. Si la pensión actual se corresponde con el obrero metalúrgico, pongamos por caso, el futuro es del trabajador polifacético con múltiples entradas y salidas del sistema por razones muy variadas. ¿Qué decir de los técnicos y científicos que se aventuran hasta los 35 años en los vericuetos de las becas de investigación, doctorados, exploraciones extrajeras y mil visicitudes más? Esos, pienso que son un muy buen ejemplo de lo actual, no ven en el sistema de pensiones y garantías actuales cosa de gran interés. No han cotizado, con suerte, hasta los 35 o 40. Por lo que en el mejor de los casos disponen de pensiones privadas adquiridas palmo a palmo en una entidad bancaria.


¿Qué decir también de otros colectivos que no ven relación congruente entre su capacidad de cotización y su pensión futura? Les pasa lo mismo, van al banco a por los complementos. La lista pude ser muy larga. Yo mismo y mi compañera también, hicimos una larga travesía de inconsciencia juvenil por los trabajos sin contrato, que hoy nos obligan a alargar la vida laboral para acceder a la pensión. La solución, una vez advertido el inevitable futuro, fue la misma, La Caixa.


Las grandes empresas o las administraciones han establecido sistemas de cotización libre y voluntaria en fondos de pensiones. El asunto no es el resultado de la mano de Lucifer, sino el juntar necesidades diversas con un sistema de gran rigidez. Esas rigideces hay que romperlas para integrar en el ámbito de lo público lo que se ha hecho mal en los oscuros rincones bancarios. Y no solo con la pensión privada complementaria. Lo mismo con la edad de la jubilación, con la transición temporal desde la actividad plena a la jubilación definitiva y tantos otros conceptos que la vida genera continuamente. Sistema público, solidaridad, flexibilidad y adaptación a las necesidades de cada uno.


El objetivo es claro, según mi parecer, hacer del sistema de pensiones público algo al que todos los trabajadores defiendan por su capacidad de identificación con lo que ellos necesitan.


Les recuerdo que la semana anterior un grupo de economistas vinculados a una entidad patrocinada por bancos y grandes empresas lanzó la directriz de la reforma según los cánones de los intereses de sus propietarios: el sistema público se desvanece por necesidades puramente demográficas y la salvación está el sistema privado de pensiones. Esta estrategia es algo sabido y hartamente conocido, pero cada vez que sale a la palestra, los medios de comunicación, demócratas ellos, lo anuncian a bombo y platillo. El sistema público de pensiones ha quebrado en no menos de cuatro ocasiones so no me falla la memoria, y siempre por los motivos de la financiación y de la demografía. FEDEA, la entidad promotora no hace referencia a tantas crisis anunciadas y no tenidas, tampoco hace referencia a los sistemas de financiación complementarios a las cotizaciones, el presupuesto por ejemplo. No relativiza la perspectiva demografiaza, quebrada en santísimas ocasiones. Bien, lo de siempre, pero en un contexto nuevo: la política contra el sistema de solidaridad público.


Eso es lo importante. Y a ello debemos atender mediante algo a lo que el gran Darwin dedicó toda su vida: la adaptación y el éxito.


Seguiremos…



Lluis Casas de orgulloso duelo



miércoles, 6 de octubre de 2010

DÍAS DESPUÉS DE LA HUELGA




Lo interesante de la vida es que nada debe darse por concluido o por definitivamente cerrado, excepto, claro está, la muerte biológica. Lo demás es imprevisible. Por ello me atrevo a decir que el después de la huelga, e independientemente del alcance que cada uno le demos a la misma, está muy abierto, las cosas están por hacer en muchos sentidos.


La acción del gobierno, la de los sindicatos, la de la sociedad civil y un largo etcétera están inmersas en una realidad cuya característica principal es el movimiento, por lo que nada está definitivamente escrito y la evolución de los componentes sociales, económicos y políticos es difícilmente anticipable en estos momentos. Incluso por mucho que unos griten victoria u otros respiren aliviados.


Muchos comentaristas aportan estos días las fórmulas por las cuales el futuro se intuye (eso dicen) o indican los caminos por los que unos y otros deben transitar para llegar a algún puerto del que no citan los intereses.


Dudo mucho que hoy por hoy sea dada una previsión al respecto con un mínimo de fiabilidad. Lo único cierto es que el gobierno y las fuerzas de la derecha económica han intentado la ruptura del pacto social y los sindicatos se han resistido a ello. La no resistencia era el abandono de la batalla sin aspiraciones a nada, a la simple destrucción total. Hoy eso ha cambiado, por mucho que les cueste a algunos el reconocerlo. El cambio tampoco ha sido apabullante, ni mucho menos, pero ha dejado suficiente huella para que sea reconocido como algo a tener en cuenta.


Lo que envuelve la huelga reciente, la penosa economía especulativa, la crisis, la reforma laboral, las amenazas hacia las pensiones, la hegemonía sin justificación de las finanzas, etc. están en plena fase de evolución (para algunos hacia la catástrofe). Incluso la crisis no debe darse por terminada, ni mucho menos. El paro, acuciante para un amplísimo porcentaje de trabajadores, depende de tantas variables que hemos de suponerlo factor de desestabilización por largo tiempo aún. Lo mismo para el inframundo de las finanzas, el factor determinante de lo que nos pasa junto al ex urbanismo desbocado. Por todo ello, me temo que el futuro está muy abierto para aquellos que cuenten con resolución para enfrontarlo, que tengan propuestas compresibles y adaptabilidad a los hechos y a los tiempos. Es el reto de los sindicatos.


Con simplemente acercarse a los periódicos en la edición de Catalunya, la huelga toma derroteros nuevos: las elecciones del 28 de noviembre dan una oportunidad a reconocer esos cambios huelguísticos. Obviamente, la ventaja de la derecha es significativa, pero la ha obtenido por medios alejados de la realidad. La derecha catalana no es ni nueva, ni eficiente, ni, mucho menos, capaz de aglutinar amplios intereses populares. El nombre de las cosas tiene su importancia, por ejemplo un repaso consistente a los que suenan para el gobierno abre un profundo agujero en la línea de flotación de CIU. Es casi simplemente más de lo mismo. Un mismo harto conocido y sufrido. O ¿es qué hemos olvidado el 3%, la tolerancia con los traspasos de Madrid (el peix al cove, sin un duro), la falta de equipamientos sociales, la escasa inteligencia sobre el medio ambiente, etc.?CIU no tiene programa, no sabe qué hacer. Por eso calla en cuanto se debe concretar las frases electorales con las que ese ex conseller en cap que es Artur Mas, llena los titulares. Ese hombre, formado en las entrañas de las empresas de honor más que dudoso, como TIPEL, y habiendo perdido todas las elecciones a las que se ha presentado, tanto en el Ayuntamiento de Barcelona, como a la Generalitat, no parece ser un ejemplo ni de buen gestor, ni de político de éxito. Y eso no es opinable, es historia comprobada.


Mi tesis respecto al después de la huelga, y si me permiten decirlo así, es que la única manera de enfrentar la siguiente etapa es proponiendo reformas de calado, pero que mantenga la estructura del pacto social y repartan los costes y los beneficios con claridad y justicia distributiva. Debería incluir además algunas propuestas respecto a la organización sindical y a la representación política. El alejamiento político de los sindicatos, útil en algunas circunstancias, es hoy un enorme peligro para los trabajadores y el estado de bienestar. La continuación me la reservo para un próximo artículo, se lo prometo.



Lluis Casas, reflexivo




martes, 28 de septiembre de 2010

MAÑANA, HUELGA GENERAL






Considero que no hace falta animarles a hacer huelga mañana miércoles 29 de septiembre. Entre otras cosas existe el factor tiempo, escribiendo esto hoy, difícilmente lo leerán con tiempo para hacer sus cavilaciones y tomar una decisión. Otra es que el lector de Metiendo Bulla tiene genes de huelguista general y no necesita más que la convocatoria para tener clara su decisión.


Dicho eso, les presento mis excusas por la tardanza en publicar ese titulo de hoy. Estos últimos días ha dado por finalizar la historia familiar en torno a la ley de la dependencia. Mi madre, personaje real de las visicitudes que les he ido contando, ha fallecido. Lo ha hecho victoriosamente acreditada como gran dependiente y obteniendo de los fondos públicos una aportación del 50% del coste de la residencia en donde fue acogida hace tres semanas. Su estado era de una dependencia absoluta, su acción humana era ya inexistente y finalmente, por razones de existencia de vacante, fue llamada a ocupar una cama residencial.


Estos últimos días han surgido informaciones acerca de los porcentajes de ancianos o de personas dependientes que tienen una plaza acorde con su estado, su estado físico o mental y su estado económico. El porcentaje es lamentablemente bajo. La significación de ello es que para la administración y para el ciudadano y contribuyente, esa red de servicios sociales no es, siendo como es alarmantemente insuficiente, una prioridad.


Les llamo la atención en torno a las inconsecuencias del sistema de protección social en España. Mi madre tardó tres años en acceder a una plaza residencial. El coste de ella, en términos de coste de servicio público, está en unos 2.000 euros mensuales, de los cuales la familia o el afectado aporta en este caso el 50% como ya he dicho anteriormente. Ahora bien, si la necesidad es sanitaria, como lo fue en el caso de mi madre hace unos pocos días, su ingreso en urgencias, su incorporación a una planta de medicina interna y todo el tratamiento durante todo el tiempo que fué necesario es totalmente gratuito y accesible fácilmente.


No estoy argumentando a favor del copago sanitario, en absoluto, estoy argumentando a favor de un equilibrio más racional entre servicios sociales y sanidad. Una, la sanidad, se ha desarrollado en términos de magnitud y calidad de forma excelente, siempre considerando los entornos. La otra, los llamados antes servicios sociales, son todavía algo por definir adecuadamente. En un caso tenemos una estructura de servicio que ha terminado siendo un sistema (de salud), la otra es un conjunto de normas y usos aun por definir como sistema.


No tengo más razones para explicarlo que en el sistema de salud, los intereses económicos, gremiales, profesionales, científicos y tutti quanti son enormes y han facilitado ese tránsito desde la salud como un pequeño sistema a caballo entre lo privado y la caridad (no más allá de los años cincuenta) a un sistema de enorme desarrollo y calidad.


En los servicios sociales no hemos abandonado la bandera (oculta ahora, pero existente) de la caridad pública o religiosa. Aunque la realidad contradiga eso, en el fondo unos y otros vemos al sistema de red social como un elemento caritativo o de benevolencia y no un sistema de derechos ciudadanos. Creo que el camino emprendido terminará en algo parecido al sistema de salud, pero, de momento, esa idea está lejos de la realidad.


La reflexión viene a cuento y enlaza con el titular por motivos obvios. Nos estamos jugando a una ruleta rusa el sistema de protección social, los derechos sociales y si quieren una parte de la esencia de la democracia, la justicia social y un nivel de igualdad frente a las desgracias de la vida. Tal vez la huelga no logré cambiar la tendencia, pero el neoliberalismo que nos invade y diluye debe enterarse que ese camino no será de rosas precisamente.




Lluis Casas confeccionando la bandera de CCOO

viernes, 17 de septiembre de 2010

HAN VUELTO LOS FASCISTAS




Entiéndanme bien, con ese título me refiero a un lento proceso mediante el cual cualquier idea progresista, solidaria, tolerante, racional, con componentes sociales está siendo substituida por los tradicionales eslóganes populistas, racistas, segregadores, culpabilizadores de la crisis a las minorías indefensas, clásicos en ese no pensamiento social y político y muy conocidos a poco que recuperemos la memoria de los años treinta. Todo empezó poco a poco, primero con justificaciones aparentemente comprensibles. Dadas por los que no eran fascistas, pero que pensaban que estos serien útiles a sus fines: la destrucción de los partidos y sindicatos obreros, en fin socialistas, comunistas y anarquistas. Ese olor profundamente inquietante está volviendo. No de la mano de los propios fascistas, especie casi extinguida, sino de la mano de políticos, partidos, grupos económicos, mediáticos, etc. que alimentan fines parejos a los citados: el fin del sistema social, del pacto social.

Para justificar lo escrito, no solo me refiero a esa vergüenza francesa que es la expulsión étnica, realizada con toda la desvergüencita ética, con toda la trampería administrativa, jurídica y política que la está acompañando. Que enlaza con los inicios de anteriores procesos que acabaron en el exterminio. Es una acción propia del gobierno de Vichy. El asunto es mucho más grave.

No solo me refiero a la toma del poder por la extrema derecha americana, de momento en pleno exitoso asalto al partido republicano (no precisamente un dechado de tolerancia y justicia social).

No solo me refiero a la confirmación del poder de la derecha económica en España (y en el mundo), con flagrantes situaciones de injusticia fiscal, laboral, de vivienda y un largo etcétera.

No solo me refiero a la campaña orquestada y seguida por medios públicos, entre ellos Catalunya Radio, en contra del sindicalismo y de los derechos sociales. Independientemente de los errores de los propios sindicatos.

No solo me refiero al abandono lento de la ayuda a los desfavorecidos del mundo, al objetivo de que el mundo es de todos.

No solo me refiero al abandono de cualquier programa global y coherente de sostenibilidad y de reducción del cambio climático (ellos creen que con menos humanos mejor).

No solo me refiero al abandono paulatino del pacto post guerra mundial en torno a un estado de derecho y a un sistema de protección social para todos.

No solo me refiero a la extrema languidez del proyecto europeo.

No solo me refiero a…

Ese mal olor, ese tufo a sutil represión que estamos empezando a respirar, es la antesala de un cambio de modelo social y político.

Que nadie se llame a engaño: cuando se rompen, aunque sea parlamentariamente, los acuerdos profundos sobre ese modelo social, como el cambio en las relaciones laborales o la próxima contrarreforma de las pensiones, es que está en curso un cambio político profundo. La Tatcher no solo rompió a los sindicatos ingleses, rompió un determinado modelo de país, de compensaciones sociales, de sistema democrático.

Ahora será en España.

Lluis Casas, francamente (nunca mejor dicho) alarmado

miércoles, 15 de septiembre de 2010

PEOR DE LO IMAGINABLE






No se me asusten demasiado, pero es evidente que la evolución de la economía, o mejor, que la conducción de la economía no consigue remontar y los efectos sobre la ocupación generan un profundo agujero negro social. Poco a poco, el asunto del empleo va tomando forma de variable estratégica. Es la consecuencia más cruenta de la crisis que afecta a lo que es esencial en la vida, el derecho a un trabajo digno que permita una vida medianamente aceptable.


Al quite del asunto está la economía sumergida, o pónganle el nombre que quieran. Ahí tenemos un porcentaje de ocupación irregular que es un amortiguador muy eficaz de la tensión social. Ya en anteriores periodos de crisis eso (el monstruo del trabajo informal, de la empresa fantasma, etc.) ha sido la salvación, por una parte, de muchos trabajadores (lo que significa simplemente aceptar un grado de explotación superior al normal a cambio de una cierta sobrevivencia básica) y de la base económica de las pequeñas empresas. Escondidas del fisco, de la seguridad social o utilizando dudosos procedimientos legales, esquivan costes sociales, laborales, ambientales, administrativos y fiscales. Así van tirando en espera de tiempos mejores. Las hay que tradicionalmente se mueven en ese submundo, que muchos no quieren ver, otras se sumergen en épocas de vacas flacas, o, simplemente, promueven actividades y negocios en el submundo porque en la superficie no hay alternativa.


Recuerden el estúpido debate en torno a los mercadillos del top manta. Eso es simplemente una anécdota frente al enorme volumen de la economía “informal”. Me atrevería a decir que más de un 20% del PIB circula por esos caminos discretos y alejados de los peajes.


Siempre ha sido así. En mayor o menor medida e independientemente de la coyuntura o del ciclo económico. La presión administrativa y fiscal siempre ha sido débil, fluctuante, poco dada al enfrentamiento con una realidad que dejaba una parte de la economía en una zona sin normas básicas. De ahí una parte del déficit fiscal, sin lugar a dudas y de la debilidad sindical o de la baja productividad. El país ha aceptado como normal que una parte de su economía siga un sendero distinto al legalmente establecido, beneficiando a un numerosísimo grupo de empresas o trabajadores que hacen renuncia de la implicación social en aras de trabajar y cobrar. La anuencia del consumidor es básica en el esquema, la pregunta sobre si quiere la factura con IVA o sin el (a mi me la han hecho hace dos días) es corriente. El consumidor para ahorrase ese porcentaje colabora egoístamente en el mantenimiento de una estructura empresarial débil, anómala respecto al modelo social e, incluso, político.


Dicho eso, ¿nos hemos de alegrar o no de la existencia de ese sector por sus benéficos efectos sobre las tensiones sociales que produce el paro? No se qué decirles. Si trabajar sin contrato, sin horario, sin factura, sin licencia evita que muchas familias queden en la más absoluta intemperie, no seré yo quien las acuse con el dedo de la ley. Aunque reconozco que esa solución crea, tal vez, más problemas que remedios. El corto plazo, la salvación del ingreso semanal, hace que las medidas contundentes puedan retrasarse. Es la hipocresía de la derecha, de la izquierda (¿) al mando, les reducimos las pensiones, los subsidios, los echamos del mundo del derecho social (que es digno y político) para permitirles una especie de prostitución para sobrevivir. Hacemos la vista gorda si cobran por unas chapuzas, si nos arreglan una avería, si producen algún objeto de utilidad, vendiendo su alma de ciudadano por la sobrevivencia del esclavo.


Ese indigno presidente federal nos cuenta desde Noruega que ha descubierto la sopa de ajo, que los trabajadores en fase de formación, cuando han perdido o no encontrado empleo, son útiles al país, es, dice, como si estuvieran ocupados. Ese pobre hombre, sentado en su alta poltrona no atiende a la realidad, no sabe nada o miente mucho. Si leen este mes el Mientras Tanto, tendrán al alcance neuronal una explicación del verdadero papel de la formación en el paro y un detalle de lo compleja que resulta ser. La formación para los parados tiene sentido si hay alternativa de ocupación, si el país tiene algún plan respecto a su estructura productiva y respecto a los cambios que se necesitan en las habilidades laborales. ¿Un pintor de brocha gorda reconvertido en qué? Añadamos que puede tener más de 40 años y ser negro como el carbón. ¿Qué nos dice ese presidente desalmado respecto a eso?

Atiendan a lo que digo, pienso que a diferencia de otras crisis esta presente tendrá muy peores consecuencias sobre el empleo. Alguien lo ha dicho: una generación perdida. Yo añado que pueden ser más.




Lluis Casas, organizando la Huelga general.



domingo, 12 de septiembre de 2010

EN APOYO DE LA HUELGA GENERAL DEL 29 S

Cambiar de política, defender los derechos sociolaborales
MANIFIESTO PROMOVIDO POR PROFESORES DE UNIVERSIDAD Y PROFESIONALES DE LAS DISTINTAS ESPECIALIDADES




La crisis económica no tiene sus causas ni sus respuestas en el mercado de trabajo. Nuestra experiencia nos enseña que ninguna reforma de la legislación laboral ha servido para crear empleo, sino que la recuperación económica y el crecimiento provienen de otros factores. El panorama español muestra grandes desequilibrios sectoriales y territoriales, en la conformación del mercado de trabajo con la misma legislación laboral estatal. La reforma del mercado de trabajo promulgada por el RDL 10/2010, de 16 de junio, es perjudicial porque impone un cambio desigual en la regulación del trabajo que empeora y hace retroceder las garantías sobre el empleo de los trabajadores. Y es contraproducente porque desgasta el diálogo social como método de gobierno proporcionado de las relaciones laborales y porque fracasa en la intención de cambiar el modelo de crecimiento sobre el que se deben asentar las relaciones económicas y sociales en una perspectiva de salida de la crisis.La reforma laboral del RDL 10/2010 no tiene relación con el recorte del déficit ni con la contención del gasto público. Tampoco busca la recuperación económica. Se dirige a otro objetivo: abarata, facilita y subvenciona el despido, obstaculizando y debilitando el control judicial del mismo, modifica de manera muy significativa las causas para los despidos objetivos por causas económicas, tecnológicas, organizativas o de producción; no impide el fraude en la contratación temporal ni impone límites eficaces a la misma, rompe el sistema de negociación colectiva sectorial a través de su inaplicación en las empresas que aleguen dificultades económicas, da un impulso a la precarización a través de las ETTs en varios sectores sensibles y de riesgo, como la construcción y las Administraciones públicas y liberaliza las agencias privadas de colocación.El RDL 10/2010 sitúa al ordenamiento jurídico laboral español entre los niveles más bajos de la protección de los trabajadores europeos. Aumenta el autoritarismo en la empresa y erosiona las garantías de los derechos laborales, autolesionando así de forma grave el sistema democrático de relaciones laborales. Con ello se ignora que existe una relación directa entre economías fuertes con crecimiento equilibrado y sistemas de plena tutela de derechos laborales y un sindicalismo con relevantes poderes de regulación de las relaciones laborales. La reforma laboral aprobada impide que se hable de un cambio de modelo económico, porque no es posible desarrollar una economía sostenible y competitiva con un modelo laboral cada vez más precario y regresivo. Considerar que el modelo laboral y el modelo productivo no se interrelacionan mutuamente es un grave y oneroso error que nos persigue a lo largo de muchas décadas.Más allá de la reforma laboral, el Gobierno parece decidido a “quemar las naves” en su deriva liberal de sacrificar derechos laborales y de protección social ante los mercados financieros y anuncia agresivos recortes en materia de pensiones, así como de prestaciones sociales, sanidad, servicios sociales y otras, que podrían reflejarse en los Presupuestos Generales del Estado de 2011. Bajo la excusa de hacer sostenible el Estado de Bienestar, se reducen derechos conquistados tras ardua y larga lucha: para mantenerlo, se debilitan una y otra vez sus pilares hasta su práctica demolición. Mientras tanto, tenemos una presión fiscal sensiblemente menor que la media de nuestro entorno europeo, claramente injusta y regresiva y con insoportables niveles de fraude sin que se tenga voluntad decidida de perseguirlo eficazmente.Los ciudadanos tenemos que reaccionar ante este aluvión de medidas injustas y regresivas que reducen nuestros derechos como trabajadores y como sujetos activos en la vida social y política. Concebimos la participación democrática como un proceso permanente y continuo que no se reduce sólo a la participación electoral para la formación de los órganos legislativos de la nación. Creemos que la huelga general no es sólo una forma de exteriorizar un conflicto social amplio y profundo, sino ante todo un acto decisivo de participación democrática que expresa, mediante la paralización de las actividades productivas y de servicios de un país determinado, la importancia del trabajo en la sociedad del siglo XXI y la necesidad que se respeten los derechos laborales como condición de ciudadanía plena.Por eso las mujeres y los hombres que firmamos este manifiesto, desde nuestra variada situación de universitarios y profesionales de todo tipo, expresamos públicamente nuestra opinión, de sumarnos a la convocatoria de huelga general para el día 29 de septiembre en la idea que este acto de participación democrática y ciudadana obligue a los poderes públicos a cambiar de política, abandonando estas reformas globalmente regresivas y socialmente injustas.JULIO 2010

viernes, 10 de septiembre de 2010

LA HISTORIA SE REPITE



Nunca he pensado que eso sea cierto. La historia nunca se repite, aunque algunas veces lo parezca. Las circunstancias, las personas y los hechos tienen tal variación que nunca nada es lo mismo. Aunque se parezca y, a veces, se parezca mucho.


Viene a colación ese comentario por el anuncio del Presidente Obama de un plan especial de inversión pública de muchos millones de dólares (39.000 millones) para incentivar las infraestructuras del país. Lo que busca es ayudar al escuálido crecimiento económico americano y, sobre todo, a generar ocupación, el gran motivo del incremento de la distancia entre el personal del país y el presidente.


Obama empezó la andadura hecho un príncipe de Dinamarca, dudando entre las propuestas de impulso público a la economía, con déficit público incluido, y las propuestas conservadoras tendentes a limitar el papel estratégico del gasto público en la crisis. Todos ellos creyentes fundamentalistas en que la administración es una manirrota. Finalmente las dudas quedaron en planes que fueron acusados de cortos de mira por la sección, diríamos, socialdemócrata del país.


La realidad, dura ella, ha venido a confirmar que así ha sido. El impulso público ha quedado corto y la economía americana corre hacia el crecimiento nulo. Por otra parte, la ocupación ha estado dejada de la mano de dios (dios, es decir los creyentes en el papel residual de la inversión, del gasto público) y no ha reaccionado como esos creyentes en el milagro privado esperaban (o no) con crecimientos espontaneos, aquello del “le monde va de lui même”.


La falta de nuevos puestos de trabajo está laminando el prestigio del presidente entre los sectores que son votantes sólidos de los demócratas, el paro del 10% está resultando insoportable. Por ello, la rectificación era forzosa.


Otros aspectos han tenido su peso, como los comentarios diarios del premio Nóbel Krugman, muy acertado en los análisis y preediciones. Ese aliento seguro que ha tenido que ver (Krugman como representante de los economistas de raíz keynesiana) y del movimiento sindical por descontado.


Todo ello es una especie de repetición de lo que ya aconteció en la crisis de los años treinta. Roosevelt cambió el rumbo a las políticas económicas imperantes (el gasto público es nocivo) y lanzó los programas vinculados al New Deal. Pero se quedó corto, como ahora Obama, tal como le repetían los partidarios de la acción gubernamental (un cierto Keynes entre ellos), Roosevelt tuvo que rectificar y reforzarlos posteriormente. A continuación la guerra mundial puso sobre el tapete el mayor gasto público imaginable y pocos lo discutieron.


Esa acción de Obama deberá vencer la oposición del poder político parlamentario del Congreso, en donde la ciencia económica poco puede hacer y la ideología neoliberal campa a sus anchas. Si supera el escollo obtendremos el espejo en donde mirarnos. Eso, claro, con meses de retraso.


Lluis Casas, pensando eso del ” ya lo decía yo”.


Posdata:

1. Recuerdan la serie de artículos sobre la ley de la dependencia que un servidor les endilgó en su día, pues bien, tengo noticias que les seguirán ilustrando sobre la capacidad de nuestra sociedad (ojo, no solo la administración, sino la sociedad) para atender a sus ancianos:

Dos años y dos meses después de ser calificada como gran dependiente, con diagnóstico de Alzheimer avanzado, mi madre ha recibido una llamada de la residencia, ya puede ingresar. Mi madre tiene 90 años y depende en lo más absoluto de terceros.


2. La pornografía en los medios públicos catalanes campa por sus respetos. En TV3 y en Catalunya Radio, un insigne implicado en el caso de Santa Coloma, su ex alcalde por más señas, ha sido llamado a declarar en su propio favor. Entregar a un presunto implicado ese regalo de oro, la audiencia, y hacerlo con la grácil habilidad de presentar el asunto como cualquier otra cosa es denigrante. Otra cosa fuera que en esos programas, que además pugnaban entre ellos en atribuirse el “somos los primeros”, el presunto culpable pasará a culpable por confesión propia o para sacar pruebas irrefutables de su inocencia. Pero no fue así, parole, parole, parole de presunto culpable. Fantástico periodismo destructor.






martes, 7 de septiembre de 2010

EL NUEVO CURSO






Felizmente terminadas las largas vacaciones agosteñas, liberados ya del disfrute diario de la siesta. Agradablemente exentos de la inclemente insolación en la playa o del rebaño en la piscina substitutoria, ahuyentadas las visitas recalcitrantes de familiares o de amigos poco deseados y un largo etcétera de incomodidades, nos enfrentamos sin más tapujos a un calendario político de armas tomar que se prolonga hasta las presuntas elecciones al estado federal allá en el marzo del 2012. En el plazo inmediato tenemos el aperitivo del Parlament de Catalunya (ahora con cierta seguridad en la fecha), a finales del próximo noviembre, seguirá un primer plato con las elecciones locales y autonómicas de la primavera próxima y para finalizar el comistrajo tendremos el plato fuerte estatal.


Eso por una parte. Por otra, tenemos los vaivenes de la crisis económica actuante tal que una ruleta rusa o neoliberal que nos distrae, nos asusta o nos da repelús, según como nos va a cada uno. Pero no acaba ahí la cosa, no crean, puesto que los asuntos a devengar son muchos y variados y tienen más aristas que una torre poliédrica de ocho lados. Para comprobarlo hagan simplemente su propia lista de eventos en los que de alguna forma se hallan incluidos ustedes o sus próximos más allegados, tanto porque sus efectos los han de notar en el bolsillo o en la moral, y verán.


La lista, deben reconocerlo, es de aúpa. Para enfrentarse a ella les daré un consejo: no la contemplen como un paquete sólido, único. Desmenúcenla punto por punto, asunto a asunto. Tratada así es más tolerable, incluso manejable, genera alguna esperanza y, llegados al caso, es perfectamente asumible dentro de la perspectiva temporal del universo. Finalmente tomen una copa de fino y unas tapas. Eso lo arregla todo.


No les hablaré de mis pronósticos electorales, mi propia encuesta particular no es fiable, como tampoco las estadísticamente elaboradas; ahora bien sí les hablaré del hilo del que penden realmente las elecciones, la economía y sobre todo la ocupación. En el fondo de la esperanza a plazo real. Ese hilo no es el único, muchas elecciones se han ganado por asuntos externos a la economía, como el tratamiento que se dio a un atentado terrorista por ejemplo. Pero hay que reconocer que una situación de mejoría económica ayuda mucho a hacerse con los votos necesarios.


Como habrán observado, he citado la economía y la ocupación, así por separado. E, incluso, cito ocupación y no paro. Cosa que hago reconfortándome con la argumentación de Krugman en El País de hace pocos días. En ella aludía a la poca atención que el mundo político y económico hacía a la base de la tranquilidad humana, la existencia de un trabajo que permita vivir decentemente. Los políticos y los ecónomos que mandan huyen absolutamente de las exigencias para mejorar la ocupación. Ya vendrá el verano después del invierno, nos dicen. Esa argumentación es solemnemente falsa. Para los trabajadores la ocupación decente es imprescindible y quienes nos administran la economía debieran entender que la democracia y los votos responsables son sustancia del trabajo decente. De ahí su acento excesivo e ideológico por el déficit presupuestario y no por la tasa de paro, por la tasa de ocupación, por los salarios medios, por la masa salarial, por el peso del salario sobre el PIB, etc.


Hay ahí, a parte de complejas explicaciones metodológicas, un sentido de clase cada vez más exacerbado. Si un alto ejecutivo estropea una empresa, la respuesta es, tal vez puesto que no es seguro, el despido con una alta recompensa. Miren sino esos emolumentos de la Caixa de Catalunya para no ir demasiado lejos. Ahí se expresa el sentido de clase. Como también lo hace cuando se trata de definir qué se hace con las picardías del parado, a las que hay de perseguir implacablemente. O con las pensiones del jubilado. Jubilado, claro está, que no estuvo en nómina bancaria o en la presidencia de la patronal española, por poner el más claro ejemplo de lo discordante del discurso del déficit.


Hoy, lo absolutamente necesario, es trabajar para edificar ocupación. Si es con un déficit controlado y ejemplarmente administrado, no hay que dudarlo. Ese déficit se enjugará con crecimiento, es decir con salarios que pagan IRPF, IVA y lo que le cuelguen.


El otro día, en un periódico, alguien citaba el peligro de la ruptura social y de la creación de tensiones descontroladas en la sociedad si los ejemplares políticos y los ecónomos al mando no dan con el botón de la ocupación. Una forma de decirles que si no lo hacen por convencimiento podrían tener que hacerlo por miedo. El miedo es otro síntoma del sentimiento de clase, vaya que si.



Lluis Casas, advirtiendo que el horno no está para bollos.