viernes, 10 de septiembre de 2010

LA HISTORIA SE REPITE



Nunca he pensado que eso sea cierto. La historia nunca se repite, aunque algunas veces lo parezca. Las circunstancias, las personas y los hechos tienen tal variación que nunca nada es lo mismo. Aunque se parezca y, a veces, se parezca mucho.


Viene a colación ese comentario por el anuncio del Presidente Obama de un plan especial de inversión pública de muchos millones de dólares (39.000 millones) para incentivar las infraestructuras del país. Lo que busca es ayudar al escuálido crecimiento económico americano y, sobre todo, a generar ocupación, el gran motivo del incremento de la distancia entre el personal del país y el presidente.


Obama empezó la andadura hecho un príncipe de Dinamarca, dudando entre las propuestas de impulso público a la economía, con déficit público incluido, y las propuestas conservadoras tendentes a limitar el papel estratégico del gasto público en la crisis. Todos ellos creyentes fundamentalistas en que la administración es una manirrota. Finalmente las dudas quedaron en planes que fueron acusados de cortos de mira por la sección, diríamos, socialdemócrata del país.


La realidad, dura ella, ha venido a confirmar que así ha sido. El impulso público ha quedado corto y la economía americana corre hacia el crecimiento nulo. Por otra parte, la ocupación ha estado dejada de la mano de dios (dios, es decir los creyentes en el papel residual de la inversión, del gasto público) y no ha reaccionado como esos creyentes en el milagro privado esperaban (o no) con crecimientos espontaneos, aquello del “le monde va de lui même”.


La falta de nuevos puestos de trabajo está laminando el prestigio del presidente entre los sectores que son votantes sólidos de los demócratas, el paro del 10% está resultando insoportable. Por ello, la rectificación era forzosa.


Otros aspectos han tenido su peso, como los comentarios diarios del premio Nóbel Krugman, muy acertado en los análisis y preediciones. Ese aliento seguro que ha tenido que ver (Krugman como representante de los economistas de raíz keynesiana) y del movimiento sindical por descontado.


Todo ello es una especie de repetición de lo que ya aconteció en la crisis de los años treinta. Roosevelt cambió el rumbo a las políticas económicas imperantes (el gasto público es nocivo) y lanzó los programas vinculados al New Deal. Pero se quedó corto, como ahora Obama, tal como le repetían los partidarios de la acción gubernamental (un cierto Keynes entre ellos), Roosevelt tuvo que rectificar y reforzarlos posteriormente. A continuación la guerra mundial puso sobre el tapete el mayor gasto público imaginable y pocos lo discutieron.


Esa acción de Obama deberá vencer la oposición del poder político parlamentario del Congreso, en donde la ciencia económica poco puede hacer y la ideología neoliberal campa a sus anchas. Si supera el escollo obtendremos el espejo en donde mirarnos. Eso, claro, con meses de retraso.


Lluis Casas, pensando eso del ” ya lo decía yo”.


Posdata:

1. Recuerdan la serie de artículos sobre la ley de la dependencia que un servidor les endilgó en su día, pues bien, tengo noticias que les seguirán ilustrando sobre la capacidad de nuestra sociedad (ojo, no solo la administración, sino la sociedad) para atender a sus ancianos:

Dos años y dos meses después de ser calificada como gran dependiente, con diagnóstico de Alzheimer avanzado, mi madre ha recibido una llamada de la residencia, ya puede ingresar. Mi madre tiene 90 años y depende en lo más absoluto de terceros.


2. La pornografía en los medios públicos catalanes campa por sus respetos. En TV3 y en Catalunya Radio, un insigne implicado en el caso de Santa Coloma, su ex alcalde por más señas, ha sido llamado a declarar en su propio favor. Entregar a un presunto implicado ese regalo de oro, la audiencia, y hacerlo con la grácil habilidad de presentar el asunto como cualquier otra cosa es denigrante. Otra cosa fuera que en esos programas, que además pugnaban entre ellos en atribuirse el “somos los primeros”, el presunto culpable pasará a culpable por confesión propia o para sacar pruebas irrefutables de su inocencia. Pero no fue así, parole, parole, parole de presunto culpable. Fantástico periodismo destructor.