Es
obvio que al título le corresponde una fecha, ya la saben: la del 11 de
septiembre y lógicamente un argumento o pregunta, a elegir: ¿dónde estamos y
cómo nos movemos?
La
cosa, una expresión bien italiana en política, coincidió con el final de la
lectura de “Cualquier otro día” del escritor estadounidense Dennis Lehane (http://es.wikipedia.org/wiki/Dennis_Lehane). Un
escritor adscrito sin gran sentido a la línea de la novela negra. Es el autor
de Mystic River, transformada en film por Clint Eastwood y de Shutter Island,
esta filmada por Martin Scorsese. Por lo tanto no es cosa simple el hombre. En
la novela que les cito, que transcurre en el Boston del final de la primera
guerra mundial, aparece el FBI (en realidad su antecesor), la policía, los
anarquistas, el incipiente sindicalismo, el racismo y los submundos de la alta
burguesía y del gansterismo simple, pero, según mi opinión de novela negra no
tiene más que el reflejo de la situación política y económica del entorno
histórico.
Es el
Boston de la rebelión frente a una vida de miseria, sin derechos para los
trabajadores y del profundo pozo de la post guerra. El asunto tiene interés
para nosotros, puesto que el alcalde de Boston de entonces, Peters, fue un
personaje víctima de las maniobras políticas de sus adversarios (uno de ellos
el gobernador Calvin Coolidge que llegó a Presidente del país, un conservador de
tomo y lomo) y un convencido que los problemas no se resuelven por la acción
humana. O no pueden resolverse o lo hacen por si solos, con lo que la mejor
estrategia es hacer oídos sordos y dejar pasar el tiempo que todo lo calma.
Pues
bien, no me perece tan distinta la situación española de ahora de la del Boston
de 1919/1920, haciendo la adaptación necesaria: gravísimos problemas sociales,
corrupción política, ignorancia querida respecto a los problemas y a los
ciudadanos y, sobretodo, dejar pasar el tiempo y la tormenta, esperando, en
frase castellana, a que escampe. El más puro estilo Rajoy, basado en el mito
del avestruz, que escondiendo la cabeza en el suelo y dejando de ver el peligro
cree que este se ha evaporado.
La
estrategia se está aplicando en toda su pureza a los problemas de “encaje” de
Catalunya y a la creciente marea independentista que cruza desde ayer el país
de Norte a Sur. Si mi contabilidad está en lo cierto, desde la sentencia del
Constitucional en contra de ciertos apartados del Estatut, han sido tres las
expresiones masivas en torno a decidir, a irse o a ambas cosas. Haciendo
exclusión de muchos elementos democráticos en el proceso, el asunto está donde
está y su movimiento es la radicalidad y la consistencia del apoyo. En el periodo,
el PSC, el PP y CIU están perdiendo porcentajes muy importantes de apoyo
presuntamente electoral, que se trasvasan en parte a otros partidos con
propuestas más claras para el ciudadano. La ambigüedad, la falta de propuestas
y de acciones creíbles y coherentes.
Por
ello titulo “antes y después” el comentario. Pienso que sin duda estamos en un
momento en el que no hay vuelta atrás y solo pude existir solución posible con
movimiento. Si eso sigue incomprendido, como hasta ahora, poco tiempo queda
para lo que algunos anticipaban como choque de trenes.
Casi
lo mismo sería aplicable a otros problemas, como los derechos sociales y
económicos, el paro, etc. Pero hay ahí una diferencia fundamental. En esas
cuestiones los gobiernos han actuado, en contra de los intereses de los
ciudadanos y de los trabajadores y en favor de la banca y los empresarios (con
todos los matices que se quiera añadir). Hay una actuación que provoca una
reacción, unas tensiones que generan propuestas alternativas y que un día u
otro tendrán expresión política.
Con el
caso catalán no es así. O, en todo caso, no es exactamente así. Se utiliza el
argumento jurídico, constitucional, emocional o simplemente el mecanismo de
ignorar lo que ocurre. Y esa es una estrategia peor que cualquier otra, puesto
que simplifica y unifica sin alternativa lo que la
Cadena Catalana expresó
el 11 de Setiembre.
Lluís
Casas, en torno a la sede principal de La
Caixa.