miércoles, 6 de octubre de 2010

DÍAS DESPUÉS DE LA HUELGA




Lo interesante de la vida es que nada debe darse por concluido o por definitivamente cerrado, excepto, claro está, la muerte biológica. Lo demás es imprevisible. Por ello me atrevo a decir que el después de la huelga, e independientemente del alcance que cada uno le demos a la misma, está muy abierto, las cosas están por hacer en muchos sentidos.


La acción del gobierno, la de los sindicatos, la de la sociedad civil y un largo etcétera están inmersas en una realidad cuya característica principal es el movimiento, por lo que nada está definitivamente escrito y la evolución de los componentes sociales, económicos y políticos es difícilmente anticipable en estos momentos. Incluso por mucho que unos griten victoria u otros respiren aliviados.


Muchos comentaristas aportan estos días las fórmulas por las cuales el futuro se intuye (eso dicen) o indican los caminos por los que unos y otros deben transitar para llegar a algún puerto del que no citan los intereses.


Dudo mucho que hoy por hoy sea dada una previsión al respecto con un mínimo de fiabilidad. Lo único cierto es que el gobierno y las fuerzas de la derecha económica han intentado la ruptura del pacto social y los sindicatos se han resistido a ello. La no resistencia era el abandono de la batalla sin aspiraciones a nada, a la simple destrucción total. Hoy eso ha cambiado, por mucho que les cueste a algunos el reconocerlo. El cambio tampoco ha sido apabullante, ni mucho menos, pero ha dejado suficiente huella para que sea reconocido como algo a tener en cuenta.


Lo que envuelve la huelga reciente, la penosa economía especulativa, la crisis, la reforma laboral, las amenazas hacia las pensiones, la hegemonía sin justificación de las finanzas, etc. están en plena fase de evolución (para algunos hacia la catástrofe). Incluso la crisis no debe darse por terminada, ni mucho menos. El paro, acuciante para un amplísimo porcentaje de trabajadores, depende de tantas variables que hemos de suponerlo factor de desestabilización por largo tiempo aún. Lo mismo para el inframundo de las finanzas, el factor determinante de lo que nos pasa junto al ex urbanismo desbocado. Por todo ello, me temo que el futuro está muy abierto para aquellos que cuenten con resolución para enfrontarlo, que tengan propuestas compresibles y adaptabilidad a los hechos y a los tiempos. Es el reto de los sindicatos.


Con simplemente acercarse a los periódicos en la edición de Catalunya, la huelga toma derroteros nuevos: las elecciones del 28 de noviembre dan una oportunidad a reconocer esos cambios huelguísticos. Obviamente, la ventaja de la derecha es significativa, pero la ha obtenido por medios alejados de la realidad. La derecha catalana no es ni nueva, ni eficiente, ni, mucho menos, capaz de aglutinar amplios intereses populares. El nombre de las cosas tiene su importancia, por ejemplo un repaso consistente a los que suenan para el gobierno abre un profundo agujero en la línea de flotación de CIU. Es casi simplemente más de lo mismo. Un mismo harto conocido y sufrido. O ¿es qué hemos olvidado el 3%, la tolerancia con los traspasos de Madrid (el peix al cove, sin un duro), la falta de equipamientos sociales, la escasa inteligencia sobre el medio ambiente, etc.?CIU no tiene programa, no sabe qué hacer. Por eso calla en cuanto se debe concretar las frases electorales con las que ese ex conseller en cap que es Artur Mas, llena los titulares. Ese hombre, formado en las entrañas de las empresas de honor más que dudoso, como TIPEL, y habiendo perdido todas las elecciones a las que se ha presentado, tanto en el Ayuntamiento de Barcelona, como a la Generalitat, no parece ser un ejemplo ni de buen gestor, ni de político de éxito. Y eso no es opinable, es historia comprobada.


Mi tesis respecto al después de la huelga, y si me permiten decirlo así, es que la única manera de enfrentar la siguiente etapa es proponiendo reformas de calado, pero que mantenga la estructura del pacto social y repartan los costes y los beneficios con claridad y justicia distributiva. Debería incluir además algunas propuestas respecto a la organización sindical y a la representación política. El alejamiento político de los sindicatos, útil en algunas circunstancias, es hoy un enorme peligro para los trabajadores y el estado de bienestar. La continuación me la reservo para un próximo artículo, se lo prometo.



Lluis Casas, reflexivo