viernes, 11 de octubre de 2013

APUNGTES PAA UN INFORME

No sé si por haber contemplado la Carmen de Bizet a la vez que leía las últimas estadísticas de Hispania sobre producción industrial, ocupación, licencias de edificación, salarios y beneficios y un largo etcétera que les ahorro (le pido un perdón operístico al boss por esa mezcla incongruente), se me produjo una sensación de injuriado, me vino un convencimiento profundo de vilipendiado y la constatación empírica de engaño supremo que me empujaron a pensar que hay crisis para ¿diez años más, quince años más? Y todo ello me ha llevado a un largo lamento y a la reacción visceral consecuente. Cosa lógica por demás, que se expresa en el título por medio de la romántica creencia en los arranques hispánicos que Bizet  expresó. Por cierto, Bizet la palmó el día del estreno clamoroso de esa obra y a edad tempranísima. Su muerte fue anunciada en el mismo auditorio parisino por la cantante que representaba a Carmen en un arranque de premonición. La premonición era contundentemente cierta. El romanticismo, vaya.

Si ello fuera así, es decir que la transición entre “lo” de ahora y un cierto estado económico más equilibrado entre clases y entre expectativas y realidades va a durar lo que apunto o más, pienso que la política de bajo nivel de la oposición política, social y ciudadana no tiene más remedio que endurecerse un mucho o entregar las banderas, para una vez liberadas las manos, bajarse completamente los pantalones. Es un decir a modo de cabreo.

Probablemente, una recuperación económica que arrastre en parte mejoras en la ocupación y en los salarios (cosas que está por ver que constituyan los motivos prioritarios para los gobiernos actuales a todos los niveles) es lo que está esperando el ciudadano de a pie y sobre todo el que carece de trabajo o se mantiene en equilibrio a precario con ingresos parcos o muy limitados en el límite de la sobrevivencia justa. Les recuerdo que la historia del paro en Hispania nos dice que por debajo del 2% del crecimiento del PIB no hay creación neta de puestos de trabajo. Las expectativas son ahora del 0,4 % del PIB para el año próximo.

El tiempo pasado desde el inicio de la crisis y, sobretodo, desde la debacle laboral y salarial posterior es ya como mínimo demasiado para la experiencia histórica de los afectados. Al mismo tiempo, igual que yo con lo que reflejo al comienzo, la sensación cada vez más extendida es que el largo plazo es el único término temporal para las soluciones de la ortodoxia económica y política, si es que podemos hablar de soluciones, más que de intereses hegemónicos. Además, esa especie de esperanza está sin garantía ninguna que en el punto de llegada haya el nivel de prestaciones sociales, de derechos ciudadanos y de democracia económica que fue imagen de años pasados. Imagen cierta en algunos lugares y en otros simples esperanzas.

Eso significa que no solo es perentoria la recuperación de la ocupación, sino que las medidas de emergencia social son imprescindibles. Emergencias que van desde prestaciones económicas a simples apoyo alimenticio, al sostenimiento de los suministros básicos de la vivienda, electricidad, agua, gas y, obviamente a la propia vivienda.

El asunto es de órdago. Crisis económica de primerísimo orden, ruptura de consensos sociales como no se había visto desde antes de Bismarck, resquebrajamiento del proyecto europeo (que estaba siendo ejemplo para el resto del mundo), abundamiento del control oligopolista de la economía a casi todos los niveles, falta evidente de lideraje político y social y un sistema financiero híper inflado sin correspondencia ninguna con las realidades económicas. Enfrentamientos internacionales o intranacionales que frustran expectativas y frenan caminos mejores para todos.

Frente a este panorama, que unos días parece más negro que otros. Hoy lo es especialmente por el drama de Lampedusa y, sobretodo, por las advertencias de las encuestas electorales en Francia. Frente a ese panorama, digo, tal vez la izquierda política, sindical, social, cultural deba atreverse a manifestar algo más que las reclamaciones hechas hasta ahora. Una crisis de cinco años, experiencia que ya hemos tenido en diversas ocvasiones es una cosa. Una crisis de veinte años no solo cambia el tango del “no es nada”, si no que lo cambia todo.

Distribución del trabajo, renta mínima garantizada, absoluta reforma fiscal, leyes anti oligopolios, cambio en el régimen político y en las instituciones, etc. Estamos hablando de una cita histórica como en otras ocasiones se han dado en estos andurriales. Piénsenlo. Me parece a mí que no hay más. Ni siquiera ese Francisco que genera ilusiones que serán ¿ciertas?.

Lluís Casas y Enric Oltra consolándose mutuamente.