Antes de nada
y ya como costumbre cuando comento las quisicosas del asunto, afirmo lo
siguiente: pertenezco al si en primera pregunta y al vete a saber qué respecto
a la segunda, con paulatinos avances del otro si por motivos francamente
vinculados a la zona reproductora. De modo que eso de votar me va, sin ningún
tipo de duda.
Dicho lo
anterior, me arriesgo con la tranquilidad de cómo no soy inquilino del twitter,
me ahorro muchos insultos insulsos. Los que reciba a propósito de mis estancias
tabernáculas en este blog, los asumo como cosa querida y apreciada.
Les entiendo
enterados de la dimisión de Quim Brugué miembro de la comisión de garantías
para la presunta votación del 9 de Noviembre, nombrado a instancias de ICV-EUIA
por el President Mas en horas ya inconvenientes.
Una dimisión
por razones de honestidad intelectual no es cosa abundante hoy en día y las que
se producen deberían llegar a los altares, al margen del acuerdo o no con las
razones del dimitido. Como el país es el que es, Quim Brugué ha debido aguantar
a pelmazos, a descerebrados y a estúpidos en porcentajes superiores a los que
son normales en cualquier tipo de sociedad. Nada extraño que alguien le señale
a uno como traidor, huido de la trinchera, cobarde u oportunista, simplemente
por hacer lo que piensa de debe, al margen de la opinión de unos u otros. Mi
felicitación personal y mi apoyo si fuera necesario.
Otra cosa
seria valorar cuestiones de tempo y forma, pero eso son virguerías en estos
momentos en los que desde el Palau de la Generalitat y el de la Moncloa se pasan por la
entrepierna cosas mucho más substanciales. Brugué considera que el 9 de
Noviembre no es posible votar y las acciones que presuntamente continúan no
ofrecen las garantías democráticas necesarias e incluso algunos han cambiado el
fondo de la cuestión: el derecho a votar, como eje democrático común e
independencia como alternativa junta a otras, por el simple in, inde,
independencia. Punto final. Nada más que decir. O, tal vez sí. ¿No sería esa forma
de actuar en conciencia aplicable a algunos miembros del Tribunal Constitucional, o es
mucho pedir a una institución que ha caído en el descredito total? En este caso
pensaríamos, la cosa está mucho más compactada y la libertad intelectual
depositada en la puerta. Tal como nos advertía un oficial la noche en que
entramos en el cuartel con referencia a lo que teníamos (muy encogido), entre
las piernas (ya lo recogeréis al final, nos dijo, un poco para
tranquilizarnos).
Pasemos ahora
al asunto:
Llegados al
punto en donde estamos: la convocatoria catalana en manos del Constitucional,
suspendida (junto a toda la parafernalia complementaria logística, etc.)
mientras el tal acoge el asunto y dictamina. Las negociaciones entre gobiernos
inexistentes, las alternativas a la nada, teóricamente posibles pero realmente
en manos de algún dios caprichoso, solo cabría echar el freno, recomponer
estrategias y alianzas, superar el estado dominante del sentimiento y hacer
producir objetos alcanzables a la razón.
Ese vacío que
se está generando, pone según mi modo de ver, otra cuestión en candelero. Si
nos sentamos y nos damos tiempo, brota con fuerza una pregunta cabal: ¿qué tipo
de sociedad queremos para Catalunya, con o sin independencia, con o sin
federalismo, con o sin confederación?
Se lucha por
la independencia, pero ¿para qué hacer, como diría Lenin? Para establecer un
régimen neoliberal sin tapujos. Para intentar una sociedad basada en la
solidaridad, en el poder para los ciudadanos, un régimen limitador de los poderes
oscuros de los bancos, un sistema de derechos que eviten embargos y desahucios.
Un mecanismo institucional garante de la protección de los trabajadores. Son
preguntas definitorias del futuro inmediato y que suponen un complemento
imprescindible a la pregunta simple propuesta.
Hasta el
momento, y salvo alguna excepción honorable, nadie nos ha hablado de todo ello.
¿ERC que tipo de país desea desarrollar? Con CIU, o CDC, la cosa está
prácticamente decidida: a la vista de lo hecho, claro está. ¿Pero su mutua alianza qué
resultado da? Hacia la
Gran Bretaña de Cameron podría ser una posibilidad. Otra la
nórdica, se diga lo que se diga. La americana de USA o la americana de Canadá,
otra.
En fin, que
dado que no votaremos de forma eficaz para el objetivo deseado, al menos de
momento, no estaría mal que entrásemos en ese otro tipo de debate. Salud en
manos públicas o salud en manos de un monopolio americano, por poner un ejemplo
que ya tiene nombre.
Lluís Casas
desde Pernambuco. A Pernambuco huían los personajes de El Pulgarcito cuando la
cosa se les ponía difícil. Por si no lo recuerdan. Debe ser un sitio
maravilloso. Ahora sé que está en Brasil. También de actualidad por motivos
parejos.