Don Lluis Casas
Dicen que los escritores se dividen en dos clases, aquellos que alaban a su editor y los que huyen de él. Yo por si acaso, me acojo a la primera categoría, añadiendo que para mi las sugerencias de mi editor son ordenes de realización inmediata.
Digo lo anterior por la inconmensurable sorpresa al leer el correo certificado con el que el editor más importante de Parapanda me conminaba a opinar sobre las graciosas declaraciones del ex-mandamás económico de los USA a propósito de la burbuja inmobiliaria, la guerra de Irak y otras menudencias.
Siempre procuro alejarme a la mayor distancia posible del Imperio, pero como temo más a mi editor que lo tengo más cercano, voy al grano.
Si alguien no lo recuerda, Allan Greenspan (81 años) fue presidente de la reserva federal de los USA durante un largísimo período. La reserva federal es algo más que el banco central europeo respecto a las políticas financieras y monetarias americanas del norte, puesto que nadie ha obligado nunca a la reserva federal a tener un credo fijo como el que reluce en Europa por influencia alemana: stop a la inflación. La reserva federal estadounidense siempre ha basculado con comodidad entre el control de la inflación y el impulso al crecimiento, unas veces gana uno y otras la otra. No es menor contar con un sistema financiero mundial al que expulsar los déficits inflacionarios y hasta ahora el dólar tenía esta fuerte personalidad. La inflación estadounidense se disolvía en el mundo mundial. Ojo, ahora el euro empieza a competir en ello. Lo dicho es pertinente, puesto que el presidente de la reserva federal es uno de los responsables del crecimiento habido y so solo de la continencia monetaria.
Presentado el personaje en su faceta profesional, diré que A.G. corresponde al prototipo del experto liberal americano de gran carácter, sinceridad verbal y física y valor y autonomía reconocidos y muy longevo en edad y capacidad. Demócrata probablemente. Ha sobrevivido, más bien que mal, claro está, a diversos gobiernos y a períodos económicos variados, aunque en el fondo podríamos afirmar que presidió una década prodigiosa para la economía estadounidense con el presidente Clinton como eje político.
No es de extrañar pues que, liberado de sus responsabilidades gubernamentales, se explaye en sus memorias contando lo que piensa sobre lo divino y lo humano, de todo aquello sobre lo que no tiene ya influencia directa. Y a este propósito ha dejado retratado a esa mente prominente de Jorge Bush, diciendo que la guerra de Irak responde a los intereses petroleros, que la especulación inmobiliaria era sabida y que no hay sorpresa en su explosión y otras lindezas por el estilo.
Con respecto a Irak y el petróleo no puedo confirmar o negar lo dicho por el colega, solo señalar que Bush es un producto del petróleo de Tejas en todos los sentidos, su experiencia empresarial (hundió algunas empresas), la salvación de su alma (un santo bebedor), el modelo de crecimiento (sin límites, ni coartadas) y la financiación de sus campañas, todo del petróleo. Lo tomado fue devuelto en forma de políticas anti-ambientalistas, con libertad absoluta para la poderosa maquinaria petrolera, Alaska incluida y, tal vez, una aceptación del calentamiento global como instrumento de dominación. Por lo que a nadie le extrañaría lo dicho.
Con respecto a la burbuja hallo en mí más claridad de respuesta, efectivamente nadie mínimamente cuerdo puede negar que se veía venir, que todo el mundo sabia como se cocían las hipotecas en los USA y que la única incógnita era la hora del estallido. Más aún, todo el mundo sabe, Leonard Cohen dixit, que muchas entidades bancarias y oficinas financieras siniestras estaban jugando con un fuego que podía quemar la economía mundial. Exprimo su esencia: la gente en los USA, como aquí, necesita vivienda. Uno. Le ofrecen hipotecas (en los USA la hipoteca no es como aquí, es una deuda endeble jurídicamente) a tipos muy reducidos. Dos. Le prometen que en tres meses habrá una revalorización de su finca impresionante y podrá, a crédito, comprase un cadillac. Tres. Los hipotecantes, bancos y otras empresas financieras especializadas, venden esos compromisos otras entidades con el anzuelo de su revalorización. Cuarto. El proceso se repite y se extiende. Cinco.
El mundo vive de rentas sobre una deuda original que podría ser como la que sigue:
- Piso de 60 metros, en zona colindante con la RENFE, necesidad de restauración profunda, parece ser que hay un desconocido plan urbanístico sobre la zona, precio de entrada 60 millones de pesetas, pago diferido a 40 años, tipo de interés variable al 1%, no se necesitan garantías salariales. Podrá venderlo por más, mucho más. No haremos preguntas capciosas.
Finalmente, el tipo de interés sube al 8%, el comprador no paga, el piso no se revaloriza por que nadie lo quiere. El banco o cosa parecida se puede quedar con el piso, pero ha contraído una deuda con otros inversores, no tiene efectivo. Chilla, se le oye, los que mantienen depósitos en el banco corren a sacarlos…..El movimiento se expande, crece y llega a Tokio, vía Madrid.
¿Por qué se ha esperado tanto en reaccionar?, ¿por qué les entidades públicas reguladoras y las privadas encargadas de valorar riesgos no han funcionado correctamente? ¿Por qué entidades serias juegan con fuego? Que nadie responda en base a la libre empresa y a la libertad de capitales, como con seguridad hará ese profesor enchaquetado en colores que circula por Barcelona defendiendo al poderoso y al especulador. No se trata de libre empresa, ni de zarandajas parecidas. Simplemente de un funcionamiento honrado y eficiente de los jefes de los bancos y de las auditoras nos librarían del gangsterismo financiero. ¿Recuerdan la crisis de ENRON, facturas falsas con la firma del auditor?
Alguien habrá ganado mucho dinero, los bancos centrales habrán desplazado recursos públicos para cubrir agujeros y el piso sin pagar y el ocupante desahuciado.
De eso se queja Greenspan y yo.