Dicen las leyendas populares que los ancianos tienden a
elegir, consciente o inconscientemente, como día de su muerte uno cercano al de
su nacimiento. Como si quisieran cerrar su ciclo vital de un modo cartesiano y
sin decimales molestos en su curriculum vitae. Sea o no sea así, mis propias
estadísticas disienten en mucho de tal afirmación; sí que es cierto que el
porcentaje de coincidencias no es despreciable, lo que me induce a pensar que
hay capacidad de elección en las circunstancias más inverosímiles o que la Seguridad Social adelantándose a la práctica propuesta
por el primer ministro nipón tiene un equipo de killers con los listados por
orden de nacimiento de los que han superado en exceso según su criterio los quinquenios cobrados en pensiones,
contributivas o no.
Dirán ustedes que soy un mal pensado y acertarán
totalmente. Lo soy, aunque exclusivamente cuando se trata de juzgar u opinar
sobre lo que hacen los de arriba y no estoy mirando al techo de mi apartamento.
Fíjense si no en dos noticias de última hora, una con foto incluida y otra
totalmente letrada. La primera responde a la imagen captada por un fotógrafo
que quiere triunfar de doña Angela Merkel en bañador negro y de cuerpo entero
que alentada por su ferviente marido sale del agua o abandona la playa en donde
ha disfrutado, suponemos, de los placeres terrenales que toda isla griega
ofrece. Así pues esta mujer no es tan fría como la presentaban, le van las
cositas placenteras de la vida. Cosas además que están al sur, como el sol y la
playa a finales de Marzo. Muy distintas a las aguas continentales alemanas
heladas a día de hoy. Esta tudesca de origen luterano y piedra filosofal del
castigo terrenal a los que no cumplen las reglas sagradas del cinturón ajustado
no es tanto como se dice. Por ello me significo que esa base ideológica
protestante tan comentada y tan relevante en los múltiples análisis del porqué
nos estará matando, no es tal argumento, sino un simple camuflaje a otros
intereses más mundanos y menos ejemplarizantes para los mortales sureños. Somos
ya muchos los que hemos advertido del servicio que doña Angela está haciendo a
su sistema financiero (suyo en sentido no etimológico), que ha estado
recuperando inversiones que podrían llamarse con toda claridad de especulación
arriesgada o simplemente loca.
De hecho, este sacro imperio germánico bancario nunca ha
presentado sus cuentas al público como lo han hecho otros. Su información
siempre ha sido sesgada: unos pocos bancos, casi ninguna caja de ahorros han
puesto encima de la mesa de los controladores europeos sus cuentas. En ningún
caso sus cuitas. Parece ser un hecho que una parte significativa de ese sistema
nacional tiene los pies y otras partes del cuerpo confeccionadas con barro mal
cocido, puesto que su dedicación al urbanismo mayestático del sur ha sido
insistente y abundante, siempre claro como acreedores de los bancos que se
mojaban en directo en torno al Mediterráneo. Mientras doña Merkel castigaba a
la inglesa a sus alumnos descarriados, sus bancos recuperaban posiciones y
activos líquidos y dejaban los riesgos a los pies de los gobiernos latinos que
no supieron dejan quebrar a los suyos y repartir de este modo los costes del
riesgo excesivo entre todos los que contribuyeron a la debacle financiera. Esta
mujer además los tiene bien puestos, expresión que utilizo con permiso de mi
cardenal, puesto que ir de jolgorio, aunque sea de jolgorio marital, a una isla
del mar griego tiene su cosa. Incluso, como es el caso, que sea una visita
habitual. Por cierto, ¿qué banca habrá financiado las instalaciones en donde
aparca su moral luterana durante unos días? En fin, ya saben que según una
celebrada afirmación improbada, nos hemos pasado y hemos de pagar la cuenta.
Solo unos cuantos, la mayoría excedentes de cupo del lugar en donde se produjo
el gasto.
El otro asunto, también tiene visos históricos, no
religiosos como el anterior, pero históricos a fin de cuentas. El Financial
Times, producto de la city londinense, por tanto surgida de la pérfida Albión,
sugiere que las cuentas de ahorros en los bancos españoles (excepto el
Santander y el BBVA) están en riesgo absoluto y pueden llegar a formar parte de
las legiones sacrificadas en bien del equilibrio financiero, tal como está
sucediendo más mal que bien, en Chipre. Resulta sorprendente que una institución
de raigambre como el mencionado periódico apunte tan al bulto, sin
consideraciones matizadas, hechos comprobados y cuentas afloradas. Es como si
nos dijeran directamente: saquen sus fondos en donde los tuvieran (excepto los
acogidos al colchón o equivalentes) y pónganlos en el Santander o en el BBVA.
El Sr. Botín y el Sr. González se lo agradecerán.
La pregunta del millón o de los cien mil euros para ser
más precisos es: ¿Eso del Financial puede ser cierto? ¿La Caixa está jodida? ¿Y el Sabadell y la Kutxa ,
etc.? Nadie preguntará por Bankia, ni por Catalunya Caixa, pero una afirmación
de ese calibre y en ese medio parece responder a una contraofensiva sobre la
armada vencible.
En fin, en espera de las sabias palabras del Sr. De
Guindos que nos iluminaran en esta oscuridad se despide de ustedes tanto don
Lluís Casas como su compadre don Enric Oltra, ambos proveyéndonos de saco de
dormir, calefacción local, termo con café y fiambrera para permanecer esta
noche alerta frente a la puerta de su sucursal bancaria, para ser los primeros
y tal vez los últimos.
Y mientras tanto, el registrador de la propiedad, que
ustedes ya saben, sigue ocupado en ampliar sus competencias profesionales para
lo que pudiera pasar. ¿No será eso incompatible?
Lluís Casas dudando si ponerse las
botas montañeras o no.