La interrogación añadida es una inicial respuesta prudente a una
sospecha consistente.
El Banco de España con un estatuto que blinda su independencia
“política” tiene unas obligaciones que se mueven en el ámbito monetario y
financiero. Principalmente debe ocuparse de que el sistema bancario funcione
adecuada y correctamente de acuerdo a las leyes, normativas y consideraciones
técnicas financieras, entre las que se cuenta la honradez.
Esa cualidad inspectora es enormemente importante, tanto desde
el punto de vista de las garantías necesarias que debe ofrecer un banco o
equivalente, como de la estabilidad económica que puede desprenderse del
funcionamiento financiero. La autonomía aludida pretende que el “poder”
político e institucional no se inmiscuya en los deberes establecidos para el
Banco. Se incluye en esa protección, el exigible aislamiento frente a los
intereses del propio sector financiero.
Esa independencia, presupone desde mi punto de vista que el
Banco de España no se inmiscuya, recíprocamente a su protección estatutaria, en
asuntos de índole política e institucional, dado que es un organismo técnico.
Estoy convencido que el Banco de España nunca ha sido consecuente con su
estatuto y mucho menos con la reciprocidad señalada. La historia de consejos, y
recomendaciones sobre política económica, social, etc. que el Banco, o mejor su
presidente, hace periódicamente al país, a su gobierno y a sus instituciones es
infinitamente larga. La recomendación última sobre la edad de jubilación y el
sistema de pensiones no es más que una reiteración de lo ya dicho por el banco
y/o su presidente desde hace años.
Hay que resaltar que las posiciones “técnicas” en las que se
presuntamente se basan las “sabias” recomendaciones del Banco no son
compartidas por todo el orbe ideológico. Hay en ellas una gran carga
ideológica, política y de interés de clase evidente, cosa que convierte al
Banco de España en objeto político estándar, por lo que debería modificar su
estatuto y pasar por las Cortes, como mínimo.
Resulta curioso que, por otro lado, el Banco de España ha sido
pillado in fraganti en el incumplimiento de sus obligaciones inspectoras y
protectoras del buen funcionamiento financiero, es el caso de la salida de
Bankia al mercado (a la bolsa). Caso excepcional pues ha sido la judicatura la
que ha puesto en cuestión el funcionamiento del Banco a partir de ciertos
informes técnicos internos que señalaban con acierto la verdadera situación de
Bankia y el enorme riesgo de su salida al mercado de valores. El asunto es un
misil nuclear sobre la actividad, la dirección y la honradez del Banco.
La acción judicial es en sí misma una enorme prueba del mal
funcionamiento del Banco (dejó al lado el “paquete” de la Comisión nacional del
Mercado de Valores, solo porque es menos dada a hacer recomendaciones).
Simplemente con la confirmación de la existencia de los informes internos que
señalaban los riesgos ciertos de la operación Bankia, el Banco de España
debería revisarse y renovarse de arriba abajo.
Este hecho de tanta importancia, me lleva a recuperar las
sospechas sobre el papel que ha jugado el Banco de España en la auto inmolación
de las cajas de ahorro. Sabiendo que el banco supervisa in situ las cuentas y
las normas de gestión bancarias, resulta sorprendente que los riesgos brutales
que asumían las cajas en la burbuja inmobiliaria y sus variados sortilegios
inversores y de apalancamiento, no fueran oportunamente puestos en evidencia y
corregidos por la autoridad del Banco de España. La situación no era
desconocida en absoluto para quien tuviera interés en esos asuntos, por lo que
debería serlo mucho menos por quien estaba al cabo de la calle en la
información detallada de cada caja.
Ese absurdo, un banco central que no se entera del gravísimo
incendio bancario, no es creíble. El Banco de España lo sabía todo o casi todo.
Y no hizo nada más que alentar (por acción u omisión) la profundización de los
riesgos. El objetivo, pienso que está claro. La monopolización bancaria del
país con la eliminación del 50% del sector en manos de las cajas (una especia
de propiedad pública). Se consiguió un éxito absoluto, con unos costes brutales
que el país (o un sector) pagará durante decenios.
No cito más que de pasada, como corolario, la falta de autoridad
ejercida sobre los bancos y las cajas en asuntos de productos financieros,
piensen en la crisis hipotecaria. Ha sido también en eso necesaria la
intervención judicial, de los tribunales europeos esta vez. Una acción
reiterada, puesto que ni el gobierno, ni el Banco de España se daban por
aludidos.
Pienso que, si la revisión judicial de la salida a bolsa de
Bankia se hace consistente, no sería absurdo ir pensando en que la acción del
Banco de España antes de la crisis y después de la crisis fuese también
revisada. He ahí un asunto verdaderamente importante respecto al equilibrio de
poder entre la ciudadanía y los poderosos financieros.
Lluís Casas en plena iluminación.