domingo, 12 de julio de 2009

O SEA,



Escribo lo que sigue con el riesgo que la realidad de este domingo de julio termine por hacer obsoleto lo que digo. El periodismo es así, me dice el editor. No hay que esperar a los hechos para explicarlos. Con esas claras instrucciones me lanzo confiando en que en este pequeño país quede el suficiente raciocinio para terminar con un asunto que ya dura demasiado: la financiación autonómica.


El jueves por la mañana en los departamentos del gobierno catalán las reuniones, las fotocopias y las conversaciones rápidas en el despacho o en el pasillo se centraban en unas pocas hojas sin casi texto y con muchas cifras. La impresión general era que se estaba en el momento definitivo, el acuerdo parecía concretarse después de meses de oscuro debate y de incomprensiones madrileñas. Poco a poco la información fue extendiéndose, así como afloró la escenografía de los movimientos y de las medias palabras, que si, que casi, que ahora vengo y lo hablamos. Hoy, domingo, el especialista en rupturas incomprensibles debe decidir entre elecciones con enormes riesgos o terminar la legislatura con las medallas puestas y relucientes.


Mientras tanto se han oído otras voces provenientes de otras esquinas peninsulares a las que debemos atender para comprender de qué se trata el asunto.


O sea, decía Feijoo desde Galicia, por otro lado un hábil manipulador de coches oficiales, ahora nosotros vamos a financiar a los catalanes. O sea.


Feijoo resumió, creo que el viernes, el meollo de la cuestión. ¿Quién financia a quien? Tal vez a sus habilidades de manipulador de coches no se sume algo del conocimiento de las matemáticas básicas, cosa que le permitiría comprender como han funcionado hasta ahora los flujos económicos entre las CCAA. Por si me lee y es capaz de comprender, ahí va una síntesis.


Hasta ahora el sistema de solidaridad interregional en España se ha basado en:


1. Que dos comunidades, Euzkadi y Navarra, no entraban en el asunto. Y además estaba prohibido hablar de ello.


2. Que Madrid, Baleares, Catalunya i Valencia asumían el grueso de la solidaridad. Otras participaban positivamente pero con cifras y porcentajes menores.


3. Que, al margen del sistema de solidaridad, el estado distribuía fondos e inversiones según parámetros totalmente ajenos a cualquier racionalidad territorial.


4. Que Madrid recuperaba lo que aportaba por dos vías, una la presencia del Estado y esos centenares de miles de funcionarios radicados en la capital y, por otro, con inversiones directas del Estado en infraestructuras de todo tipo a las que otros no accedían.


5. Que los porcentajes de PIB regional que pasaban de unos a otros eran realmente significativos. Claramente excesivos.


6. Que el sistema no incorporaba solidad intraregional, es decir, los ricos extremeños no aportaban un duro más que sus equivalentes en otras comunidades para su economía regional en Extremadura. Cosa realmente sorprendente que podríamos aplicar a nuestro Feijoo a ver que dice.


7. Que el sistema permitía que además de flujos fiscales se entrara en competencia de incentivos: regiones que desgravaban o premiaban con subvenciones la instalación empresarial. Aportaciones solidarias eran utilizadas para absorber mediante subvenciones iniciativas empresariales.


8. Que la distribución de los fondos cuando se hacía una simple división por la población daba por resultado una dispersión superior al 50%. Algunas comunidades disponían del 50% de recursos por capita superior a otras. Con la curiosa circunstancia que las aportadoras de fondos, especialmente Catalunya, eran las menos dotadas para atender a su población. Catalunya aportaba per capita del orden del 120% (respecto a una media de 100) i obtenía finalmente el 97%. Esa diferencia significa que los catalanes tienen peores servicios que sus compadres a los que ayudan. Extremadura y otras llegaban a cifras superiores a las de la propia Euzkadi.


9. Que el sistema no es entre ricos y pobres, sino entre regiones en donde hay ricos y pobres, de forma que el sistema penaliza a los residentes con menos recursos de las zonas más desarrolladas. Verdaderamente inaceptable.


10. Que el asunto dura más de treinta años y eso ha permitido un despliegue de inversiones de todo tipo que permite esperar que en el futuro no sean necesarias cifras equivalentes.



Es sistema después de 30 años había terminado por ser un monstruo que devoraba a quien en razón a su desarrollo económico generaba las ayudas. Catalunya con su nuevo Estatut pone en cuestión el sistema y propone su cambio. Todo es aprobado en las cortes, en Madrid. A partir de ahí el lío.


Cuando Feijoo dice que ahora Galicia deberá financiar a Catalunya miente. Simplemente los fondos solidarios que los catalanes ponemos a disposición del sistema de solidaridad serán menores para poder permitir que aquí en Catalunya los servicios públicos y los fondos estén en un orden racional. Catalunya aportará un porcentaje del PIB a solidaridad todavía de aúpa.


¿Como son esas nuevas cifras y criterios? Muy simples. En primer lugar el sistema dice que una CCAA aportadora de recursos solidarios no pude después de esa aportación quedar por debajo del orden inicial y ser superada en euros per capita de financiación por otra receptora. El sistema se aplica paulatinamente en cuatro años, alcanzándose al cabo del periodo unos 3.500-3.800 millones de euros complementarios a la financiación actual para Catalunya. Ese es el punto G del asunto hoy, domingo de julio.


Dejo para un escritor de dramas la opera bufa que ha significado cumplir con algo lógico y justo, jurídicamente impecable y además aprobado en el Parlamento.


O sea, hoy puede terminar el asunto. Para quienes quieran más, constan en esta bitácora diversos artículos debidamente complementados con datos y cifras, solo hay que utilizar el ratón.



Lluis Casas, aspirante a la paz universal