Por Lluis Casas
Como ya les anticipe en la anterior entrega, el Instituto San Isidro es un gozo de estudios, ahora, gracias a una encuesta que ha utilizado las técnicas sociológicas y matemáticas de investigación inmediata del Nóbel más reciente, puedo desvelarles un misterio que preocupa a la sociedad catalana: ¿por qué los empresarios se oponen a la reducción de la velocidad en las cercanías de la ciudad de Barcelona a 80 K*H?
Como ustedes habrán podido leer, el gobierno catalán y los municipios del área metropolitana impulsan una serie de medidas para reducir la contaminación atmosférica de ese territorio. Como todo el mundo sabe, los índices de contaminación superan cualquier tope europeo y afectan gravemente a las personas y otros animales de compañía. Se tienen estudios de salud sobre el efecto de esa contaminación y son muy graves. El causante principal de la contaminación, una vez que la industria se ha adaptado a las medidas que la UE recomienda, es, sin lugar a dudas, el tráfico y por ello la propuesta de reducir algo dicho impacto a través de una medida blanda como es la velocidad.
Pues bien, al RACC, a los empresarios y a un periódico de la mañana no les ha gustado la propuesta. Aluden a que hay otras vías, todas de largo recorrido aplicatorio y que sorprendentemente ya constan en la previsión gubernamental (enlaces ferroviarios, transporte público, más carreteras, etc.). Explican que no está probada la reducción contaminante a través de una menor velocidad, opinión basada en otras opiniones lejanas. Incluso ese profesor de mala economía que circula por Barcelona con brillantes chaquetas de tutti colori expresa en el diario de la mañana que la medida impedirá el desarrollo económico catalán y aduce que el gobierno la quiere aplicar por cuestiones de gónadas políticas: marcar paquete en el inglés del susodicho profesor que está a años luz de la paridad de sexos. Está claro que hay barullo y que no se sabe muy bien porqué.
Una serie de eminentes ciudadanos con posibilidades intuyó que el asunto de marras traería cola y decidió ponerse en manos del San Isidro, con una petición desacostumbrada, era necesario que el estudio y sus valoraciones estuviesen disponibles en tres días. El San Isidro dispone desde principios de año de un acuerdo con la universidad de Kyoto para utilizar los modelos de reacción social inmediata que descubrió el Nóbel y los ha aplicado por primera vez. Veamos los resultados:
El estudio se realizó la semana pasada y se basó en estratos de interés mutuo, con una muestra selectiva del 10% y preguntas inducidas. Las conclusiones a que los investigadores llegaron fueron las siguientes:
1. A los empresarios les importa un pimiento lo de la reducción a 80 k*h. Ellos conducirán a la velocidad que les convenga, independientemente de los límites. Como afirma una respuesta a la encuesta, ya lo han hecho así desde siempre.
2. Esa posición se descompone en dos estrategias: la primera corresponde al empresario de furgoneta. Su respuesta mayoritaria, un 99%, fue que siempre iban a 140 en autopista i a 90 por ciudad y no veían motivo alguno para cambiar dado que iban mal de frenos y aceleración. La segunda está motivada por lo que el investigador ha dado en llamar empresario-mercedes (a causa del vehículo mayoritario en este subsector) y la respuesta fue dada por los chóferes correspondientes. Estos confirmaban que nunca leían el periódico, ni el DOG, por lo que circulaban como siempre a 200, sin ninguna queja por parte del propietario.
3. Un pequeño porcentaje de las respuestas, un 1%, argumentó que a el nadie le decía a que velocidad corría o se corría. Hay en el estudio una cierta confusión de términos, por otro lado perfectamente comprensible dada la metodología japonesa utilizada.
4. El sistema de análisis complejo utilizado por el San Isidro ha hecho aparecer opiniones consolidadas que no se expresan habitualmente en las encuestas, de este modo podemos informar que el 80% de los empresarios no entienden porque sus líderes patronales se meten en berenjenales que ni les importan, ni les afectan, aunque sostiene una mayoría del 70% que esta repulsa se entiende desde el punto de vista que nunca hay que estar de acuerdo con medidas de protección ambientales que se propongan para Catalunya. Otra cosa es que fuese para otros territorios lejanos, a la que darían su aprobación unánime.
5. El sector empresarial vinculado al mundo del automóvil tuvo un tratamiento específico, dadas las características de la investigación. El 100% se manifestó por la libertad en la elección de la velocidad, color, potencia y contaminación. Expresan con emotivo furor que el automóvil o coche, es un derecho fundamental y no así la salud. Aludieron a las consecuencias de reducir la velocidad sobre la ocupación laboral y amenazaron con decírselo a los sindicatos. Para demostrar el sumo interés del sector para reducir las emisiones de los vehículos entregaron al encuestador una propuesta que implicaría una reducción del 10% a lo largo de los próximos 100 años.
La lectura de los resultados arriba descritos no hace más que demostrar el grado de entendimiento entre las políticas ambientales y, lo que podríamos llamar, el mundo de los negocios. Esa expresión, ahora cuantitativa, permitirá cambios sorprendentes en la evolución técnica de los vehículos, según palabras de un portavoz del RACC, aludiendo sin duda a la próxima generación de todo terreno para llevar los niños al colegio que aparecerá de inmediato.
Lluís Casas, dios mío donde nos hemos metido