jueves, 13 de mayo de 2010

LEER Y RELEER A MARX




Les aconsejo que frente a lo que está cayendo lean y recuerden lo dicho tanto por los marxistas como por algunos de los economistas llamados clásicos. Probablemente entenderán mucho mejor lo que sucede, y, estoy absolutamente seguro, podrán abstenerse de escuchar (o leer) a mucho periodista abstruso e indocumentado (paréntesis: o muy bien documentado por sus mentores). Por no citar esas insignes figuras del toreo como el llamado MAFO, monstruo de los pantanos más cenagosos. Si quieren relean incluso a autores simplemente lúcidos, como Galbraith, en el caso que les de repelús desempolvar El Capital (reacción humana perfectamente comprensible). De hecho, unos y otros son casi lo mismo. Todos explican este asunto del submundo financiero la mar de bien y expresan claramente esa dicotomía entre lo que llamaríamos economía real y la deriva pirata financiera. Dejan meridianamente claro lo que es el monopolio financiero hasta las últimas consecuencias, es decir hasta la debacle.


La historia financiera del capitalismo, e incluso la de antes, está repleta de ejemplos de malas prácticas, de malas artes y de desconexión respecto a la economía real. Hasta el punto que la realidad queda conformada por esos flujos de capital en busca de márgenes de beneficio inmediatos y brutales, urbi et orbi y no por el sistema productivo, la ocupación y el dinero (en su sentido más económico). Esta última frase, les recordará parcialmente a otro enorme economista de los años treinta que sin duda pondría a caldo a políticos y economistas liberales de ahora. En su tiempo tampoco le hicieron suficiente caso y así les fue.


Lo avanzado hace décadas ha llegado hoy a una dimensión que nunca antes había tenido. La economía financiera, o más bien, la destructora economía de las finanzas o las trapacerías financieras tiene hoy una dimensión monstruosa. Nuestro insigne editor les tiene al tanto día a día de esas novedades.


Releer tiene esa satisfacción de decir, veis ya os lo decía yo. No sirve de gran cosa como instrumento práctico, pero siempre viene bien para el propio ego.


Aunque lo que quiero explicarles, a parte claro está de los consejos de lectura, es la vertiente política de este asunto financiero actual: La laminación democrática que comporta esa deriva financiera de la economía y la aparición del rostro más duro del modelo capitalista financiero.


En primer lugar, la presión de los grupos financieros, de las empresas especializadas en la intermediación financiera es pavoroso y alejado totalmente de la legalidad, la oportunidad y, por que no, de la justicia. Los líderes políticos no acaban de dar el portazo que habían prometido a ese monstruo, en el que participan pocos elementos y mucho dinero provinente de países con superávit comercial, fondos de pensiones y fortunas especulativas. Todo en mano de unos lobos que no se detienen ni ante la desaparición del rebaño.


En segundo lugar, resaltamos el fin del eslogan del capitalismo moderno, eso que decían que con el liberalismo a ultranza, sin sindicatos, etc. todos viviremos mejor. Eso ha quedado descaradamente claro que no es así y en Grecia lo comprobaran a una escala nueva.


Tercero, ese sistema financiero requiere de una nueva libertad, la de hacer lo que les de la gana sin normas o prácticas de decencia por en medio. Hacen el máximo daño posible, puesto que ahí se generan flujos de beneficios para ellos y enormes costes para la mayoría, instituciones públicas, gobiernos y empresas productivas incluidas.


Cuarto, me asalta una pregunta que no consigo responder. ¿Por qué el sector “productivo” no dice esa boca es mía?, a parte del quiero financiación y no me la dan. Los movimientos financieros de ese tipo están hundiendo países y empresas. La falta de respuesta de ese sector me tiene perplejo.



Lluis Casas, bibliotecario