viernes, 27 de septiembre de 2013

GRACIAS, MAJESTAD

Desconozco el tratamiento formal que se atribuyen los reyes de Holanda, por ello opto por lo obvio, esperando que les complazca la expresión que no es sino una simple alusión.

Debemos agradecer indirectamente al rey de Holanda su sinceridad para con sus súbditos y directamente al gobierno de aquella majestad por escribir su último discurso. En él, el gobierno actual advierte a los ciudadanos holandeses que se acabó con lo que se daba, nunca mejor dicho, aunque sea falaz mentira. Como ustedes ya habrán advertido en los medios, el rey holandés ha explicado en su discurso al parlamento que el sistema de bienestar implantado desde el final de la 2ª guerra mundial no puede sostenerse y que cada ciudadano ha de espabilarse con lo que tenga. La asistencia social, el sistema sanitario público, la educación gratuita y el largo etcétera que les sigue son considerados a partir de ahora en Holanda residuos a reconvertir o reciclar. Se supone que en las formas diversas de las aseguradoras privadas, de los ahorros familiares y de la caridad pública. Se han terminado los derechos sociales.

De hecho, el asunto era asaz conocido en estas tierras (y en otras), pero la novedad es la expresión rotunda del jefe del estado holandés en sede parlamentaria con todos los aditamentos de gran acontecimiento. Se desconoce ahora mismo si esta advertencia llevará consigo la presunta consulta a la ciudadanía que seria de pura lógica, o si, por el contrario, será un camino que recorrerá el gobierno y su mayoría parlamentaria.

Si sirve de algo nuestra experiencia es que de consulta nada y no hablo del “dret a decidir”, sino de pensiones, sanidad, educación e incluso transporte. Se aplica la ley del talión por parte del sheriff y sus aliados, ya sean financieros o simplemente legionarios corruptos.

Hasta hoy, esas cositas del bienestar se debatían en foros de presuntos expertos, en estaciones de invierno de cinco mil estrellas o en subterráneos ocultos. Las consecuencias se trasladaban mistificadas y adornadas con torceduras de la racionalidad a las leyes y de estas al sufrido ciudadano y cumplidor fiscal que iba viendo recortadas sus prestaciones personales, familiares y de futuro.

Por ello es de agradecer, incluso merece la inclinación real, esa  manifestación clara y rotunda que nos viene de la realeza holandesa.

Con una simple frase, sesenta años de pacto social y de sociedad equilibrada, libre (dentro de lo que cabe) y relativamente exenta de miedos futuros frente a la enfermedad, la vejez, los escasos ingresos, etc. se han ido al garete. Al menos en teoría parlamentaria. El motivo aducido siempre es el mismo: sus costes son inasumibles.

Esa es otra de las grandes mentiras con que la derecha política y el neoliberalismo económico nos tiene atemorizados. La gran mentira se basa no solamente en la más simple ideología del dominio del los capitales hegemónicos que no pagan casi impuestos y que desean no pagar nada de nada, sino que se apoya en falsas teorías indemostrables, técnicas obsoletas, cálculos mal hechos y predicciones de simple brujería aficionada.

Para prueba nada mejor que un repaso somero a la propuesta de ajuste de las pensiones que la derechota española está aplicando caiga quien caiga, mientras no sean ellos. El modelo que exponen y que el congreso aprobará es pro cíclico, es decir, el sistema de pensiones agravará las crisis e impulsará la inflación en cuanto haga buen tiempo económico. Al contrario de lo que ocurre hoy, que es un elemento de equilibrio económico. Por no citar el aspecto social que cumplen hoy las pensiones dando de comer al hambriento, de beber al sediento y de dar cobijo al embargado.

La base es una predicción demográfica que se reitera cada cinco años amenazando con una debacle calamitosa por exceso (¿) de ancianos y falta de jóvenes dentro de cincuenta años. Si no recuerdo mal, la predicción demográfica siempre hay que considerarla un marco hipotético bajo una multitud de hipótesis, que, en general, se incumplen regularmente. En términos temporales esas predicciones no son más que humo que se lo lleva el viento de la realidad. España incrementó en varios millones su población en un tiempo extremadamente corto. Eso nadie lo había previsto.

Si además añadimos esa extraña melodía que suena a música de entierro, como es la previsión de años de vida, la cosa tiende a la risa grouchiana sino fuera un asesinato institucional. Cualquier actuarial, los economistas que se ocupan de los riesgos futuros y sus financiaciones, los seguros para acabar, se echan a reir simplemente contemplando la escasa calidad técnica de lo dicho y propuesto por el ejecutivo.

Nadie contempla, por otro lado, que la financiación de las pensiones no tiene que ser forzosamente, como un onceavo mandamiento, mediante cotizaciones de los trabajadores. Puede ser que el sistema fiscal haga sus aportaciones equilibradoras, cosa que ya ocurre en distintas y no tan distantes partes del mundo.

La base del asunto, que ya he comentado en diversas ocasiones, es que esas medidas draconianas y estúpidas, evitan tener en cuenta la productividad social, esto es la capacidad de producir con una reducción de costes. Cosa que ha ocurrido desde los tiempos de Escipión el Africano a ritmos, a menudo, de dos digitos por década. El ejemplo simple es la producción agrícola. En tiempos un campesino daba de comer a pocas personas y a su altivo aristócrata (se podía o no incluir determinados productos carnales al sistema). Sus excedentes eran escasos. Hoy día, un agricultor puede abastecer a centenares o miles de personas mediante la tecnología amplisima que se ha incorporado a la labor del campo. Y esperemos a que aparezcan ya en el mercado las hamburguesas neobiologicas o la paella sintética (no es broma, a pesar mío).

Vayan a comprobar en Martorell la evolución histórica de la productividad industrial de la SEAT, quedaran anonadados. Cosa que nunca les ocurrirá a los propositores de la reforma de las pensiones puesto que tienen el pensamiento más abajo de la cintura.

La guinda del pastel es la previsión de vida y el ajuste de la pensión a los años que le quedan a la víctima. Es como si en el momento de la jubilación nos dieran un dinero fijo e independiente de los años que podamos continuar dando la tabarra y que nos apañáramos mientras durase. Después a hacer morcillas como en el film de Richard Fleischer con Charlton Heston y Edward G. Robinson, Cuando el destino nos alcance”, de 1973. http://es.wikipedia.org/wiki/Cuando_el_destino_nos_alcance

Y para terminar, por el momento, la pregunta del millón y perdonen los términos en que la hago: ¿quien cojones tendrá derecho a pensión en aquellos entonces futuros, si nadie cumplirá con los años de cotización y las múltiples exigencias complementarias que se están estableciendo?

Piensen que el método de aplicación, puesto que hay un método, es afirmar que los ahora jubilados están exentos de medidas radicales, no se nos vayan a cabrear en las elecciones. Los más jóvenes, obnubilados por su gran porvenir no caerán en la cuenta de la trampa que Mariano Termidor y sus secuaces de Chicago city les están tendiendo.

Otro día, les hablaré de nuevo de Loli, la avezada defensora del embargado de Badalona y su sentencia sanitaria del recorte. Estén atentos.

Lluís Casas, (cuñado del editor de este blog)  desde la casa del futuro jubilado cabreado.