Don Lluis Casas
La ciudad de Parapanda y su medio de prensa principal me han brindado un retorno al pasado con un artilugio editado el 11 de marzo y cuyo título responde a la clave de “¿Es Josep Piqué un personaje de Matrix?”.
No tengo la menor intención de discutir los intrincados diagnósticos que se exponen en el artículo, pero sí, en base a unas antiguas fotografías, repensar las biografías de algunos conocidos.
Algunos pensaran que el 11 de marzo está muy lejos. Es cierto, pero las fotografías que ilustran y justifican el comentario también lo estaban y ha sido necesaria una operación logística compleja y arriesgada para sacarlas del olvido. Les pido perdón por ello.
Les referiré en primer lugar las circunstancias fotográficas. Circunstancias que tienen mucha relevancia respecto a lo que expondré a continuación.
Se trata de la impresión del testimonio de un tiempo pasado: una “matança del porc”, antes de que estas fueran prohibidas o reguladas (como quieran ustedes) por la autoridad competente. El medio físico, un pueblo de l’Alt Empordà, concretamente en una finca relacionada con unos amigos, buen político uno y excelente profesor otro, ya prejubilado el primero y desgraciadamente desaparecido el segundo. El tiempo histórico: eran los años setenta. La localización social: hay en la foto una cierta meritocracia catalana y el PSUC universitario de entonces. Creo identificar en la memoria algún (con perdón) polvo de estrellas, escritor o cantante y pequeñas muestras de la clase obrera organizada, es decir CC.OO. Situación normal en los tiempos y las personas de entonces. Una mezcolanza social en absoluto criticable y que algunos la echamos a faltar. Todo hay que decirlo, en la mesa cuenta el buen conversador y no el socio ideológico.
Entre los asistentes aparece la cabeza y
Ahí aparece mi teoría explicativa de por qué Josep Piqué no es un personaje de Matrix: en Matrix no existe la ley física; en cambio, Josep Piqué la experimenta con intensidad.
La melancolía que produce el paso del tiempo y la apreciación de que este todo lo cambia me impulsan a exponerla. La teoría está basada en la constatación empírica de que la ley de la gravedad afecta a la materia que conforma el cuerpo de las personas (efecto más que evidente en Sofía Loren) y también a las mismas como entidades con contenido político y moral, el caso de Josep Piqué. A esa teoría la llamo “la pendiente”. Concepto que vinculo con la ley física que explica el fenómeno del incremento de la velocidad en el cuerpo que se desliza por la pendiente. Si no hubiera aire, ni rozamiento llegaría a una velocidad infinita. Nada puede pararlo. Nada, excepto mantener el freno desde el comienzo.
Piqué es una excelente muestra de la falta de freno. En la foto no está solo en el asunto. Pero si tiene, ahora, el record de velocidad. Nuestro ilustrado economista, manager y político ha cursado estudios en todas las universidades, en el PSUC (puedo confirmarlo), en Convergencia (fue público y notorio), en el PP (una realidad evidente) y, esperemos, lo que llegará después.
Una vez iniciado el recorrido por la pendiente, siempre con acelerones basados en retribuciones de prestancia, o en manoseos directos, el futuro no tiene relieve, no hay paisaje que observar. Un Voltaire deviene monárquico sin notarlo. ¡Qué dulzura de argumentos defender lo peor de la historia con la inteligencia del que los había puesto a caldo!
Como condimento a tan excelente plato les explicaré que la teoría tiene un complemento necesario al que ahora he podido darle nombre: el efecto “estasi”, que es cosa diversa de “éxtasis”, ¿no es cierto? La película (yo nunca veo filmes, solo películas). La Vida De Los Otros lo expresa con magnífica claridad: la mayoría de la gente tiene precio y no es muy alto, relativamente. Solo hay que desorientarse un poco, hacerse acreedor de una buena amenaza y la promesa de algún dinerillo o equivalente (triunfo social).
Ambos fenómenos afectan a muchísimas personas, pueden aparecer en cualquier momento de la vida, independientemente de las creencias y del patrimonio no mobiliario. Al principio no tiene coste y si muchos beneficios. Con el paso del tiempo, el individuo como ente complejo tiende a desaparecer, ya no se le puede fotografiar siquiera, el cloruro de plata no se deja impresionar. Fíjense que Josep Piqué ya no sale en las fotos, solo aparece un fantasma borroso que nada dice, que nada sugiere, pero que no calla nunca.