sábado, 17 de agosto de 2013

CRÓNICAS BAJO EL CIPRÉS (2)

CRONICAS BAJO EL CIPRES 2: SOSTIENE OLTRA…
Las tardes (la vesprà en puro valenciano y en perfecta definición) y las noches de agosto dan para mucho, según y cómo.
Casi todos los lectores conocen a mi compadre Enric Oltra, coautor de muchos artículos que llevan mi firma e impulsor ideológico de todos, con el que paso muchos ratos hablando de esto o de lo otro en el común lugar de veraneo. Las horas se pasan volando yendo o viniendo de un tema a otro, aunque es justo reconocer que en este estío y en el lugar en donde nos encontramos hay una presencia indudablemente hegemónica, ni que sea por las apariencias externas: Las banderas esteladas o no en la costa y en las entradas a los pueblos, las celebraciones de todo tipo en las que aparece de manera explícita lo del día D, 11 de septiembre, los debates múltiples en donde siempre surge la cuestión, los conciertos de uno u otra en la que el eslogan vuelve a ser el mismo, las camisetas del Barça trasmutadas hábilmente en la senyera y las playas, centro de interés y documentación en torno a rumores, fechas y zonas próximas a los ombligos. Todas son motivo para la confirmación de un nacionalismo catalanista que empuja hacia el estado catalán para ahora mismo, con un proyecto de inmediata hora basado en la cadena humana.
Enric es un compadre excelente, hay que reconocerlo y también paciente contertulio cuando no se topa con la común choricería hoy día tan habitual tanto en Madrid como en Barcelona. Si hay algo que no soporta son los juegos malabares con el dinero público y con los derechos del ciudadano y las verdades o mentiras ocultas. Sin duda, Enric es un hombre de radicalismo cierto, pero también de flexible practicismo, nunca censuró mis artículos, por ejemplo.
Sostiene Oltra que, a coste moderado, cualquier paso adelante es bienvenido y que, en cuanto a retroceder, ni pensarlo. Al menos mientras se pueda mantener la posición sin poner en riesgo cosas mayores. En fin es un reformista radical, reformismo forte que dirían algunos y demócrata profundo, que tiende a verlas venir anticipadamente y con prudencia.
Con esos mimbres, el hombre está ahora que si si, que si no con el asunto cada día más complicado de la relación España Catalunya y el aplastante “dret a decidir” que tenemos en los medios de nuestro entorno inmediato.
Sostiene Oltra, y lo tiene dicho ya para conocimiento de amigos y cofrades, que sin ser independentista de esencia, es más que probable que su voto, si se produce esa circunstancia, sea por la opción de largarse con viento fresco y sin esperar a la marea.
También sostiene Oltra que no solo Catalunya debería emprender las de Villa Diego, sino el resto de comunidades o pueblos de España en razón al soberano fracaso de la democracia actual y a la prevalencia de formas de gobernar y de establecer el sentido del Estado basadas en las más puras tradiciones de la derechona y del caducado, hace siglos, espíritu imperial uniformista para cualquier cosa e incompetente para entender la asociación humana en términos de igualdad y la deseable compañía de la economía productiva como base del desarrollo.
Sostiene Oltra que la transición fue casi un espejismo hacia un estado bien poco transformado y que el tiempo pasado ha dado en esclarecer la solidez del espíritu nacional en versión aparentemente moderada que ahora  gobierna casi todo.
Sostiene Oltra que Catalunya, aceptando ese término geográfico y esencialista con todas y cada una de las contradicciones y contraindicaciones que esos estandartes de la falsa unanimidad conllevan y anotando que solo Winston Churchill o Charles De Gaulle pudieron utilizarlos con sentido adecuado del ritmo con sus conciudadanos y con la historia, ha consumido sus energías políticas, económicas y morales en proyectar una España distinta al uniformismo, o sea lo que podría resumirse en el federalismo no de boquilla.
Sostiene Oltra que desde Catalunya se ha intentado ese cambio en multiplicidad de ocasiones (a menudo acompañada, pero casi siempre en cabeza). Desde el último Austria, con la Pepa en Cádiz, con la primera república, con la segunda, con el estado autonómico,  con las reformas estatutarias, con las propuestas de financiación, hasta hoy mismo en que las ganas y la energía se terminaron y todo apunta a que vivimos un capítulo que pone fin a un ciclo.
Sostiene Oltra que si viviéramos de demostraciones observaríamos como en los últimos tiempos la constatación objetiva sería larga y contundente. Cita las infraestructuras básicas que han sido adecuadamente explicadas por el profesor Germà Bel, cita el sistema de financiación de las CCAA como coadjutor, cita el asunto de la lengua catalana, baleárica, valenciana o aragonesa de la franja, como tercer elemento de raigambre gobbeliana. Cita la falta de influencia sólida en los quehaceres madrileños del reformismo catalán. Pónganle ustedes los apellidos que quieran. Ilustren además la lista breve anterior con todo lo que les es dado en añadir y, si lo desean, complementen las faltas de unos con las de los otros, las de Barcelona mismo. El resultado, algebraicamente, será siempre el mismo: estamos a las últimas.
Sostiene Oltra que es evidente que el Empordà no es el Baix Llobregat, que Figueres no es Cornellà, pero sí que es obvio que unos van lanzados hacia la confirmación independentista y otros hacen ver que no ven nada y que nada ocurre y nada hay que hacer. Es decir carecen de propuesta coherente y creíble.
Sostiene Oltra que una cuerda tensada como esta no tarda en romperse y es imprevisible lo que ocurrirá en cada extremo.
Sostiene Oltra que si Madrid (otro término mayestático) cuenta con el ahogo financiero para reducir las huestes del independentismo, cosa que hace amablemente cada día, es que no sabe identificar la realidad.
Sostiene Oltra que si Barcelona calcula que con los 16.000 del ala esto será Jauja es que no sabe llevar las cuentas o que no les da la más mínima importancia.
Cada uno a lo suyo y la calle va hacia abajo.
Sostiene Oltra que el hecho es que los días pasan y los extremos se llenan de entusiastas y las ocasiones de encontrarse se pierden. Asunto que en la historia hispánica ocurre cada dos por tres.
Sostiene Oltra que si se hace un calendario de expectativas, el asunto se pone al rojo vivo. Son solo meses los que faltan para que se tomen decisiones de gran envergadura, decisiones o votaciones, o ambas cosas. Los resultados de unas y otras están por ver, pero que el tiempo cada día es más limitado eso va a misa. Como si dijéramos estamos a seis meses o un año de las elecciones municipales del 1931, por poner un ejemplo. Y sabiéndolo nos lo pasamos en grande en la playa, los que podemos. Otros continúan cercando al poder bancario.
Sostiene Oltra que preguntado un líder de sólido racionalismo sobre lo que los partidos parlamentarios hablan acerca de las posibles derivas violentas, sean de unos o de otros, la respuesta fue que no existían conversaciones en torno a ello. Cosa que si es cierta puede ser más peligrosa que la creencia en los 16.000 millones.
En fin, sostiene Oltra que más vale tomar todos los baños posibles en este ejercicio no sea que en el siguiente, por unos o por otros, la cosa quede aplazada sine die, como tantas veces.
Lluís Casas por la transcripción