Me permito una lectura rápida de los resultados andaluces, sin dejar reposar la cosa. Ciertamente es un riesgo, pero creo que en esta ocasión lo hay menos.
En primer lugar señalo que para mí, el probable vuelco del bipartidismo no se ha producido. Tanto el PSOE (sobretodo él), como el PP terminan muy vivos los dos. Obviamente el PP ha sufrido las consecuencias de un gobierno de recorte social y de un autoritarismo muy duro. En cambio el PSOE, asociado a una política muy liberal también y en concierto bancario permanente, ha mantenido el tipo. Pienso que ni a uno, ni a otro le ha afectado el escándalo absoluto de la corrupción, que en Andalucía tiene bien señalado al PSOE.
En segundo lugar, los cambios reales se producen a la izquierda y sobre IU, un elemento sin afectaciones corruptas y con un CV de defensa de los derechos sociales sin discusión. La inmovilidad de IU lo ha relegado a ser el alumno castigado por llegar tarde, cuando el resto, premiados, no habían ni llegado o simplemente no iban a clase. El asunto tiene un doble daño, el primero la reducción parlamentaria a una torre de defensa y el segundo la absorción de voto de un recién llegado sin características claras y que tampoco ha cumplido con sus expectativas de obligar a cambios profundos. Podemos podrá agitar el parlamento andaluz, pero tengo serias dudas de su influencia real sobre los problemas profundos de esa comunidad.
La derecha, el PP, se da un batacazo, cierto. Pero no es de consecuencias definitivas. Conserva un amplio poder de convocatoria que le permitirá mantener las posiciones tradicionales en Andalucía. Añado que además, Ciudadanos se queda con una parte urbana y joven del electorado de derechas, probablemente expulsada por la extrema derecha popular que ha hecho imposible recoger de nuevo el voto de centro.
El fututo inmediato es un gobierno en solitario del PSOE, al que le han eliminado al adversario matizador (IU), pero al que le han creado una amplia huerta en donde recoger lo necesario para ir tirando con su red clientelar con ayudas puntuales. Ahora este, después aquel, simplemente siguiendo la capacidad infinita de no decir nada, ni de comprometer nada de su presidenta. Muy dada a llenarse la boca de elementos simplemente emocionales. No veo por ningún lado la posibilidad de unas políticas que enfrente realmente la estructura económica y social andaluza y que sirvan en los pocos meses de gestión para hacer demostración de que el PSOE se ha aprendido la lección.
Si algo hay que recoger de esta experiencia aún muy inmediata, es que hay que alcanzar acuerdos hacia la izquierda, sin fragmentación y con posiciones sólidas y claras. En las próximas elecciones locales hay un gran espacio para ello, a pesar de su proximidad. Por ejemplo:
¿A alguien le cabe en la cabeza que en Badalona, la tercera ciudad en habitantes de Catalunya, vayan a presentarse al menos tres alternativas de izquierda con nombre unitario? El resultado de ello es simple, un alcalde de extrema derecha, fascistoide, puede seguir en la alcaldía. Y no es el único caso cercano.
El reflejo sobre las elecciones generales está demasiado lejano en estos días que son tan dados a vuelcos vertiginosos, de apariencia letal, pero de esencia meramente mediática. Esperemos.