martes, 4 de febrero de 2014

PRIMERA PARTE: Sobre la productividad

Como veo que los grandes jefes se ponen a discutir sobre productividad, voy a meterme en camisas de once varas, a ver lo que sale. Lo hago a propósito,  esperando garrotazos que ayuden a la disección. Así que barra libre.

El concepto de productividad no tiene una descripción única, podemos hablar de productividad del trabajo, del capital, de la tecnología, de la sociedad como un todo, de un sector económico, etc. En general podemos admitir que casi siempre el término se usa como la relación entre producto (bienes y servicios) producidos por unidad de trabajo: hora, jornada, trabajador, etc. Y siempre viene acompañada con un cuadro comparativo con las alternativas de la competencia. ¿Cuántos vehículos produce SEAT en comparación con SKODA? En función del coste laboral, etc. ¿Qué productividad global tiene España en comparación con Alemania o China? La respuesta siempre viene acompañada con salarios, horarios laborales, etc. Por lo que por definición la productividad no es nada en sí misma, sino en relación a otro. Es como afirmar que fulano tiene más cojones que nadie y no hay constatación empírica de que ambos, fulano y nadie, hayan mostrado en público sus vergüenzas para constatarlo. Sin la comprobación, la frase inicial no tiene sentido. O al menos, no significa nada fuera de las fronteras de la taberna.

Esa tradicional visión ha impulsado a que los gobiernos, los empresarios y los sindicatos interioricen la gran bondad de tener mayores productividades que el vecino. Así se genera mayor producción, más puestos de trabajo, más retribución (hasta hace poco), etc. Es una carrera competencial con un destino desconocido, puesto que (en el extremo del razonamiento) si todo lo que se produce termina en manos del mejor productivista, los demás se quedan sin trabajo y el productor sin consumidores. Cosa que está pasando a marchas forzadas.

Insisto en un aspecto relevante: la productividad sea lo que fuere, se calcule como se calcule, se compare con lo que se compare, tiene sentido en el marco de la producción de bienes y servicios en los cuales la aportación de capital, de organización empresarial y del trabajo pueden sustituir favorablemente al factor elemental del trabajo (número de trabajadores, número de horas por unidad producida, etc.). Es decir, pueden ser más y más capital intensivas (ahora añadiríamos tecnológicamente intensivas, organizadamente intensivas). Ello determina una frontera sinuosa entre unos sectores que pueden cumplimentar lo dicho y otros que ven limitada, por su propia esencia, esa transformación, digamos técnica. Me refiero sobre todo a los servicios se sanidad, educación, atención social y a otros en donde el capital humano, es decir los trabajadores, son hasta ahora difíciles o imposibles de sustituir por tecnología (añadiría provocativamente al FMI y al gabinete Roca). Esperemos a ver si el robot médico o el robot limpieza o abogado aparecen y son eficientes en su función, pero, hoy por hoy, las variaciones en la productividad de esos sectores son lentas y muy alejadas de las que se producen en otros lugares productivos.

Si hacen una lista observaran que curiosamente muchos de esos servicios (en general son servicios, pero no exclusivamente) están sorprendentemente ligados a una fuerte evolución científica y técnica, o al menos a un desarrollo del conocimiento y de la cualificación extrema de los trabajadores. Es decir el capital, la tecnología y la organización tienen un papel relevante, pero afectan muy poco a su productividad. O, al menos, afectan de forma menor que en otros sectores. Otra característica es que son poco dados a la deslocalización territorial (la huida hacia lares de costes y normas laborales menores), cosa curiosa y muy importante para fijar una potencia económica y laboral estable.

El tiempo de intervención de una operación de cirugía torácica no creo que haya disminuido mucho, ni el número de personas, altamente cualificadas que intervienen, se haya reducido, pero su coste se ha elevado por la formación exigida, por la aportación tecnológica, por las pruebas complementarias de apoyo al diagnóstico, etc. A cambio, el éxito ha aumentado mucho. En esos casos, ¿Cómo deberíamos valorar su productividad y su comparación con alternativas en su campo? Si las hubiere. Un hospital público y uno privado no tienen a igualdad de condiciones productividades muy distintas, aunque uno retribuye a sus trabajadores de forma diferente al otro. Pero esa es otra cuestión. Le llamábamos a lo bruto explotación, es un decir.

Ahora bien, me pregunto si hoy la cosa es igual, o en función de la globalización mundial del comercio y de la producción, el asunto está cambiando. Añado además, ¿los costes financieros y la economía financiera absolutista universal actual tienen algo que ver con el concepto inicial de productividad?, ¿la tensión sobre el medio ambiente y sus derivados en costes de salud, ambientales, en el medio natural, en los recursos limitados (la energía, por citar la más llamativa), en la aglomeración humana, hacen que ese concepto limitado de productividad histórica sea hoy aún relevante?, la exigencia de calidad en los productos, de adaptación a normativas muy estrictas de todo tipo (también de momento), ¿la excluimos?. ¿Tenemos alguna cosa que decir al respecto de la obsolescencia de los productos, cuando esta es deseada y fabricada? La externalización de costes sociales, ambientales, financieros ¿la dejamos al margen?, ¿La esclavitud laboral se puede contabilizar como un debe o un haber?

Añado, en un aparte de la sustancia de la cuestión, lo siguiente: la productividad está íntimamente vinculada al concepto de crecimiento productivo sin límite y a las tensiones crecientes en torno a la distribución de las rentas entre trabajadores y empresarios (Iba a decir financieros y no me equivocaría mucho). Si es así, que lo es, ¿podemos seguir con el concepto sin variar muchas líneas plenas de matices y anotaciones prolijas al margen? Termino finalmente, el sistema fiscal estatal e internacional, para añadir eso del paraíso en la tierra, en donde el fisco no existe, ¿es asunto que afecta a la productividad?

Como observo que he consumido la primera página en consideraciones sin riesgo, me veo en la obligación de mojarme. Vamos a verlo la siguiente semana, dando opción a que alguien añada o rectifique.

Lluís Casas en China

Radio Parapanda. "Cartas sobre la izquierda"http://vamosapollas.blogspot.com.es/