jueves, 27 de octubre de 2011

GOBERNANTES CATALANES INCENDIARIOS




Hoy, 27 de Octubre del malparado año de 2011, hay muchas cosas por las que sentir angustia, miedo, furor; y --terminando el recorrido de la depresión-- llegar a la conclusión obvia de que el género humano en forma de tribu, nación o clase acomodada no merece el puesto que ocupa en la historia natural. Parece ser que la evolución en términos darwinistas se ha acabado para el human (Jesús Mosterin) y su alternativa, la evolución cultural (los famosos memes), no termina por coger un camino definitivo. Ya ven lo trascendente que me siento a primeras horas cuando por la madrugá los campanilleros de Andalucía con sus guitarras y sus campanillas me hacen llorar.


Hoy, Europa --un concepto que lleva construyéndose con mucho coste, mucha delicadeza, paciencia y desde poco después de la primera guerra mundial (sí señores, ya entonces algunos franceses y algunos alemanes impulsaron acuerdos de colaboración mutua)-- está a pocos pasos de sufrir una regresión que nos reportaría a principios del siglo XX (un batiburrillo de intereses y un amasijo de torpezas profundas y de miles de tribus), con la diferencia que el mundo ya es otro y no hay lugar para tribus pequeñas y ensimismadas, sea por su historia, sea por su poder económico o por lo que fuere o fuese.


Europa ha estado a punto de ser el ejemplo de sociedad compleja, democrática, colaboradora y alejada, ya de antiguos o nuevos imperialismos. No sé qué queda de ello ahora mismo. Alemania está logrando, esta vez evitando las guerras relámpago que duraban cinco años, un dominio económico y, cada día más, político del continente (probablemente sin Gran Bretaña), en modo alguno conveniente (a pesar de que existen razones válidas para algunas decisiones que está imponiendo). Francia no puede ya delimitarle el camino y el Mediterráneo latino, lastrado por ineficientes políticos y sectores sociales sin perspectiva global y social, no es nada más que la sede de las vacaciones en espera de la paz arábiga del sur del Mare Nostrum(¿?). Un amigo me dijo hace ya muchos años: sólo serviremos como peones camineros, una profesión tan digna como la de ingenieros aereonáuticos. Parece ser que va teniendo razón.


El asunto es de tanta importancia que me abstengo de continuar con la lista de presuntas desgraciadas y me aproximo a nuestra inocente tribu catalana para cosas más domésticas y sencillas de comentar. También son de hoy. El encabezado ya les habrá dado pistas claras sobre lo que viene a continuación; eso, si hoy han estado al tanto de la prensa.


Sobre la ecuanimidad o torpeza conselleril mucho se puede decir e incluso más adjetivos añadir.


Durante este casi año de mal gobierno de CIU, los ejemplos de tales comportamientos han sido tan abundantes en casi todos los terrenos que casi da grima hablar de ello. Se incluye la invasión sin declaración previa de guerra de los juzgados por la policía del Sr. Puig, aunque parece que él no se enteró de nada mientras silbaba por lo bajinis Costa, la de Levante; playa, la de Lloret.


El gobierno de los mejores ha quedado en una mera cuchufleta electoral. La incapacidad para definir una línea de gobierno que lleve a algún sitio decente es inexistente y probablemente imposible con el personal que cobra para ello. La torpeza intelectual, el despropósito verbal, la chapuza de muchas acciones hacen que podamos hablar del peor gobierno que ha tenido Catalunya nunca. Los condes Berenguer disponían de mayor inteligencia, verdadero valor y comprensión social sobre su “país” que esa lista de diplomados o no por universidades privadas.


Un año perdido en esperas, primero para encontrar las piezas que completasen la reunión de los viernes en el Palau, después para entender cifras y letras del gobierno anterior, posteriormente en dejar pasar las elecciones locales no fuera el caso. A continuación la espera intrigante de las oposiciones a presidente del gobierno federal que muchas dudas generan entre la derecha en Catalunya, unas por lo que pueden llegar a ser y otras por lo que pueden llegar a perder.


Con todo, el gobierno catalán simplemente ha hecho dos cosas, la primera y principal: volver a generar debates, aspiraciones ilusiones en torno al pacto fiscal (y otras cosas del mismo rango). Probablemente una pieza de teatro hábilmente conducida por unos expertos en ello con 23 años a cuestas practicándola. La otra es meterse de la forma más esade o iese posible en un berenjenal de recortes económicos sin más plan, ni plano que el neoliberalismo exacerbado, absolutamente fracasado con la crisis. Si ustedes recuperan ciertos artículos de hace dos años y vean lo que se decía del gobierno de izquierdas entenderán que hoy la prensa debería dedicarse exclusivamente a llamar a incruento degüello contra la mayoría de consellers y conselleres, si la regla de medir fuera la misma, o al menos, parecida.


Hoy, dos consellers de la Generalitat demuestran en sus declaraciones y exposiciones en instituciones de raigambre ciudadana unas más que imponentes faltas de información, documentación y cultura general. Ambos parecen poseídos por el núcleo de cocodrilo que subyace bajo la evolución reciente de nuestro desconocido cerebro. Más o menos unos 30 millones de años antes de empezar a ser mamíferos que amamantan a las crías.


Uno, el señor Ruiz ya citado a menudo en este blog, responsable de que los catalanes mantengan un estado de salud decente a través de los medios sanitarios que la indigencia humana ha puesto a disposición. Ya sabemos que hay otros medios y otras circunstancias que favorecen o perjudican el bienestar biológico, como lavarse las manos o follar por ejemplo, servicios que no están (todavía) afortunadamente, en manos del señor Ruiz.


El mencionado conseller advierte que la salud es un bien (¿mercantil, tal vez?) privado que no depende del Estado. Deduzco que la salud debe gestionarse individualmente, puesto que cada cuales el exclusivo responsable o causante de enfermedades e incluso herencias genéticas (en palabras del propio conseller). Es decir, si ustedes padecen cáncer o se han quedado ciegos o han sufrido una indigna caída por las escaleras, allá ustedes; pidan reclamaciones a sus padres o a sus abuelos o revisen lo que ha digerido durante los últimos treinta años, o fíjense bien por dónde andan y no me sean torpes o tan arriesgados. Ahí es nada salir de casa. La sociedad como ente social y político (el Estado) nada tiene que ver con ello, como es más que evidente ahora que el conseller nos ha hecho caer en ello. Simplemente háganse un seguro y vayan a ser asistidos por las mutuas privadas que con tanto éxito el Ruiz ha administrado, pero sobre todo no toquen las narices a la hacienda autonómica, magra que está. Eso es lo que nos ha pontificado.


Ese Ruiz, conseller de la Generalitat de Catalunya S.A., miembro de un gobierno democrático, directivo en la economía privada, probablemente receptor y generador de herencia genómica, más que probable victima de envejecimiento y de los achaques e incidentes más o menos graves que el salir a la calle comporta para todos, nos lanza a la selva, en donde cada uno se las tiene que componer como buena o malamente pueda.


No han pasado tantos años desde que algunas derechas europeas, ya desde Bismarck o Gladstone hasta las democracias cristianas pre Duran i Lleida o los radicales más cercanos entendieron lo que era y significaba un estado social de derecho y las enormes ventajas de una sociedad basada en el acuerdo social y alejada todo lo posible de la selva. No parece el Sr. Boi Ruiz muy compenetrado con todo ello. O simplemente no sabe explicarse, pero como con sus obras lo conoceréis, esta opción es más bien inconsecuente.


Ya entre los neardentales, el brujo o mago (el que acumulaba conocimientos) era gratis y no seleccionaba por sus bienes individuales a sus pacientes. Me pregunto si lo mismo vale para ENDESA, para los bancos, para los usuarios del AVE, para aprender a leer y escribir, para ordenar nuestra convivencia, para ejercitar los derechos humanos. Por poner ejemplos sencillos y fáciles de comprender por mamíferos e, incluso, por cocodrilos.



El Conseller Francesc Xavier Mena ha advertido urbi et orbi que denunciará a los parados que no busquen empleo. Nos dice la prensa que este hombre va a disponer de 500 nuevos inspectores y que los va a poner a tope para conseguir rebajar la cifra de parados por el hábil método de borrarlos de las listas. De hecho, en lo dicho subyace un nuevo foco de ocupación, reconvertir uno de cada dos parados en inspector del otro. Inmediatamente el paro bajaría a la mitad o menos si el segundo no se dedica hora tras hora a perseguir un puesto de trabajo, de los muchos que están en oferta últimamente. Además el movimiento continuo de uno y otro mejoraría el estado de salud individual que no es competencia de Ruiz.


El hecho de la denuncia de los criminales, que supone en general al menos una multa, haría que los ingresos de la Generalitat se incrementaran y el govern podrá reducir el impuesto de sociedades. Un plan, como ven, excelente, cuerdo y bien fundamentado.


El conseller Francesc Xavier Mena aplica la misma teoría científica que el del titular de Salud, Ruiz, puesto que evidencia que si uno no tiene trabajo o lo han echado del que tenia, es simplemente culpable de alta falta mercantil, casi un criminal y que a espabilarse tocan. Como ven toda una conciencia social, cristiana y solidaria. Inteligente también.


Quedo impaciente por oír o leer lo que el President tiene que añadir a lo dicho por sus consellers, aunque le aconsejo, así de entrada, que amplíe la plantilla de los bomberos y, obviamente, de los mossos d’esquadra. Los va a necesitar en la selva.



Lluis Casas, lector estos día de “La naturaleza humana” de Jesús Mosterin y “La biografia del mon. El origen de la vida i el colapse ecològic” de Jaume Terrades. Aconsejables ambos para todos y especialmente para presidents y consellers, me ofrezco, voluntario, a su traducción intelectual por si hubiera alguna dificultad con el anticipo que mi oferta no ha de impactar sobre la estabilidad presupuestaria de la Generalitat. Soy funcionario-talabartero y puedo, si me conceden el permiso, dedicar 37,5 horas semanales a las almas necesitadas.