miércoles, 30 de abril de 2008

DESVELANDO ENTRETELAS DEL CAPITALISMO


Los sufridos lectores estarán al cabo de la calle respecto a mi tibio reformismo. No creo haber escrito en los últimos treinta años nada que no pudiera encajar en una economía imperial, pero con un fuerte acento social y de desarrollo humano, ambiental y político. Por eso mi impresión al leer el suplemento económico de El País del pasado domingo rozó el soponcio. Un periódico de izquierda putativa en lo económico hacia gala de una crisis que cambiaría el capitalismo liberal actual. Está en la entrada del folletín sepia. Posteriormente se descolgaba con las nuevas hambrunas globales y terminaba con distintos golpetazos a nuestro insigne tío Solbes.

Fue demasiado para un espíritu ya de capa caída. A duras penas logré terminar mi lectura, puesto que mis piernas tendían a la huída absoluta. Pasó por mi mente, no solo la crisis del 29 (que también aparece en el suplemente susodicho), sino el amotinamiento del Potenkim y la larga marcha, pasando por la Comuna de Loja. En fin, que el trotskismo y la revolución permanente han vuelto, a pesar de los denodados esfuerzos en su contra por parte de Walter Veltroni.

Esta (aparente) frívola entrada corresponde a la realidad de lo que se puede leer en El País. No puedo certificar lo acertado de los análisis (ni yo, ni nadie ¿estamos?) pero sí que corresponden a un solemne cambio de perspectiva respecto a lo que se ha dicho recientemente sobre la crisis. Léanlo ustedes y fórmense una opinión directa.

Pese a pesar de mis abundosas sospechas sobre lo escrito, no puedo negar que mucho de ello corresponde a la realidad, aunque pienso que no es de la magnitud que se apunta, pero que de todas formas no es cosa de dos días, ni se solucionará con la alegría que algunos prevén. De hecho las previsiones del PIB hispánico estarán a no más tardar ligeramente por encima de lo negativo. Aun a costa de esas discrepancias, anoto que me hubiera gustado leer un cierto relato de las cosas que se han hecho incorrectamente o no se han hecho (leyendo entre líneas si están) tanto respecto a nuestros propios gobiernos, como a los “estamentos” de gobierno internacionales. Anoten:

Con respecto a los aspectos financieros de la crisis:

La falta de rigor en los mecanismos financieros internacionales (hoy extraordinariamente complejos). Hoy es posible trasladar un riesgo solemne en forma de producto financiero a la Cochinchina (término parejo a Sebastopol), perdiendo con ello todo rastro real del significado económico de la operación y dejando al buen albur de la casualidad lo que puede ocurrir después. Me explicaré, hoy día yo puedo vender a una entidad financiera un papel que diga: Menganito hará efectivo un millón de euros a Zutanito dentro de diez años. La entidad me paga 300 y en paz. El mismo papel puede cambiar de mano sesenta veces y al final el poseedor no sabe de qué va el asunto. Finalmente, resulta que Menganito me ha comprado un piso con aluminosis y tiene un ingreso inestable de 15.000 euros al año. ¿Se dan cuenta del posible resultado de tamaña operación, no es verdad? Así está siendo esta crisis. El problema es mucho mayor, porque junto a la deuda de Menganito está la deuda de otros señores y señoras que naturalmente está en disposición de pagar, pero entre tantas idas y venidas nadie lo sabe y los últimos tenedores de los paquetes de deuda presos por el temor financiero todo les suena a lo mismo.

La ruptura de la prudencia en los intercambios financieros mundiales. Nada puede crecer en valor financiero a tasa anual de más del 20% o incluso mensual. Cuando esto ocurre es que hay un invento sin credenciales en marcha.

La falta de regulación internacional y nacional respecto a los riesgos que asumían las entidades bancarias, creando submercados nada transparentes, especializados en la más pura especulación irracional. Los gobiernos y las entidades internacionales deben velar para que el funcionamiento bancario corresponda a la realidad económica de empresas, países, sectores, etc. Y cuando estas se desmandan exigir certificados y controles.

El mantenimiento de zonas “off lawer” (término propio, no lo encontraran en el diccionario de Wall Street, fuera de la ley, cuando los mercados financieros funcionan sin traba ninguna). Eso permite la trampa y el cartón en los negocios sucios y en los que hieden. Estoy hablando de esas zonas en las que todo vale, excepto saber quien y que.

El deslizamiento gubernamental acomodándose a una situación que se ha ido haciendo insoportable y perfectamente previsible. Cada día que pasaba obligaba a los gobiernos a una mayor dureza frente a una loca carrera inmobiliaria y financiera. Por ello nada se hizo cuando todo fue evidente. Todos esperaban que otros tomaran las decisiones adecuadas.

Respecto a los factores de coste de la crisis:

La falta de sensibilidad política respecto a las tendencias energéticas mundiales y nacionales. Los esfuerzos para la reducción de la dependencia social y económica de la energía dan risa si los comparamos con lo que sabemos del futuro inmediato. Vean si no el consumo de carburante de esos vehículos tan prácticos para llevar los niños al cole, Porsche, 4*4, etc. Y la falta de inversiones para transporte público, no lo olviden.

Lo mismo con respecto a las tendencias de demanda de alimentos básicos, tanto por el fuerte crecimiento de las economías asiáticas, como por la substitución de variedades alimenticias por las energéticas. Nadie puede llamarse a engaño. China e India crecen a ritmos altísimos, seguidos por un pelotón cercano. En total suman más de la mitad de la población mundial. Ahí es nada pasar de un coste decreciente de la alimentación básica a la de incrementos del 40%, en pocos meses. ¿Hacia dónde miraban quienes debían mirar?

Respecto a los factores ambientales:

Bien es sabido que hasta hace unos pocos meses la opinión influyente en la política y en la economía trataba de no aceptar la realidad del cambio climático e incluso la negaba con solemnidad de estúpido. En unos meses se ha puesto al descubierto la simpleza al respecto de los más insignes institutos, sociedades y demás elementos de reflexión mundiales. Mi inocencia al respecto me hacia sospechar que a pesar de la falta de contundencia gubernamental acerca del cambio climático los estados disponían de planes b, c y d, debidamente estructuras y ocultos. No hay nada de ello. Simplemente cruzar los dedos y esperar con acciones parciales.

Respecto a los factores económicos:

La dependencia en muchos países de una revalorización exagerada de los precios de los inmuebles se ha pasado de frenada. Cuando un inmueble exige que su usuario deposite por anticipado treinta o cuarenta años de su vida laboral en el pago de la financiación, la cosa no va bien. Algo falla y es el valor real, en términos de coste de materiales, de inputs en definitiva. La quiebra del fatal mecanismo (compro a 10 vendo a 20, y así sigue) ha despachado en un tris tras las perspectivas de crecimiento sano de la economía. Esta breve e incompleta lista es así mismo una propuesta de acción política y económica, pero sobre todo un intento por recordar lo que se ha hecho mal o no se ha hecho. La descripción del desastre no debe llevarnos al olvido, hay propuestas políticas y económicas y nombres que no han estado donde debieran: defendiendo los intereses colectivos y un desarrollo humano y social. El País amenazando con el holocausto podría estar ocultando quien lo permitió.

Así de clarito.


Lluis Casas. Vocero de la oposición. (Parpanda, casi en puertas del Primero de Mayo)

jueves, 24 de abril de 2008

ABRIMOS LAS TRIPAS A LA ECONOMIA LIBERAL






Van a permitirme unos comentarios sobre algunas de las propuestas que los gobiernos están barajando y aplicando para esta nuestra última crisis económica. Probablemente algunos les suenen a ya sabidos, está dentro de la lógica pues no hay nada nuevo bajo el sol. Mi humilde objetivo es simplemente señalar las medias verdades con que cubren sus vergüenzas los adalides del mercado, estén donde estén, en las corporaciones empresariales, en la banca y, ¡ojo!, en algunos gobiernos de presunta izquierda socialdemócrata.



Ante todo hay que calificar la crisis de anunciada y más que sabida. Todo se veía venir y muchas voces, a derecha e izquierda, lo explicaban. Me refiero tanto a la expansión inmobiliaria internacional, como a la propia. También me refiero a la ceguera (¿) frente a una nula acción por parte de los reguladores públicos (bancos nacionales y entidades internacionales de supervisión financiera) sobre los enormes riesgos de algunos subproductos con que se negociaban los prestamos a la vivienda. De todo ello les he ido escribiendo puntualmente.

Pues bien si el asunto era sabido, la primera pregunta es ¿por qué no se ha actuado con prudencia? De hecho, parece ser que en España a causa de la específica y, en este caso, agradecida prudencia bancaria, la situación de los bancos puede ser más llevadera. Si es así, la pregunta es más dura todavía, pues si un sistema bancario gana mucho dinero trabajando con cierta prudencia, a qué lleva permitir altos riesgos. En todo caso, el comentario está todavía sub iudice a falta de ver la realidad contable (doble o triple) de las pérdidas acumuladas por la experta banca española.

El asunto no es menor. El crecimiento económico en muchos países y especialmente en España se ha basado durante largos años en una subidas enormes de los valores inmobiliarios y en las expectativas de beneficio a corto plazo para los inversores (o los especuladores como término no exactamente igual, pero parecido). Las consecuencias afectan no solamente a quien invertía, como en bolsa, sino a los que entraban en el mercadeo por pura necesidad, iban a por un piso para vivir y se dejaban (no se por qué lo pongo en pasado) el sueldo familiar de décadas. La dinámica se auto alimentaba y las grúas de la construcción se multiplicaban.

El efecto multiplicador y extensivo del sector inmobiliario es muy fuerte, ocupación fácil, negocios sencillos y demanda creciente y diversificada en todos los sectores proveedores de la construcción, materiales, muebles, electrodomésticos, etc. Una enorme corriente económica desatada y vinculada a un concepto etéreo del desarrollo: funciona mientras nadie dude de poder cobrar más mañana de lo que ha pagado ayer. En cuanto la duda aparece, la dinámica se rompe en pedazos difíciles de reconstruir.

Así ha sido: en los USA alguien no pagó su deuda (parecida a la hipoteca nuestra) al banco que le dio crédito, este nada pudo hacer para pagar a quien le compró la deuda inicial y que estaba en un fondo de alto riego asiático. Este se puso nervioso y habló en demasía y fue corriendo la voz: nuestras deudas son de familias que no pueden hacer frente a los pagos. No piensen que les cuento un cuento, más o menos así se cuecen las crisis financieras.

Pues bien, ¿cómo es posible que se tolerara? La respuesta precisa no la conoce nadie, creo yo, pero las cosas serían como sigue. Primero, nadie quiere ser el primero en recortar un negocio en auge (la base de la ambición descontrolada). Segundo, todos los arriesgados piensan que nada malo puede acontecerles, pues los dioses están con ellos (puro humano no racional). Tercero, si algo pasa el gobierno actuará y no será grave: ahí está el principio básico de la economía liberal. Cuarto, todo va muy bien, no vamos a cortar algo que funciona (detrás está la teoría económica ortodoxa), no tenemos alternativas (tenemos ahí la falta de políticas económicas sectoriales). Quinto, el asunto es internacional, por lo que los gobiernos mundiales velaran por los intereses financieros (otra creencia falsa, no hay gobierno mundial). Y finalmente, sexto, los expertos no fallan (de nuevo la mítica creencia en que la economía es una ciencia perfectamente previsible con matemáticas y pagando a los oráculos, que tienden a confirmar los deseos de los que preguntan). Como todos los mandamientos se resumen en menos: no hay freno a la ambición por el dinero, a menos que la sociedad se dote de pensamiento y mecanismos limitadores. O sea, el negocio no es lo primero, los intereses sociales son parcialmente distintos de los intereses particulares y prioritarios. Cuanto más desarrollo y menos crecimiento desbocado haya mejor.

¿Qué está pasando?, lean los periódicos. Los banqueros liberales, los constructores que no permiten las injerencias públicas (algunos no aceptan ni la planificación urbanística) y tutti quanti, lloran desconsoladamente al sector público para que les ayude. Son las horas bajas, solicitando aquel principio de que los beneficios han de ser privados y los costes públicos cuando les haga falta. Los métodos, ningún invento nuevo, ayudas financieras públicas al sistema financiero (no hay sistema propiamente dicho). Gran Bretaña en el colmo del liberalismo cambia cromos hipotecarios dudosos por cromos de deuda pública fetén, con ciertos ajustes en el precio. Más o menos como todos.

Estos mecanismos no evalúan a quien se ayuda, no pone condiciones, no respeta lo que es colectivo (como la deuda y el superávit público). Con desfachatez desvían recursos públicos al mundo privado, siguiendo la creencia en que una mano divina surgida de la iniciativa privada dirige el buen hacer humano.

Los gobiernos están para actuar, claro está. En tiempos de crisis y en tiempos de no crisis, eso hay que aclararlo. Y ahora conviene actuar bien. No seré yo quien lo niegue y tampoco negaré la necesidad de limitar los costes financieros, o la destrucción de empresas con el paro que acarrea. Nada de eso está en discusión. Se trata simplemente de no transferir, sin formas de recuperación, bienes públicos al mundo privado (que es el mundo privado rico, no lo olviden). A mi se me acuden muchas formas de hacerlo y seguramente a otros también. Si se trata de una crisis de intermediación (financiera) entre una demanda real (vivienda) y una oferta (inmobiliarias) que no puede asumir el coste, el método es adquirir los bienes por el precio razonable y transferirlos al sector público para que la demanda pueda acceder a ellos en las condiciones que la realidad de sueldos y salarios permita. De este modo se ayuda a las empresas sin pérdidas públicas y se activa el mercado y se satisface la demanda de vivienda. Probablemente los propios constructores van por esas vías cuando empiezan a anunciar ventas a precio de coste (vayan a saber lo que eso significa). Pero la iniciativa demuestra que la acción pública no puede limitarse a dar pasta, sino a actuar en el sector debido.

O, al menos, eso pienso yo.

Lluis Casas, filósofo social (Parapanda School of Economics)

Premià de Marx, Abril de 2008

domingo, 20 de abril de 2008

VA DE ENERGÍA

No voy a darles la lata, eso espero, con términos de ingeniero de minas, ni con perífrasis de militante ecológico. Pero debo replicar y replico a quien me acoge con tanta delicadeza en su casa.

Primera verdad incómoda, gastamos mucha energía y en cierto sentido la despilfarramos a manos llenas. Esa energía, principalmente de base fósil, nos hace daño por la contaminación atmosférica e induce al cambio climático, pero, claro, nos es imprescindible para iluminar edificios y avenidas. Y ahora está carísima y queda poca.

Segunda verdad, más incómoda, no hemos hecho los deberes impulsando tecnologías neutras con el medio ambiente y con los humanos y tampoco estamos desarrollando comportamientos racionales con el consumo. Tarifas, contadores, mecanismos de ahorro, máquinas más eficientes, buena distribución de las redes.

Tercera verdad, la más incomoda de todas. Estamos asustados, con miedo a quedarnos a oscuras y, por ello, dispuestos a hacer las máximas tonterías posibles. Ahí aparecen los salvadores de la patria (fondos de inversión, tecnólogos locos por el dinero, etc.) con la nueva aplicación de centrales nucleares. Esas centrales son contaminantes a larguísimo plazo, dependientes de un combustible escaso y controlado monopólicamente, generadoras de un residuo no reciclable (para decirlo suavemente). Esa energía tiene derivados militares de altísima peligrosidad. Les cito una anécdota que coincide con el comentario sobre la medicina y el negocio: El informe Stern que ha abierto las puertas a la aceptación del cambio climático en todo el mundo parece que tiene detrás importantes intereses nucleares. No me preocupa quien está detrás de una verdad, pero me preocupa que se utilice una verdad para inducir a un grave error.

Cuarta verdad, podemos cambiar y mejorar la situación si nos ponemos a ello. Las recetas no solo están en manos del movimiento ecologista, sino en los depósitos de ideas de empresas y científicos. Por ejemplo:

El consumo doméstico de energía, además de reducirse (aislamiento térmico), puede ser suministrado en buena parte por el terrado de casa, o el del vecino. Esto es más que posible hoy día, existe y funciona estupendamente.

El consumo industrial tiene recursos disponibles en el campo de la cogeneración, del aprovechamiento de los residus, como la mecanización, etc. Y una vía tecnológica sin fin.

El consumo social, iluminación pública y otras hierbas, pude resultar baratísima a poco que se organice adecuadamente, substituyendo lamparas de alto consumo por las de alto rendimiento y el personal acepte que cuando es de noche no es de día.

Y así mucho más.

Unas aclaraciones finales, no hace falta desmantelar por desmantelar las centrales existentes (tenemos un plan aprobado, cumplámoslo), si después de todo eso, que da muchísimo margen, todavía nos falta energía, tenemos dos posibilidades suicidarnos con las centrales nucleares (siempre tenemos tiempo de hacerlo) o ir al psiquiatra. Otro si, en 10 o 15 años existirán tecnologías prácticas que están en proceso de investigación como fuentes energéticas.

No hagamos locuras y esperemos tranquilos.

Lluis Casas

miércoles, 16 de abril de 2008

COMPRAS DE SUIPERMERCADO EN SANT JORDI



Me dice el editor que les proponga las lecturas del verano, que, como buenos planificadores, las adquirimos en primavera y con descuento. Catalanes somos. La lista, para algunos breve, para otros excesiva, es heterodoxa, como verán. Heterodoxa y personal. Corresponde a títulos ya leídos y no busca en el cajón de las novedades. Desconfíen de ellas. Dejen que las ofertas de primavera maduren un poco.

Aparte de la lista que les ofrezco, ahí va también un consejo: relean y para tal fin les sugiero textos de historia, divulgación económica y política de los años setenta. No van a reírse. Se les pondrán los pelos de punta por el futuro que nos llega.

Empieza la fiesta con dos textos relativamente nuevos y dedicados a aquellos que la reflexión no asusta, se trata de un autor ruso ya fallecido y otro americano (que escribe en francés y vive en Barcelona), los dos hablan del mismo período y coinciden en más de una reflexión. Les advierto, Grossman es ruso, es judío y es comunista de la hornada soviética. Pero dice la verdad.

- Vasili Grossman, vida y destino.

- Jonatahan Littell, las benévolas.

Continúo con dos novelas históricas, la primera basada en el largo viaje del Beagle en busca de los orígenes. Tenemos a Darwin recopilando la revolución evolutiva y a otro personaje histórico menor de enorme humanidad y compleja ideología victoriana, el capitán Fitzroy. La segunda en torno a la guerra y su locura, filtrada a través del conflicto secesionista americano.

- Harry Thompson, hacia los confines del mundo.

- E.L. Doctorow, La gran marcha.

Les sugiero a continuación una oferta de escritor norteamericano actual, pero, alerta, los títulos son anteriores a los dos más actuales, conocidos por nuestro actor más preeminente.

- Cormac Mccarthy. La trilogía de la frontera: aquellos hermosos caballos, en la frontera, ciudades en la llanura. Quedaran anonadados, se lo aseguro.

Me paso ahora a un objeto curioso, formado por dos ofertas del mismo autor, son historias sociales de dos materiales, uno vivo y el siguiente mineral, que han conformado las sociedades humanas:

- Mark Kurlansky, historia del bacalao y Sal.

Siguiendo con la veta científica, les ofrezco tres ejemplares renombrados. Son autores de una gran capacidad de comunicación, sus títulos reflejan las extraordinarias sorpresas que tienen la ciencia y los buenos científicos. Los tres son de mente universal, leen, escriben, cantan.

- Richard Feyman, premio novel de física, hábil relator y de una enorme curiosidad. Tiene títulos a manta y son leíbles por casi todos los que no hemos logrado el Nobel. Escojan entre otros, Conferencias sobre computación, Ojala lo supiera, Que significa todo esto y Seis piezas fáciles.

- Stephen Jay Gould que les llevará por los callejones de la evolución. Les pongo algunos títulos maravillosos como: Brontosaurius y la nalga del ministro, dientes de gallina, érase una vez el zorro y el erizo, la montaña de las almejas de Leonardo, la vida maravillosa y un dinosaurio en un pajar.

- Oliver Sacks, que les llevará de viaje por los recovecos de la mente. El tío Tungsteno, Un antropólogo en Marte y El hombre que confundió su mujer con un sombrero.

Finalmente les señalo algunos textos como auto ayuda en estos tiempos difíciles:

- Eric Hobsbawn, guerra y paz en el siglo XX.

- John K. Galbraith, breve historia de la euforia financiera.

- Ryszard Kapuscinski, El imperio, el Sha.

- Al Gore, una verdad incómoda.

Doy por termina aquí la lista de propuestas. Les auguro unas excelentes estancias bajo los pinos con estos acompañantes.

Suyo afectísimo, Lluis Casas, recomendador

martes, 15 de abril de 2008

HEMOS DESCUBIERTO QUE...

... la sequía y la crisis inmobiliaria están relacionadas

Don Lluis Casas

En otra época no tan pretérita, tal como nos explica maravillosamente Andrea Camilleri en su libro El pastor y las ovejas, la pertinaz sequía sería la forma en que dios o los dioses habrían encontrado para eliminar el mal, es decir la especulación inmobiliaria y sus efectos sobre la naturaleza y el paisaje.

Sin agua no hay piscinas, ni campos de golf, ni siquiera jardines adosados y llegado el caso ni macetas en el balcón. Esos efectos tan nocivos para las promociones inmobiliarias pueden acabar con ellas, como así se está observando en la vertiente mediterránea de nuestro vecino lingüístico y como ya se produjo una vez, si aceptamos la Biblia, en el Egipto de Charlton Heston, que en paz descanse.

Esa relación divina entre fenómenos humanos (la crisis inmobiliaria) y fenómenos de la naturaleza (la sequía) hace tiempo que para la mayoría ha pasado a simple broma o comentario tabernario. La razón y la ciencia nos han dado métodos más prácticos y veraces de análisis de la realidad (aunque un montón de políticos y periodistas no están al caso de ello).

De todas formas hay una línea analítica que las hace coincidir y que debe considerarse para no tropezar de nuevo con la misma piedra. La planificación territorial, el urbanismo, la implantación de actividades humanas, tanto residenciales como económicas (la agricultura incluida), las infraestructuras de movilidad, etc. deben adaptarse razonablemente a los recursos disponibles en el territorio teniendo en cuenta los impactos articulados sobre el entorno más inmediato y más lejano. El agua es uno de esos recursos articulados, que posee además un poder magnético sobre los humanos dada su imprescindibilidad. Y no solo debe tenerse en cuenta como recurso vital, también como fenómeno metereológico agitado e imprevisible. Las habituales riadas del Maresme son un recuerdo recurrente de errores pasados y recientes. Las inundaciones en la zona industrial de Tarragona nos recuerdan el buen hacer de CIU en el gobierno, cuando evitaba adjuntar a los planes urbanísticos los informes de inundabilidad, en caso que estos advirtieran y exigieran mediadas serias para evitar los malos temporales.

En mi memoria reciente constato una reunión entre altísimos cargos gubernamentales para inquirir a otros altísimos cargos por que se ponían trabas al desarrollo inmobiliario a través del cumplimiento de la ley que prevé que todo lo malo se ha de prevenir. La frase que tengo clavada es: “ens esteu parant el país”. Nunca he sabido a que país se referían. Meses después, las inundaciones de Tarragona en donde están implantadas algunas de las empresas más poderosas económica y tecnológicamente, quedaron afectadas y en cierta medida paradas por una gota fría, previsible, prevista y evitable en sus consecuencias. No hubo rellamada para excusarse. Pienso que el caso correspondía a otro país distinto del aludido anteriormente. Podría relatarles cientos de casos que insisten en lo mismo, la frenética ansia de beneficio del sector inmobiliario unida a la irresponsabilidad y a veces el desconocimiento o, incluso, la simple corrupción de los responsables políticos o técnicos del asunto, producen males difíciles y caros de solucionar. Incluso imposibles algunos de ellos.

En un pueblo cercado a Barcelona, una coalición de alcalde de derechas y de promotor local edificó un inmueble bloqueando la riera del lugar. Ningún caso hacían a razones y experiencias. Así se comportan, tal vez con más disimulo y mayor prestancia de argumentos, la mayoría del sector inmobiliario que cuenta, a priori, con la aceptación entusiasta, con el laissez faire, con la irresponsabilidad de las administraciones y, llegado el caso, con la prensa. Así les va ahora a la mayoría, ciegos como han estado al precipicio al que se acercaban. Los problemas de abastecimiento y depuración no son menores.

Ahí está nuestra joya de La Cerdanya, entre montes nevados y en plena zona húmeda. Pues bien, ese agente del mal ha conseguido que el agua escasee, dado el nivel de urbanización extensiva y que algún abastecimiento se haga incluso con camión cuba. Imagínense como estará la depuración. Otro si, el bienamado Port Aventura. La describo: promoción turística con pérdidas en zona seca. Los financieros que auxiliaron al promotor están ejecutando ahora la parte oscura, escondida. Es en donde radican los beneficios. Una enorme promoción de viviendas. Siguen en zona seca.

NO soy de los que piensan que todo el urbanismo es malo o especulador. Por mi edad, asaz provecta, tengo asumido que es más práctico vivir en un recinto razonablemente cómodo que en una tienda de campaña, y que eso comporta una afectación intensa del territorio y de los recursos necesarios para una vida aceptable. Lo malo no es urbanizar, ni implantar industrias o carreteras. Lo malo es hacerlo de espaldas a sus consecuencias y sin incorporar todo lo que la razón nos indica como necesario. Los intereses de todo quisqui deben tenerse en cuenta, en tanto no afecten a intereses más generales y más generosos.

Afortunadamente, disponemos ahora de legislación suficiente para evitar los desastres del pasado y los procedimientos técnicos desarrollados para ello. Existe esa fuerza legislada: en Bruselas, en Madrid y en Barcelona. Sólo falta el valor político de hacerla realidad en una nueva forma de desarrollo territorial consecuente con sus efectos. No negaré que ello comporta costes, políticos y económicos. Las empresas que impulsan las promociones ven incrementadas las exigencias constructivas, las obligaciones en términos de cesión de terreno, de urbanización de mayor calidad, de asunción de las redes de abastecimiento y depuración, ya que son cosa suya.

Ese coste ahorra uno mayor posterior. Como el que ahora se plantea con las cientos de urbanizaciones ilegales (quiere decir sin norma legal y sin estructura de servicios urbanos) que se desparraman por Catalunya. ¿Saben quien pagará? La administración, es decir todos. En muchos casos veremos cosas curiosas, como que el alcalde vigente que aplicará las medidas de reforma fue en su momento el promotor que vendió sin atenerse a calles, abastecimiento, etc. ¿Qué otro modo hay para entender el descalabro paisajístico en esa inversión natural que es la costa o las montañas catalanas?

La sequía pone al descubierto, por la vía del desabastecimiento, esos fenómenos conocidos, pero innombrables. El país, utilizando la expresión de la memoria, no se para por hacer las cosas adecuadamente. El beneficio excesivo, el beneficio que no pone lo que debe de poner en la promoción, no es deseable, no hace funcionar el país con seguridad, con garantía. No ahorra costes, los desplaza.

Con el frenazo inmobiliario y con la sequía, los dioses nos advierten de lo equivocados que andábamos, nos dan un periodo de reflexión para mejorar nuestra vida y la futura.

¿No están de acuerdo?

Lluis Casas (Parapanda School of Economics)

PRECIOS INMOBILIARIOS Y CRISIS ECONOMICA



No les voy a dar la lata con los argumentos que ustedes ya conocen, simplemente les recuerdo que este blog (qué término más canino) ya les ha anticipado casi todo lo que ocurre. Solo les voy a señalar que la cosa va mal, poco a poco, pero mal. Terminaremos el año con un incremento del PIB sólo ligeramente por encima de cero. Todo un éxito, dado que cada quince días se produce un ajuste a la baja en la previsión. Parece que el gobierno aplica la táctica de los nazis en la Unión Soviética cuando en el 43 las cosas empezaron a irles mal: avances estratégicos sobre la retaguardia. Es decir retirada a toda prisa. Como ya habrá tiempo de sobra para reírnos de los pitonisos, les encomiendo ahora una táctica sobre el mundo inmobiliario, base del desbarajuste financiero y por extensión de todo lo demás. Es una propuesta de pensamiento libre de acosos financieros.

Veamos si acierto.

En primer lugar los precios inmobiliarios subieron hasta el pasado año a ritmos fuera de la lógica financiera de los posibles compradores reales, es decir: los que buscaban piso para vivir, no para invertir o especular. La cosa se mantuvo por los flujos de inversión y por los tipos de interés bajos. Llegados al límite, cualquier movimiento de duda podía llevar al caos. Así fue y pasó en los USA, fábrica irresponsable de manejos financieros pútreos. Ahora nos encontramos con parados de la construcción en alza, promociones sin vender y compradores retraídos pero con necesidad de obtener vivienda. Es decir, sigue habiendo demanda (solvente o no) y oferta. ¿No se les acude que alguien podría acercar demandantes y oferentes en términos de precio adecuado?

El procedimiento en su versión clásica está en marcha, a través de bancos y entidades financieras, el estado facilitará créditos para que aguanten, si pueden. Eso tiene un coste directo, tipos de interés a los inmobiliarios de oscuros designios y muchas empresas que se irán al agua y cuyos activos harán el conveniente recorrido hacia los buitres que en toda crisis están atentos y a la espera. Después el ciclo puede remontar y volveremos a cabalgar un jamelgo parecido. Mientras tanto los que necesitan vivienda se aguantaran en casa de papi o volcaran todos los recursos disponibles en alguna operación arriesgada de por vida. Algunos, con la suerte de cara, verán aparecer a las administraciones con alguna oferta sensata.

Bien, creo que la descripción es adecuada y refleja con cierta ironía la realidad.

Con alguna imaginación podríamos probar si con acuerdos entre la administración y los inmobiliarios (voluntariamente, claro) en crisis para que sus promociones pasaran de la oferta privada a la pública con un método de venta al precio de coste y con sistemas de financiación a largo plazo, la cosa podría mejorar. Los fondos parece que están disponibles, el Banco de España así lo constata con sus aportaciones a la liquidez. La Seguridad Social respiraría tranquila si los índices de paro volvieran al redil. El IVA y el resto de los impuestos inmobiliarios podrán reemprender caminos relajados, con lo cual el consejero Castells se evitaría reducir los gastos sociales.

La transformación de una promoción privada a pública a un coste razonable haría surgir, de nuevo, una demanda solvente. Dado que la ambición de los promotores hasta en año pasado era estratosférica, la operación promete. Si ustedes descuentan esa ambición del precio final y compensan el coste real material, suelo, obra y demás, tienen un precio más que razonable, más o menos el que es de recibo en la actuación pública.

El sector se mueve de nuevo y las empresas que están pringadas en el ciclo financiero, pero sin ventas, tienen ocasión de recuperar el aliento. Y si es el caso, los restos del naufragio se quedan en casa de todos, el sector público, no en los del BBVA. Eso ha ocurrido así muchas veces, sin que nadie haya sufrido daños aparentes. Hace veinte, la Caixa vendió una enorme cantidad de activos inmobiliarios (pisos) a sus inquilinos a precios ajustadísimos. Todos terminaron contentos. La Caixa hizo caja y se lanzó a por las autopistas, y los nuevos propietarios se sintieron tranquilos y confortados, con hipotecas cómodas con la entidad vendedora. Más ejemplos están ahí, incluso son recientes. Recuerden ese militante izquierdista de Madrid, bendito sea, que pone en el mercado viviendas de primera a precios de coste, su empresa funciona y le va bien. ¿Por que no pensar en grande?

¿O es que no trabajamos para la satisfacción colectiva?

Lluis Casas, de oferta

LO NUNCA DICHO SOBRE LA ECONOMIA CATALANA (2)


Empiezo la segunda parte de mis comentarios sobre la economía catalana con una sed pavorosa. Del grifo no salen más que expresiones tontas, malabarismos sin diccionario y guerra de guerrillas sin objetivo útil. Todo ello también forma parte de la economía catalana. ¿Qué le vamos a hacer? En todo caso la guía turística sobre el agua publicada recientemente les facilitará la digestión.

En la parte anteriormente publicada les hice participe de mis angustias económicas mediante lo que anotaba como fallos o problemas básicos de la economía catalana. El listado no fue precisamente ortodoxo por voluntad expresa del que firma. Pienso que demasiado a menudo se habla de cosas evidentes, pero no de las que, con mayor importancia, quedan en zonas sin iluminación. Hoy, tal como me comprometí, voy a circular por carreteras más vistosas: los hipotéticos puntos fuertes que dispone “nuestra” economía. No crean que son gran cosa uno a uno. La fuerza está en su amalgama, que les ha dado una cierta permanencia histórica y a todos un cierto buen vivir. Incluso, ¿cómo no decirlo?, ha dado fondos complementarios de solidaridad, mal que pese a los no pensantes.

Tal vez les sorprendan los puntos que señalo, no verán grandes empresas mundiales, ni centros estratosféricos de alta tecnología, ni siquiera una referencia mundial a ningún producto. No les extrañe, efectivamente la economía catalana luce productos y empresas, e incluso medallas tecnológicas, pero a mi parecer su fuerza proviene más de la historia social y económica que de la propia estructura económica. Entender eso da claves para el futuro que ahora no están del todo exploradas. Reitero antes de pasar a la exposición que los puntos fuertes de la economía catalana se hallan en una zona de influencias y relaciones ciertamente compleja y enmarañada. Probablemente si nos trasladáramos a Holanda diríamos cosas parecidas, no nos debe extrañar.

El primer punto a favor es indiscutiblemente, pienso yo, lo que podríamos denominar la moral del trabajo en Catalunya o el sentido del trabajo como valor de socialización y de éxito (término que aborrezco, pero que utilizo por su brutal sentido descriptivo). El término moral lo aplico en un sentido técnico, me refiero con ello a la relación de la sociedad con el desarrollo personal basado en el trabajo, en la iniciativa empresarial, en lo que ahora se llamaría éxito personal. Esa base decimonónica aún se aguanta. Y es compartida tanto por lo que llamaríamos clásicamente patronos, como con los que antaño se denominaban obreros. El dinero fácil, especulativo no es bien visto, aunque nadie lo rechace y muchos lo busquen, pero no hay que exhibirlo. Se valora y se premia socialmente el esfuerzo que implica creación de trabajo, de empresas, la dedicación y el sentimiento al buen trabajo. No se lo tomen a broma. Catalunya es en buena parte muy parecida a las sociedades de base protestante, con las que coincide en otros muchos detalles, vean sino la política por ejemplo: Catalunya dispone del único partido explícitamente democratacristiano peninsular.

Este análisis, debo reconocerlo es schumpeteriano hasta la médula; y, además, pienso que es aproximadamente cierto. La significación profunda de lo que apunto me hace situarlo en primer y destacado lugar. Harían bien en cuidar ese detalle de carácter social tanto la administración, como las propias empresas. El invento del contrato basura es un misil directo a la línea de flotación de ese carácter, así como todo aquello que aleja a los trabajadores de la identificación con un trabajo bien hecho y bien considerado.

Punto dos, el éxito catalán en los últimos cien años descansa en esa moral y en un entramado productivo muy diversificado, tanto sectorialmente, como por la dimensión empresarial. Tradicionalmente Catalunya ha sido capaz de fabricar de todo a partir de su propia red productiva. Esto le ha ahorrado una parte del sufrimiento que otras zonas industriales europeas han padecido con la recolocación mundial de empresas y sectores, a causa de los monocultivos industriales.

Esta intrincada madeja empresarial tiene una enorme capacidad reproductiva, el éxito de una empresa lleva a que sus empleados se independicen y busquen sus propias oportunidades. Incluso entre las empresas familiares, tan catalanas, es habitual la dispersión familiar. La tasa de creación empresarial siempre, hasta ahora, ha sido la más alta peninsular y probablemente europea. Relacionado con ello también podemos observar una intensa relación inter empresarial, por encima de la competencia que el mercado impone, lo que no puedo hacer yo hoy, lo haces tú. Mañana será a la inversa. A menudo hay sectores que funcionan como grupos empresariales, simplemente vinculados por inciertas afinidades de intereses.

Punto tres, lo anterior se refuerza (o es el motivo original) por la escasa disposición de materias primeras disponible en el territorio catalán. Me explico. Como es evidente, no disponemos ni de agua. El esfuerzo que un país sin recursos naturales de valor (hago excepción del paisaje y de la cocina, el turismo no es más que la explotación, a veces excesivamente brutal e ignorante, de un recurso natural) ha hecho para su desarrollo se ha traducido en un peso fundamental de servicios comerciales, de la intermediación y de la producción industrial que no necesita las fuentes de recursos en su entorno inmediato. Inventiva y servicio. Era eso o morir. Ello define el carácter y la adaptabilidad, factores de sobrevivencia económica solventes donde los haya. Si no lo tiene, se lo busco y si cabe, se lo produzco. Servicio completo.

Punto cuatro, el escaso peso del Estado y de la mentalidad burocrática (en sentido weberiano) que esto conlleva en España, han reforzado esta deriva psicológica catalana de comercial independiente. La confianza catalana en la acción gubernamental no es excesiva, como dato citaré la escasa ansia por acceder a ser abogado del estado que padecemos la mayoría de los catalanes. Esa característica es fenomenológicamente hispánica, en donde el estado difícilmente difunde entusiasmos innovadores y de lideraje, pero si burocráticos que casan poco con mentalidades comerciales. Las pocas veces que una clase catalana ha encabezado proyectos de estado, se ha dejado notar, simplemente por la distinta apreciación de lo que es el mundo económico. Al menos hasta hace unos lustros. Y no se confunda el alma empresarial catalana con la de la Caixa.

Punto cinco, la agricultura se manifiesta como factor positivo, no como ancla forzosa, en su vertiente transformadora: la industria de la alimentación. Ahí es donde el sector tiene peso, no como productor en bruto. Además desde hace más de un siglo la agricultura ha cedido el protagonismo a la industria y al comercio, sin transformarse en el refugio demográfico que ha sido en otras zonas. Catalunya se liberó, si me permiten la licencia, del anclaje agrícola a tiempo.

Sexto, la aparición de una especie de clase social dinámica y emprendedora de personas vinculadas a la administración que entienden que hay que buscarse la vida en zonas poco exploradas: surgen esplendidos proyectos en el área sanitaria, en la biotecnología por la peculiar evolución que la sanidad pública catalana ha tenido y en otros muchos campos. Existen otras zonas en donde se producen iniciativas parecidas aunque con menos relevancia mediática, pero lo brillante es que son producto de acuerdos que surgen del mundo público y enlazan con el privado. Tal vez los juegos olímpicos fueron la plasmación explicita de la existencia de esta clase de personas y de la dinámica económica nueva que suponen. Ninguna coincidencia –dicho descriptivamente y sin ninguna intención retrancosa-- con la Expo de Sevilla.

Séptimo, tal vez no sea una cualidad intrínseca, porque cabe pensar que es una consecuencia de lo dicho hasta ahora, un buen nivel de equilibrio social. Las diferencias de renta, de calidad de vida han sido y continuaran siéndolo si sabemos manejarlo un enorme activo social y en consecuencia económico.

En este escaso listado, consecuente con lo dicho al inicio, no despliego planetas, ni freixenets, ni siquiera aparece el acelerador de partículas. Insisto en que nuestro país tiene las oportunidades que su historia ha forjado en forma de carácter comercial, de aprovechar conocimientos y oportunidades y de hacerlo bien. Si no perdemos eso y lo sumamos al inglés y a una mayor formación educativa, técnica y científica seguiremos por el buen camino.

Cambio de tercio de manera intempestiva:

“Rodríguez Ibarra escribe: balanzas fiscales, cristales rotos: la gracia de la política consiste en eso, en intentar que el que más tiene pague para equilibrar al que no tiene. Eso es lo que defiende un socialista.” La frase anterior define, no lo que defiende un socialista, sino lo que defiende alguien interesadamente, ocultando realidades que no quiere explicar.

En primer lugar, nadie discute en Catalunya la redistribución de la renta en base a un sistema fiscal progresivo. Esa es la base de una sociedad democrática. Significa que el que más tiene, viva donde viva, paga fiscalmente más. Y esos fondos se distribuyen para que todos puedan disfrutar de servicios públicos equivalentes. Por lo tanto un catalán o un extremeño de renta alta aportaran al fondo común para que un catalán y un extremeño de menos recursos tengan los mismos servicios públicos.

De ello se deduce que las aportaciones las hacen las personas, no los territorios, no hay ningún impuesto sobre la riqueza territorial, ni en España, ni en el mundo. Hay impuestos sobre la riqueza personal o empresarial y sobre el movimiento económico.

Lo que hay es flujos de recursos hacia los territorios desde la caja fiscal común. Lo que se discute en Catalunya es eso. Catalunya quiere un nivel de aportaciones adecuados a sus necesidades, de la misma manera que Extremadura. Catalunya quiere poder ofrecer a sus habitantes servicios parecidos a los que puede obtener un extremeño. ¿Qué hay de malo en ello? Tal vez que hasta ahora el sistema de redistribución ha estado pervertido y ha confundido redistribución de la renta con impuesto territorial. Y eso ha afectado intensamente la distribución de servicios públicos en términos de igualdad. ¿O es que alguien piensa que en un territorio una persona debe disponer de menos servicios que en otro?

Lluis Casas (Parapanda School of Econmics)

lunes, 14 de abril de 2008

NUEVO GOBIERNO SIN MEDIO AMBIENTE

unes, abril 14

NUEVO GOBIERNO SIN MINISTERIO DE MEDIO AMBIENTE

Por don Lluis Casas

Como este medio digital no es una agencia de noticias, no les voy a comentar lo estupendos que son los nuevos ministros, ni sus defectos con el vestuario. En cambio les voy recomendar prudencia y calmantes para dos de los aspectos públicos que habitualmente son materia de mis comentarios, la economía y el medio ambiente, en relación a los nombramientos hoy previstos. Aclaro que dos días después todavía no acabo de entender lo de medio ambiente, medio rural y marino.

Las circunstancias políticas internacionales respecto al cambio climático me hacían presumir que las elecciones darían un golpe de timón a la tendencia tan consistente de esconder la cabeza bajo tierra frente a los retos ambientales. Ya nadie duda de que la humanidad, en el peor sentido del término, puede acabar pasándolas canutas por la irresponsabilidad frente al enorme impacto climático y biológico que está causando en nuestro único, de momento, hogar terreno.

Hasta hoy, nuestro país era uno de los más incumplidores en sus obligaciones internacionales y de los más tibios en las reformas que sus vecinos europeos asumían con normalidad. Pues bien, la novedad del gobierno es que desaparece el ministerio de medio ambiente y se agrupa la cosa con otros ambientes, como el nuevo término indica: ministerio del medio ambiente, medio rural y (supongo medio) marino. Inicialmente se propuso uno más directo a la mandíbula, agricultura y medio ambiente. Supongo que el schoc fue tan grande que alguien propuso una capa de pintura para evitar determinadas vergüenzas. El resultado es lamentable tanto lingüísticamente, como técnica y políticamente. Hago aquí un alto diciendo que acepto tres meses de prueba.

Tenemos en primer lugar un problema de palabras, varios medios no suman uno entero. La relación entre un parte subvencionadora, con recursos europeos menguantes, dependiente de la idiosincrasia agrícola y con una permanente tensión frente a las políticas de medio natural y hidráulica no será feliz, y mucho menos eficaz. La relación entre medio ambiente y agricultura es un choque de trenes. Me permitirán una licencia: entre un tren que quiere llegar a la hora y otro que lleva 20 años de retraso, yendo hacia atrás.

Años atrás los asuntos ambientales estaban adscritos mayoritariamente a fomento. Fueron años oscuros. La carretera se impuso al impacto ambiental. La configuración de un ministerio dio alas a las políticas ambientales, a los técnicos de nueva hornada formados en universidades y en las administraciones sensibles. Empezó la guerra. Los resultados no han sido los mejores, pero los intereses ambientales estaban defendidos por una estructura coherente con su característica de política transversal. El medio ambiente afecta a industria (todas las licencias por actividad), urbanismo y obras públicas (evaluación ambiental), agricultura (medio natural i biotecnología), transportes y salud (contaminación), saneamiento (residuos), abastecimiento y política hidráulica, etc. Ahora siendo un apéndice de una de ellas su capacidad de influencia tenderá a reducirse.

El asunto del medio ambiente no merecía tal castigo, al contrario podía ser la guinda a un cambio de estructura política del país. No parece que vaya por ahí la cosa.

En economía y puestas las bases de un crisis intensa, parecía que el refuerzo a todo lo que supusiera cambio de modelo de crecimiento sería lo deseable. España ha crecido por encima de la media mediante la especulación de los valores inmobiliarios. Hoy esta vía parece muerta y no disponemos de alternativas serias. Este modelo no es nuevo, así ha sido en reiteradas etapas. La urbanización española es más reciente que la de otros países y eso debía notarse. Pero la reiteración del modelo lo ha transformado en un monstruo que devora a sus hijos y a través de las hipotecas, me temo, que a sus nietos. La insistencia en torno a una vicepresidencia económica clásica, nada aventurista, pero que ha producido una enorme inacción frente al modelo inmobiliario merecía un tratamiento novedoso. La mezcla de acción ortodoxa y un impulso decidido por sectores nuevos será el parto de los montes. El tío Solbes va a tener que lidiar con el amigo de su jefe, provinente del sistema bancario y de la universidad, con un más que inútil departamento de vivienda. La buena noticia, aunque incompleta, está en innovación. Solo espero que no se líe con los catedráticos y piense que en educación y familia se han dejado olvidada la maquinaria de la formación profesional. En total, una mezcla que no augura mucha novedad real en términos industriales, ni empresariales.

En fin, en aras de la inmediatez, así lo veo yo hoy.

Lluis Casas

sábado, 5 de abril de 2008

ATENTOS A LO QUE DIGO: La guía del agua

En pleno caos hidráulico y a falta de alguna mente que clarifique las cosas, les apunto una guía turística a través del problema del agua y de la sequía, cosas relacionadas pero no iguales. El mal debate que observamos en los medios informativos y en los políticos está lleno de desconocimientos queridos unos, ignorados otros, así como de intereses de poder y económicos de aúpa. Solo les diré que el mercado del agua envasada en el area metropolitana de Barcelona (ese mercado es una curiosidad catalana, puesto que en el resto de España el consumo de agua envasada es marginal) es equivalente a la facturación total del agua servida a través de las redes domésticas. Ahí es nada. La presunta información que circula es de una vaciedad asombrosa y las pseudo interpretaciones de algunos periodistas distan de la realidad la misma distancia que la Tierra de las estrellas.

La guía consiste en un recorrido por los epifenómenos acuosos, siendo, como son todas las guías turísticas un apunte de la totalidad.

  1. Las infraestructuras principales en Catalunya son de los años cincuenta, sesenta y setenta. Embalses, grandes canalizaciones, etc. Mientras las competencias han estado en manos del gobierno central y en las de la derecha catalana en el período democrático el sistema no se ha movido significativamente. El vuelco de la situación data del 2004 con el primer gobierno de izquierdas y los acuerdos con el gobierno central a propósito de los nuevos planes sobre trasvases.
  1. Los gobiernos conservadores de CIU no hicieron prácticamente nada importante respecto al abastecimiento en el área de su competencia. Su estructura administrativa (la actual ACA) se centró en la depuración y en conexiones parciales entre territorios, nada que incrementase la capacidad de reserva de agua, eje del problema. Si se plantearon incrementos del abastecimiento a zonas agrícolas (el canal Segarra-Garrigues por ejemplo), pero parecía que lo urbano (5 millones de catalanes) no les interesaba. Finalmente, incluso la concreción del abastecimiento a las comarcas leridanas es fruto de la acción del gobierno de izquierdas.
  1. El trasvase del Ródano es una opción de negocio francesa que no cuenta con el acuerdo del estado propietario, ni de la autoridad regional. El tiempo necesario para su construcción es larguísimo (en torno a diez años), sin incluir sus fases administrativas y políticas, imposibles de preveer. Los 300 kilómetros de conducción no son precisamente una nadería. Cito de pasada que la toma de agua para el presunto trasvase se realiza aguas abajo de las centrales nucleares del Ródano. Huelga decir que el trasvase del Ródano está rodando por tierras catalanas des de hace quinquenios, sin que el gobierno de CIU decidiese o hiciesa nada definitivo.
  1. Su alternativa, las plantas de desalación son operativas en cuatro años. En Catalunya hay una en funcionamiento (Tordera, que se ampliará) y una en construcción (El Prat de Llobregat) que aportará caudal al consumo el próximo año. Planta fue impulsada por el primer gobierno de izquierdas, por lo que está dentro del calendario previsto.
  1. La sequía es un factor determinante en el Mediterráneo, por lo que la planificación territorial y la implantación de actividades deben supeditarse a la planificación hidráulica. Incluyo aquí el turismo, como no, pero también la producción agrícola y sus sistemas de riego. Los gobiernos de derechas no hicieron nada al respecto, el agua era una consecuencia del deseo de los promotores inmobiliarios y de la expansión de la producción agrícola, sin más consideración.
  1. La actual sequía, en otra hora nombrada doña Pertinaz, es la más intensa de los últimos cincuenta años, luego se desprende que no resulta extraño padecer tensiones de abastecimiento y necesitar de acciones complementarias a cualquier planificación prevista.
  1. El consumo de agua en Catalunya se distribuye de la siguiente manera, en torno del 75% consuno agrícola, el resto a distribuir entre la industria y el consumo humano. Las cifras son relevantes al respecto de la escasa acción sobre los sistemas de riego, futura fuente de ahorro en el consumo.
  1. El consumo de agua urbano se ha moderado enormemente en el área metropolitana de Barcelona. Las administraciones y los consumidores han hecho bien sus deberes. Probablemente es la zona de urbanismo denso más moderada en consumo de agua que podamos citar. El consumo por cápita está en torno a los 110 litros diarios, cuando resulta habitual situarse sobre los 200.
  1. En Catalunya y especialmente en la zona metropolitana de Barcelona la incorporación de los costes de producción de agua al “recibo” funciona adecuadamente (aunque con fallos en las zonas rurales y en el consumo agrícola). No así en la mayor parte de España, en donde el coste real está subvencionado.
  1. La aportación del gobierno catalán al ciclo del agua (en la zona de su competencia, las cuencas internas) a partir de los ingresos fiscales es simbólica, unos 6 millones de euros, frente a un coste por encima de los 700 millones. Eso significa que el consumidor catalán paga prácticamente la totalidad del coste. Existe un matiz entre distintos tipos de consumidores, unos pagan más y otros menos.
  1. Los planes de reutilización de aguas depuradas, obtención de cabales alternativos a través de pozos, capas freáticas, etc. está a un aceptable nivel de desarrollo. Incluso el porcentaje de depuración es alto, restando tan solo los sistemas que afectan a las zonas rurales menores.

Con estos conocimientos básicos deduzco que cualquier lector interesado sabrá interpretar la confusión actual. En todo caso debería separar determinadas incapacidades comunicativas del consejero vigente en la materia, de forma que no le estorben en su raciocinio.

Lluis Casas, esperando la lluvia.

jueves, 3 de abril de 2008

QUÉ PASA CON LA ECONOMIA CATALANA? (1)

En los últimos años se ha ido generando, en base a múltiples informes técnicos y a apreciaciones de diversos colectivos económicos, un cierto aire depresivo frente al futuro de la economía catalana. El asunto ha estado en la prensa por distintos motivos, a causa de la crisis de las infraestructuras, por los déficits de financiación de la Generalitat, por una pérdida ligera pero consistente de crecimiento respecto a la media española, por el efecto de los precios “catalanes” más inflacionistas que la media, por la productividad, por la crisis de ciertas empresas, etc. Cierto es que por otro lado la tasa de crecimiento ha estado a buenos niveles y ha proporcionado una mejora en el ranking europeo. Pero me temo que el asunto no es ese.

Pienso que en el fondo de las informaciones y de las interpretaciones hay un mensaje de calado: Catalunya, todo y mejorar, va dejando de ser la locomotora económica española y se ve paulatinamente alejada de los primeros puestos por actores tradicionales como Euzkadi y Madrid, y por otros nuevos como Aragón y Navarra, dejando en el margen a las vecinas Illes, en donde el monopolio turístico descoyunta cualquier comparación y a la Comunidad Valenciana, varada en una vía muerta entre el urbanismo loco y la fórmula uno.

Esa “sensación” de pérdida de ritmo de pedaleo catalán se refuerza con las vicisitudes de la política y del gobierno. Ni una, ni otra dan (o han dado) respuesta eficaz a ese estado psicológico. Como sabemos muy bien, en economía la impresión subjetiva vale su peso en oro o en plomo, según lo positiva o no que sea. Lo cierto es que hay elementos objetivos para dudar del buen futuro económico catalán, como los hay que generan una cierta confianza dentro de una fase de atonía comparativa.

Lo que está ocurriendo entre la competencia es esencial. El empuje madrileño es intenso y basado en algunos factores sólidos: la capitalidad y la intensidad de la inversión pública, la confluencia entre los intereses de las ex grandes empresas públicas y su localización central. Madrid aspira, según demuestra el recorrido desde la plaza de Sol al aeropuerto, a la cifra mágica de 8 millones de habitantes: una ciudad región al estilo parisino o londinense. Se está preparando para ello y absorbiendo población, recursos, empresas, etc. La globalización económica y el papel lingüístico juegan a su favor.

La situación vasca es de otra dimensión y mucho más útil para aprender de ella. Nadie daba ni un duro por Euzkadi hace veinte años, con una crisis industrial que afectaba a los sectores básicos de su estructura económica y con un problema político y social que turbaba al más templado. Tengo la impresión que Euzkadi ha estado al borde del abismo económico. Hoy las perspectivas han cambiado mucho y Euzkadi retoma su viejo papel hegemónico en diversos sectores nuevos. Obviamente, el sistema de financiación de que disfruta no es ajeno a ese “milagro”. La administración vasca dispone de recursos suficientes y de capacidad política para ser una importante impulsora de su economía. En una reciente visita saqué la impresión de encontrarme en un país ciertamente magnífico en su aspecto.

Como podemos observar en ambos casos, tanto en Madrid como en Euzkadi, el papel público es fundamental para su desarrollo y en los dos se produce una confluencia entre poder político y económico. Esa confluencia, querida o no, ha conseguido una aparentemente sólida marca de ir por el buen camino que incentiva el crecimiento.

Los agentes menos tradicionales, como Aragón y Navarra, son casos distintos a los primeros. Todo y que afectan a la moral catalana por su búsqueda de oportunidades allá donde esta era claramente hegemónica: industria automovilística y su entorno y una gran diversificación industrial con sectores altamente tecnológicos. En el caso de Navarra confluye una industria alimentaria con futuro y una situación de financiación pública equivalente a la de Euzkadi.

¿Qué podríamos decir respecto a Catalunya? Empezando con lo aparentemente negativo, cito en primer lugar la escasa sintonía real entre la coalición de centro-derecha con monopolio político de 23 años y el mundo económico y empresarial autóctono (son cosas no exactamente iguales). CIU, sorprendentemente, nunca consiguió planear la actividad económica y la política. Sus consejeros en la materia se parecían más a un agente sindical de determinadas patronales o grupos de interés que verdaderos agentes del impulso económico (dejo en el tintero de momento el gobierno de izquierdas con cuatro años a cuestas).

En segundo lugar cito a la eminencia gris de la economía catalana, el grupo La Caixa, ampliamente conocido por su eficaz gestión en sectores garantizados. Creo que nunca un grupo económico de las dimensiones de la Caixa ha sido tan poco actor en positivo para la estructura industrial y de servicios avanzados de su territorio-base. Nada que comparar con la banca más tradicional, como el Santander y el BVVA. La Caixa ejerce de sargento mayor en Catalunya, controlando autopistas, flujos hidráulicos y de otros fluidos. Su actividad más renombrada es la difusión científica y artística, en donde triunfa por goleada. Eso si, sin riesgo alguno, como el pasado más reciente ha demostrado. Como cliente no tengo nada que decir, prefiero un banquero cauto que otro alocado. Pero en tanto que primera empresa del país el asunto es muy distinto. Madrid podría ser un caso parecido con Caja Madrid, pero en el fondo la fusión política y financiera ahí ha funcionado y la influencia de la banca tradicional es también muy importante. Insisto en ello, la dirección del grupo La Caixa es peculiar, pues responde a una estructura de propiedad social muy difusa que ha generado una especie de sistema feudal hereditario, ajeno al mundanal ruido y con unas excesivas ansias de manejarlo todo.

Los gobiernos catalanes, el ancien règime y el actual, han topado a muchos niveles con las pretensiones de La Caixa (sorprendentemente parece que los lideres socialistas son los que se encuentran más a gusto con los directivos de La Caixa, no así los otros socios del gobierno). Las entidades financieras del pelotón perseguidor, principalmente Caixa Catalunya y Banc de Sabadell no pueden substituir el papel hegemónico predominante en parte por dimensión y en parte por falta de ambición.

En tercer lugar sitúo el entramado empresarial catalán, tan peculiar él, con familias que hacen y deshacen pequeños imperios en concordancia cronológica con las distintas generaciones. Un empresariado con una larguísima tradición de no haber conseguido construir grandes empresas de influencia y de dimensión europea o mundial. Eso duele y afecta profundamente a una economía que no puede apoyarse en la gran empresa pública o ex pública. Esta característica tiene algún lado bueno: en Catalunya la diversificación productiva es muy grande, por lo que ofrece amplios recovecos y refugios a la creación de empresas y a las crisis periódicas. Todo hay que reconocerlo. El entramado empresarial no se entendería sin sus organizaciones corporativas, también un tanto histriónicas, encabezadas por agentes de cola (¿será tal vez por la clásica discreción del catalán rico que prefiere actuar a través de testarrefos?). El pasado reciente de estas organizaciones tiene un cierto parecido con una agencia de socorros y lamentos mutuos, nada parecido a una ejecutiva capacitada para definir el futuro.

Paso al cuarto lugar con el lío de las infraestructuras. Caso muy conocido y comentado, del que señalaré solamente que se basa en la más estricta realidad. Catalunya está afectada por una falta solemne de sistemas de transporte, energéticos, hidráulicos, ambientales, etc. La visión centralista de un reequilibrio peninsular en base a las inversiones públicas además de no ser cierta, debilita lo mejor frente a un sistema global muy competitivo. Recuerden que Catalunya lucha en la liga general y goza de fronteras inmediatas por donde circula todo el flujo mercantil español. ¿No merece eso un trato adecuado? También señalaré que la situación no es nueva y que en otras épocas la sociedad económica (empresarios y el gobierno local) dieron pasos para solucionarla. Hoy esa acción unilateral interna parece corta de miras.

El quinto se refiere, cómo no, a la financiación pública. Como en el punto anterior constato su palpable existencia y su afectación solemne sobre las prestaciones sociales ampliamente entendidas. Cito como más significativo todo aquello que afecta al futuro, educación, universidades, desarrollo territorial, etc. Base del crecimiento y, si es el caso, del desarrollo. Un individuo catalán no pude acceder a la beca que por ser andaluz sí lo hace (con toda la razón del mundo). Para evitar malentendidos, ruego que se vuelva a leer la frase anterior: la beca para la persona andaluza no se discute; es su ausencia aquí en Catalunya. ¿Lo repito otra vez?

Sexto. Dejo para el final un asunto más complejo, que solo apuntaré. Pienso que a parte de los factores anteriores, totalmente objetivos, Catalunya sufre una falta de gobierno eficaz (no me atrevo con eficiente) atroz. La capacidad de gobierno que dispone Catalunya, entre la estructura local y la autonómica, permitirían amplias posibilidades de acción en muchos órdenes que limitarían los costes de lo que anteriormente he citado o que incluso los podrían eliminar. Ni la falta de infraestructuras, ni de financiación evitó la construcción de las primeras autopistas de España (ejemplo reciente). Ni las mejores escuelas profesionales en los años veinte. El impulso olímpico también forma parte de esa moral ganadora y arriesgada que debe tener un buen gobierno. La falta de líderes políticos que se atrevan con la economía es una constante y la incapacidad para el acuerdo colectivo otra. La lista de acciones gubernamentales a emprender es larga y citaré solo unas pocas que me parecen posibles y eficaces: la primera la irregular distribución territorial de la riqueza, que ha transformado en costes lo que podría ser un margen de beneficio social y económico. La segunda, la inaplazable reforma de las estructuras productivas turísticas, otro coste real. La tercera, la falta de desarrollo industrial de la base agraria, que haría de motor interior y equilibrador de un país patas arriba. Ninguna supone para un gobierno riesgo electoral por eso las cito.

En fin, ahora debería pasar al programa de acción basado en todo lo positivo que dispone Catalunya. Cosa que dejo, oportunamente, para un ulterior artículo.

Lluis Casas (Parapanda School of Economics)