miércoles, 29 de abril de 2009

PRIMERO DE MAYO





No teman ustedes, no voy a relatarles lo que ocurrió en todos y cada uno de los primeros de mayo. Ni siquiera voy a hacerles una glosa histórica y sentimental de la onomástica. Nada de eso.


El encabezado tiene para mí un significado distinto al institucional laboral y al aspecto reivindicativo tradicional de este solemne día. Este Primero de Mayo cae en plena crisis existencial de la economía capitalista en su fase de auto depredación financiera y las derivadas que estamos viendo de todo ello nos autorizan en plan mayestático a llamar la atención sobre otras cosas que no sean la lucha por los derechos de los trabajadores al estilo de siempre. Lucha a la que reconozco todo el debido respeto y la solemnidad de algo sinceramente histórico; y, partiendo de ahí, hoy toca pensar a más largo plazo. Apunto algunos asuntos más que relevantes que exigen respuesta desde el mundo del trabajo y de las opciones de izquierda:


1. Modelo de crecimiento. Parece que ya hay poquísimas dudas que el sistema del PIB creciente nos lleva al desastre ecológico y probablemente existencial. Recursos escasos y naturaleza limitada nos hacen pensar en el peso de chinos e hindúes como consumidores desmedidos a imagen y semejanza de los USA o de Europa. Un imposible para este planeta a muy corto plazo.


2. Consumismo. Existe una obvia crisis de superproducción de determinados productos, algunos de ellos hacedores de nuestro actual modelo económico como el sector del automóvil. Hay exceso de oferta, una oferta excesivamente obsoleta desde el punto de vista tecnológico y por el abuso de un concepto del transporte destructor de energía y contaminador. Ahí es nada ver a los sindicatos americanos como accionistas de un negocio a la baja desde todos los puntos de vista. Como ejemplo de la deriva consumista y por mi experiencia como amateur de la fotografía les diré que ahora cada 8 meses se substituyen los modelos, cuando hace pocos años estos resistían excelentemente bien la moda unos doce años y como objeto práctico toda la vida.


3. El tiempo de trabajo. La dedicación laboral es excesiva, atentos a las 35 horas que volverán como medida salvadora. Si hay un exceso de oferta y esta además es innecesaria, el tiempo de trabajo puede y debe retroceder un buen cacho.


4. La productividad. Somos victimas de una teoría absurda y es la valoración de la productividad como cociente entre trabajo (o retribución del trabajo) y unidades producidas (o valor de lo producido). Es una expresión de una simpleza tal que da vergüenza ver a personas adultas y alfabetas insistir en los tópicos de siempre. Cuando el sistema permite mantener fuera de los costes empresariales media vida, por no decir toda entera, poco nos dice ese ratio. Listemos algunas cosas que quedan para el maestro armero: una parte substancial del medio ambiente, una parte más que substancial del futuro, afectado por inadecuadas decisiones actuales, los efectos sobre la salud, el transporte entre vivienda y trabajo, el coste del transporte de los inputs o los outputs hacia los centros de trabajo y consumo (están valorados inadecuadamente). La destrucción del entorno local, producción cercana, productos adaptados al consumidor, y un largísimo etc.


5. Democracia en los centros de trabajo. En momentos de crisis vemos claramente que arriesga más el trabajador que el accionista y las retribuciones y efectos colaterales son monstruosamente distintos. Anoto que nada tengo que decir sobre el accionista como tal.


6. la manipulación financiera de la vida, los negocios y la honradez. Me abstengo de todo comentario.


7. El sistema de pensiones. Con la crisis los habituales del parloteo se sueltan la lengua de nuevo. El sistema hace aguas financieras si no lo reformamos. Traducción de las propuestas: trabajar más, cobrar menos o hacerse un seguro privado. O las tres cosas a la vez. Palabras en boca de insignes socialdemócratas que realmente lo son sólo putativamente. Nada que decir a las reformas si son producto de problemas reales, pero la duda sobre la capacidad de la sociedad actual para mantener dentro de una mínima dignidad a los pensionistas es un abuso intolerable. Reforma si, pero debemos incluir el sistema fiscal que afecta a los grandes ricos, al consumo suntuario, o simplemente el lujo, etc. etc. Hace más de dos siglos que la sociedad es capaz de mantener dignamente a sus “pensionistas”. Hoy un trabajador activo genera riqueza (y si esta es la adecuada para la vida digna más) suficiente para abastecer a dos docenas de personas. ¿donde está el problema? En el tipo de producción y en los mecanismos de redistribución de la riqueza o del bienestar.


8. El bienestar social, los programas sociales de igualdad, o díganles como quieran. España gasta un 8% al menos por debajo de las medias europeas y recauda por el sistema fiscal una cifra en torno al 10% menor de la madia. ¿Quieren decirme donde está el problema? La respuesta es simple: en la ideología, en la desfachatez, en el egoísmo y en el lucro descreído. Así de simple.


Termino aquí considerando que me he dejado medio mundo por citar, el medio que está peor, claro.



Lluis Casas dinamitero asturiano.



jueves, 23 de abril de 2009

EUROPA NO ESTÁ DE MODA: MALO






En las circunstancias de hoy día parece que hablar de Europa ha dejado de estar de actualidad o como mínimo de moda. El europeismo como motor de un nuevo paradigma en este continente ha perdido fuerza, comprensión y significado popular. No son pocos los que reclaman sin tapujos volver a los respectivos campanarios como solución a los grandes problemas de hoy y de los que vendrán. La reciente reunión londinense del G-200 mil, puso en evidencia más que nunca que la UE como tal, es decir como estructura política, económica y social es incapaz de figurar ni que sea de igual a igual a Argentina, pongamos por caso.


Este brevísimo resumen del asunto sería compartido tanto por los partidarios de más Europa (nosotros mismos, entre ellos) como por los que quieren la vuelta al estado nacional y al fraccionamiento europeo. Todos estamos de acuerdo en que la propuesta de una Europa de todos, y para todos está encallada. Unos se alegran y otros nos lamentamos.


El asunto viene a cuento por las próximas elecciones al Parlamento Europeo, por los efectos de la crisis sobre los bolsillos y las conciencias de muchos europeos y por la escasa memoria que los electores y ciudadanos tienen de la propia historia reciente.


Europa se está construyendo sobre unas bases sencillas: a) basta de conflictos en el continente, substituyamos enfrentamientos por colaboración, y b) frente a los dos grandes bloques de la guerra fría (hasta Nikita Kruschev) y de la paz fría (después), hay que alzar una propuesta capitalista, social, libre en el sentido occidental y facilitadora de la paz. Frase que hoy requiere unos ajustes más que finos, pero que no ha perdido el sentido del equilibrio mundial que tenía inicialmente. A esas ideas le correspondieron varias generaciones de grandes políticos que alzaron el proyecto y lo consolidaron. El último de ellos, Jacques Delors dejó una UE llena de juiciosas promesas. De esos políticos los había que compaginaban su trayectoria en su propio país, con la europea, sin que saltaran chispas por ningún lado.


Hoy, la deriva liberal europea, el excesivo peso de la economía sobre la Europa social y cultural han provocado el retraimiento popular. La insuficiente consolidación de la representatividad parlamentaria, el excesivo peso de los propios gobiernos estatales han restado la alimentación política y el insuflo cultural para que el proyecto siga con rumbo, ritmo y velocidad adecuados. Digno es reconocer que los problemas han sido muchos y que en algún momento ha primado la extensión europea a su consolidación, la reciente discusión sobre las velocidades nos demuestra que estamos en una sola Europa, cuando fue por el canto de un duro tener dos, los buenos y los malos. Fue, tal vez, la última decisión valiente en el seno de la Unión.


Un excesivo número de políticos actuales de mentalidad de corto recorrido entorpecen precisamente el desarrollo de los aspectos que deben terminar el cuajo europeo. Así de claro. Esos aspectos tienen que ver con la identificación del ciudadano con derechos y deberes que le afectan positivamente, es la (imprescindible) y, dentro de ella, Europa de la cultura.


Dicho esto, contra argumentamos. La crítica sobre el economicismo europeo, sobre su deriva excesivamente liberal y empresarial, sobre las consecuencias no deseadas de la moneda única, etc., esa es una crítica conocida, pero inexacta e incierta. La economía ha sido el caballo sobre el que ha cabalgado siempre el proceso de la Unión Europea, ya en sus primeros pasos fueron los acuerdos en torno al carbón y al acero, nada tan poco poético y nada más económico que los dos factores del desarrollo básico industrial. Eso fue en los cincuenta y ya nunca se detuvo el mencionado caballo hasta la consolidación de una moneda única, el ECU y su destino final el euro: un adversario brioso del dólar (ahí hay muchas razones ocultas de los problemas europeos). Sin el caballo económico, el carro de la Unión se hubiera parado hace mucho. Eso le debemos.


El enemigo de la Europa social y de la Europa cultural no es el euro, ni siquiera el Banco Central Europeo, aunque por lo general merezca que se le saquen los colores de la cara. El enemigo de la Europa de los pueblos y de la sensibilidad social son los propios gobiernos estatales que no desean perder ciertas prerrogativas de cohesión nacional o simplemente de propaganda política y se han opuesto a la suma del euro y del programa social. Más todavía, todos los partidos tienen altas responsabilidades por su acusada reclusión en los estrechos y ya inútiles, márgenes en su Estado nacional.


El euro ha supuesto para los países que lo han hecho bien grandes beneficios aplicables a todo un continente. Cuando los españoles se preguntan si la crisis no sería menos grave con la peseta y sin el euro, hay que decirles que esta es una pregunta peregrina. Con la peseta se fue un mundo estrecho en lo económico y en lo político, llegaron capitales, llegaron personas, llegaron ayudas que reforzaban las enormes sumas que la Unión (CE entonces) aportó a la España recién incorporada. Llegó una oferta de sociedad distinta. Sería lo mismo decir que con el imperio romano se vivía mejor que con la crisis. Lo que en palabras de Marx sería “la idolatría del pasado”.


Si España padece un problema de desequilibrio lo es porque no se hicieron bien los deberes, la educación, productividad, el impulso a sectores tecnológicos, la limitación para los sectores de depredación (como el urbanismo salvaje), la energía alternativa, el medio ambiente, la reforma agrícola, etc. Ahí está el problema, no la imposible devaluación de la peseta. La devaluación la hacen los perdedores y hemos tenido los recursos y el tiempo necesario para evitarlo y ahora formamos parte (aunque parcialmente) de los países de primera fila.


La memoria popular también debería fijarse en que la Europa Unida es una Europa de conflictos civiles, no militares. Es una Europa que ha eliminado la confrontación bélica. Y no es una frase hueca, el conflicto de la antigua Yugoslavia no es un incidente que podamos olvidar. Al contrario, retrotrae a las anteriores formas de solución de conflictos, el enfrentamiento, incluso armado. Si la UE garantiza eso, la colaboración, lo aplaudimos, apoyamos y dormimos más tranquilos. Porque no tan lejos de las fronteras de la Unión se cuecen conflictos perfectamente derivables en enfrentamientos incontrolables.


Las izquierdas ha caído a menudo en la tentación de la crítica al desarrollo intenso de la Unión Económica, como si fuera la culpable de la falta de las otras patas de la mesa camilla europea. No es acertado plantearlo así. Bien con la Europa Económica, convenientemente democratizada, y hagamos lo imposible por impulsar la Europa social y cultural. Una Europa social que reafirme la centralidad, la visibilidad, el reconocimiento y la dignidad del trabajo heterodirecto. De un trabajo que cambia en un contexto de grandes transformaciones en curso.


De ahí la importancia de la acción colectiva europea que requiere, por supuesto, una personalidad más europea del sindicalismo confederal pues a estas alturas solamente es un sujeto tendencialmente europeísta.


Lo dicho no significa que la Unión Económica esté exenta de crítica, claro que no, y que no tenga graves defectos de estructura y de acción. El Banco Central Europeo, sin ir más lejos, basado en el miedo alemán a la inflación, ha olvidado su acción en bien del desarrollo, de la ocupación y se ha columpiado sobre una sola variable: el tipo de interés como factor paliativo de la inflación. Pero incluso esa política ha sido un éxito, recuerden los españolitos de más de treinta años, los tipos de interés que no hace tanto llegaron al 20%. Hoy discutimos si un dos o un tres por ciento. Santa reducción, pero está claro que eso no lo es todo.


Bolonia, esa ciudad con una historia reciente de comunismo democrático, ensombrece su nombre puesto que califica un conflicto universitario. Conflicto que vuelve a hacer aparecer la crítica a la Europa Económica. Repetimos, también para eso, la misma argumentación. Bolonia representa una universidad europea y no una multitud de anacrónicas universidades, difíciles de ensamblar. No critiquemos la opción europeísta, sino los aspectos que deban mejorarse o socializarse. Como las becas, por ejemplo.


Nosotros, personalmente, votaremos y estaremos la mar de contentos de votar con trescientos millones de conciudadanos. Aunque afirmamos que preferiríamos votar en el marco de un Parlamento con mayor poder que delegara en un gobierno que surgiera del mismo. Pero sabemos que el Parlamento Europeo no es el culpable de que no sea así, por lo tanto dirigiremos las críticas a donde se debe: a los gobiernos estatales, el verdadero freno de una Europa que responda a los sueños de sus iniciadores y de los ciudadanos activos y responsables de hoy.



Lluís Casas y José Luís López Bulla


Parapanda, Abril de 2009

lunes, 20 de abril de 2009

PISOS SIN COMPRADOR: LOS PROMOTORES SE SIENTEN ABANDONADOS






Estos días se están sucediendo noticias en torno al enorme estoc de viviendas sin comprador que existe hoy día. Dicen que 70.000 solamente en Catalunya. Los promotores aluden a ello y reclaman medidas, entre ellas que las administraciones las adquieran o que faciliten los mecanismos para que los compradores tengan alicientes para superar el miedo a la altura de la financiación, es decir a las hipotecas, claro. O que expropien a los bancos para que estos den crédito. Hoy en día, los promotores inmobiliarios no son lo que eran hace pocos meses. Esa oferta presuntamente desatendida por parte de las familias y de los pequeños inversores se debe a distintas causas que conviene recordar.


En primer lugar están unos precios todavía exorbitantes que exigen unos esfuerzos económicos de las familias fuera de toda lógica. Una vivienda no puede, a través de los mecanismos de financiación, absorber los recursos de treinta años de trabajo regular de un sueldo medio. Estamos hablando que una vivienda nueva de 80 metros cuadrados puede llegar a tener un precio en torno a 400.000 euros en un barrio (de eso que se llama) normal, cifra que sufre variaciones según su ubicación territorial. Hasta mediados del año pasado el monstruoso sistema del incremento del valor de la vivienda, convertido en instrumento puramente especulativo, mantuvo el perverso mecanismo del hoy más que ayer, pero menos que mañana, pero ahora todo eso se ha terminado. Lo que queda son las necesidades de vivienda como objeto de uso, no de cambio y un estoc de vivienda sin padrino. Y, eso, amigos, no ya es tan fácil de colocar, si el que la necesita no tiene suficientes ahorros o no le facilitan la financiación o simplemente está en una circunstancia relacionada con el paro.


El segundo es la ubicación de las existencias. No todas las promociones están relacionadas con zonas urbanas coherentes. Muchas se sitúan en lugares de exclusiva dedicación turística o de segunda residencia. Son esos unos productos que han caducado como elementos seguros y útiles. Ahí el promotor asumió tal riesgo, a cambio de hipotéticos enormes beneficios, que tendrá que ingeniárselas para colocarlo.


El tercer elemento es la compra. Ahí está el motivo profundo de todo el asunto. Las necesidades de vivienda se resuelven más racionalmente mediante el alquiler. Eso sí, ha de ser un alquiler adaptado a las circunstancias, es decir, una cifra razonable (que no implique que sea económicamente más racional la compra, por lo tanto, un alquiler aceptablemente inferior al coste financiero de una hipoteca) y una calidad ajustada a las exigencias familiares. El alquiler tiene derivadas positivas en la facilidad de la aproximación entre vivienda y trabajo y en el proceso vital de ajuste entre las necesidades iniciales de emancipación y las que posteriormente van apareciendo, matrimonio o equivalente e hijos. En Europa eso rige así. Mientras la oferta bascule hacia la venta y no hacia el alquiler y si se mantienen las actuales circunstancias será enormemente difícil colocar esas existencias.


Resumiendo: precios altos, financiación escasa y oferta desviada hacia la compra.


La reclamación por parte de los promotores para que las administraciones adquieran ese estoc no es ninguna tontería. De hecho de una forma u otra está ocurriendo, en algún caso directamente tal como plantean los promotores, aunque con cifras relativamente modestas que no influyen lo suficiente sobre el asunto. ¿Por qué no es una tontería o una simple forma como otra de ayudar a un sector tan especulativo (cosa que algunos argumentan)? La respuesta es que en primer lugar ese estoc ya está construido, es decir, ya tenemos en Catalunya 70.000 viviendas que podrían ser ocupadas en poco tiempo. En segundo lugar esas viviendas están financiadas por la banca y las cajas. El promotor tiene riesgos directos, pero básicamente es la banca quien tiene créditos sobre viviendas con posibilidades o realidades de impagados, etc. Y esos riesgos son los que hacen que el Estado aporte recursos al sistema bancario para que se mantenga sin quiebras u otros acontecimientos terroríficos. Eso quiere decir que de un modo u otro, las administraciones están gastando dinero con las promotoras y con los bancos atrapados. Si eso es así, ¿por qué no dar un paso más y conseguir que los riesgos y los gastos disminuyan para todos y que la administración obtenga algo sólido y útil a cambio? Los promotores pueden ajustar mucho sus precios/costes para hacer accesible la operación con la administración. Con las ventas y mediante mecanismos jurídicos adecuados, la banca pierde riesgos y cobra lo que le toca, incluso con ciertas reducciones perfectamente asumidles. Liberada así de la carga, la banca puede retornar a una cautividad financiera más normalizada.


Ese estoc de vivienda se pone en alquiler, con mecanismos de garantía que permitan a la administración financiar la compra con sus ingresos. Es posible, e incluso podría ser posible, un margen de beneficio que la administración podría utilizar para mantener su actividad como promotor público. El estoc actuaría también como freno especulativo, evitando así nuevos ciclos como el que sufrimos. Si alejamos la vivienda de la especulación, la promoción será un sector como otros, con márgenes normales y actividad estandarizada. El hecho que el país no llegue a los índices europeos de vivienda pública y de alquiler, un 30% aproximadamente, es el fatal mecanismo que genera la especulación. Con esas maniobras impedimos que se renueve.


¿Quién está en contra, a ver que yo me entere?



Lluis Casas, en eso de las casas


viernes, 17 de abril de 2009

URBANISMO SOCIAL EN EUROPA





En un reciente viaje a Berlín, del que tienen ustedes una crónica brechtiana a su disposición, me han venido a la mente algunas cuestiones que están en el núcleo de las discusiones sobre el uso del suelo y de la propia ciudad; unas cuestiones que indudablemente tienen que ver con modelos económicos, sociales y con lo que podríamos llamar explotación urbana. Dejo al lado las áreas de vieja urbanización, la ciudad medieval o renacentista que respondieron a necesidades distintas y estaban obligadas a cortos recorridos de seguridad, ello ha redundado en espacios especiales y peculiares.


Para cualquier visitante de las zonas en las que imperó el socialismo real (el menos socialista de los que pudieron imaginar en su día los socios fundadores) se obtienen reflexiones que contrastan con lo que el capitalismo urbano español ha aplicado a nuestras ciudades en los últimos 30 años. Hay espacio para todo. Nada tengo que decir en defensa de una calidad y colorido edificatorio más bien lamentable, pero no es de eso de lo que hablo hoy. En cambio, en España se impone un urbanismo de escaso recorrido social, con enormes restricciones espaciales y con un aprovechamiento máximo del suelo y las alturas. La incidencia del vehiculo privado, todo y no ser el modelo americano, es excesiva y devoradora de espacios necesarios para el transporte público. La democracia no ha supuesto cambios significativos a ese nivel, excepto algunas brillantes correcciones puntuales y una sensible mejora de la calidad urbana, lo más fácil y lo menos expuesto.


El asunto es de doble actualidad pues una corriente reciente de pensamiento propone las ciudades densas como expresión de la sostenibilidad ambiental y por ello del buen urbanismo. Para mí paladar, eso es una simple desfachatez. La ciudad densa --cosa inexistente en la práctica como tal, pues hay diversos niveles de densidad y de ciudad-- es el resultado de la manipulación económica y política de un bien social: el suelo. Esa manipulación conlleva beneficios para unos y ciudades densas para otros (costes), a muchos euros el metro cuadrado de diferencia. Si de lo que se trata es de distinguirse del urbanismo vehicular americano, en donde el coche privado es el rey del mambo, todos estamos al final de la calle y no hay debate posible. Pero no es eso. Aunque no lo crean, dado que ese es un modelo sin sentido para nosotros, yo mismo, personalmente, he oído de los labios de uno de los edificadores públicos de Barcelona la defensa de esa opción californiana. Cierto es que el mismo individuo decía poco después cosas distintas. Es la flexibilidad de pensamiento adaptativo que, por lo visto, ha sido muy apreciada por los políticos barceloneses recientes.


Si hacemos distinciones más finas entre el extremo californiano y otras alternativas como las ciudades europeas, nos encontraremos con urbanismos sociales en los que el transporte público es el rey y el espacio escénico para la vida urbana dispone de metros más que suficientes, muchos más metros de los que racanamente nos han estado ofreciendo aquí desde siempre. Y eso es extrapolable al máximo en esas ciudades que han dado en pasar del socialismo real al capitalismo financiero full.

En Berlín, que es la unión reciente de distintas ciudades, al este y al oeste, ese paradigma del espacio público se ofrece de forma espectacular. No me refiero solamente a la inconmensurable Alexander Place, o también a esa post moderna Postdamer place, en donde los arquitectos con sentido del negocio imperan desproporcionadamente, sino sobre todo al mantenimiento de una estructura urbana en la que los espacios abiertos, plazas, jardines, equipamientos tienen un papel mucho más importante que en esta ribera mediterránea nuestra. Ni que decir tiene que el uso de la propia calle, dotada como he dicho de muchos metros, es también distinto, el comercio, la restauración y el propio ciudadano usan y abusan en buena convivencia ese espacio de todos. ¿Alguien ha visto aquí terrazas en las que las mesas y los bancos permanezcan siempre en la calle como un elemento social más? La propia construcción de lo que aquí decimos manzanas es distinta, no existe el interior privado, sino interiores colectivos ajardinados con más o menos acierto.


La observación de la calle berlinesa se llena de autobuses, tranvías de distinto formato, metros subterráneos o aéreos, estaciones de ferrocarril con enormes intercambiadores entre líneas, miles de bicicletas que no necesitan ni aparcamientos, ni defensas frente a la apropiación indebida, terrazas, jardines grandes y pequeños, plazas, un extraordinariamente vivo negocio de la restauración que va desde el hombre bocadillo, hasta la terraza francesa. Existen, claro está, ejes viarios con coches, pero el excelente transporte público los hace casi invisibles a la vista de un barcelonés. En fin, la distancia es enorme e intranquilizadora respecto a lo que nos queda por hacer.


Incluso si descendemos a niveles de calidad de urbanización, o incluso de limpieza viaria, que en nuestro país es enormemente mejor que en Berlín, esa circunstancia que es tan molesta aquí, allá casi desaparece por influjo de esa cercanía y cotidianidad del entorno. En la zona este, y en aquellos territorios en donde la renovación urbana es extraordinariamente lenta (creo que afortunadamente) unas aceras con veinte tipos de suelo combinados resultan simpáticas, aunque difíciles de caminar, pues se mezclan con una intensa vida de barrio. La impresión general supera esa incómoda dificultad, que a caballo de una bicicleta he de decir que es de una enorme agitación. Parece ser que en el este tenían poco miedo a los adoquines, existentes todavía en gran cantidad y variedad. Dolorosa base del caminante y peor sustrato del ciclista, como bien saben los que corren la Paris-Lieja.


Esa vida de barrio intensa y de calidad, con equipamientos culturales abundantes, viene completada con una variada oferta de vivienda. Las calles de Berlín están llenas de parejas jóvenes con hijos. Espécimen prácticamente extinguido por aquí cerca. Ello es posible por la facilidad de emancipación, las ayudas familiares, las becas, los horarios humanos, las escuelas, etc. Y por una accesibilidad aceptable a la vivienda, ni que sea en un recorrido con abundantes cambios de residencia.


En fin, que a pesar de los pesares, sigue existiendo esa Europa social, incluso en materia tan explosiva como el urbanismo y la calle.


Como última reflexión les propongo una idea peculiar: la distancia entre el capitalismo hispánico y el centro europeo es la inexistencia de la especulación urbanística y del negocio fácil, al menos en las dimensiones hispánicas del asunto.


Lluis Casas, encantado.

VISITA OFICIAL A BERLÍN







Tal vez a ustedes les parecerá poco importante, pero este mes de Abril una delegación del centro de investigaciones en nuevas políticas sociales de Parapanda se trasladó a Berlín para asistir a un Simposium internacional sobre la reforma financiera del capitalismo. Un asunto de actualidad y de extraordinaria importancia. El simposium se celebró en las instalaciones de la universidad Von Humboldt, en la céntrica Under der Linder berlinesa e incluyó una ponencia marco a cargo de Rudolf Hilferding, titulada “el capitalismo financiero”. Una autentica novedad para los no letrados. Es conocida la experiencia gubernamental de Hilferding, ministro de finanzas alemán, así como su influencia en los partidos socialdemócratas. Su aportación ha sido toda una novedad en estos tiempos que corren en los que la reflexión y la revisión del pensamiento crítico no están a la altura de los acontecimientos. El análisis de la crisis a la luz del texto propuesto, así como las intensas intervenciones que propusieron multitud de alternativas dieron un aire de renovación y de entusiasmo decimonónico a los actos académicos, siempre excesivamente formales.


La delegación participó activamente en las sesiones e incluso intentó incluir en el debate el asunto de la financiación autonómica, cosa que fue rechazada por los responsables de establecer el orden del día. Hice diversas propuestas que fueron rechazadas por los personajes harto conocidos de la imagen, que no le pasaron ni una. Hay que decir, que el representante de Parapanda iba informado sobre la intransigencia que respecto a los aspectos formales han mostrado siempre esas dignas personalidades, por lo que no se lo tomó a mal
Entre los asistentes significativos podemos incluir consistentes científicos sociales centroeuropeos de larga trayectoria, de los que les ofrecemos sus cartulinas de asistencia como demostración de la compleja organización del evento.


La última noche se celebró una cena pública al viejo estilo berlinés en el conocido Prater, en la popular Ebertswalder Strasse, de la que vemos una instantánea. Fue muy celebrada la reproducción teatral a cargo del Berliner Ensemble del famoso meeting de 1919 que doña Rosa Luxemburgo dio en el mismo lugar.


Los asistentes tuvieron su centro logístico en las instalaciones que observan, en pleno Charlotesburg, todas ellas excelentes y con un pequeño patio trasero ajardinado, incluida una piscina climatizada con hidromasaje. Todo fue muy celebrado por que igualaba ligeramente el trato a los especuladores financieros dado por los gobiernos con el que recibían sus críticos más acerados.


La delegación parapandesa hizo una visita oficial al mercado de nuevas tecnologías, sito en el Tiergarten, en donde el director general de nuevas ideas de Volkswagen presentó los nuevos modelos de vehículos anti crisis. En la instantánea el director debatiendo con la prensa y un ejemplo de los nuevos vehículos de la marca. También el ayuntamiento de Berlín, la famosa Rothaus, participó en la muestra de transporte sostenible, en donde mostró sus vehículos experimentales como ejemplo de los nuevos transportes públicos del futuro, de los que la línea verde de autobuses y la línea clara del pequeño transporte urbano son los más significativos.

La visita terminó con un concierto en la Filarmónica de Berlín a cargo afamado director Joseph Von Bulla.


El conjunto de documentos se editaran por una conocidísima editorial de la ciudad y serán distribuidos en las lenguas respectivas en todas las cajas de ahorro.



Lluis casas reportero de noche.


domingo, 5 de abril de 2009

LONDRES: GRANDES MANIOBRAS. Ni sí, ni no, sino todo lo contrario.








Les prometí una continuación al comentario previo a la reunión en Londres del G-20 y la verdad es que la abundantísima información periodística deja pero que muy poco margen para decir alguna cosa sin repetirse. Por lo tanto optaré por considerarles muy enterados y les dirigiré a las ediciones económicas de los periódicos de estos días si quieren completar su conocimiento de los meollos del asunto. Hay material en abundancia, aunque el lector debe mantenerse avizor por lo poco distintas que son las opiniones, cosa que debería levantar suspicacias a los más prudentes.


Considero en primer lugar un enorme acierto mediático esa reunión del consejo de ministros mundial. Efectivamente han conseguido transmitir que de nuevo (y tal vez con mayor contundencia que nunca en etapas de presunta no guerra en los últimos cuarenta años) funciona algo parecido a un gobierno global. La cuestión lo exigía y el liderazgo del Presidente Obama lo facilitaba. Lo de acierto mediático no lo digo con ironía, sino con plena conciencia de lo que se jugaba si la prensa no transmitía adecuadamente escenario y obra. El resultado está en las cotizaciones de bolsa.


En segundo lugar, creo que hay que resaltar que la nueva presidencia americana es como un milagro para todos, imaginen ustedes lo de Londres con ese pajarraco de Bush entre medio. Obama ha facilitado la escenografía y cediendo en cuestiones que en otro momento hubieran sido imposibles, se ha podido presentar un remate final contundente.


En tercer lugar, a sabiendas de que así sucedería, dos cuestiones de gran relevancia fueron desplazadas a otros foros y a otro calendario, el medio ambiente y todo lo vinculado a la pobreza en el mundo. Los mismos titulares del comunicado lo confirman, pues citan esos asuntos conscientes de la soledad si no lo hacían, pero sin que posteriormente se haga un tratamiento adecuado. Tengo una cierta esperanza que puestos a ejercer de lo que son esos líderes, al menos algunos de ellos, vuelvan sobre el terreno en las próximas ocasiones y determinen nuevos programas y mayores esfuerzos y energías a esas cuestiones. Tengo menos reticencia hacia los asuntos ambientales, que se están imponiendo en todas las agendas, que hacia los que se refieren a la pobreza, afectados ellos por una doble condena, la de la propia debilidad y la desconsideración del capital.


En cuarto lugar, aparece el asunto de la seguridad y la paz que sorprendentemente no se trató directamente. Pero la firma de acuerdos importantes y el anuncio de menos agresividad frente a Rusia, Irán, etc. pone les cosas mucho mejor.


Y por fin señalo que las materias económicas, eje principalísimo del encuentro, tuvieron un tratamiento mejor de lo esperado, aunque faltas de concreciones importantes. Lo atribuyo a la necesidad de facilitar la sonrisa de todos los asistentes y espero que en los próximos meses veamos que significa la reforma financiera mundial y el FMI, por ejemplo. Creo sinceramente que sucederán muchas más cosas de las esperadas, aunque lejos de esa reformulación del capitalismo en clave social, al que tantos propagandistas sin vergüenza se han adherido. Habrá cambios y muchos, pero el beneficio, será siempre el beneficio. Aquí y en las chimbambas. Para confirmarlo lean hoy y mañana la lista de paraísos fiscales que quieren lavarse la cara.


Lavarse la cara, no cambiarla. Y comprueben que el gobierno español ha esperado el retorno de Londres para anunciar medidas contundentes contra el blanqueo de dinero y otras torpezas de los ricos. Una buena noticia, a la que le falta la descripción penal para los que usan de los paraísos sin permiso fiscal. Ya llegará eso, se lo dice alguien que piensa que de ilusión también se vive.


En fin, esta crónica anunciada, se limita a señalar algo que ya es mucho. Londres ha sido positivo y se vislumbran medidas de peso contra la crisis y contra algunas de las causas, me refiero al mercado financiero y a los dirigentes crápulas de tantas empresas implicadas. Solo por ello valía la pena ver la televisión. Hacía años que uno no podía disfrutar viendo al enemigo sufrir bajo las bombas, bombas de autolimitada intensidad. Hay que reconocerlo.



Lluis Casas, agobiado por tanto lustre.







jueves, 2 de abril de 2009

LAS OPORTUNIDADES DE LA CRISIS





Como con toda probabilidad el editor me permite ciertas libertades, les ofrezco lo que sigue como una reflexión tranquila y alejada de las críticas a las acciones de cada día.


Algunos comentaristas económicos e incluso algunas personalidades de la ciencia social que es la economía, describen las crisis económicas como un momento de oportunidades. Oportunidades para resolver lo que antes no parecía posible. La afirmación puede hacerse extensiva a otras zonas del entramado social, aunque es el ámbito económico donde más a menudo se cita –a veces en vano-- y en donde la experiencia constata su presunta realidad. Una crisis desvanece las hipótesis del mercado y sólo las empresas bien afincadas, con tecnología y gestión competentes, con productos o servicios ajustados, resisten y al final se hacen con parcelas del mercado más importantes que antes. Esa es su oportunidad, lo que algunos han explicado con aquello de la destrucción creativa (que don José Schumpeter escribía con mayúsculas) desaparecen empresas para hacer aflorar otras más adaptadas. Una especie de mal entendido darwinismo de mercado.



Esa visión positiva de las crisis no es ninguna novedad: las crisis siempre han formado parte de los procesos de transformación de las sociedades. En ellas aparece “lo viejo” como susceptible de ser substituido por “lo nuevo”. En la literatura del siglo veinte eso de lo nuevo y lo viejo ha estado en las tapas de novelas, de tratados filosóficos, de descripciones sobre arte y en la ciencia. Creo recordar incluso algún excelente film de procedencia soviética acerca de ello. La misma medicina y, por descontado la psicología, hablan de las crisis que preceden a la edad adulta o a la mejoría de la enfermedad. Estamos pues ante una visión más que tradicional que considera la historia como una evolución contradictoria hacia lo mejor. Afirmación que yo nunca haría por temor a equivocarme. Comprensión tradicional, efectivamente, aunque sorprendente. Sorprendente porque frente a los estragos de la crisis en términos de pérdida de puestos de trabajo, de dolor en muchas familias, de necesidad de volver a donde con muchos esfuerzos se ha venido, de hundimiento vital, oír que eso que sufrimos es una oportunidad deja perplejo. Pero así es, cuando lo que vemos son los grandes flujos sociales y ocultamos a la vista sus efectos sobre las personas. Aquello de los árboles y el bosque.


Pero, ¿es cierto que la crisis crea oportunidades que la situación anterior no ofrecía? Pues sí, lo es. Es rotundamente cierto. Sin la crisis probablemente General Motors continuaría con una política estilo avestruz y, tal vez, el esfuerzo que le exige la crisis y el Presidente Obama sitúe la empresa en zona de beneficios. Tal vez.


Una característica de la historia social es la resistencia al cambio, la dificultad para superar determinados enfoques políticos, económicos o ideológicos en una situación de mayor o menor normalidad. Es el enquistamiento de lo establecido. Intereses y miedo. Los tenemos en todos los eslabones de la estructura social y económica. Lo hemos vivido los últimos veinte años: los cambios se han realizado prácticamente sólo en zonas tecnológicas.


Si los fenómenos que desencadena la crisis logran romper esos diques, en muchas ocasiones aflora lo nuevo. No sin costes, evidentemente. Aunque la resistencia al cambio también los tiene, por descontado.


Viendo la historia no siempre lo alumbrado es a mejor, eso es cierto sobretodo si miramos los años treinta del pasado siglo, en los que se alumbró el fascismo y el nazismo. Siempre ocurre así, hay diversos tiempos nuevos y entre ellos también hay confrontación.


Hoy, posiblemente, estamos en esas circunstancias. La dimensión de las cuales no me atrevo a identificar en relación a otros periodos históricos, pero ciertamente la necesidad de cambios es muy intensa y los problemas existentes otro tanto. El clima, la energía, la democracia, las finanzas piratas, la explosión demográfica, y un largísimo etcétera. La lista suscita la necesidad del cambio, un cambio en profundidad a poco que las personas sean reflexivas e informadas. Y ello, no solamente en términos como los que algún bromista ha puesto en circulación: como que hay que refundar/reformar el capitalismo, sino con signos de mayor seriedad, mucha mayor seriedad.


Por lo pronto, algunos de los signos que podían identificar los últimos treinta años (incluso más) están siendo derribados, al menos en tanto que símbolos. Cito de nuevo la General Motors, que no es mal ejemplo, a fe mía. Como también lo que significa Wall Street. O la garantía de la propiedad inmobiliaria, aunque con menos intensidad que los anteriores. O el petróleo, como combustible básico. O el significado de los USA como centro del mundo y el dólar como corolario. O, la aplicación del imperialismo militar como solución para las colonias. Muchos son los ejemplos que hallaríamos y en conjunto todos ellos dan significación acertada sobre la dimensión de la crisis.


Desde el pequeño mundo de nuestro alrededor, las cosas no son distintas, pueden tener dimensiones proporcionales a su entorno que las presentan como diferentes, pero sólo es la impresión de la cercanía de un patio de vecinos. Una falta de enfoque sobre lo inmediato.


Las oportunidades pueden ser grandes o pequeñas, incluso inmensas si estamos en el plano del gobierno, pero existen a todos niveles. Vean sino lo que citan los periódicos: el presidente del Banco de España con los grandes problemas que determina la banca y en plena intervención de una caja de ahorros sin líquido, cita como paradigma de los grandes cambios los contratos de trabajo, las indemnizaciones y los costes del despido. El tiro va hacia las garantías de protección de los trabajadores. Pero no dejemos en saco roto esas palabras más que interesadas. Probablemente también algunos instrumentos, como determinados amortizadotes sociales, deban revisarse: a mejor, naturalmente. Eso los sindicatos y los trabajadores deben enfrontarlo, a menos que se sienten y esperen la derrota. Como también debe hacerse con el tinglado inmobiliario y el sistema fiscal que permite lo que permite. En otro orden de cosas, un sector como el turístico ve las orejas del lobo con caídas de demanda elevadas. Hasta hoy se ha explotado al máximo un turismo depredador y que tiene costes ocultos enormes. Hoy parece que se empieza a considerar en serio que tal vez menos turistas en un entorno más cuidado y con servicios más complejos que la playa y el sol generen mayor riqueza.



Esa sensación de grandes cambios debería reforzarse y armarse en base a propuestas y acciones tendentes a reforzar el carácter social de la economía, pero lo que vemos en las palestras va escaso de propuestas. O eso me parece a mí.



Lluis Casas, cambiando.




miércoles, 1 de abril de 2009

LONDRES: GRANDES MANIOBRAS (1)





Esto que van a leer se escribe el día antes de la reunión del G-20 [1], después de celebrada añadiré comentarios post-reunión, pero siento curiosidad por publicar los comentarios a caballo del antes y el después. Un riesgo que asumo conscientemente. Espero que me perdonen.



Esta primera semana de abril promete convertirse en un gran espectáculo político y económico. Una vez consolidada la Casa Blanca, Obama inicia el primer periplo por el planeta con el objetivo de cambiar la difícil situación económica y geoestratégica que Bush hijo --esa gran sensibilidad e inteligencia que ha “regido” ocho años, ocho, los destinos del mundo-- dejó en tal mal estado que se hace difícil ponerle algún adjetivo existente, eso hubiera pasado con o sin crisis económica. Con crisis los objetivos aumentan y la importancia crece.


El espectáculo consta de diversos actos de características distintas, la reunión del G-20, la de la OTAN, la bilateral UE-USA y finalmente la Alianza de Civilizaciones. Estas son las que se exhiben al público, pero entremedias habrá contactos y reuniones casi tan importantes como las oficiales: el tú a tú de los mandamases. De todas ellas la que se lleva la palma mediática es la del G-20 y ello por lo que se le supone de gobierno mundial de la crisis. Presumo que la bilateral UE-USA también puede dar mucho de si, sólo si la primera termina con decisiones comunes y significativas. Lo cito por ese cierto desencuentro entre Obama y las diez mil cabezas dirigentes de la UE, en torno a lo que hay que hacer, expresión leninista que viene que ni pintada en estas circunstancias o esa deriva machista de “yo más” aludida por el encargado portugués de la UE.



La característica básica de esa media semana, del 2 al 6 de Abril, es la presencia del primer líder con carisma, capacidad y objetivos que enfrenta la crisis mundial. Obama ha sido la esperanza negra durante meses, hasta su efectiva elección y continúo en ese estado de gracia hasta la toma de posesión en Enero. Meses que han costado al mundo muchos millones de la moneda que deseen, pero así lo quiere el calendario electoral presidencial de los USA.


Desde Enero, el Presidente Obama ha dado todo tipo de señales de que iba en serio y que estaba dispuesto a todo lo que hiciera falta para remediar la depresión y el riesgo social. Las medidas han sido continuistas en algún caso y rompedoras en otros; en ocasiones han llegado con cierto retraso, pero nadie puede negar la energía y la decisión que hay detrás. Paul Krugmann, el Nobel de economía que está dando más la lata con las medidas de reactivación y el cambio de signo del mundo financiero, es el crítico y fan más representativo de la acción del Presidente. Las crónicas semanales en El País dan buena muestra de ello, y debo reconocer mi íntima identificación con lo que afirma y con esa curiosa mezcla de admiración y cabreo respecto al Presidente.


Esa presencia marcará sin duda las sesiones y es de esperar que los lideres más renuentes a la acción total, como Angela Merkel por ejemplo, deban ceder frente a lo que puede resultar un Obama cabreado frente a la TV por falta de colaboración. Obama es mejor visto en Europa que en los USA, y eso es una fuerza relevante en la reunión de Londres, en donde encontrará un aliado cómodo, como siempre, en el primer ministro británico y otro aliado por razones extrañamente distintas como será el gran Sarkozy, necesitado de resultados prácticos en su campaña de reformas verbales y de alimentación parenteral mediática.


La presencia euro-asiática no parece muy relevante en lo más inmediato. Lo será más tarde y con características especificas, no en balde China y La India andan en fase de crecimiento todavía y además tienen razones intimas con los USA, como la propiedad de la mayor parte de la deuda americana. Lo verdaderamente substancioso se cuece entre Europa y América en primer lugar y se trata principalmente de coordinar acciones y dimensiones en los frentes fiscal, de gasto público (y déficit), las subvenciones a empresas, la tentación del proteccionismo comercial y, creo que lo más vistoso, en cuestiones de regulación financiera y sus mercados especulativos y homicidas (espero víctimas entre los feudos medievales del mundo o paraísos fiscales).


Dejo para el final las cuestiones ambientales, no porque no vayan a tener protagonismo o por su extrema importancia de futuro, sino por que pienso que van a estar tratadas más lentamente: me refiero al calentamiento global, la energía y las materias primeras objeto de especulación. Si por el contrario estas están en primer plano, será señal de desacuerdos en otras materias que hoy duelen con más intensidad e inmediatez (valoración que hago con permiso de los ecólogos más eminentes). No cito, por que no son de mi negociado, las cuestiones de seguridad que con toda probabilidad estarán por encima y por debajo de las mesas. Y tampoco lo hago con cuestiones tan relevantes como la pobreza, el hambre y el desarrollo de las zonas deprimidas de este mundo. No se si van a ser sacrificadas en el altar de la salvación del capitalismo, pero, pienso, que sólo aparecerán, si lo hacen, como motivo decorativo. Espero equivocarme de lleno.


En definitiva, la agenda del G-20 estará en estos términos:

- Acuerdo substancial entre EU y USA para coordinar las acciones y las dimensiones de estas.

- Calendario de acciones, programa de encuentros de coordinación.

- Déficit fiscal, gasto público y subvenciones a empresas.

- Mercados financieros, regulación bancaria.

- Reformas en las instituciones internacionales, FIM, BM y otras.

- Paraísos fiscales.




Lluis Casas ansioso.



[1] El grupo de países que general el 80% del PIB mundial, eran veinte al comienzo, pero ha habido algún infiltrado reciente.