martes, 18 de diciembre de 2007

CAMBIO CLIMATICO: Bali y las elecciones de Marzo


Una vez terminada la conferencia de Bali sobre el cambio climático es hora de análisis y predicciones. Contando que este medio tiene el premio a la eficiencia informativa, me avanzo al mundo con lo siguiente, que a mi parecer, no será lo corriente en otros medios. Y lo hago por pasos.

Ante todo dejo al margen la tentación de las valoraciones tipo “ha sido estupendo, hemos avanzado mucho hacia el abismo”, para situarme en terrenos más paganos y seguros. No es que piense que no deba valorarse al detalle la conferencia y el espectáculo final, por lo estratégico que es respecto al futuro planetario y humano, si no que creo que desde el escepticismo histórico se pueden recomendar medidas dinámicas y pensamientos prácticos.

En primer lugar insisto de nuevo en que el cambio climático ya no será considerado por nadie como cosa menor y que los preocupados por el problema no se sentirán ninguneados como hasta ahora. No pienso en represalias por el mal rato que hemos pasado hasta ahora los que nos poníamos, con intensidades y matices distintos, el anagrama verde, pero, ¡demonios!, algo de ello merecemos. Insisto, el cambio climático va a ser eje de las propuestas políticas a partir de ahora, con el engarce hacia modificaciones del modelo productivo, con el consumo de energía como base y con políticas de precios y costes más reales. A partir de ahora, ya no hay duda alguna, el cambio climático existe. Acepto dudas sobre velocidades de cambio y adaptación. Y los riesgos que conlleva ir lento, aunque si al menos fuéramos seguros, algo sería.

En segundo lugar, dando un doble salto mortal, me referiré a las próximas elecciones generales en España. Serán las primeras en las que el cambio climático tendrá reconocimiento público de gran problema y de exigencia política para abordarlo. No es nada eso. Veremos cuantiosas novedades en propuestas y discursos de fondo. Y no todo lo que oiremos será producto de un brillante cerebro, por descontado. Todo el mundo, quiero decir, todos los ofertantes políticos se llenaran la boca con esa cuestión, los programas y las propuestas recibirán un intenso aroma verde. Ahí tienen un reto las formaciones políticas y sociales con experiencia y fundamentos en el ramo ecologista. Verán su producto manoseado por todos y su legitimidad genética negada por la fuerza del destino y del poder. Ello nos lanza una interesante fase política, que en otros países ya se ha producido en parte, la asimilación parcial y a menudo poco sincera pero con resultados prácticos, de las exigencias ambientales por todo el arco político y la reacción de las organizaciones verdes. Interesante asunto. En esas elecciones aludidas se podrá comprobar el estado del ánimo ambiental en el PSOE y el nivel real de la futura política ambiental del gobierno de turno. No son cosas etéreas: el impacto del urbanismo salvaje de estos últimos años, con la tentación de oponer medio ambiente y puestos de trabajo (el Las Vegas aragonés será todo un reto para las políticas de alambicación ambientales) Comprobaremos el papel de las regulaciones y de los informes de impacto ambiental sobre los proyectos empresariales y de infraestructuras. Y, como no, la reacción de esos agradables y comprensivos empresarios de fomento.

En tercer lugar cito a la sinceridad. No me he vuelto loco, también en el ámbito ecológico la sinceridad hay que comprobarla. Por ejemplo, aunque España firma siempre todo lo que le echan, es en realidad uno de los mayores torpes entre los países desarrollados. No cumple lo que dice, no hace lo que firma, se pasa por el forro todas las obligaciones a que se compromete. España es el mayor incumplidor internacional en materia ambiental. Los USA que hasta la fecha se negaban a firmar nada han hecho mayores esfuerzos que nuestro país en esta materia. Son, respecto a nosotros, unos ecologistas natos. Algún comentarista ha dicho que USA es un ejemplo para España. Y es bien cierto. La industria americana ha avanzado más y más rápido que la peninsular, las administraciones americanas son enormemente más sensibles que las hispanas y sus programas ambientales cien veces más ambiciosos y eficientes. La hipocresía nacional tiene en este terreno una enorme experiencia. No solo tenemos el reto ambiental, si no el reto de la verdad y la eficacia.

Cuarto. La pedagogía. Ecología y pedagogía se necesitan. La primera para progresar, la segunda para existir. El máximo reto ecológico es explicar que hay que hacer, como hacerlo, con que costes y sobre quien recaen y obtener un suficiente consenso social y político para llevarlo a cabo. Necesitamos un excelente comercial como ministro del ramo, que venda el producto en base a sus cualidades y a su fácil adquisición. Las acciones que deben desarrollarse son en general sencillas de entender, fáciles de aplicar y excelentes en cuanto a su impacto. Son medidas de desarrollo paulatino, no hay que poner la casa patas arriba, pero lo que se haga hay que hacerlo en serio. Vean el film/libro de Al Gore. En su capitulo final hay docenas de medidas plausibleS, posibles y eficaces con el cambio climático. La larga tradición de político pragmático que impone el sistema americano, hace que el ejercicio de Gore sea asumible por casi todos.

Quinto. Lo más importante es que cada uno hago lo máximo posible contra el cambio climático y lo haga bien. No debemos discutir si China o la India deben emitir más o menos, si no que debemos hacer nuestros propios deberes correctamente. Nos interesa, tanto des del punto de vista ambiental, como del futuro económico general. La exigencia técnica del ahorro energético y de materias no renovables imprime velocidad al cambio técnico general, a la elección de sectores nuevos, tecnológicamente avanzados. Esa exigencia mundial es para España una excelente oportunidad de progreso económico, de renovación sectorial y de diversificación productiva. A la vez sitúa a sectores poco dados a la eficiencia y a la difusión del desarrollo, cierto turismo peninsular por ejemplo, frente a un reto de renovación.

sábado, 15 de diciembre de 2007

LO QUE CUESTA CAMBIAR



Me permitirán los lectores una libertad de autor con respecto a la trama de este artículo. Habitualmente les caliento la cabeza con comentarios y reflexiones en torno a asuntos más bien terrenos, como el urbanismo, el tipo de interés o el ferrocarril, pero en este caso asumo el papel de filósofo aficionado y voy hacia otros derroteros que en el fondo afectan al porque no resolvemos los problemas.

Les cuento que desde hace un cierto tiempo me da la impresión que los cambios sociales y económicos se producen con gran lentitud y a costes políticos elevados. No les hablo, dios me libre, de cambios radicales de modelo productivo, de asaltos a los diversos palacios de invierno disponibles, ni cosas parecidas. Me limito a cambios posibles, necesarios, útiles, deseados y totalmente reformistas. No vayan a creer que el que firma va por la vida con la célula a cuestas.

Los gobiernos, los locales tan próximos, los regionales tan cercanos y Madrid (sin adjetivar en este momento), producen legislación y propuestas abundantes, como siempre. En cuanto analizamos sus contenidos y los comparamos con el estado de la cuestión: otras alternativas al efecto, las características del problema a resolver, las hipotéticas prioridades que genera cada uno, etc. tiendo a ver un tempo muy lento de cocción y digestión y un gran alejamiento respecto a aquello, en principio, necesario. Y, también en muchas ocasiones, un barullo incomprensible. Puedo poner ejemplos sin salirme del campo habitual de mis comentarios, la vivienda no los necesita a fe mía (un problema gravísimo que no logra salir más que en las cabeceras de los periódicos en base a abundantes tonterías). El desvarío ferroviario del AVE (a cambio de retrasar la puesta al día de toda la red ferroviaria estatal). La producción de un enorme superávit presupuestario cuando nuestra escuela está como está, sin citar a los mayores de 70 años con una ley de la dependencia sin financiación, ni tramitación real. Las miserias urbanísticas de los promotores (miserias es una figura poética, seguro que lo habrán entendido) Y, de pasada, les cito la problemática ambiental en donde todavía es doloroso (y a veces imposible) no cargarse un paisaje. Y así mucho, mucho más, incluso a escala menor, si se fijan.

Por otro lado, consultando lo que ha pasado en cada uno de los frentes citados, el resultado es apabullante en cuanto a las dificultades de consenso, disenso, tramitación política, puesta en marcha real, etc. Da la impresión que para quitarse una tirita, ya innecesaria, necesitemos un congreso médico de cirujanos, para al final decidir, por desconfiados, que bastaba con ponernos otra encima. Al más puro estilo Marx Brothers, diríamos los que gustamos del cine sin colores.

Cuesta tanto entender que hay que evitar estropear Collserola, lo digo en beneficio del ayuntamiento de Barcelona, duro opositor a convertir ese espacio único en parque natural. ¿Por qué tantas idas y venidas? ¿Será por dinero?, ¿Qué dinero?, ¿De quién el dinero?, ¿por qué no hablamos de ello?. No está prohibido hablar de dinero.

Los cuatro años que llevamos intentando crear una nueva legislación de vivienda que haga lo necesario: vivienda pública de alquiler, ¿son por motivos esenciales? Hace dos años los promotores dieron su aprobación al proyecto, pero la ley está todavía en trámite preparlamentario. El comentario es tan necesario que mientras hemos discutido sobre ello sin llegar a acuerdo práctico alguno, los tipos de interés han bajado y subido, el ciclo inmobiliario ha subido y se ha pegado un coscorrón. La vida ha pasado y la vivienda sigue como hace 4 años, con cambio de consejero y de ministra, eso sí.

Puedo replicar lo anterior con dada uno de los asuntos citados y siempre toparemos contra un muro ciertamente oscuro, construido por intereses parciales, a menudo pequeños, miedos escénicos, protagonismos estúpidos y un sin fin de circunstancias parecidas.

Mis conocidos en el mundo sindical me refieren cosas parecidas con respecto a su íntimo funcionamiento. Los que me relatan escenas universitarias se quejan por motivos idénticos. En la sanidad, en la educación no ocurre nada diferente.

El barullo es tal que, a veces, algún lideraje se toma ciertas libertades y la dice o la hace sonada, sin mayores resultados que el recalentamiento mediático.

¿Alguien sabe qué pasa?

Es obvio que en la actualidad pesa más el interés reducido (personal, de grupo, momentáneo) que la conciencia social y colectiva: se respeta la propiedad privada (en absoluto amenazada) y se rechaza el derecho a la vivienda sin contemplaciones. Si hay una emergencia ambiental, se elige la vía del despiste, aproximándose innecesariamente a que no dispongamos de agua en el grifo. Decisión producida por miedos que no llegarían a perturbar a un cirujano a la hora decisiva.

La prensa o esa cosa que ustedes saben, oculta lo que debe exponer y expone la nada. También es cierto que los liderajes políticos en el mejor sentido del término son ejercidos ahora por seres menores, tal vez producto del rechazo de las organizaciones políticas a la brillantez curricular y a una elección desmesurada por los creyentes del aparato. Busquen y si encuentran más de tres políticos relevantes con un curriculum privado y profesional consistente, me callaré. Acepto el término curriculum en el más amplio sentido posible.

Pienso que la visión infantil alejada del concepto de enfrentamiento de clase, de choque de intereses, en un sentido que expresa los distantes y distintos intereses de sectores sociales separados, quieran o no, por profundas diferencias económicas, vitales y de futuro, enturbia el entendimiento de los llamados a decidir colectivamente y les hace pensar que todo el monte es orégano y que soplando se apaga el fuego. O peor, que el fuego no irá a más.

Pero todo ello es insuficiente. En otras épocas se han producido procesos históricos pacíficos de apuesta de futuro, con aportaciones esenciales para el desarrollo social. La tecnología, que nos ayuda a resolver los empachos burocráticos, no es suficiente para liberarnos de tomar las decisiones adecuadas en el momento oportuno y aceptar las consecuencias, tan inevitables, en fin, como nuestra corta y desmesurada vida.

Les invito a seguir, si ustedes quieren y les interesa.

Lluis Casas, con exceso de dioptrías

jueves, 13 de diciembre de 2007

JAVIER DE LA ROSA O LA ALBAÑILERIA FINANCIERA

No he podido impedir regurgitar los siguientes comentarios, producto de una lectura rápida de la prensa y como pienso que tienen cierto interés para localizar el lugar que ocupamos en el mundo, se lo hago saber:

Uno.

“El financiero De La Rosa (¿desde cuando un ladrón es un financiero?) pacta tres años de cárcel al declararse culpable de una estafa de miles de millones. En cambio, una esquiadora recibe como premio por falsear un bono de esquí seis meses de cárcel. Siendo una estafa, si lo es, de 500 euros le sale a 1,2 meses por cada cien euros. ¿Quieren hacer la cuenta del otro señor aludido? En un programa de radio ya caducado dirían a continuación: quisicosas de la justicia y/o los jueces. Yo me pregunto ¿justicia, jueces, o una tómbola de poder?”

Dos.

“La banca internacional recibe ilimitadas ayudas públicas de los bancos centrales a tipos de interés preferenciales. Traduzco: Como esos banqueros afectados por la crisis de las llamada hipotecas basura son unos finos estilistas y no unos especuladores torpes, el colectivo humano a través del banco público les ofrece dinero a bajo precio, es decir un premio. Igual que si al arquitecto que se le cae la casa por no poner fundamentos a la cuestión le regalaran un chalet. Si algún hipotecado piensa exigir el mismo trato, que se prepare para las risas que provocará en los empleados de la caixa de turno. Adenda. Soy partidario acérrimo de las acciones de los bancos centrales para evitar costes excesivos en las crisis financieras, pero también lo soy de ver a los responsables físicos de los hechos donde deben estar, en el paro ecuménico o en la cárcel, según el caso. También me gustaría ver que en otros momentos de menor vértigo financiero, la cosa funcionara al revés, devolviendo lo que les fue aportado. ¿O es que somos liberales solo a ratos convenidos?”


Lluis Casas pensando que viene Navidad.