viernes, 17 de septiembre de 2010

HAN VUELTO LOS FASCISTAS




Entiéndanme bien, con ese título me refiero a un lento proceso mediante el cual cualquier idea progresista, solidaria, tolerante, racional, con componentes sociales está siendo substituida por los tradicionales eslóganes populistas, racistas, segregadores, culpabilizadores de la crisis a las minorías indefensas, clásicos en ese no pensamiento social y político y muy conocidos a poco que recuperemos la memoria de los años treinta. Todo empezó poco a poco, primero con justificaciones aparentemente comprensibles. Dadas por los que no eran fascistas, pero que pensaban que estos serien útiles a sus fines: la destrucción de los partidos y sindicatos obreros, en fin socialistas, comunistas y anarquistas. Ese olor profundamente inquietante está volviendo. No de la mano de los propios fascistas, especie casi extinguida, sino de la mano de políticos, partidos, grupos económicos, mediáticos, etc. que alimentan fines parejos a los citados: el fin del sistema social, del pacto social.

Para justificar lo escrito, no solo me refiero a esa vergüenza francesa que es la expulsión étnica, realizada con toda la desvergüencita ética, con toda la trampería administrativa, jurídica y política que la está acompañando. Que enlaza con los inicios de anteriores procesos que acabaron en el exterminio. Es una acción propia del gobierno de Vichy. El asunto es mucho más grave.

No solo me refiero a la toma del poder por la extrema derecha americana, de momento en pleno exitoso asalto al partido republicano (no precisamente un dechado de tolerancia y justicia social).

No solo me refiero a la confirmación del poder de la derecha económica en España (y en el mundo), con flagrantes situaciones de injusticia fiscal, laboral, de vivienda y un largo etcétera.

No solo me refiero a la campaña orquestada y seguida por medios públicos, entre ellos Catalunya Radio, en contra del sindicalismo y de los derechos sociales. Independientemente de los errores de los propios sindicatos.

No solo me refiero al abandono lento de la ayuda a los desfavorecidos del mundo, al objetivo de que el mundo es de todos.

No solo me refiero al abandono de cualquier programa global y coherente de sostenibilidad y de reducción del cambio climático (ellos creen que con menos humanos mejor).

No solo me refiero al abandono paulatino del pacto post guerra mundial en torno a un estado de derecho y a un sistema de protección social para todos.

No solo me refiero a la extrema languidez del proyecto europeo.

No solo me refiero a…

Ese mal olor, ese tufo a sutil represión que estamos empezando a respirar, es la antesala de un cambio de modelo social y político.

Que nadie se llame a engaño: cuando se rompen, aunque sea parlamentariamente, los acuerdos profundos sobre ese modelo social, como el cambio en las relaciones laborales o la próxima contrarreforma de las pensiones, es que está en curso un cambio político profundo. La Tatcher no solo rompió a los sindicatos ingleses, rompió un determinado modelo de país, de compensaciones sociales, de sistema democrático.

Ahora será en España.

Lluis Casas, francamente (nunca mejor dicho) alarmado