No se asusten
por el encabezado, reproduzco simplemente el título del film (o la película, a
elegir el término según el prestigio cinematográfico propio) de Ken Loach que ponen únicamente en Catalunya en el
Verdi Park. Pienso que el film merece comentario, recomendación y reflexión a
posteriori. Y en ellos me meto.
Estamos frente a
un reportaje interpretativo, no simplemente periodístico, en el cual la tesis y
la antítesis están claramente definidas y apoyadas por la realidad social,
política y económica. Todo ello con material fílmico real y con protagonistas
de los hechos ya en una fase de su vida más reflexiva, pero aun combativa.
Se trata, seguro
que ya lo intuyen, del proceso de transformación que aplicó el partido
laborista (y colaboradores, no se les olvide como a muchos que el laborismo no
estaba solo) al final de la segunda guerra mundial, en cuanto ganó por goleada
en las elecciones al partido que lideró la victoria en la guerra con Sir
Winston Churchill a la cabeza (ahí es nada). Clement Atlee, el líder
laborista, formó gobierno e hizo lo que el personal votante le exigía: cambió
el país introduciendo el estado social y la economía colectiva en un proyecto
que duro más de veinte años. Los objetivos eran claros, con la
Segunda Guerra no
debía ocurrir lo que pasó con la
Primera : crisis, pobreza extrema y la aparición
de las bases de un nuevo conflicto.
Gran Bretaña
mantuvo prácticamente sola durante más de un año el conflicto total con la
Alemania nazi.
¡Ojo! Gran Bretaña era entonces una potencia hegemónica, mundial, no
simplemente europea: Australia, Nueva Zelanda, La
India , Canadá, etc. formaban todavía algo
muy parecido a lo que fue el imperio.
Ese esfuerzo de
guerra se aplicó con la aceptación de la clase obrera, trabajo a destajo, la
mujer supliendo a los hombres militarizados, la elevación de la producción
bélica, el ajuste alimentario, el sufrimiento por los bombardeos, la presión
sobre los suministros de todo tipo. El pueblo no solo aguantó sino que
proporciono la moral y la capacidad de transformar la soledad en victoria. Con
la pequeña ayuda de la
Unión Soviética primero
y los Estados Unidos posteriormente.
Loach hace un
repaso a la situación de indefensión laboral de los trabajadores en los años
treinta, al paro, a los sufrimientos por falta de vivienda, de cuidados médicos
que merecieran ese nombre y al conjunto de prestaciones para una vida digna.
Esa falta tan absoluta en un estado que ejercía la hegemonía mundial era
consecuencia de unas clases dirigentes asentadas en la ceguera, la avaricia y
el desprecio humano. La guerra lo cambio todo.
No voy a
explicarles de pe a pa el film, vayan a verlo y juzguen por sí mismos. Y de
paso, instrúyanse, si no disponen de información previa, sobre el sindicalismo
británico, sobre el socialismo político, el laborismo y los movimientos de
izquierda comunista que activaban el conjunto. Tendrán que hacer un esfuerzo de
comprensión, estamos en la
Gran Bretaña , no en la
Rusia zarista
y la revolución tomó una dirección totalmente diferente: el reformismo profundo
dentro del sistema democrático y del capitalismo regulado.
La visión de lo
que nos cuentan en la pantalla nos acerca a estos días en donde una parte
considerable de lo conseguido entonces está siendo vendido a la avaricia o
eliminado por ajuste de cuentas.
Probablemente
vemos retroactivamente lo que podría esperarnos (con las apreciaciones que
ustedes quieran añadir) si el asunto político y económico continua.
Esa
retrospectiva convertida en avance del futuro es un activo espléndido, como lo
es también la reflexión que un sindicalista nos hace de las expectativas de la
clase obrera británica de entonces: tener una casa en donde la familia pudiera
desarrollarse con normalidad (con baño), un trabajo digno con los derechos
claramente definidos, acceso a la salud sin depender del dinero disponible, educación
para los hijos y oportunidades de mejora, algo más que patatas en la mesa y
algún tiempo libre para el pub o las actividades sociales. Eso era para ellos
una vida digna de ser vivida.
Hoy llamaríamos
a eso austeridad. No la austeridad predicada desde Bruselas, sino la austeridad
definida por Berlinguer: lo contrario del consumismo y del crecimiento
ilimitado e imposible como huida hacia delante (1).
El film expresa
también algo importante respecto a la actividad económica: un líder sindical
británico explica a los militantes que la riqueza se crea en la fábrica, en la
producción de bienes que sean de utilidad para esa vida digna. Que las finanzas
no son más que intercambio de papeles con cifras cada vez más elevadas, pero
que no aportan nada real con lo que vivir. Eso lo decía en 1946, y antes otros,
incluido ese barbudo de Tréveris, lo habían afirmado ya. Y hoy estamos
padeciendo las consecuencias de la ilimitada capacidad de desarrollo
cancerígeno de las finanzas internacionales. Uno de los puntos centrales de la
crisis. Es evidente que hemos de matizar esa opinión sindical. Las finanzas
tienen funciones importantes que hay que conservar y cuidar, pero resulta obvio
que vivir de las finanzas al estilo que lo hace la economía británica hoy en
día es exactamente un bluf, como la realidad ha demostrado y las aportaciones
públicas de fondos sin devolución han reconfirmado.
Vean el film con
la mente despejada de televisores Smart, de segundas residencias, de vehículos
de alta gama, de hipotecas imposibles, de aspiraciones navieras. En fin, véanlo
con la esperanza que para la vida moderna, democrática, digna y justa para
todos con menos, con mucho menos uno puede ser feliz en la medida que la vida
pueda serlo. Ajusten sus cinturones a esa posibilidad y hagan porque los
Berlusconis, Botines y demás devengan simplemente en empresarios fiscalmente
correctos y monopólicamente anulados. Podríamos tener bastante.
Lo escrito en
homenaje a Aneurin
"Nye" Bevan, ministro de Salud en el primer gobierno laborista.http://en.wikipedia.org/wiki/Aneurin_Bevan
Lluís Casas y cincuenta más que estábamos en el Verdi el lunes
por la tarde, día de precio justo.
(1) La austeridad, según Enrico
Berlinguer: http://alametiendo.blogspot.com.es/2011/09/la-austeridad-segun-berlinguer.html