Mi amigo Joan Boada plantea en El país: “Quo vadis, 2015” , un análisis muy
oportuno sobre el devenir de este 2015 en plena marcha. El asunto es en parte
las elecciones previstas y una cierta esperanza en que las plataformas
unitarias de izquierda cuajen y le den un sentido renovador a la política. Muy
de acuerdo con ello (1).
Yo, por mi parte, añado por puro oportunismo temporal que la
dimisión de Giorgio Napolitano no es un buen augurio, al margen de que la edad
impone deberes ineludibles. Pero también podría pasarle a Berlusconi, coño.
Añado además que la campaña “Je suis Charlie” ofrece ángulos de
un oportunismo hipócrita de dimensiones áureas. Ciertos medios que manipulan
noticias y redactores se han apuntado a la libertad de expresión, ¿de quién? Me
pregunto. Tal vez del Banco de Santander, de La Caixa o de esa amalgama de
individuos que viven de las relaciones y de las presiones empresariales,
incluidas en primera línea las mediáticas.
La asistencia a la manifestación parisina de ciertos políticos
dados al exterminio racial, ideológico o simplemente al degüello de los más
necesitados, también determina que frente a un acto despreciable e inútilmente
cruel, no hay vergüenza para presentarse en la oficina de reclutamiento porque
se sabe que esta no impone condiciones. Lo importante es la foto de la prensa
“libre” y la imagen que se deriva, independientemente de su verdad o mentira.
Los dos hechos que he citado, coincidentes en el tiempo (aunque
no debo olvidar la desaparición de Anita Eckeberg que da al trance con la
memoria viva de una época cinematográfica espléndida y de una escena
revolucionaria en la Fontana
di Trevi) ofrecen un balance complementario y coincidente con el desastre de
gestión de la economía y de la política en la Europa Unida (¿), que
junto a la debacle producida por el cáncer de la corrupción hispánica (no cito
la externa para no complicar las cosas) y la agresión permanente a los derechos
y libertades con la ley mordaza y otras dan para un sentimiento no solo de
cabreo, sino de sensación de Hundimiento (en mayúsculas por el film de Oliver
Hirschbiegel).
Pues bien, en este entorno tan animado y reconfortante, me hago
cruces con un asunto menor en relación al mundo globalizado, pero mayor para
los que nos vemos implicados en el: las elecciones, sí o no, en Catalunya. Con
el teje y maneje que Artur Mas y su contra-adjunto Oriol Junqueras se llevan
entre manos y pies por la fecha y las condiciones del embargo mutuo que deben hacerse.
Es obvio para el 99% de los residentes en Catalunya, sean o no
votadores potenciales, que el gobierno de los mejores ha pasado a mejor vida.
No solo se le ha terminado el tiempo real (el teórico puede prolongarse casi
dos años), sino que su líder y conductor (2) ha demostrado a las claras, incluso
elecciones mediante, que tampoco goza de una salud política que le permita
elegancias y sutilezas. Hoy toca la lucha por el poder caiga quien caiga. No es
ideología, ni pensamiento, tampoco las necesidades del país, las opciones
independentistas o cualquier otra cuestión que estimemos relevante. Hoy
simplemente se trata de ganar o no. De ahí las trampas que Mas tienden a
diestro y siniestro para mejorar su posición auto elegida de líder del país.
Que si lista unitaria, que si lista de independientes, que si ERC no puede
incluir a quien ella considere en su lista y un etcétera que se alargará hasta
que el Parlament decida por mayoría que ya está bien de “remenar l’olla” y el
país necesita clarificar políticamente su situación y sus liderajes. Además la
cercanía de las elecciones locales y las consiguientes al congreso y senado
estatal dan a la circunstancia una gravedad temporal añadida.
En ese sentido, el President va haciendo balances de su gestión
y repartiendo “urbi et orbi” cuentas de explotación de su empresa, debidamente
auditadas por un amigo. Un caso clásico entre el mercantilismo actual.
Me pregunto a raíz de ello, ¿de qué debe enorgullecerse el
President? Si Artur Mas i CIU, junto a unos cuantos medios transformó un
gobierno de izquierdas con una acción excelente a cuestas en un “non sens” (con
la ayuda inestimable de dos de los componentes de ese pacto de siete años), y
se irguió en mayoría suficiente para gobernar con los apoyos de la derecha-derechona,
apuntándose después al carro de las manifestaciones multitudinarias y ofreció
elecciones anticipadas (políticamente y administrativamente innecesarias) para
elevar su porcentaje de independencia respecto a terceros con un resultado que
en cualquier otro país (dejemos a parte al estado español) hubiera supuesto su
inmediato pase a una multinacional de la energía, ¿qué está ofreciendo?
Un somero repaso a la acción gubernamental de CIU y de Artur Mas
no refleja nada substancial que merezca elogio o simplemente un “bastant bé”.
No ha habido gobierno real, al margen de alguna “batussa” iniciática para
definir el carácter duro de los recortes. Única política realmente existente y
aplicada manu militari en sanidad, educación, universidades, servicios sociales,
con consecuencias sociales monstruosas.
En el balance que está distribuyendo ese aspecto, ciertamente
marginal para la derecha, sea nacionalista o nacionalista, no se cita. ¿Para
qué? Dada su escasa importancia para la mayoría de los usuarios de esos
servicios y los trabajadores implicados. Lo cierto es que, incluso leyendo u
oyendo, con la mejor buena fe, el balance no acierto a entender si existe o no
un resultado positivo, y si lo hay a quien ha correspondido.
En fin, como decía al comienzo: “ora pro nobis”, pues bien que
lo necesitamos. Además de una paciencia de santo y un cierto grado de sordera
mediática para cenar con cierto relajo y caer en manos del libro de hoy con
placentera circunstancia.
Señor Junqueras, confiamos en que no le dará más cuerda al
President y convocará usted mismo elecciones.
Lluís Casas en el otorrino.
(2) Piloto preferiría él, dada su tendencia a citar a Ítaca y a
Odiseo: El President debería recordar que Homero solo dejó llegar entero a
Ítaca a Odiseo, sus compañeros fueron quedando por el camino, francamente en
condiciones deplorables. Tal vez, el President no haya leído la Odisea , pero al menos
debería haber visto el film en que Kirk Douglas protagoniza la aventura
desgraciada. Otro sí, y diez años de a la deriva es mucho tiempo. ¿No creen?
(
2) NOTA DE ACTUALIZACIÓN: El
President Mas se había comprometido a establecer cosas definitivas en torno a
las elecciones y a toda la parafernalia entre él y su presunto socio el señor
Junqueras este Jueves, lo que nos daba a mis redactores y a mi un día de
margen. Tampoco en eso ha cumplido el “senyor President” y adelantándose unas
horas nos obliga no a reconsiderar nada (no hace ninguna falta), sino a
comentar la jugada.
La convocatoria verbal y exclusivamente mediática de las
elecciones en Catalunya para finales del mes de septiembre, pone sobre la mesa
muchas dudas de cumplimiento y muchas debilidades de varios de los actores.
Nueve meses es el tiempo adecuado para plantar la semilla y recoger el fruto.
Un ciclo temporal consistente, sino lo relativizamos con la explosión inicial
universal. Da tiempo para cumplir lo incumplido y para justificar, ocultar,
decorar y poner jarrones de flores a todo lo que no se ha hecho y a lo que si
se ha hecho, pero que no se quiere enseñar.
Da tiempo para que Artur Mas re edifique su propio
partido, hecho minucias a estas horas en las que los socios fundadores, la
familia Pujol Ferrusola, tienen citas continuas con el juzgado y con el
Parlament. No tengo seguridad ninguna de que esta historia termine como debe,
pero si me siento convencido que ofrece un desgaste de mucho calibre a la historia
compuesta y circunfleja del poder político de la derecha catalana.
Nueve meses sirven para olvidar y para ayudar a olvidar.
También podrían servir para cambiar de opinión, cosa bastante plausible en el
entorno personal de estas negociaciones que hemos visto a través de un espejo.
Sirven para absorber las plataformas que han acompañado,
impulsado el proceso de eclosión independentista. ERC puede perderlas y el
regateador Mas sumarlas. Las señoras se lo están poniendo muy fácil, a mi
parecer.
Sirve, en definitiva, para dejar con cara de pocos amigos
al señor Junqueras y a que el President se sienta cómodo haciendo de las suyas
con total independencia hasta después de las vacaciones.
Me pregunto: ¿tendremos o no elecciones el 27 de
septiembre, Mas mediante? O estamos ante una maniobra más de Mas.
A ver quien la acierta.