jueves, 27 de noviembre de 2008

LA CRISIS, EUROPA, REPSOL Y LUKOIL





Debo desmentir con carácter de urgencia los rumores desatados en Parapanda sobre posibles transacciones europeas en torno a Repsol. Alguien ha insinuado una estrategia política europea que tenía como moneda de cambio la venta de Repsol a la empresa rusa Lukoil: ALGO ESTÁ CAMBIANDO EN EUROPA. Pienso que no hay nada de ello, todo y que debo reconocer que si se realizara podría ser un buen tanto en el acercamiento entre la UE y Rusia. Ahí van los motivos de mi desmentido, basados en lo que más duele, es decir: en la propia estructura económica de la cada vez más difícil operación.


La crisis de Repsol no es tal, al menos por lo que se sabe de sus cuentas. Cifras saneadas y negocio aceptable. Repsol solo sale a la palestra de la venta por los problemas financieros de su accionista mayoritario SACYR, inmobiliaria que se ha dejado atrapar por la caída brutal y previsible del mercado de la especulación del suelo y del metro cuadrado y la falta de abundantes y baratos créditos. Hasta ese momento, la única preocupación de Repsol era la dimensión real que debía adquirir en un mundo donde hay una docena de enormes empresas de extracción, refino y distribución. Y Repsol no era ninguna de ellas. Y ese es un problema que no requiere una decisión inmediata, al menos por el momento.


Los problemas de SACYR, irresolubles por su dimensión y por las expectativas del mercado inmobiliario, se atenuaban con una operación de alto riesgo financiero, político y estratégico. Pero las empresas puestas a salvarse la vida no atienden a detalles. SACYR y alguien más se buscan la vida para eliminar una deuda que saben que no podrán pagar. Lo que quede después les importa un pito. De ahí que el sistema financiero autóctono no haya apoyado ninguna operación de rescate, ni tal solo alguna operación de apoyo logístico. En esa zona hay unos claroscuros en donde las relaciones con el poder político generan angustias y rechazos. Los amigos no pueden o no quieren ayudar y la bomba preparada revienta.


La aparición de Lukoil es de esas características: frente a un vendedor desesperado aparece un comprador sin escrúpulos. Por lo que sabemos, Lukoil desea obtener una compra estratégica sin pagar un duro, simplemente quedándose con las deudas de Sacyr valoradas al mínimo y obteniendo créditos para garantizar la operación. Algo tan poco serio tan poco serio que ni la Caja de Ahorros de Parapanda piensa en apoyar con dinero la susodicha compra venta.


Por otro lado, Lukoil no está en horas boyantes, la caída de la demanda de crudo y la reducción del precio del barril han disminuido los márgenes espléndidos de hace unos meses a unas miserias cotidianas. No disponen de fondos para comprar Repsol, ni tampoco los tienen para comprar la deuda de Sacyr, si alguien no pone los cuartos. Siendo eso así, creo muy dudoso que encontremos nombres propios serios y europeos apoyando o mamporreando la operación.


En otras circunstancias o con un gobierno más puesto no se hubiera llegado al extremo de lo oído en sede parlamentaria entre el PP y los representantes más renombrados del gobierno. Oír, como se ha oído, que el gobierno no debe meterse con la empresa privada, huele simplemente a excusar de mal pagador.


A parte del la explicación económica descrita, algunos comentaristas arguyen otros argumentos, la delicadeza de trato de las empresas rusas, la ferviente democracia de la talasocracia al mando y otras lindezas. Argumentos finos, probablemente acertados, pero simplemente copiados de lo que se podría decir de otras muchas empresas de otros muchos países. Empresas que van a la suyo, si el Estado las deja. Empresas, eso sí, que siguen la senda que Luisa Linares y los Galindo dejaron cantadas, a mediados de los años cincuenta, con aquello de “Dinero al bote”. Autores, además, de otras celebradas coplas como “A lo loco”, “De tu novio, ¿qué?”, muy apropiadas para la situación que estamos comentando.


Lluis Casas portavoz.