viernes, 22 de octubre de 2010

COSITAS DEL ARTUR MAS



Como ya saben muy bien, este prohombre de maxilar prominente y fácil historia se presenta como el cambio y argumenta que será el President de un gobierno de los mejores.


Es más que evidente que el eslogan es pura propaganda, sin más contacto con la realidad que el que pueda generar la credibilidad inocente y un tanto estúpida del posible elector.


Artur Mas ya fue miembro de los gobiernos de CIU, con responsabilidades más que importantes, llegó palmo a palmo a Conseller d’Economia y a una especie de vicepresidencia con control total, aunque con otro nomenclátor. Es, pues, responsable en alto grado de la dudosa capacidad de CIU de gobernar adecuadamente el país.


Por otro lado, cuando era un muchacho en formación dirigió sus pasos, o fue dirigido, hacia los substratos oscuros de la “Convergencia dels negocis”, en clara y acertada expresión de la época que apuntaba a los oscuros recovecos del poder convergente. TIPEL (les recomiendo una excursión por Google) fue el estado de formación post académica de Mas. Tipel en donde un entonces discreto Prenafeta edificó una espléndida carrera, ahora culminada con la cárcel preventiva por los asuntos un tanto sueltos de legalidad en Santa Coloma de Gramanet. Recuerden que el hombre llegó a ser el facótum del gobierno Pujol durante años, en un cargo de segundo nivel pero de enorme influencia, secretario de Presidencia si no recuerdo mal. Recuerdo bien la época y un lujoso Jaguar en la puerta de la Generalitat, vehiculo privado del insigne secretario.


Pues bien, esa benéfica acción en pro del país del ínclito Artur Mas se concreto en los últimos años del bipartito (CIU es eso) en una gestión económica más que criticable. Oigan, estamos en unos años en donde el crecimiento era constante, sin crisis y sin presión de los mercados, al menos comparado con lo que ahora está cayendo.


Nos dicen los más antiguos del lugar que CIU llegó literalmente a desconectar los sistemas informáticos de contabilidad para impedir que quedase consignada en el sistema cualquier nueva factura. Ello comportaba la excelencia del método llamado “la factura al cajón y hasta el año próximo, a ver como lo arreglamos”. Muy conocido por auditores y síndicos de comptes. Este asunto tuvo un coste para el gobierno de izquierdas de 2.900 millones de euros en pagos correspondientes a esas facturas ocultas al contable. Eran, en calificativo expresionista, cajones muy grandes para contener esa cifra (que traducida a la moneda antigua son medio billón (de entonces) de pesetas. En el último año de sus fechorías, CIU llegó a valorar el resultado del año 2003 como un rotundo superávit, cuando una vez ya en el 2004, el gobierno de izquierdas valoró que había un déficit de más de 1.200 millones de euros, casi un 1% del PIB y que el endeudamiento real era del 12,4% del PIB en vez del anunciado 7,3%.


En contraste con el gobierno de izquierdas es grandioso, este liquidó el año pasado toda la deuda pendiente a través de los nuevos ingresos generados por el Estatut. Y en plena crisis.


Está falto, pues, Artur Mas de efectivo para proponerse como gobernante de excelencia y como lo nuevo frente a lo viejo. El es, en realidad, lo más viejo del lugar, lo más usado del lugar, con periplos por varias administraciones en donde, hasta este momento, no ha alcanzado la victoria electoral.


Artur Mas no es más, acéptenme el giro, que un técnico del poder de derechas, con fuerte olor a un nacionalismo de naftalina que huirá de cualquier decisión de riesgo por más (de nuevo) que el país lo necesite.


En fin, ahora caigo que esto lo tendrían que decir los que están en campaña y no yo, simple votante.




Lluis Casas con un fuerte cabreo