sábado, 14 de septiembre de 2013

CATALUÑA ANTES Y DESPUÉS

Es obvio que al título le corresponde una fecha, ya la saben: la del 11 de septiembre y lógicamente un argumento o pregunta, a elegir: ¿dónde estamos y cómo nos movemos?

La cosa, una expresión bien italiana en política, coincidió con el final de la lectura de “Cualquier otro día” del escritor estadounidense Dennis Lehane (http://es.wikipedia.org/wiki/Dennis_Lehane). Un escritor adscrito sin gran sentido a la línea de la novela negra. Es el autor de Mystic River, transformada en film por Clint Eastwood y de Shutter Island, esta filmada por Martin Scorsese. Por lo tanto no es cosa simple el hombre. En la novela que les cito, que transcurre en el Boston del final de la primera guerra mundial, aparece el FBI (en realidad su antecesor), la policía, los anarquistas, el incipiente sindicalismo, el racismo y los submundos de la alta burguesía y del gansterismo simple, pero, según mi opinión de novela negra no tiene más que el reflejo de la situación política y económica del entorno histórico.

Es el Boston de la rebelión frente a una vida de miseria, sin derechos para los trabajadores y del profundo pozo de la post guerra. El asunto tiene interés para nosotros, puesto que el alcalde de Boston de entonces, Peters, fue un personaje víctima de las maniobras políticas de sus adversarios (uno de ellos el gobernador Calvin Coolidge que llegó a Presidente del país, un conservador de tomo y lomo) y un convencido que los problemas no se resuelven por la acción humana. O no pueden resolverse o lo hacen por si solos, con lo que la mejor estrategia es hacer oídos sordos y dejar pasar el tiempo que todo lo calma.

Pues bien, no me perece tan distinta la situación española de ahora de la del Boston de 1919/1920, haciendo la adaptación necesaria: gravísimos problemas sociales, corrupción política, ignorancia querida respecto a los problemas y a los ciudadanos y, sobretodo, dejar pasar el tiempo y la tormenta, esperando, en frase castellana, a que escampe. El más puro estilo Rajoy, basado en el mito del avestruz, que escondiendo la cabeza en el suelo y dejando de ver el peligro cree que este se ha evaporado.

La estrategia se está aplicando en toda su pureza a los problemas de “encaje” de Catalunya y a la creciente marea independentista que cruza desde ayer el país de Norte a Sur. Si mi contabilidad está en lo cierto, desde la sentencia del Constitucional en contra de ciertos apartados del Estatut, han sido tres las expresiones masivas en torno a decidir, a irse o a ambas cosas. Haciendo exclusión de muchos elementos democráticos en el proceso, el asunto está donde está y su movimiento es la radicalidad y la consistencia del apoyo. En el periodo, el PSC, el PP y CIU están perdiendo porcentajes muy importantes de apoyo presuntamente electoral, que se trasvasan en parte a otros partidos con propuestas más claras para el ciudadano. La ambigüedad, la falta de propuestas y de acciones creíbles y coherentes.

Por ello titulo “antes y después” el comentario. Pienso que sin duda estamos en un momento en el que no hay vuelta atrás y solo pude existir solución posible con movimiento. Si eso sigue incomprendido, como hasta ahora, poco tiempo queda para lo que algunos anticipaban como choque de trenes.

Casi lo mismo sería aplicable a otros problemas, como los derechos sociales y económicos, el paro, etc. Pero hay ahí una diferencia fundamental. En esas cuestiones los gobiernos han actuado, en contra de los intereses de los ciudadanos y de los trabajadores y en favor de la banca y los empresarios (con todos los matices que se quiera añadir). Hay una actuación que provoca una reacción, unas tensiones que generan propuestas alternativas y que un día u otro tendrán expresión política.

Con el caso catalán no es así. O, en todo caso, no es exactamente así. Se utiliza el argumento jurídico, constitucional, emocional o simplemente el mecanismo de ignorar lo que ocurre. Y esa es una estrategia peor que cualquier otra, puesto que simplifica y unifica sin alternativa lo que la Cadena Catalana expresó  el 11 de Setiembre.

Lluís Casas, en torno a la sede principal de La Caixa.