martes, 28 de septiembre de 2010

MAÑANA, HUELGA GENERAL






Considero que no hace falta animarles a hacer huelga mañana miércoles 29 de septiembre. Entre otras cosas existe el factor tiempo, escribiendo esto hoy, difícilmente lo leerán con tiempo para hacer sus cavilaciones y tomar una decisión. Otra es que el lector de Metiendo Bulla tiene genes de huelguista general y no necesita más que la convocatoria para tener clara su decisión.


Dicho eso, les presento mis excusas por la tardanza en publicar ese titulo de hoy. Estos últimos días ha dado por finalizar la historia familiar en torno a la ley de la dependencia. Mi madre, personaje real de las visicitudes que les he ido contando, ha fallecido. Lo ha hecho victoriosamente acreditada como gran dependiente y obteniendo de los fondos públicos una aportación del 50% del coste de la residencia en donde fue acogida hace tres semanas. Su estado era de una dependencia absoluta, su acción humana era ya inexistente y finalmente, por razones de existencia de vacante, fue llamada a ocupar una cama residencial.


Estos últimos días han surgido informaciones acerca de los porcentajes de ancianos o de personas dependientes que tienen una plaza acorde con su estado, su estado físico o mental y su estado económico. El porcentaje es lamentablemente bajo. La significación de ello es que para la administración y para el ciudadano y contribuyente, esa red de servicios sociales no es, siendo como es alarmantemente insuficiente, una prioridad.


Les llamo la atención en torno a las inconsecuencias del sistema de protección social en España. Mi madre tardó tres años en acceder a una plaza residencial. El coste de ella, en términos de coste de servicio público, está en unos 2.000 euros mensuales, de los cuales la familia o el afectado aporta en este caso el 50% como ya he dicho anteriormente. Ahora bien, si la necesidad es sanitaria, como lo fue en el caso de mi madre hace unos pocos días, su ingreso en urgencias, su incorporación a una planta de medicina interna y todo el tratamiento durante todo el tiempo que fué necesario es totalmente gratuito y accesible fácilmente.


No estoy argumentando a favor del copago sanitario, en absoluto, estoy argumentando a favor de un equilibrio más racional entre servicios sociales y sanidad. Una, la sanidad, se ha desarrollado en términos de magnitud y calidad de forma excelente, siempre considerando los entornos. La otra, los llamados antes servicios sociales, son todavía algo por definir adecuadamente. En un caso tenemos una estructura de servicio que ha terminado siendo un sistema (de salud), la otra es un conjunto de normas y usos aun por definir como sistema.


No tengo más razones para explicarlo que en el sistema de salud, los intereses económicos, gremiales, profesionales, científicos y tutti quanti son enormes y han facilitado ese tránsito desde la salud como un pequeño sistema a caballo entre lo privado y la caridad (no más allá de los años cincuenta) a un sistema de enorme desarrollo y calidad.


En los servicios sociales no hemos abandonado la bandera (oculta ahora, pero existente) de la caridad pública o religiosa. Aunque la realidad contradiga eso, en el fondo unos y otros vemos al sistema de red social como un elemento caritativo o de benevolencia y no un sistema de derechos ciudadanos. Creo que el camino emprendido terminará en algo parecido al sistema de salud, pero, de momento, esa idea está lejos de la realidad.


La reflexión viene a cuento y enlaza con el titular por motivos obvios. Nos estamos jugando a una ruleta rusa el sistema de protección social, los derechos sociales y si quieren una parte de la esencia de la democracia, la justicia social y un nivel de igualdad frente a las desgracias de la vida. Tal vez la huelga no logré cambiar la tendencia, pero el neoliberalismo que nos invade y diluye debe enterarse que ese camino no será de rosas precisamente.




Lluis Casas confeccionando la bandera de CCOO

viernes, 17 de septiembre de 2010

HAN VUELTO LOS FASCISTAS




Entiéndanme bien, con ese título me refiero a un lento proceso mediante el cual cualquier idea progresista, solidaria, tolerante, racional, con componentes sociales está siendo substituida por los tradicionales eslóganes populistas, racistas, segregadores, culpabilizadores de la crisis a las minorías indefensas, clásicos en ese no pensamiento social y político y muy conocidos a poco que recuperemos la memoria de los años treinta. Todo empezó poco a poco, primero con justificaciones aparentemente comprensibles. Dadas por los que no eran fascistas, pero que pensaban que estos serien útiles a sus fines: la destrucción de los partidos y sindicatos obreros, en fin socialistas, comunistas y anarquistas. Ese olor profundamente inquietante está volviendo. No de la mano de los propios fascistas, especie casi extinguida, sino de la mano de políticos, partidos, grupos económicos, mediáticos, etc. que alimentan fines parejos a los citados: el fin del sistema social, del pacto social.

Para justificar lo escrito, no solo me refiero a esa vergüenza francesa que es la expulsión étnica, realizada con toda la desvergüencita ética, con toda la trampería administrativa, jurídica y política que la está acompañando. Que enlaza con los inicios de anteriores procesos que acabaron en el exterminio. Es una acción propia del gobierno de Vichy. El asunto es mucho más grave.

No solo me refiero a la toma del poder por la extrema derecha americana, de momento en pleno exitoso asalto al partido republicano (no precisamente un dechado de tolerancia y justicia social).

No solo me refiero a la confirmación del poder de la derecha económica en España (y en el mundo), con flagrantes situaciones de injusticia fiscal, laboral, de vivienda y un largo etcétera.

No solo me refiero a la campaña orquestada y seguida por medios públicos, entre ellos Catalunya Radio, en contra del sindicalismo y de los derechos sociales. Independientemente de los errores de los propios sindicatos.

No solo me refiero al abandono lento de la ayuda a los desfavorecidos del mundo, al objetivo de que el mundo es de todos.

No solo me refiero al abandono de cualquier programa global y coherente de sostenibilidad y de reducción del cambio climático (ellos creen que con menos humanos mejor).

No solo me refiero al abandono paulatino del pacto post guerra mundial en torno a un estado de derecho y a un sistema de protección social para todos.

No solo me refiero a la extrema languidez del proyecto europeo.

No solo me refiero a…

Ese mal olor, ese tufo a sutil represión que estamos empezando a respirar, es la antesala de un cambio de modelo social y político.

Que nadie se llame a engaño: cuando se rompen, aunque sea parlamentariamente, los acuerdos profundos sobre ese modelo social, como el cambio en las relaciones laborales o la próxima contrarreforma de las pensiones, es que está en curso un cambio político profundo. La Tatcher no solo rompió a los sindicatos ingleses, rompió un determinado modelo de país, de compensaciones sociales, de sistema democrático.

Ahora será en España.

Lluis Casas, francamente (nunca mejor dicho) alarmado

miércoles, 15 de septiembre de 2010

PEOR DE LO IMAGINABLE






No se me asusten demasiado, pero es evidente que la evolución de la economía, o mejor, que la conducción de la economía no consigue remontar y los efectos sobre la ocupación generan un profundo agujero negro social. Poco a poco, el asunto del empleo va tomando forma de variable estratégica. Es la consecuencia más cruenta de la crisis que afecta a lo que es esencial en la vida, el derecho a un trabajo digno que permita una vida medianamente aceptable.


Al quite del asunto está la economía sumergida, o pónganle el nombre que quieran. Ahí tenemos un porcentaje de ocupación irregular que es un amortiguador muy eficaz de la tensión social. Ya en anteriores periodos de crisis eso (el monstruo del trabajo informal, de la empresa fantasma, etc.) ha sido la salvación, por una parte, de muchos trabajadores (lo que significa simplemente aceptar un grado de explotación superior al normal a cambio de una cierta sobrevivencia básica) y de la base económica de las pequeñas empresas. Escondidas del fisco, de la seguridad social o utilizando dudosos procedimientos legales, esquivan costes sociales, laborales, ambientales, administrativos y fiscales. Así van tirando en espera de tiempos mejores. Las hay que tradicionalmente se mueven en ese submundo, que muchos no quieren ver, otras se sumergen en épocas de vacas flacas, o, simplemente, promueven actividades y negocios en el submundo porque en la superficie no hay alternativa.


Recuerden el estúpido debate en torno a los mercadillos del top manta. Eso es simplemente una anécdota frente al enorme volumen de la economía “informal”. Me atrevería a decir que más de un 20% del PIB circula por esos caminos discretos y alejados de los peajes.


Siempre ha sido así. En mayor o menor medida e independientemente de la coyuntura o del ciclo económico. La presión administrativa y fiscal siempre ha sido débil, fluctuante, poco dada al enfrentamiento con una realidad que dejaba una parte de la economía en una zona sin normas básicas. De ahí una parte del déficit fiscal, sin lugar a dudas y de la debilidad sindical o de la baja productividad. El país ha aceptado como normal que una parte de su economía siga un sendero distinto al legalmente establecido, beneficiando a un numerosísimo grupo de empresas o trabajadores que hacen renuncia de la implicación social en aras de trabajar y cobrar. La anuencia del consumidor es básica en el esquema, la pregunta sobre si quiere la factura con IVA o sin el (a mi me la han hecho hace dos días) es corriente. El consumidor para ahorrase ese porcentaje colabora egoístamente en el mantenimiento de una estructura empresarial débil, anómala respecto al modelo social e, incluso, político.


Dicho eso, ¿nos hemos de alegrar o no de la existencia de ese sector por sus benéficos efectos sobre las tensiones sociales que produce el paro? No se qué decirles. Si trabajar sin contrato, sin horario, sin factura, sin licencia evita que muchas familias queden en la más absoluta intemperie, no seré yo quien las acuse con el dedo de la ley. Aunque reconozco que esa solución crea, tal vez, más problemas que remedios. El corto plazo, la salvación del ingreso semanal, hace que las medidas contundentes puedan retrasarse. Es la hipocresía de la derecha, de la izquierda (¿) al mando, les reducimos las pensiones, los subsidios, los echamos del mundo del derecho social (que es digno y político) para permitirles una especie de prostitución para sobrevivir. Hacemos la vista gorda si cobran por unas chapuzas, si nos arreglan una avería, si producen algún objeto de utilidad, vendiendo su alma de ciudadano por la sobrevivencia del esclavo.


Ese indigno presidente federal nos cuenta desde Noruega que ha descubierto la sopa de ajo, que los trabajadores en fase de formación, cuando han perdido o no encontrado empleo, son útiles al país, es, dice, como si estuvieran ocupados. Ese pobre hombre, sentado en su alta poltrona no atiende a la realidad, no sabe nada o miente mucho. Si leen este mes el Mientras Tanto, tendrán al alcance neuronal una explicación del verdadero papel de la formación en el paro y un detalle de lo compleja que resulta ser. La formación para los parados tiene sentido si hay alternativa de ocupación, si el país tiene algún plan respecto a su estructura productiva y respecto a los cambios que se necesitan en las habilidades laborales. ¿Un pintor de brocha gorda reconvertido en qué? Añadamos que puede tener más de 40 años y ser negro como el carbón. ¿Qué nos dice ese presidente desalmado respecto a eso?

Atiendan a lo que digo, pienso que a diferencia de otras crisis esta presente tendrá muy peores consecuencias sobre el empleo. Alguien lo ha dicho: una generación perdida. Yo añado que pueden ser más.




Lluis Casas, organizando la Huelga general.



domingo, 12 de septiembre de 2010

EN APOYO DE LA HUELGA GENERAL DEL 29 S

Cambiar de política, defender los derechos sociolaborales
MANIFIESTO PROMOVIDO POR PROFESORES DE UNIVERSIDAD Y PROFESIONALES DE LAS DISTINTAS ESPECIALIDADES




La crisis económica no tiene sus causas ni sus respuestas en el mercado de trabajo. Nuestra experiencia nos enseña que ninguna reforma de la legislación laboral ha servido para crear empleo, sino que la recuperación económica y el crecimiento provienen de otros factores. El panorama español muestra grandes desequilibrios sectoriales y territoriales, en la conformación del mercado de trabajo con la misma legislación laboral estatal. La reforma del mercado de trabajo promulgada por el RDL 10/2010, de 16 de junio, es perjudicial porque impone un cambio desigual en la regulación del trabajo que empeora y hace retroceder las garantías sobre el empleo de los trabajadores. Y es contraproducente porque desgasta el diálogo social como método de gobierno proporcionado de las relaciones laborales y porque fracasa en la intención de cambiar el modelo de crecimiento sobre el que se deben asentar las relaciones económicas y sociales en una perspectiva de salida de la crisis.La reforma laboral del RDL 10/2010 no tiene relación con el recorte del déficit ni con la contención del gasto público. Tampoco busca la recuperación económica. Se dirige a otro objetivo: abarata, facilita y subvenciona el despido, obstaculizando y debilitando el control judicial del mismo, modifica de manera muy significativa las causas para los despidos objetivos por causas económicas, tecnológicas, organizativas o de producción; no impide el fraude en la contratación temporal ni impone límites eficaces a la misma, rompe el sistema de negociación colectiva sectorial a través de su inaplicación en las empresas que aleguen dificultades económicas, da un impulso a la precarización a través de las ETTs en varios sectores sensibles y de riesgo, como la construcción y las Administraciones públicas y liberaliza las agencias privadas de colocación.El RDL 10/2010 sitúa al ordenamiento jurídico laboral español entre los niveles más bajos de la protección de los trabajadores europeos. Aumenta el autoritarismo en la empresa y erosiona las garantías de los derechos laborales, autolesionando así de forma grave el sistema democrático de relaciones laborales. Con ello se ignora que existe una relación directa entre economías fuertes con crecimiento equilibrado y sistemas de plena tutela de derechos laborales y un sindicalismo con relevantes poderes de regulación de las relaciones laborales. La reforma laboral aprobada impide que se hable de un cambio de modelo económico, porque no es posible desarrollar una economía sostenible y competitiva con un modelo laboral cada vez más precario y regresivo. Considerar que el modelo laboral y el modelo productivo no se interrelacionan mutuamente es un grave y oneroso error que nos persigue a lo largo de muchas décadas.Más allá de la reforma laboral, el Gobierno parece decidido a “quemar las naves” en su deriva liberal de sacrificar derechos laborales y de protección social ante los mercados financieros y anuncia agresivos recortes en materia de pensiones, así como de prestaciones sociales, sanidad, servicios sociales y otras, que podrían reflejarse en los Presupuestos Generales del Estado de 2011. Bajo la excusa de hacer sostenible el Estado de Bienestar, se reducen derechos conquistados tras ardua y larga lucha: para mantenerlo, se debilitan una y otra vez sus pilares hasta su práctica demolición. Mientras tanto, tenemos una presión fiscal sensiblemente menor que la media de nuestro entorno europeo, claramente injusta y regresiva y con insoportables niveles de fraude sin que se tenga voluntad decidida de perseguirlo eficazmente.Los ciudadanos tenemos que reaccionar ante este aluvión de medidas injustas y regresivas que reducen nuestros derechos como trabajadores y como sujetos activos en la vida social y política. Concebimos la participación democrática como un proceso permanente y continuo que no se reduce sólo a la participación electoral para la formación de los órganos legislativos de la nación. Creemos que la huelga general no es sólo una forma de exteriorizar un conflicto social amplio y profundo, sino ante todo un acto decisivo de participación democrática que expresa, mediante la paralización de las actividades productivas y de servicios de un país determinado, la importancia del trabajo en la sociedad del siglo XXI y la necesidad que se respeten los derechos laborales como condición de ciudadanía plena.Por eso las mujeres y los hombres que firmamos este manifiesto, desde nuestra variada situación de universitarios y profesionales de todo tipo, expresamos públicamente nuestra opinión, de sumarnos a la convocatoria de huelga general para el día 29 de septiembre en la idea que este acto de participación democrática y ciudadana obligue a los poderes públicos a cambiar de política, abandonando estas reformas globalmente regresivas y socialmente injustas.JULIO 2010

viernes, 10 de septiembre de 2010

LA HISTORIA SE REPITE



Nunca he pensado que eso sea cierto. La historia nunca se repite, aunque algunas veces lo parezca. Las circunstancias, las personas y los hechos tienen tal variación que nunca nada es lo mismo. Aunque se parezca y, a veces, se parezca mucho.


Viene a colación ese comentario por el anuncio del Presidente Obama de un plan especial de inversión pública de muchos millones de dólares (39.000 millones) para incentivar las infraestructuras del país. Lo que busca es ayudar al escuálido crecimiento económico americano y, sobre todo, a generar ocupación, el gran motivo del incremento de la distancia entre el personal del país y el presidente.


Obama empezó la andadura hecho un príncipe de Dinamarca, dudando entre las propuestas de impulso público a la economía, con déficit público incluido, y las propuestas conservadoras tendentes a limitar el papel estratégico del gasto público en la crisis. Todos ellos creyentes fundamentalistas en que la administración es una manirrota. Finalmente las dudas quedaron en planes que fueron acusados de cortos de mira por la sección, diríamos, socialdemócrata del país.


La realidad, dura ella, ha venido a confirmar que así ha sido. El impulso público ha quedado corto y la economía americana corre hacia el crecimiento nulo. Por otra parte, la ocupación ha estado dejada de la mano de dios (dios, es decir los creyentes en el papel residual de la inversión, del gasto público) y no ha reaccionado como esos creyentes en el milagro privado esperaban (o no) con crecimientos espontaneos, aquello del “le monde va de lui même”.


La falta de nuevos puestos de trabajo está laminando el prestigio del presidente entre los sectores que son votantes sólidos de los demócratas, el paro del 10% está resultando insoportable. Por ello, la rectificación era forzosa.


Otros aspectos han tenido su peso, como los comentarios diarios del premio Nóbel Krugman, muy acertado en los análisis y preediciones. Ese aliento seguro que ha tenido que ver (Krugman como representante de los economistas de raíz keynesiana) y del movimiento sindical por descontado.


Todo ello es una especie de repetición de lo que ya aconteció en la crisis de los años treinta. Roosevelt cambió el rumbo a las políticas económicas imperantes (el gasto público es nocivo) y lanzó los programas vinculados al New Deal. Pero se quedó corto, como ahora Obama, tal como le repetían los partidarios de la acción gubernamental (un cierto Keynes entre ellos), Roosevelt tuvo que rectificar y reforzarlos posteriormente. A continuación la guerra mundial puso sobre el tapete el mayor gasto público imaginable y pocos lo discutieron.


Esa acción de Obama deberá vencer la oposición del poder político parlamentario del Congreso, en donde la ciencia económica poco puede hacer y la ideología neoliberal campa a sus anchas. Si supera el escollo obtendremos el espejo en donde mirarnos. Eso, claro, con meses de retraso.


Lluis Casas, pensando eso del ” ya lo decía yo”.


Posdata:

1. Recuerdan la serie de artículos sobre la ley de la dependencia que un servidor les endilgó en su día, pues bien, tengo noticias que les seguirán ilustrando sobre la capacidad de nuestra sociedad (ojo, no solo la administración, sino la sociedad) para atender a sus ancianos:

Dos años y dos meses después de ser calificada como gran dependiente, con diagnóstico de Alzheimer avanzado, mi madre ha recibido una llamada de la residencia, ya puede ingresar. Mi madre tiene 90 años y depende en lo más absoluto de terceros.


2. La pornografía en los medios públicos catalanes campa por sus respetos. En TV3 y en Catalunya Radio, un insigne implicado en el caso de Santa Coloma, su ex alcalde por más señas, ha sido llamado a declarar en su propio favor. Entregar a un presunto implicado ese regalo de oro, la audiencia, y hacerlo con la grácil habilidad de presentar el asunto como cualquier otra cosa es denigrante. Otra cosa fuera que en esos programas, que además pugnaban entre ellos en atribuirse el “somos los primeros”, el presunto culpable pasará a culpable por confesión propia o para sacar pruebas irrefutables de su inocencia. Pero no fue así, parole, parole, parole de presunto culpable. Fantástico periodismo destructor.






martes, 7 de septiembre de 2010

EL NUEVO CURSO






Felizmente terminadas las largas vacaciones agosteñas, liberados ya del disfrute diario de la siesta. Agradablemente exentos de la inclemente insolación en la playa o del rebaño en la piscina substitutoria, ahuyentadas las visitas recalcitrantes de familiares o de amigos poco deseados y un largo etcétera de incomodidades, nos enfrentamos sin más tapujos a un calendario político de armas tomar que se prolonga hasta las presuntas elecciones al estado federal allá en el marzo del 2012. En el plazo inmediato tenemos el aperitivo del Parlament de Catalunya (ahora con cierta seguridad en la fecha), a finales del próximo noviembre, seguirá un primer plato con las elecciones locales y autonómicas de la primavera próxima y para finalizar el comistrajo tendremos el plato fuerte estatal.


Eso por una parte. Por otra, tenemos los vaivenes de la crisis económica actuante tal que una ruleta rusa o neoliberal que nos distrae, nos asusta o nos da repelús, según como nos va a cada uno. Pero no acaba ahí la cosa, no crean, puesto que los asuntos a devengar son muchos y variados y tienen más aristas que una torre poliédrica de ocho lados. Para comprobarlo hagan simplemente su propia lista de eventos en los que de alguna forma se hallan incluidos ustedes o sus próximos más allegados, tanto porque sus efectos los han de notar en el bolsillo o en la moral, y verán.


La lista, deben reconocerlo, es de aúpa. Para enfrentarse a ella les daré un consejo: no la contemplen como un paquete sólido, único. Desmenúcenla punto por punto, asunto a asunto. Tratada así es más tolerable, incluso manejable, genera alguna esperanza y, llegados al caso, es perfectamente asumible dentro de la perspectiva temporal del universo. Finalmente tomen una copa de fino y unas tapas. Eso lo arregla todo.


No les hablaré de mis pronósticos electorales, mi propia encuesta particular no es fiable, como tampoco las estadísticamente elaboradas; ahora bien sí les hablaré del hilo del que penden realmente las elecciones, la economía y sobre todo la ocupación. En el fondo de la esperanza a plazo real. Ese hilo no es el único, muchas elecciones se han ganado por asuntos externos a la economía, como el tratamiento que se dio a un atentado terrorista por ejemplo. Pero hay que reconocer que una situación de mejoría económica ayuda mucho a hacerse con los votos necesarios.


Como habrán observado, he citado la economía y la ocupación, así por separado. E, incluso, cito ocupación y no paro. Cosa que hago reconfortándome con la argumentación de Krugman en El País de hace pocos días. En ella aludía a la poca atención que el mundo político y económico hacía a la base de la tranquilidad humana, la existencia de un trabajo que permita vivir decentemente. Los políticos y los ecónomos que mandan huyen absolutamente de las exigencias para mejorar la ocupación. Ya vendrá el verano después del invierno, nos dicen. Esa argumentación es solemnemente falsa. Para los trabajadores la ocupación decente es imprescindible y quienes nos administran la economía debieran entender que la democracia y los votos responsables son sustancia del trabajo decente. De ahí su acento excesivo e ideológico por el déficit presupuestario y no por la tasa de paro, por la tasa de ocupación, por los salarios medios, por la masa salarial, por el peso del salario sobre el PIB, etc.


Hay ahí, a parte de complejas explicaciones metodológicas, un sentido de clase cada vez más exacerbado. Si un alto ejecutivo estropea una empresa, la respuesta es, tal vez puesto que no es seguro, el despido con una alta recompensa. Miren sino esos emolumentos de la Caixa de Catalunya para no ir demasiado lejos. Ahí se expresa el sentido de clase. Como también lo hace cuando se trata de definir qué se hace con las picardías del parado, a las que hay de perseguir implacablemente. O con las pensiones del jubilado. Jubilado, claro está, que no estuvo en nómina bancaria o en la presidencia de la patronal española, por poner el más claro ejemplo de lo discordante del discurso del déficit.


Hoy, lo absolutamente necesario, es trabajar para edificar ocupación. Si es con un déficit controlado y ejemplarmente administrado, no hay que dudarlo. Ese déficit se enjugará con crecimiento, es decir con salarios que pagan IRPF, IVA y lo que le cuelguen.


El otro día, en un periódico, alguien citaba el peligro de la ruptura social y de la creación de tensiones descontroladas en la sociedad si los ejemplares políticos y los ecónomos al mando no dan con el botón de la ocupación. Una forma de decirles que si no lo hacen por convencimiento podrían tener que hacerlo por miedo. El miedo es otro síntoma del sentimiento de clase, vaya que si.



Lluis Casas, advirtiendo que el horno no está para bollos.