jueves, 30 de diciembre de 2010

MÁS SOBRE EL MAMONEO






Espero que las fuerzas vivas desencadenadas nos permitan a un servidor y al dueño del local (mi hermano de leche y tinta) continuar nuestra inmensa labor en beneficio de la verdad. Si no es así, espero que ustedes nos asistan en el entierro y en las demás gestiones administrativas. Lo digo por lo que escribo a continuación, un desarrollo más de lo que inicié con Biutiful y siguió con la saga de los chupones y vividores. Más adelante aparecerán los nombres.Pues bien, ustedes estarán al tanto de unas extrañas noticias en torno el presidente de Catalunya Caixa, que estos últimos días han circulado de forma abrupta por los medios. Si no es así ahí va un resumen:El presidente de la nueva caixa, pronta a desaparecer y convertirse en un vulgar banco (y no se extrañen si lo hace bajo las siglas caudinas de uno pre-existente para reforzar así ese buen hacer monopolista financiero), tendrá una dedicación parcial al cargo y cobrará 200.000 euros por esa circunstancia aleatoria (para los vejetes como yo, eso son 34 millones de pesetas, casi tres kilos mensuales, por ir al curro de vez en cuando). Nada dicen de otras prebendas y sinecuras que puedan haber, compensatorias de la mala vida que tiene un presidente de una caixa. Entidad de carácter social, como ustedes saben muy bien cuando contemplan intereses e hipotecas en sus recibos.El asunto ha pasado un tanto desapercibido, todo y que la cifra no es precisamente hipnótica. Ahora sabrán porqué.El presidente sugirió a la Junta que preside un sueldo allá por los 800.000 euros (136 millones de pesetas, o lo que es lo mismo más de 11 millones mensuales. Un sueldo messiánico como ven). La cifra era una alegoría de lo que cobran sus equivalentes en la Caixa de verdad (por si no lo saben la cifra ronda los 3,5 millones de euros, unos 600 millones de pesetas, 50 millones mensuales, que son unos 2.5 millones por día de laboro. Fainé y compañía). La ligera sugerencia presidencial fue acogida, diríamos, con enormes aplausos, dado que una gran parte de los presentes entendió que si el presidente triplicaba el sueldo respecto al ocupante anterior, a ellos les pasaría más de lo mismo. Hay que decir en honor a la verdad que el presidente entrante estaba dispuesto a abandonar todas las demás ocupaciones y, al parecer, así lo hizo en la confianza que ese ligero incremento de los emolumentos presidenciales no tendría problema ninguno.Ahora bien, un alma maligna (de la junta probablemente), absolutamente maligna y falta de todo lo que debe tener un juntero de una caja, filtró la noticia y el Banco de España que por lo visto sabe leer y recibe los periódicos y las noticias de las agencias de prensa hizo una llamada (desconozco quien la hizo y quien la recibió) alertando a la nueva Catalunya Caixa que si seguía por ese endemoniado camino mordería el polvo de las aportaciones del Banco de España. Claro está que Catalunya Caixa gracias a una excelsa gestión durante los años de la precrisis se había aventurado excesivamente y su situación actual es más bien negra que otra cosa. Es, en definitiva, una caja en la UVI bancaria. Por lo que es una institución enormemente sensible a las sugerencias del Banco de España.En definitiva, después de la llamada las cosas se reorientaron, el sueldo se redujo a la misma cifra que cobraba el anterior presidente, un tal Don Narcís Serra, con el ajuste de la dedicación comentado. Una guinda espléndida que dice mucho de la importancia de las cosas, del significado de los cargos, del amor patrio y todas las demás zarandajas de ese club que mal gobierna realmente el país.Necesitamos como el agua de mayo un Wikileaks patrio; nos consta que en breve surgirá en Parapanda algo por el estilo. Se imaginan que todo el mundo supiera todas esas pequeñas verdades que son inmensas vergüenzas. Yo me apunto.





Lluis Casas cabreado y sin premio de la lotería, no como otros que se lo fabrican solos

NUEVOS DATOS SOBRE CHUPONES


Les he citado en el último artículo, Biutuful, una pequeña lista del verdadero significado de Catalunya, olvidé un detalle de enorme significado y que ahora les cuento:


El MNAC. Efectivamente, bajo esas siglas existe el Museu Nacional d’Art de Catalunya. Fíjense las veces que aparece el refugio patrio en tan pocas palabras, el 50%. Eso significa que el aliento catalanista es principal en el asunto. El MNAC es una creación preolímpica, surgida del pacto Pujol- Maragall en fechas en las que la pelea de gallos no tocaba. El Ayuntamiento puso lo preexistente, el estado federal los dineros y don Jordi Pujol puso la N y la C.


El MNAC, como tantos grandes museos con aspiraciones, tiene una asociación d’Amics del MNAC. Se trata de apoyar y favorecer las actividades del museo. Estupendo, muy europeo. En general, esas asociaciones están formadas por insignes culturales y ricos aportadores de fondos y otras hierbas. Sigue la cosa sin objeción alguna digna de mención.


Pues bien, parece ser que en la revisión de cuentas que las ilustres instituciones que velan por el buen funcionamiento de las cuentas públicas ha aparecido que ese augusto gremio de amigos del MNAC entiende las cosas muy al revés que en Europa o en América.


No dan nada, por lo visto solo reciben y no crean que solamente entradas gratis (el catalán, yo incluido, gusta extraordinariamente de las cosas gratuitas, como los caracoles o els bolets y las entradas gratis, claro). Els amics del MNAC reciben del MNAC una substanciosa subvención para sus cositas. “Uns amics subvencionats”, diríamos en el catalán real. El MNAC tiene “uns amics subvencionats”.


Así cualquiera tiene amigos. Yo, por la cuenta que me tiene, no voy a volver a la taberna, no sea caso que mis amigos se hayan enterado del asunto y me reclamen la subvención para seguir criticándome.


La cosa les parecerá de poca monta, pero no lo es. Ahí se esconde el verdadero significado que tiene para el magma que manda en Catalunya el patrocinio, el impulso al país, etc. etc. Simplemente la figuración y las prebendas.


Les prometo una continuación de lo dicho citándoles quienes son los que mandan en realidad en Catalunya, ahora que el gobierno de izquierdas se ha ido a hacer puñetas. Les anticipo, que en contra de lo que puedan pensar, los conocen a todos. Catalunya es cosa pequeña y con un par de contactos se consigue reunir a toda la familia.




Lluis Casas, pillado en una addenda.

BIUTIFUL



No voy a hacerles una crítica del film de Alejandro González Iñárritu, ni mucho menos. Simplemente recomendarles que, si no lo han visto, háganlo. Y, si lo hacen, agárrense bien los machos, puesto que el film no es para los flojillos de espíritu. Al margen, la simple contemplación del inmenso Javier Bardem ya vale la pena y los siete euros.


Estamos en la Barcelona de ahora en una aventura de descenso a los infiernos, tal que el Congo o el Perú de la semana pasada. La diferencia es la actualidad. La Barcelona de hoy, como muchos han advertido, tiene distintas caras: la del gran Woody Allen, una Barcelona satisfecha de haberse conocido y la que ahora el mejicano González Iñárritu nos muestra. Cierto que, como corresponde a un buen guión, hay acumulación de circunstancias que en la propia realidad no se dan en tan intensa conjunción. Pero es cine, no estrictamente realidad.


Me place ver ese descenso a los infiernos de una sociedad acomodada y me preocupa que sea de la mano de un mejicano y no de un autóctono. Me preocupa por el significado implícito de alejamiento de la dura realidad que nos rodea de los artistas y los intelectuales indígenas. ¿Dónde están…….? Que no dicen nada de nada.


Catalunya, lo he escrito de diferentes modos, es una sociedad muy cerrada, cercana a la mafia siciliana, pero sin sangre. Aunque, tal vez, sea al revés, la mafia siciliana es un derivado altamente agresivo del dominio catalán de la isla, ¿quién sabe?. De todos modos, nada se mueve en Catalunya sin que el poder real lo permita. Catalunya tiene una apariencia de liberalidad de vida que se rompe cuando se cruza la frontera ambigua de la crítica y, sobretodo, de saber la verdad. El asunto del fin del gobierno de izquierdas y el golpe contra Maragall del 2006 han de leerse desde esa perspectiva. Vean si no la siguiente lista, hecha a vuelapluma con el periódico delante:


Uno. La familia Carulla, Avecrem, sospechosa de manejos de fondos en paraísos fiscales. La familia Carulla fue elegida por el magma que manda en Catalunya para rehacer la moral del Palau. Un expolio burgués con connotaciones políticas de altos vuelos que terminará en nada por connivencia judicial y mediática. Más o menos como aquel escándalo de Banca Catalana.


Dos. Felipe González es nombrado por Gas Natural, una empresa catalana, miembro del consejo de administración con un sueldo o dietas de mucho más de 100.000 euros. Hay que aclarar que ese emolumento es por asistir a tres o cuatro reuniones federativas y por utilizar las zonas de influencia que un ex presidente del gobierno posee. Felipe González ya goza de una merecida pensión de presidente y probablemente otros emolumentos had hoc. Además, dice, es socialista y un defensor del ajuste duro sobre trabajadores y pensionistas. Un buen equilibrio ese del emolumento privado, más el público, más… y el ajuste para los otros. Síntomas que la presidencia de los gobiernos mata sensibilidades. O es que don Felipe González requiere ingresos extra para problemas familiares, si es así, nada que objetar, la familia es la familia. Eso debían pensar los de Gas Natural, para la familia todo lo que sea necesario.


Tres. Durante la manifestación del sábado y a la altura del Corte Ingles, frente a la perplejidad de los compradores navideños que no creían lo que veían sus ojos: unos miles de rojos pidiendo caña al gobierno, tres individuos echan cuentas sobre los ingresos de algunos. Sale el caso de Cataluña Caixa y de su ex presidente, otro socialista que quedó un escalón por debajo del anterior. Don Narcís Serra. La suma de dietas, sueldos, pensiones y otras circunstancias nos acerca peligrosamente al millón de euros. Reconocemos, un tanto asustados los contertulios manifestantes, que tal vez habremos exagerado algo, nos ponemos de acuerdo en cien millones de pesetas. Y, que se sepa, don Narcís no tiene descendencia que lo obligue.


Cuatro. En Cerdanyola, en un terreno de muchas hectáreas y de mal nombre Can Planas, se ha encontrado un inmenso vertedero de materiales más que dudosos. Por las fechas que la noticia indica, la cosa empezó antes del nunca bien alabado gobierno Pujol y duró y duró, tal que las pilas, hasta hace relativamente poco. Por lo visto, nadie se dio cuenta de nada, simplemente 60 camiones diarios con carga altamente contaminante visitaban el terreno y volvían más ligeros al lugar de origen. La casualidad indica que el nuevo gobierno convergente lo arreglará: pagará el ciudadano, no lo duden y no será probablemente con los dineros ingresados por el impuesto sobre las grandes herencias. La parte más curiosa de la noticia es que no se citan las empresas que depositaban cariñosamente su mierda en el terreno, ahorrándose sus buenos dineros, ni tampoco las empresas que se lucraron con el negocio del almacenamiento tumultuoso. Ni, obviamente los nombres de propietarios o directivos. Eso en catalunya no se hace. La Vanguardia dixit. Quien sabe, algún día alguien descubrirá carpetas con expedientes, pero, no lo duden, será dentro de muchos años y con las facturas pagadas.


Mientras esas cosas ocurren, el infierno que tenemos en casa sigue y se amplia. Si en Biutiful son chinos o subsaharianos, confabulados con nuestra aportación lumpen, hoy el infierno atraviesa el túnel de la Rovira y desciende lentamente por el Ensanche. La miseria se extiende incluso en territorio comanche.


Podemos hacer dos cosas, cerrar los ojos y cruzar los dedos o reducir el déficit. A ver si adivinan que se está haciendo. Efectivamente, cerrar los ojos, cruzar los dedos y reducir el déficit. Lo han acertado.



Lluis Casas, volviendo a casa por navidad.



lunes, 20 de diciembre de 2010

EL BIEN, ESE ESPÍRITU INEXISTENTE





No teman, no les hablaré de las elecciones catalanas, ni de los controladores aéreos. Dado que la vida diaria ya va llena a rebosar de multitud de perplejidades y falsas noticias o rumores interesados sobre esos casos o sobre la saga del Wikilíks, yo me acojo a otras preocupaciones. Hoy tengo la intención de llevarles al verdadero infierno. O al menos les indicaré el camino de la mano del eminente Don Mario Vargas Llosa.


Como bien nos advertía Valeri Grossman en la enorme “Vida y Destino” (novela con una precisa base histórica que en su momento fue debidamente recomendada por el que firma), el bien no existe, solo existe la bondad cuando los humanos damos por acometer actos buenos. Pero en sí, el bien, como objeto moral, no existe.


En su momento, ese enfoque de la conducta humana y de las múltiples filosofías políticas y revolucionarias, me dejó ciertamente perplejo. La frase puesta en boca de una especie de menchevique en animada conversación pregulag es repetida posteriormente en un campo de concentración por un interno soviético a las propuestas de un nazi recalcitrante en “Las Benévolas” de Jonathan Littell, publicada no hace mucho y, también, recomendada.


En ambos casos el horror es el motivo del comentario, los gulags o los campos de exterminio nazis son su entorno. Pero sirve para caracterizar una infinidad de hechos históricos o actuales, el colonialismo, el imperialismo, la inquisición y un lamentable etcétera que tenemos más cercano. La búsqueda del bien, como algo abstracto e independiente de la caracterización concreta de cada acto se traduce en su propia inexistencia. Solo queda para consuelo humano el acto bueno y solitario. Mario Vargas Llosa termina de remachar ese clavo infernal con el “Sueño del Celta” que, como ustedes saben, es de recientísima publicación y en plena coincidencia con el Nóbel de literatura.


Ya, Adam Hochschild en el año 2005 nos hizo leer el testimonio de la falta del bien en “El Fantasma del Rey Leopoldo”, verdadero anticipo y efecto desencadenante de la actual novela-biografía de Roger Casement, el que viajó dos veces al infierno de lo humano en el Congo de Leopoldo y en el Perú amazónico y que Vargas Llosa nos ofrece.


El descenso a los infiernos de Roger Casement, diplomático británico, irlandés sin saberlo, persona de hombría y buena voluntad terminó con su ejecución en la horca británica por espía alemán a mediados de la primera guerra mundial. Un espía que no lo es, puesto que lo que hace es servir a la Irlanda nacionalista en su búsqueda de la independencia de Gran Bretaña.


Los infiernos de Casement atañen al colonialismo en África, en el Congo propiedad personal del rey de Bélgica, Leopoldo, que consigue enormes riquezas por la explotación despiadada del territorio y del exterminio de la mitad de la población, dicen que más de 10 millones de congoleños. Todo ello bajo los eslóganes de la religión verdadera, de la civilización occidental y de cuantas monsergas quieran que ocultaban la verdadera misión y los verdaderos métodos. Y, todo ello, sin campos de exterminio, sin cámaras de gas, simplemente con el machete y en su caso el revólver o el hambre.


Leopoldo pone en marcha una empresa para acumular los máximos beneficios al coste más bajo posible y un sistema de imagen y comunicación para que envuelva el producto como algo benevolente. Todo ello ha estado dignamente reelaborado en las escuelas de negocio actuales, eso si, con menos sangre visible. Les ahorro los detalles de las tácticas y de las estrategias, simplemente les diré que el esclavismo fue (o es) más benévolo que la empresa industrial de Leopoldo.


Les recuerdo que el polaco ilustre de nombre Joseph Conrad escribió “El Corazón de las Tinieblas” en recuerdo maldito de aquellos días en que pilotaba para Leopoldo. Francis Ford Coppola utilizó esa novela del Congo para su descenso a los infiernos del Vietnam americano. La saga sigue, sigue la saga.

El hombre que lideró la destrucción del mito de Leopoldo, Roger Casement, se vio envuelto de nuevo en una aventura similar en el Perú amazónico. Aventura económica sin tapujos religiosos o morales, sin líder regio ya, pero encabezada por una empresa británica que utiliza métodos tan ortodoxos como los de Leopoldo: el terror al límite, la acción despiadada, la avaricia sin medida y la ocultación hábil de los métodos con unas víctimas parecidas. En África fueron los congoleños, en Perú los indios amazónicos. El nuevo infierno también es puesto al descubierto, como la primera vez. Todo ello suena a conocido, a repetido y a esperado. La diferencia es que el testimonio está elaborado con conciencia y con ciencia, de modo que no deja el más pequeño resquicio a la duda y a la esperanza.


Causa sorpresa que en la evolución del personaje, que sin Vargas Llosa sería absolutamente desconocido, derive hacia el nacionalismo irlandés y no hacia el socialismo o el comunismo. Recuerden que estamos a finales del siglo XIX y principios del siglo XX y la aventura infernal dura veinte años. El momento nos lleva a enormes luchas de clases, a revoluciones proletarias, comunistas, anarquistas, etc. El marxismo está implantado en todo el mundo y produce por todas partes organizaciones sindicales, políticas, etc. con la mira a la liberalización del hombre. Pues bien, Sir Roger Casement no se siente atraído por nada de esto, su discurso es humanista exclusivamente, se mantiene por más de veinte años en un combate prácticamente personal sin plantear que el mal tal vez se hallé más allá de los culpables concretos. Su fin es que cese el exterminio, los malos tratos profundos y que se otorgue algún salario a las víctimas.


¿Cómo fue posible esa distancia entre Casement y los años más turbulentos de una época?


Finalmente la identificación con el futuro se queda en Irlanda y en el movimiento por la independencia, con la sublevación de Semana Santa, con la creación de la brigada irlandesa, con la aportación de armas para la guerra de liberación. El substrato social, económico que vivió en África y en el Perú no parece que tuviera ninguna relevancia.


En fin, después de tantos consejos de lectura, les insisto: lean a Vargas Llosa y a los demás, pero acuérdense de atarse los machos puesto que lo que leerían e imaginaran es el puro infierno humano.



Lluis Casas, por Navidad


miércoles, 1 de diciembre de 2010

UNA JORNADA PARTICULAR




Lo que les quiero contar es directamente ajeno a las elecciones propiamente dichas, aunque tenga mucho que ver con ellas y con una generación de personas muy concretas que han estado en el poder a diversos niveles y que por motivos de edad llegan en estas fechas a las diversas fases de la jubilación. Lo que sigue no es una crítica, como verán. En general afecta a personas que estimo.


El sábado asistí a los actos funerarios en honor de una vieja conocida, economista y compañera de trabajo en el ayuntamiento de Barcelona. Una persona querida y apreciada por muchos y excelente profesional. Fallecida prematuramente pero ya con una edad que la proyectaba más hacia el pasado. La triste ceremonia fue, desde mi punto de vista, una premonición del día siguiente (las elecciones) y se convirtió para mí en la representación de una especie de ceremonia funeraria colectiva de una generación. Les cuento.


Son profesionales, académicos, altos funcionarios, expertos en materias sociales, económicas, estadísticas y un largo etcétera.
La mayoría hijos del mayo del 68, del sindicato democrático, de l’Assemblea de Catalunya, en fin de los distintos niveles de la lucha anti franquista. En su mayor parte vivieron la clandestinidad y militaron en partidos o grupos de la oposición al franquismo. Todos comparten universidad, catalanidad y diversos niveles de socialismo. Fueron del PSUC y del anticipo del PSC (y de otros para ser justos), pasaron muchos de uno a otro. Se conocían, se casaron entre ellos y han vivido carreras profesionales y vitales cercanas y parecidas.


Si bien la mayoría no alcanzaron cargos de primera línea, en cambio eran llamados a protagonizar el gobierno técnico de la izquierda en Catalunya y a sentar las bases de una administración moderna, democrática y altamente cualificada, una vez alcanzadas las libertades. Pero no fue así.


La hegemonía política y social de CIU los alejó del gobierno de Catalunya y los recluyó bien en el Ayuntamiento, bien en los organismos metropolitanos, bien en la Diputación, bien en la universidad. O en una combinación de todos ellos. Su aliento llegó en algunos casos a Madrid, de la larga mano del Estado. Pero la mayoría quedó alejada definitivamente de lo que hubieran debido ser y nunca fueron. Los juegos Olímpicos y para unos pocos la presidencia de Maragall fueron su punto álgido y su último refugio. La administración de la Generalitat quedó en manos mucho menos adecuadas.


La destrucción del PSUC y su posterior refugio en el PSC o en sus aledaños ideológicos, organizativos o de gobierno no rebasó, en general, los niveles más discretos. Los hilos que movían la política ya habían pasado a otros grupos humanos. Se quedaron en niveles de segundo orden y cada vez más circunscritos al espacio puramente profesional o cultural. Son buenos economistas o historiadores. En algunos casos excelentes interventores o asesores estadísticos. Excelentes personas. Amigos para siempre.


Volviendo al acto de despedida, me sorprendió que la ceremonia consistiera en unos recuerdos puramente amistosos y enormemente domésticos. Ningún recuerdo de la juventud en lucha, ningún recuerdo de la larga infancia y adolescencia en el paraíso de Franco. Nada de política. El recuerdo borrado. Reset total.


La persona que despedíamos no era probablemente lo que en el argot más duro sería una luchadora, pero si estuvo en esa lucha y tenía sus experiencias y anécdotas que la marcaban y la definían un tanto. Si sus amigos más cercanos solo recordaron canciones y recetas, tal vez fuera porque ya no hablaban de lo que quisieron ser y no fueron.


Me pregunto que tipo de olvido es ese. No se trata de personas inconsecuentes o poco formadas. Al contrario, la mayoría corresponde a quien posee una amplia cultura y una fuerte componente cívica. La edad tampoco es excusa para ese olvido, ni el éxito en otros mundos terrenales, puesto que la inmensa mayoría ha permanecido en el tejido profesional en que inició su andadura o en sus cercanías. Pienso yo que la “normalidad democrática” vivida y, probablemente, la frustración intima por esa laguna curricular que les anticipaba al comienzo, son los elementos para explicar la deriva hacia el mundo personal y al círculo intimo.


Si bien ni por edad, ni por cercanía política nunca llegué a formar parte completamente de esa generación (aunque me acerco mucho, no crean), si he vivido con ellos mucho tiempo y ese día me invadió una enorme nostalgia.



Lluis Casas con el enemigo a las puertas, la vejez.