jueves, 10 de diciembre de 2009

TRINCHET Y FERNANDOEZ ORDOÑEZ: VAYA PAREJA DE DOS





Recordarán ustedes por otros artículos publicados aquí mismo mi gran aprecio por esas dos ejemplares personalidades del mundo financiero. Casualmente, mi afectuosa inclinación es totalmente compartida en Parapanda por la mayoría y particularmente por el presidente del cabildo, con cuyos escritos sobre esos individuos coincido plenamente. Coincidencia de la que se alegran las masas que han propuesto celebrar una fiesta de toros embolados con ellos.


No hay duda que los dos personajes merecen ese aprecio y todos los regalos verbales que podamos hacerles. Son dos individuos inasequibles al desaliento, como dirían en otra época poco dorada y más bien gris, cuyos espléndidos aciertos en manejar los bancos centrales de la UE y de España están en boca de todos. Incrementaron el crédito para disfrute oligárquico de la banca y los inmobiliarios. Permitieron a las familias endeudarse hasta las cejas (la libertad de endeudamiento ante todo). Aceptaron en beneficio de la tolerancia financiera que la bola de deuda sobre activos dudosos creciera, de modo que así permitían a unos cuantos acceder al Porsche Cayenne (vehículos cuyos presuntos titulares ahora están devolviendo en número de 300 a los bancos por falta de pago) y finalmente con la crisis en alza cerraron el crédito por si acaso y lo volvieron a abrir en una clara demostración de coherencia técnica y adaptación a las circunstancias.


Parecía que el estropicio que propiciaron equivaldría a unas largas vacaciones pagadas. No señor, en beneficio del ahorro público, tanto el gobierno federal como el de la UE los han mantenido en el cargo, tal vez me digo, para amortizar esas camisas mixtas que usa el Trinchet y ese excelsa inteligencia al servicio de unos pocos del Fernández. O por falta de candidatos alternativos.


Recientemente, como tienen dificultades de contingencia verbal, han vuelto a las declaraciones ortodoxas confirmando que pertenecen a la fracción ciegamente liberal de este mundo terrenal. Insisten en la necesidad de reformas laborales radicales como instrumento para rehacer las economías, no citan las de quien. Y en el colmo de la valentía lo hacen en una reunión de mercados financieros, por lo que, como era de esperar, fueron muy aplaudidos por banqueros que están al borde de un ataque de nervios después de lo que les han permitido pasar las autoridades. Eso de desplegar las tropas frente a un enemigo inventado está muy visto y luce poco. En todo caso, uno recibe los parabienes de los que han encargado el artilugio. Quod era demostrandum.


No sólo se han atrevido a pontificar sobre ese mundo desconocido de los salarios normales y de los contratos basura, argumentando que era necesaria más madera para el fuego empresarial, sino que retoman el curso natural de las cosas y expresan la necesidad de volver a reducir el gasto público (que les ha salvado de una muy buena) para conseguir en breve plazo esa augusta sensación de equilibrio financiero público. Un buen chiste, a decir de doscientos premios Nobel de economía. Cuando apenas se vislumbra una hipótesis de mejoría, esos dos se lanzan al ruedo a solicitar que se aten los machos los políticos en los gobiernos para reducir las posibilidades de crecimiento. Tienen tal niebla en el cerebro y tales caudales en el bolsillo y los tiene en tal evidencia pública, que nadie va a hacerles ningún caso. Afortunadamente. Incluso la industria, el comercio, la producción en suma (cosa que ellos me temo desconocen, puesto que en lo único que creen es en las finanzas, cosa apetitosa donde las haya) sigue mendigando ayudas públicas e inyección de recursos para el crédito. Esos si saben donde está el tomate.


Hay cosas que se comprenden con enormes dificultades por muy buena intención que se tenga y la permanencia de Fernández Ordóñez al frente del banco de España es una de ellas. ¿Qué tendrá que ver con el PSOE, que es quien presuntamente gobierna este estado federal con permiso de 8 jueces?



Lluis Casas, sacando crédito