Continuando con
la peripecia articular de la que ya informé y recluido en el breve espació de
la cama, la silla (a ratos) y la ventana (en cuanto puedo), a la vez que
controlando esa docena de pastillas recetadas antes de la crisis farmacéutica,
no me queda más remedio que leer en una posición un tanto adversa gracias al
libro electrónico que muy precautarioamente me regaló mi hija. Es ligero, se
abre cual libro, por lo que se sostiene en un precario pero imprescindible
equilibrio sobre una superficie improvisada y contiene entre 300 y 400 libros.
Incluye imágenes y todo tipo de temas, con un defecto inaudito: no pagina, con
lo cual nunca sabes en donde estás (todo hay que decirlo, te da el porcentaje
de lectura, una manera un tanto neo liberal de informarte). No es que te
pierdas, pues la tecnología todo lo cubre, cierras el libro (es decir lo
apagas) y en cuanto lo desees lo abres de nuevo (es decir lo enciendes) y te
encuentras en donde estabas.
Para quien se
planifique en un inmediato futuro estados de yaciente o paciente se lo
aconsejo. Además es una conexión diligente, aunque limitada, al mundo digital y
permite un repaso a la prensa diaria y a la lectura del blog. No substituye al
mundo clásico libresco, ni mucho menos, pero hace su trabajo en estas complejas
circunstancias.
En fin, que todo
ello me ha llevado a anotar unas cosillas que tal vez les interesen si son
comentadas con suficiente raciocinio y poco interés económico. Ahí van,
esperando a que se me abran las puertas del corral y me suelten. Van a ver.
En razón a la
importancia del asunto (me resisto al término tema, demasiado bizantino para
este caso a fe mía), empezaré conectándome con lo penúltimo del blog, el
artículo de Paco Rodríguez de Lecea, “El Gorrión y los brotes verdes de Rajoy”.
No lo hago para disentir, sino para complementar, pues seria vano y petulante
lo contrario.
Efectivamente el
Presidente bajo el influjo de los augures ha matado una oca y ha leído en sus
entrañas, especialmente en el hígado. Muy dado este a predecir la situación de
la economía española. El resultado del examen ha sido la manifestación urbi et
orbi sobre la gran esperanza blanca que es la economía española para el capital
internacional. Atracción que se debe en exclusiva a la acertada y
manifiestamente aclamada política económica y social del gobierno popular. De
forma matizadamente distinta, pero bajo los mismos disfraces, Monsieur Mas y su
electrizante (a veces electrocutado) consejero de economía hacen parecidos
resúmenes con ánimo más desvaído y menos romano.
Todo ello a
causa, tal como relata Rodríguez de Lecea, que unos inversores habituales del
Hola están comprando acciones, empresas y viviendas.
¿Es eso malo, se
preguntaran ustedes? De ninguna manera si su intención es quedarse y no
simplemente pasar la tarde mientras los precios pagados se incrementan y puedan
venderse con substanciosas ganancias. En ese caso, esos capitales, esas
presuntas inversiones no hacen más que provocar hinchazones en una economía ya
harta de ellas.
¿Y si se quedan,
será entonces bueno, no? Pues depende. Entre una inversión de nueva planta: es
decir que crea nueva base productiva y otra que simplemente compra, la cosa no
tiene color. En el primer caso obtendremos nueva ocupación, generará compras de
equipo, creará redes de comercialización, aportará tecnología o en el súmmum de
lo óptimo la creará. En el segundo es un simple cambio de cromos entre
coleccionistas. Unos sueltan la mosca y otros se la llevan. La pregunta es ¿A
dónde?
No parece pues
que la alegría manifestada por el gobierno y el entorno sea muy sólida. Bill
Gates no ha manifestado su estrategia empresarial comprando lo que ha comprado:
una parte de una constructora. Los chinos tampoco han dicho para que quieren
diez millones de hectáreas construidas o para construir.
De momento, la
información disponible es que entran inversiones que son simplemente primeros
movimientos de peones. Tampoco negaré que eso no sea coyunturalmente positivo,
pero si afirmaré que nadie sabe lo que significa en realidad.
En otros
momentos esas inversiones “in crisis” o “post crisis”, aprovechando saldos o
intentos de huída de escaldados ricos, han servido para substituir fábricas por
centros de distribución. Un cambio que no vale mucho la pena. Por lo que alerto
a las ocas y a sus creyentes que maticen esas celebradas lecturas y hagan algo
más que vocear indigencias.
Lo siguiente en
orden de importancia es, sin lugar a dudas, el caso de Mondragón/Fagor. Un
ejemplo del coste de la expansión empresarial mal calculada y de la ambición y
del dinero que destruyen la conciencia cooperativa y terminan cargándoselo
todo. Ejemplos hailos a montones. En Catalunya esas ambiciones han destruido
mutuas y cooperativas de prestigio y rentables. Aunque ninguna de la dimensión
de Mondragón/Fagor, todo hay que decirlo. Un ejemplo preclaro de economía
social y de encaje territorial parece que no lo era tanto una vez se ha sabido
las circunstancias y la planificación abyecta del desastre. Dicen que los
ejecutivos actuales, formados, ya saben, en las escuelas de negocios se la han
pegado. Es un decir, puesto que los sacrificados serán trabajadores y
cooperativistas. Además de un proyecto al que no le sabíamos debilidades.
A mi entender,
el mundo del cooperativismo, de la empresa social, etc. haría bien en tomar
nota y fijarse que la facturación incrementalista, la expansión a mercados
desconocidos y el ansia por ser el amo conllevan riesgos notables y desgracias
sin cuento. No está mal un modelo de negocio basado en la fidelidad a los
principios y en la prudencia. Y si puede ser, lejos de la línea blanca.
Les advierto que
en la situación en que me hallo me fijo en cosas sorprendentes. Por ejemplo en
los Castells i los castellers, cosa que no había hecho hasta hoy día. Y de
resultas de mi observación aventuro que el éxito popular de esas precarias
construcciones está a punto de venirse abajo y no por el peso del anxeneta,
sino por la necesidad de financiación y lo que esto va a conllevar. Castellers
patrocinados primero, con fajas y alpargatas de colores ciclistas. Después
managers y asesores de imagen, para terminar con gerentes y balance de
situación. No es broma, ya lo verán ustedes. Las plazas de los pueblos animando
a una colla vestida de Gallina Blanca.
En otro orden de
cosas voy a relatarles un cuento sobre cartografía y geología. Asuntos de gran
interés mundano de los que estoy seguro son fieles seguidores. Sus autores son
los gobernantes de uno u otro lado, tal como vamos a ver:
1. Antes del 2005,
existía en Catalunya el denominado “Institut Cartogràfic de Catalunya (ICC)”,
en donde convivían la cartografía y la geología, aparentemente en buena
armonía. Todo ello bajo el mando atemporal de don Jaume Miranda. Factor este a
tener en cuenta en el presente cuento.
2. En el 2005,
a instancias
del Gobierno y aprobado por el Parlament se crea con la
Ley 19/2005
el Institut Geològic de Catalunya,
con personalidad jurídica propia y plena capacidad de obrar para ejercer sus
funciones, separadas del ICC antes citado. Este, el ICC, se mantiene bajo la
dirección de don Jaume Miranda. Les adjunto los motivos substanciales que
llevaron al gobierno de entonces y al Parlament a esta decisión que no tengo
capacidad de discutir: “…Así, pues, se consolida la geología de Cataluña: en el
1874 el canónigo Jaume Almera inició tareas de docencia e investigación en esta
materia y, en 1884, la
Diputación de
Barcelona le encomendó la realización de un mapa geológico de los alrededores
de Barcelona. En 1916, la
Mancomunidad de
Cataluña creó el Servicio Geológico de Cataluña (SGC) con la misión de
continuar los trabajos geológicos en toda Cataluña. El Servicio pervivió hasta
el 1925, en que fue suprimido juntamente con la
Mancomunidad. Después de
la proclamación de la
República y
la aprobación del Estatuto hubo intentos de crear un instituto geológico de
Cataluña, pero quedaron frustrados por la guerra civil y la
dictadura…” Por lo que parece, esa introducción histórica bien
merece la creación del organismo. Ahora bien, pocos años después en el 2013:
3. El gobierno
actual envía al Parlament una ley por la que se unen el Institut Geològic i el
ICC, obviamente con don Jaume Miranda dirigiendo los destinos de las
entidades fusionadas. Todos esperan que la armonía primigenia se haga presente.
Es decir, unos
divorciados se vuelven a casar posteriormente. No se sabe si por intereses o
por amor. Todo en bien de la
Cartografía y la
Geología y
los preclaros servicios al ciudadano. Yo, sin ningún conocimiento geológico más
que las caídas y tropezones habituales en la excursión y sin saber a ciencia
cierta, si la cartografía y los maremotos tiene relaciones incestuosas, me
pregunto: ¿Y todo eso, tan grouchiano, para qué?
Parece ser que
para ahorrar, entre cinco y diez personas se irán a la calle si don Jaume
Miranda (que a todas luces parece ser que es quien corta el bacalao) no lo
remedia.
Lluís Casas,
esperando ir al oculista así que se lo permitan las lumbares para comprobar que
no tiene ninguna enfermedad interpretativa en la vista.