La mal llamada burguesía catalana engloba de entrada unes
gentes con raíces queridas en Catalunya, lengua, arraigo social, cultural, etc.
(cosas más pertenecientes a la historia que al ahora mismo) y otra que mantiene
sus referencias “fuera” del ámbito lingüístico, cultural y social del
Principat. Eso es cosa sabida desde hace siglos y así permanece más o menos
igual.
La coincidencia entre ambas burguesías es de clase e
intereses: los negocios, los beneficios, yo te ayudo a ti y tú me haces un
favor a mí, etc. Todo en un marco de relaciones, tanto para unos, como para
otros, eminentemente catalán: las relaciones personales y familiares, la
selecta tribuna del Club de Futbol Barcelona, los palcos del Liceo y ciertos
restaurantes y zonas de reposo y vacación en la costa o en los montes (aquí sin
cacerías).
Las diferencias entre ambas son también relevantes, una
vez dejado de lado el material crematístico. Hay cuestiones de poder, de
ambición cultural, de admisión de ciertas tolerancias respecto al mundo del
trabajo, del sindicalismo, incluso de la democracia. Nada nuevo hasta ahora.
Los Pujol’s son de hecho unos extraños ante estos dos
modos de ser burgués. No han formado parte de las 400 familias que cortan el
bacalao en Catalunya, ni antes, ni ahora. Su origen, en parte humilde, en parte
“benestant” los aleja de esa burguesía hegemónica y, hasta ahora, ciertamente
discreta, incluso en los vehículos que utiliza.
Los Pujol’s tienen su raíz en otra zona sociológica: las
fronteras sin vigilancia entre esas familias dominantes y la pequeña burguesía
de ambición e inteligencia fuertes. De ahí la vida del abuelo Pujol que pasó de
casi nada a una situación económica ya muy consolidada. Tanto como para tener
en el exterior fondos abundantes en dólares y relaciones suficientes durante
años de negrura democrática para pasar más bien que mal algunas fechorías
fiscales.
Incluso el President (tratamiento que facilita las cosas
para un ex) lo ha reconocido ante algún periodista: ni usted, ni yo seremos
reconocidos por esa clase, somos advenedizos.
Esa situación social y probablemente psicológica podría
explicar algún desliz, cierta prepotencia y enfrentamientos o negaciones
respecto a ciertas compañías financieras o industriales que, para el President,
eran contrapoderes a su afán por “fer
país”. Con su marcha de la política de poder, rápidamente esas relaciones se
han recompuesto y el gobierno y las “companies” van a la una, incluso en casos
en donde hay reclamaciones judiciales de muchos millones. El fondo de la
cuestión, el "money is money", los "bussines friends" se ha
impuesto claramente, con la sola nota discrepante del dret a decidir, que ha
establecido un resquebrajamiento entre gobierno, partidos del gobierno y mundo
de la gran empresa reflejado en los editoriales de La Vanguardia. Unos editoriales que han sufrido una
mutación genética en pocos meses.
Siendo como es la familia Pujol una especie de advenedizos
para las 400, esa oscura ambición del negocio rápido, vinculado a los favores
administrativos, a una actividad eminentemente clientelar, que les ha
permitido, por lo visto y a la espera de la llegada de una contabilidad de
cierta solidez, acercarse a la capacidad financiera de muchos de esas 400.
Alguien ha soltado: “com s’ho han fet per tenir quasi tants diners com
nosaltres?”.
La respuesta es demasiado simple para complicarse la vida
con balances y cuentas de explotación; han hecho lo clásico: la especulación.
En su caso la especulación de la información privilegiada y de la influencia en
los expedientes. Unos lo hicieron con esclavos, otros con el ladrillo, otros
más con ciertos productos regulados, algunos con el crédito. Es decir no hay excesiva
diferencia entre el acceso a la riqueza verdadera.
La debilidad de los Pujol’s es que en sus cimientos no
solo hay ambición de riqueza, sino de ideología, catalanista, cristiana, etc.
Un mejunje que les ha sido útil durante décadas y el poder sobre volar crisis
que hubieran hundido al presidente de los USA. Ahora esa base se ha
transformado en el espejo en donde mirar los asuntillos pendientes del juzgado,
de la agencia tributaria, de las declaraciones de las compañías femeninas y de
las amistades peligrosas que han acumulado en más de tres décadas. No les
resultará fácil salir del embrollo como antaño. Es posible que muchos asuntos
sean indemostrables por falta de pruebas y de confidentes sinceros. También es
posible que ciertos fondos no alcancen a conocerse y que finalmente con algunos
pagos al fisco la cosa de diluya retornando al país a la tranquilidad de la
cosa controlada. O no. Puesto que la cosa está en fase de represalias de alta y
baja estofa. Vete tú a saber.
Por cierto, nadie se lo ha preguntado al Pujol páter
familias: ¿Cómo es posible que el fer país, elegía de su vida, pase por que sus
hijos negociantes tengan los despachos en Madrid? ¿Tiene significado eso, o no?
Otra más: unos negocios familiares, complementarios con alguna otra familia de
antiguo conocimiento, ¿Cómo es que no producen industrias, servicios que sean
de utilidad para el país, con puestos de trabajo, tecnología, exportaciones y
toda la larga ristra de beneficios que una economía realmente productiva
genera?
¡Qué país tan raro, si sus ideólogos se instalan en Madrid
y en Méjico y no producen nada, ni siquiera eso tan etéreo como el crédito!
Tengo la sensación de hablar simplemente de burguesía, de
negocios. Sin calificativos morales o territoriales. Ya son 401 familias.
Lluís Casas buscándose problemas.