lunes, 14 de abril de 2008

NUEVO GOBIERNO SIN MEDIO AMBIENTE

unes, abril 14

NUEVO GOBIERNO SIN MINISTERIO DE MEDIO AMBIENTE

Por don Lluis Casas

Como este medio digital no es una agencia de noticias, no les voy a comentar lo estupendos que son los nuevos ministros, ni sus defectos con el vestuario. En cambio les voy recomendar prudencia y calmantes para dos de los aspectos públicos que habitualmente son materia de mis comentarios, la economía y el medio ambiente, en relación a los nombramientos hoy previstos. Aclaro que dos días después todavía no acabo de entender lo de medio ambiente, medio rural y marino.

Las circunstancias políticas internacionales respecto al cambio climático me hacían presumir que las elecciones darían un golpe de timón a la tendencia tan consistente de esconder la cabeza bajo tierra frente a los retos ambientales. Ya nadie duda de que la humanidad, en el peor sentido del término, puede acabar pasándolas canutas por la irresponsabilidad frente al enorme impacto climático y biológico que está causando en nuestro único, de momento, hogar terreno.

Hasta hoy, nuestro país era uno de los más incumplidores en sus obligaciones internacionales y de los más tibios en las reformas que sus vecinos europeos asumían con normalidad. Pues bien, la novedad del gobierno es que desaparece el ministerio de medio ambiente y se agrupa la cosa con otros ambientes, como el nuevo término indica: ministerio del medio ambiente, medio rural y (supongo medio) marino. Inicialmente se propuso uno más directo a la mandíbula, agricultura y medio ambiente. Supongo que el schoc fue tan grande que alguien propuso una capa de pintura para evitar determinadas vergüenzas. El resultado es lamentable tanto lingüísticamente, como técnica y políticamente. Hago aquí un alto diciendo que acepto tres meses de prueba.

Tenemos en primer lugar un problema de palabras, varios medios no suman uno entero. La relación entre un parte subvencionadora, con recursos europeos menguantes, dependiente de la idiosincrasia agrícola y con una permanente tensión frente a las políticas de medio natural y hidráulica no será feliz, y mucho menos eficaz. La relación entre medio ambiente y agricultura es un choque de trenes. Me permitirán una licencia: entre un tren que quiere llegar a la hora y otro que lleva 20 años de retraso, yendo hacia atrás.

Años atrás los asuntos ambientales estaban adscritos mayoritariamente a fomento. Fueron años oscuros. La carretera se impuso al impacto ambiental. La configuración de un ministerio dio alas a las políticas ambientales, a los técnicos de nueva hornada formados en universidades y en las administraciones sensibles. Empezó la guerra. Los resultados no han sido los mejores, pero los intereses ambientales estaban defendidos por una estructura coherente con su característica de política transversal. El medio ambiente afecta a industria (todas las licencias por actividad), urbanismo y obras públicas (evaluación ambiental), agricultura (medio natural i biotecnología), transportes y salud (contaminación), saneamiento (residuos), abastecimiento y política hidráulica, etc. Ahora siendo un apéndice de una de ellas su capacidad de influencia tenderá a reducirse.

El asunto del medio ambiente no merecía tal castigo, al contrario podía ser la guinda a un cambio de estructura política del país. No parece que vaya por ahí la cosa.

En economía y puestas las bases de un crisis intensa, parecía que el refuerzo a todo lo que supusiera cambio de modelo de crecimiento sería lo deseable. España ha crecido por encima de la media mediante la especulación de los valores inmobiliarios. Hoy esta vía parece muerta y no disponemos de alternativas serias. Este modelo no es nuevo, así ha sido en reiteradas etapas. La urbanización española es más reciente que la de otros países y eso debía notarse. Pero la reiteración del modelo lo ha transformado en un monstruo que devora a sus hijos y a través de las hipotecas, me temo, que a sus nietos. La insistencia en torno a una vicepresidencia económica clásica, nada aventurista, pero que ha producido una enorme inacción frente al modelo inmobiliario merecía un tratamiento novedoso. La mezcla de acción ortodoxa y un impulso decidido por sectores nuevos será el parto de los montes. El tío Solbes va a tener que lidiar con el amigo de su jefe, provinente del sistema bancario y de la universidad, con un más que inútil departamento de vivienda. La buena noticia, aunque incompleta, está en innovación. Solo espero que no se líe con los catedráticos y piense que en educación y familia se han dejado olvidada la maquinaria de la formación profesional. En total, una mezcla que no augura mucha novedad real en términos industriales, ni empresariales.

En fin, en aras de la inmediatez, así lo veo yo hoy.

Lluis Casas