viernes, 28 de mayo de 2010

UN CUENTO DE TERROR





Me permitirán que, en un momento de debilidad literaria, les repita el cuento que Tim Barton me relató la otra noche tomando unas cañas y carné mechá en la taberna del Manteca en Cádiz, mientras el de Parapanda hacía lo propio con unas nécoras en tierras galaicas. Me explicó que estaba preparando su nueva película y que esta se basaría en una extraña leyenda que le relataron en una isla del Pacífico Sur. Allá va la síntesis de la trama.


Cuentan que en esa isla existía un Banco Central que debía preservar la buena salud financiera de la isla y de los ahorros de sus residentes. Para ello se nombró, en un acto que después devino un profundo error, a un eminente brujo vinculado a la escuela del liberalismo y con profundas amistades con el mundo del poder del dinero. Según dicen, el personaje fue elegido en la creencia que esas características serían adecuadas para calmar las excitantes crisis nerviosas que el liberalismo y el dinero sufrían en la isla cada vez que alguien tenía una idea distinta a la suya.


Cuentan que el hombre nada hizo cuando las circunstancias reclamaban su acción para enfriar la enorme especulación inmobiliaria que arrasaba la isla y encarecía a niveles impensables las chozas de paja. Tampoco se inmutó en exceso cuando las alegres chicas de Wall Street se lanzaron en pos de un nuevo mercado financiero basado en las astracanadas más alucinantes y que tuvo serias derivaciones en la propia isla a costa de los cerdos y las perlas, productos ya inexistentes en la isla. Es decir, era un hombre para no hacer nada.


En ese punto, nada se cuenta sobre si la intención del personaje era malévola y perseguía llevar el pufo (término más que adecuado al personaje) a extremos imposibles para así obtener un botín secular.


Si bien su inacción en materia de su negociado era patente, su aparición en todos los círculos isleños era apabullante en busca de que otros hicieran algo distinto a lo que al hacía: que actuaran en beneficio de los principios inasequibles del empresariado especulante. Pedía e insistía en cosas del estilo del despido libre de los pastores, de la laminación sindical de los brujos y otras muchas por el estilo.


La cosa financiera llegó a tal altura que distintas entidades de prestamistas entraron en una quiebra inmediata. Solo entonces el hombre saltó al ruedo. Había que salvar los depósitos, no fuera a armarse la de dios es cristo, pero el sistema comunal de préstamos y arriendos iba a ser desmantelado, dado que se había demostrado su ilustre incompetencia y puesto a disposición de entidades serias y poco dadas a la acción social.


Muchos en la isla se preguntaban como era posible que un prestamista oficial y de larga tradición deviniera en días cosa inútil y que el ilustrado prócer encargado de la vigilancia del rebaño financiero nada supiera o nada hiciera. Aquí va la pregunta del millón. ¿Se encontraba la isla frente a un profesional inútil para su labor o, por el contrario, este actuaba dejando hacer para recoger los restos de las quiebras a buen precio?


Una pregunta que Tim Burton no supo contestar, el hombre aludió a que los isleños callaban justo en ese momento.



Lluis Casas supervisor del supervisor


viernes, 21 de mayo de 2010

REPOSO Y REFLEXIÓN




Me permitirán que, frente a lo que cae y lo que caerá, proceda a un leve paro reflexivo. Es oportuno hacerlo, dado que el insigne prócer de Parapanda ha pillado unas vacaciones para comer marisco y sin invitar a nadie ha cerrado el quisco por unos días. Con ese ejemplo, yo mismo cojo las de villa Diego y me largo a Cádiz, lejos muy lejos del otro Finisterre, por lo que dejo en la mesilla de noche lo que sigue. Lo leerán ustedes después de la segunda pascua.


Si continuamos el viraje hacia la derecha corremos el riesgo de caer por estribor. La frase no es una “boutade” cualquiera, si no que tiene significado real. El análisis de las posiciones políticas e ideológicas de los partidos y de los movimientos sociales indica que la deriva a la derecha es constante desde hace algunos lustros. Permanecen en algún caso términos que suponen un ancla respecto a lo que fue, como el término socialismo. Pero la realidad es muy otra.


Los cambios en esa área de la ideología y la política no son ni buenos ni malos, simplemente son. Y las adaptaciones a los cambios que la vida exige hay que aceptarlos como algo consubstancial al asunto. El no cambiar pase lo que pase, es también una forma de enfermedad terminal, pero el cambio que desfigura la esencia tiene el mismo virus, con consecuencias similares, aunque sin cadáver visible.


Si dejamos al margen las cuestiones vinculadas a los hábitos sexuales, familiares, etc. en donde el conjunto de la sociedad ha incorporado una extrema (y afortunada) libertad de pensamiento y acción (con tolerancias a veces excesivas), en cuestiones de índole político, social y principalmente económico el asunto es muy otro. Ahí el abandono de los principios sociales, del sentimiento social y de comunidad y por ende de las políticas que la defienden y fortalecen, es intenso y, hasta hoy, victorioso. Triunfa el individualismo más feroz con todo lo que ello comporta.


Una consecuencia práctica es que el liberalismo económico campa a sus anchas por esos campos del socialismo. Ni siquiera es posible reconocer a veces el aire keynesiano imprescindible para el mantenimiento de la cordura económica. Ese socialismo ha abandonado la defensa consecuente de lo público en aras de perseguir el mito del capitalismo para todos y del crecimiento para todos. Unas mentiras sabidas, pero que han redirigido las políticas económicas con mano de hierro. No importa que el servicio público privatizado funcione a lo Groucho Marx, siempre se encontraran razones para mantener los beneficios privados y el mal servicio a los clientes. Si se fijan en el lenguaje (ahí ESADE y el IESE han hecho de propagadores) es el protagonista del cambio. De ciudadanos, portadores de derechos y deberes, pasamos a usuarios, después a clientes, para finalmente ser “esos” que pagan. La pérdida de poder que el lenguaje sintetiza es enorme. Eso ha pasado durante los últimos veinticinco años en muchos países y a velocidades supersónicas. Los beneficios que ha reportado la operación para unos cuantos han sido inmensos. Y aun lo harán con el pobre sector público o social que queda. Piensen que el 50% del sistema financiero es social, es lo que representan las cajas, que ahora se está preparando para ser transferidas a los bancos e inversores privados. Esto es como en la desaparición de la URSS, las empresas que aparentemente no daban beneficios fueron subastadas a la baja y convirtieron en multimillonarios a los manipuladores. El Estado se quedó quebrado y solo con la calderilla. Pasó con los ferrocarriles británicos, pasó con ENDESA, etc. etc.


Esa deriva derechista en lo económico y en lo social es intensísima y totalmente irreflexiva. No hace mucho un secretario de un gobierno decía en una reunión de altos cargos que eso de los trabajadores públicos o funcionarios era una molestia. Tenían derechos, actuaban los sindicatos y todo junto elevaba los costes y reducía la productividad. No varió de opinión ni ante informes que justificaban todo lo contrario. Era más que una opinión, era una creencia y eso no hay quien lo quiebre. El caso resulta muy curioso, puesto que al debate asistía el responsable de función pública (el mandamás de los trabajadores públicos) y no dijo ni pío.


Eses liberalismo (a veces ultra liberalismo) transversal, que alimenta a un porcentaje enorme de cargos socialistas (no a todos, por supuesto y afortunadamente), no ha variado ni ahora con una crisis que ha puesto de relieve las ventajas de un sector público potente y eficiente, con un sistema fiscal de verdad. Por ello digo que son creencia, al estilo más ultramontano de los católicos y apostólicos. Son también parecidos a esa ultra derecha creacionista que es capaz de poner fecha reciente a la creación del mundo por el sistema del dedo de dios.


El asunto a veces tiene alguna ruptura, como cuando esos social liberales se ven frente a la pérdida electoral a la pérdida de relieve, al abandono cultural. Entonces se aperciben de la falta del pegamento social para un futuro, ni que sea apacible. Piensen en el referéndum sobre la Diagonal en Barcelona. Por poner un ejemplo reciente y no directamente político. Ahí un periódico de derechas, La Vanguardia y un club de defensores del automóvil. El RACC. Han llevado al Ayuntamiento al ridículo. La falta de reacción social estaba asentada anteriormente.


El comentario es aplicable a toda la izquierda, faltaría más. Partidos, sindicatos, movimientos sociales. Que se empeñan en aceptar las mentiras liberales y la pérdida de organización y de mentalidad combativa. Pero, tanto por el peso del socialismo, como por el protagonismo de los gobiernos a sus órdenes, el dedo hay que ponerlo primero en ese ojo.


Lluis Casas



domingo, 16 de mayo de 2010

ALGUNAS ACLARACIONES A LA CRISIS ESPAÑOLA




La confusión no hace más que crecer, primero fue si había o no crisis, después si era gorda o flaca. Posteriormente que los malos se la cargarían. La confusión crece no por que todo sea complicado, si no simplemente por que no utilizamos las herramientas del conocimiento para orientarnos. Si lo hiciéramos no habría confusión posible.


Finalmente estamos ante la evidente realidad, porcentajes de paro enormes, un recorte de prestaciones sociales, una reducción de salarios, una laminación de la inversión pública y todo simplemente para atemperar el déficit público. Podríamos decir que a una política keynesiana de gasto público como impulsora del crecimiento ahora, con los deberes a medias, nos lanzan a una política anti keynesiana. Y ello a la puerta de una cierta recuperación que puede quedar estrangulada por ese “paquete” (expresión de raíz deportiva) de medidas.


¿Es este el problema? ¿El déficit público es el causante de los males? ¿Su reducción o eliminación resolverá los problemas de paro?


No señoras, no señores.


Estamos ante una situación un tanto peculiar, el origen del déficit ha sido la crisis (reducción de los ingresos por la caída de la economía y el incremento del gasto para los parados) y el desguace del sistema fiscal (los ricos han dejado de ser aportadores de ingreso a partir del inconmensurable José María Aznar (eminente economista de la escuela ostrogoda), por lo que ahora tenemos un déficit presupuestario alto relativamente (si lo comparamos con el de otros países está en mejor posición), pero compensado con un nivel de deuda pública sensiblemente baja (menos del 50% del PIB, otros superan el 100%). Eso significa que tendríamos recorrido con ese déficit durante un par de años más, por lo menos, hasta que el impulso del gasto público garantizara una recuperación del consumo y de la creación de empleo y por ello de nuevos ingresos fiscales. La situación exterior que está más decididamente en fase de crecimiento también ayuda en esta coyuntura. Por lo tanto, ahora se trataba simplemente de programar la búsqueda a medio plazo de una nueva estabilidad presupuestaria, basada en el aumento de los ingresos fiscales por el incremento de la actividad y en una revisión del sistema fiscal violado impunemente durante un dos lustros con la errónea (e interesada) visión de que todos viven mejor si los ricos no pagan impuestos. El ajuste público podía pasar por la revisión de los programas y proyectos de actuación con vistas a variaciones en su prioridad y en la obtención de un mayor margen de eficiencia (cosa siempre difícil cuando no hay cuenta de explotación de por medio).


El problema principal no está en las cuentas públicas si no en la deuda privada. La que almacenan empresas, bancos y agentes privados. Producto de decisiones arriesgadas en el ámbito principalmente de la fiebre especulativa de ahora mismo. Ese es el verdadero problema. Por ello resulta tanto más chocante la insistencia sobre salarios, prestaciones sociales y sobre la regulación del mercado de trabajo. Es como aquello de Valladolid y el Pisuerga. Lo cierto es que se están desviando recursos públicos para apoyar las deficiencias financieras del sector privado.


Dejando por entendido que cualquier reforma en cualquier sector se debe valorar y no rechazar de plano, no es lógico hacer lo contrario a lo necesario. Nos dicen que si sopla el viento es a causa del coste del despido. Si llueve es por el coste del despido. Si…cualquier cosa es a causa del coste del despido. Y así ad infinitum.


Estamos viviendo una época en que las transferencias de renta del mundo del trabajo a los sectores que viven del y para el beneficio está siendo de una dimensión inconceptuable. La reducción del peso de los salarios en el PIB es un reflejo de ello, pero no es el único. El incremento especulativo de la vivienda ha operado como un impuesto de los propietarios y financiadores sobre los que tienen que acceder a la vivienda. Han capturado rentas del trabajo durante las próximas dos décadas. Ahora aprietan por el otro lado, por los salarios y las pensiones.


No es una situación confusa, es simplemente la búsqueda de un modelo social y económico basado en los bajos salarios, en la reducción del sector público, en la liberalización de los servicios y en la hegemonía total del capital privado y de tendencia neoliberal. Queda lejos el modelo de estabilidad nórdico, en el cual una fuerte y progresiva fiscalidad genera un potente sector público y unos estabilizadores frente a la coyuntura muy sólidos. Aquí algunos quieren poca sociedad y todos los beneficios.


¿Cómo es posible que Zapatero en el poder comparta ese modelo?


La respuesta a esa pregunta no está en los periódicos.



Lluis Casas, propagandista de la Escuela de Altos Estudios de Parapanda.



jueves, 13 de mayo de 2010

EL ZAPATERAZO, UN COMENTARIO DE URGENCIA




Me arriesgo con los teletipos, en espera de confirmación o desmentido. En ambos casos lo dicho a continuación lo mantengo.


Me dicen que Zapatero ha anunciado, entre otras, una medida de gran calado social. La reducción del 5% en los emolumentos de los trabajadores públicos en el presente año y su congelación para el siguiente. En el paquete está incluido el conserje de la biblioteca, el cirujano que operó el sábado a Juan Carlos, el maestro de la escuela del pueblo, el policía de la comisaría, la asistente social, etc.


No solo ha sido eso, la decisión siguiente en la lista es la eliminación de la revalorización de las pensiones, a continuación la laminación del talón para los recién nacidos, una especie de ayuda familiar. Después ha pasado a las inversiones públicas, una reducción de 5.000 millones, algo equivalente a unas 40.000 viviendas sociales. Finalmente y de momento se ha cargado otros 1.200 millones de transferencias a las CCAA por el concepto de ayuda al desarrollo. Asunto excelentemente bien escogido, se carga el desarrollo como ayuda al desarrollo. Parece una medida Marxiana, de Groucho efectivamente.


El error griego se propaga entre los socialistas europeos, apeados la mayoría de su ilustre nombre y de la reflexión política de calado y de una cierta capacidad de enfrentamiento con los poderosos de este mundo. Siempre ha resultado más fácil a ese tipo de socialistas la rebanada de pan a los trabajadores y sectores populares que a los bancos, por decirlo de algún modo.


No es que los trabajadores públicos no puedan aportar ese 5%, yo creo que si, pero el problema es otro. La causa de la crisis, o las causas, estén en otras parcelas, bancos, inmobiliarias, especuladores, etc. Estos no han sufrido más que ayudas monstruosas hasta este momento. La crisis a quien ha golpeado más duramente es a los trabajadores eliminando lo único que les permite seguir viviendo, el trabajo y el salario (poco) consiguiente. Recuerden que el peso salarial en el PIB ha venido bajando los últimos diez años, incluso con el aumento global del número de trabajadores. Esto equivale a decir que los beneficios se comen a los salarios.


Todo ello lleva a que las medidas deberían estar encabezadas por el esfuerzo de los poderosos al bien común, nuevo impuesto de patrimonio, de transmisiones, del lujo, eliminación de las sociedades patrimoniales, impulso a la lucha contra la evasión fiscal, incrementos en el IRPF tramo alto, impuestos sobre la especulación financiera o inmobiliaria y un etcétera sobre la mejora de los ingresos públicos. A continuación el esfuerzo popular seria comprensible y explicable. La soledad de la exigencia al sacrificio del más débil enfurece al más solidario.


Pero de la manera en que presuntamente se piensa hacer, no lo es de ningún modo.


Si los pensionistas son los que han de recuperar la economía de este país vamos listos.


Creo que alguien ha lanzado un globo sonda y está a la espera de la convocatoria de algo. Que cuenten conmigo.



Lluis Casas esprintando.


LEER Y RELEER A MARX




Les aconsejo que frente a lo que está cayendo lean y recuerden lo dicho tanto por los marxistas como por algunos de los economistas llamados clásicos. Probablemente entenderán mucho mejor lo que sucede, y, estoy absolutamente seguro, podrán abstenerse de escuchar (o leer) a mucho periodista abstruso e indocumentado (paréntesis: o muy bien documentado por sus mentores). Por no citar esas insignes figuras del toreo como el llamado MAFO, monstruo de los pantanos más cenagosos. Si quieren relean incluso a autores simplemente lúcidos, como Galbraith, en el caso que les de repelús desempolvar El Capital (reacción humana perfectamente comprensible). De hecho, unos y otros son casi lo mismo. Todos explican este asunto del submundo financiero la mar de bien y expresan claramente esa dicotomía entre lo que llamaríamos economía real y la deriva pirata financiera. Dejan meridianamente claro lo que es el monopolio financiero hasta las últimas consecuencias, es decir hasta la debacle.


La historia financiera del capitalismo, e incluso la de antes, está repleta de ejemplos de malas prácticas, de malas artes y de desconexión respecto a la economía real. Hasta el punto que la realidad queda conformada por esos flujos de capital en busca de márgenes de beneficio inmediatos y brutales, urbi et orbi y no por el sistema productivo, la ocupación y el dinero (en su sentido más económico). Esta última frase, les recordará parcialmente a otro enorme economista de los años treinta que sin duda pondría a caldo a políticos y economistas liberales de ahora. En su tiempo tampoco le hicieron suficiente caso y así les fue.


Lo avanzado hace décadas ha llegado hoy a una dimensión que nunca antes había tenido. La economía financiera, o más bien, la destructora economía de las finanzas o las trapacerías financieras tiene hoy una dimensión monstruosa. Nuestro insigne editor les tiene al tanto día a día de esas novedades.


Releer tiene esa satisfacción de decir, veis ya os lo decía yo. No sirve de gran cosa como instrumento práctico, pero siempre viene bien para el propio ego.


Aunque lo que quiero explicarles, a parte claro está de los consejos de lectura, es la vertiente política de este asunto financiero actual: La laminación democrática que comporta esa deriva financiera de la economía y la aparición del rostro más duro del modelo capitalista financiero.


En primer lugar, la presión de los grupos financieros, de las empresas especializadas en la intermediación financiera es pavoroso y alejado totalmente de la legalidad, la oportunidad y, por que no, de la justicia. Los líderes políticos no acaban de dar el portazo que habían prometido a ese monstruo, en el que participan pocos elementos y mucho dinero provinente de países con superávit comercial, fondos de pensiones y fortunas especulativas. Todo en mano de unos lobos que no se detienen ni ante la desaparición del rebaño.


En segundo lugar, resaltamos el fin del eslogan del capitalismo moderno, eso que decían que con el liberalismo a ultranza, sin sindicatos, etc. todos viviremos mejor. Eso ha quedado descaradamente claro que no es así y en Grecia lo comprobaran a una escala nueva.


Tercero, ese sistema financiero requiere de una nueva libertad, la de hacer lo que les de la gana sin normas o prácticas de decencia por en medio. Hacen el máximo daño posible, puesto que ahí se generan flujos de beneficios para ellos y enormes costes para la mayoría, instituciones públicas, gobiernos y empresas productivas incluidas.


Cuarto, me asalta una pregunta que no consigo responder. ¿Por qué el sector “productivo” no dice esa boca es mía?, a parte del quiero financiación y no me la dan. Los movimientos financieros de ese tipo están hundiendo países y empresas. La falta de respuesta de ese sector me tiene perplejo.



Lluis Casas, bibliotecario


viernes, 7 de mayo de 2010

TODO ES CUESTIÓN DE DETALLES





Dentro de la enorme cantidad de comentarios en torno al Tribunal Constitucional y la sentencia de l’Estatut, me hago la siguiente reflexión, que creo que no he leído u oído a nadie: Siempre me ha sorprendido que el derecho, asunto opinable e interpretativo donde los haya, haga cesión última en determinados tribunales, a veces unipersonales, para zanjar si una cosa es o no es.
En pura lógica, lo que es interpretable difícilmente puede doblegarse a una sola forma de ver las cosas. Acepto que puede haber un abanico de interpretaciones ajustadas a lo que la norma dice y que otras, que por alejamiento paulatino, no lo sean. Pero insisto que lo que se interpreta nunca puede considerase univoco.
La Constitución, norma jurídica, política y circunscrita a un determinado periodo histórico, es, precisamente por ello, interpretable. Podríamos afirmar que es la norma más interpretable de todas, puesto que figura como norma máxima por expreso deseo del voto parlamentario y del voto popular. Y el tiempo y las circunstancias exigen adaptaciones a los cambios, siempre y cuando permanezca lo que debe: la democracia, los derechos humanos y el etcétera que la razón indique.
Si es tan interpretable, un pequeño grupo de juristas de variadas tendencias, tales como los que pertenecen al Tribunal Constitucional, solo pueden ejercer de árbitros si como mínimo hay una absoluta unanimidad. Lo contrario, es decir, las voces discrepantes, impiden razonablemente que pocos se impongan sobre muchos. Eso es lo que ocurre con el Estatut, votado por todos los parlamentos y mediante referéndum por el pueblo, único soberano.
Además cuando entre el grupo de intérpretes existen las discrepancias extremas, con calificaciones que siguen caminos tan distintos como sorprendentes, uno sospecha que en definitiva no hay acuerdo interpretativo y ni siquiera voluntad de ello, hay simple opinión (una cosa muy distinta), como el Tribunal no está para dar opiniones, este debe marcharse por el foro. Lo contrario es una simple imposición formal sobre la política y el pueblo. De media docena sobre todos. El Tribunal, en este caso esto está claro, ejerce de político no democrático.

Lluis Casas.

domingo, 2 de mayo de 2010

ÉSTO ESTÁ QUE ARDE





De hecho, con la crisis, el hacer y deshacer de los líderes (?) mundiales en torno a si se reduce el gasto público o no, si se reforma el submundo financiero o no, si se ayuda a países en mala posición o no, el asunto está chungo para comentarlo con ciertos aires de acierto. La acción gubernamental mundial y europea actúa sin asumir el tipo de crisis en que estamos y sin encajar en las medidas de cambio las verdaderas responsabilidades del submundo financiero, del submundo inmobiliario, en definitiva de los submundos especuladores, llenos de artimañas falsas que trastornan en su específico beneficio las economías mundiales. Y ello ocurre cuando la reacción a la debacle se hizo con aproximado acierto, expandiendo el gasto público y refrenando a los piratas financieros. Luego el impulso se fue frenando frente a la presión de los de siempre. Los neoliberales, académicos y chusqueros, del mundo siempre han preferido un nuevo 1929 a aceptar que sus recetas impuestas hasta ahora nos han llevado más allá del borde del precipicio.


Otro ejemplo está aquí en la Unión Europea. La crisis griega, por decirlo de algún modo, está tomando el pulso a la capacidad de la UE para hacer cosas útiles para todos. Hasta hoy no parece que el camino tomado, si se ha tomado algún camino, lleve a algún lugar más reconfortante que el permanecer en el epicentro del terremoto. Parece que alguien está pensando que la solución es que Grecia vuelva al dracma, cosa que sería, permítanme el chiste fácil, un drama y no solo para los griegos. En realidad, casi todo son malas noticias para los europeos, que se encuentran en manos de unos presuntos líderes tan faltos de capacidad efectiva (y afectiva) frente a los problemas que da grima leer (para comparar simplemente) la lista de los nombres que impulsaron la UE (los padres y madres de la patria europea) desde aquellos años cincuenta y hasta no hace mucho. La clave, además de una falta de proyecto europeo, es la limitada capacidad política y estratégica actual, que se encierra en los problemas estatales, y afecta negativamente a los del conjunto de la UE. La conclusión es obvia, con esos pájaros no iremos muy lejos, en el caso que vayamos a algún sitio. Por lo que habrá que esperar e impulsar nuevas caras con algo de cerebro europeo. Así de claro. De hecho haciendo caso a lo que están diciendo ciertos líderes, y si fuera griego, hoy habría retirado de los bancos mis ahorros y los hubiera trasladado al otro lado de la frontera, en euros, claro. Una solución mágica y enormemente efectiva para llevar a la debacle absoluta al sistema financiero de Grecia y por ende al de media Europa. Riesgos enormes son los que nos hacen correr para simplemente ganar o perder presuntamente elecciones populistas en el patio de casa, sea o no particular como los demás. La única solución es más Europa y una Europa más cercana a los ciudadanos. Es simple, pero no sencillo.


Y hablando de casa, no dejemos pasar la ocasión de reflexionar sobre el triste caso hispánico. Aquí donde algunos poderes del estado hacen aguas por todas partes. El asunto va camino de una crisis de tomo y lomo y en circunstancias económicas más que delicadas. Parece ser que el mundo del derecho tiene tendencia a ir torcido y como no está el horno para aceptar estos bollos de nuevo, no veo qué tipo de solución a corto plazo hay que tomar. Y para ayudar al follón, ahí tenemos a esos profetas alquilados que son las agencias de rating, unos auténticos brabanzones. Monsieur Bébéar, presidente de la gran multinacional AXA, dijo de estos chiringuitos que son unos montapollos indocumentados. Lo explicó en en un libro entrevista que recomiendo:
Ediciones Paidós: ACABARÁN CON EL CAPITALISMO.



En fin, como ven todo son buenas noticias, por lo que recalco el titular: esto está que arde.


Lluis Casas, agente de prevención de riesgos.