lunes, 30 de mayo de 2011

VIOLENCIA CONTRA LOS ACAMPADOS



El manejo del aparato policial siempre es complejo y arriesgado. Es fácil quedar corto en la actuación y mucho más fácil, por la idiosincrasia mayoritaria entre los miembros de la policía y por el asunto en si mismo, pasarse de la raya. Hay que reconocer que a veces el material opositor a la policía en determinadas circunstancias, tampoco facilita una acción mesurada y tranquila. Las cosas como son.


Los conflictos de seguridad y más cuando son masivos y callejeros son difíciles de medir. Tan es así, que hasta el año 2007, momento en que Joan Saura se hace cargo del asunto, los medios de comunicación, el Parlamento y en general los políticos eran extremadamente prudentes al comentar las acciones policiales. Se entendía, creo que muy adecuadamente, que esa materia era tan delicada que el consejero o consejera de turno asumía unos riesgos que le era muy difícil manejar. Había, pues, que respetarlo, dentro de lo que el sistema democrático permite.


Durante los últimos cuatro años esa prudencia institucional, que no quería decir silencio o tolerancia, se rompió y se estableció un pim pam pum contra el consejero y contra ICV en los medios y en la actitud de los políticos de la oposición (incluso en determinados momentos entre sus socios de gobierno). Al margen del acierto o desacierto en la gestión de tan difíciles asuntos, se llegó a esperpentos difíciles de aceptar en una democracia asentada y en un país que no tiene rasgos violentos en si mismo. La máxima exageración de la cosa fue la petición de dimisión del consejero antes de su toma de posición. Cosa que aludía a que, incluso en democracia, determinadas fuerzas políticas no estaban legitimadas para ejercer ciertos cargos o funciones. Ahí se vio de qué iría la cosa y la legislatura. La Vanguardia, aunque no solo ella, enardeció el ambiente con cualquier excusa, fuera o no al caso.


En fin, la historia de los cuatro años es suficientemente próxima para que los lectores y críticos la recuerden perfectamente. En una desgraciada y poca adecuada acción en la plaza Universidad, el director general de la policía fue cesado. Tuviera o no responsabilidad directa y suficiente, el cargo de director general es un fusible político para utilizarlo como vía de apaciguamiento si ello hace falta. Así se hizo. No recuerdo a partir de ese momento acciones controvertidas de la policía de magnitud semejante. Las acciones en tranquilizar y legalizar la acción policial en las comisarías, mediante la aplicación de las recomendaciones internacionales, las famosas cámaras, dieron en eliminar sospechas, denuncias y otras hierbas. La policía quedó a salvo de críticas ciertas, puesto que su actuación en los momentos delicados de los interrogatorios quedaba reflejada en filmaciones. El código ético ultimó la aplicación de las medidas para que los Mossos fueran una policía ejemplar. Todo ello aderezado con la finalización del despliegue y las duras negociaciones sindicales en torno a los asuntos habituales laborales.


Hay que resaltar que el despliegue de la policía autonómica exigió un esfuerzo organizativo y demográfico que generaba riesgos evidentes. Y que la valoración final fue lo suficientemente positiva para la mayoría. Sin evitar las críticas sobre la falta de efectivos que periódicamente aparecen en cuanto uno o varios delitos se concentran territorialmente. Las estadísticas avalan que la seguridad en Catalunya es más que suficiente y que las mejoras a aplicar pueden hacerse con el tiento y la tranquilidad de lo que está aceptablemente bien.


Esta última semana hemos asistido a una acción valorativamente peor a lo visto en los últimos años, puesto que fue planificada en todos sus aspectos sobre un colectivo (los acampados del 15 de Mayo) que había dado suficientes pruebas de tranquilidad y mesura dentro de una reivindicación y acción de nuevo corte. A las excusas sanitarias o de simple baldeo del espacio público, se añadieron, con extremada torpeza, motivos ajenos a los ocupantes de la plaza Catalunya, como la hipotética celebración de la Champions en Canaletas y el uso en el territorio utilizado para debates y votaciones de material altamente sensible a la seguridad como son los ordenadores portátiles, las bombonas de butano adscritas a la cocina y, tal vez, ese extremadamente peligroso instrumento, que es la cacerola popular. Insisto que en ese caso todo estaba a la vista y la programación policial exhaustiva.


Si nos saltamos la descripción de los hechos concretos del viernes, conocido y visto por la mayoría, nos situamos simplemente en el área de los resultados: la policía autonómica entra a saco y ensangrienta más de una cara y más de dos espaldas de los acampados.


Resultados sobre la acción en si misma, sobre las consecuencias posteriores, sobre la extensión del conflicto y sobre lo que entendemos por espacio público y por democracia, participación y mecanismos de opinión. Y ahí si que hay responsabilidad política más que evidente. Un consejero de Interior no puede estar cómodo, como parece el actual, presentándose en público con el bate de béisbol con que el programa televisivo Polonia lo humaniza. El bate es instrumento, fuera del campo de juego, de violencia de máximo nivel y puede asociarse tranquilamente con el fascismo callejero. Pero a nuestro ilustre consejero estas cositas le hacen gracia. Será porque no tiene imagen que preservar, recuerden lo próximo que ha estado respecto al famoso 3% de las promotoras y constructoras. Recuerden que no es hombre de matices y de comprensiones. Un individuo que primero dispara, en sentido figurado, y después pregunta.


Esas gracias televisivas aceptadas como algo propio por el conseller han dado en finalizar, de momento, en una acción en donde la desmesura, la falta de proporción y la falta de gestión inteligente son la muestra de las capacidades y de los objetivos del responsable político. Esa muestra ha estado combinada con una impresentable explicación de los porqués y comos, explicaciones que daban para la risa grouchiana sino fueran asuntos tan importantes y delicados.


Incluso alguno de sus compinches de largo recorrido se ha visto obligado a mentarle la madre, En sentido completamente figurado. Aunque el Presidente no ha dicho gran cosa, síntoma que incluso su insensibilidad hartamente conocida ha dado en reconocer que en el flanco de Interior tiene algo más que un problema.


Me atrevo a afirmar que si la entrada de CIU en Interior se hubiera hecho con mesura y prudencia, aprovechando todo lo bueno existente, si no se hubiera utilizado la boca sin freno, ni las decisiones perentorias sin justificación, incluso el mismo consejero hubiera sido más racional y consecuente con los hechos. Pero cuando uno se lanza por esas vías de absurda venganza política y de creencia ciega en que solo uno tiene la razón, luego pasa lo que pasa.


Todas las policías democráticas tienen sistemas de mediación de conflictos. De forma que cuando se actúa menos con contundencia porque ya no es necesario y se evitan muchísimos riesgos totalmente innecesarios, a la vez que se visitan mucho menos los centros nosocomiales para restaurar la salud y los brazos y piernas afectados. La mediación significa la existencia de respeto para todos, la aceptación que la crítica, que el espacio público, que la protesta pacífica es un bien en si mismo, estemos o no de acuerdo con lo que se reclama. Cuando esa mediación es inexistente y anteriormente se empezó a desplegarla, siendo boicoteada y, después, simplemente despedida, significan lo que ustedes, lectores con raciocinio piensan.


Efectivamente nos falta un pedazo de verdadera democracia en la sede de la policía.



(1) Véase
http://www.youtube.com/watch?v=ibLIV-xVSuY




Lluis Casas partidario de la ley y el orden, pero no de cualquier ley y orden.

domingo, 29 de mayo de 2011

ALGUNAS IDEAS INQUIETANTES






Una vez vistas las elecciones del 22 con unos pocos días de perspectiva, leídas las crónicas de urgencia, observadas las reacciones primarias de los partidos y coaliciones, valorados los resultados al detalle e intuidas las posiciones del poder económico y mediático, me sugiero a mi mismo pensar a largo plazo, puesto que a corto plazo no hay más posibilidades que la chapuza más o menos inteligente y acertada, en la que un servidor reconoce su nula competencia.


El contraste entre lo oído y visto antes del 22 y lo que se ha visto y oído después determinan que una parte, la parte del poder, de la política no se entera del malestar popular y hará todo lo posible para mantener ese malestar entre la queja abstracta y apolítica y la Champions. Como ustedes sabrán el bipartito de CIU, victorioso en las elecciones, ha manifestado por boca del President que se siente legitimado en sus políticas de recorte y de ajuste social e inversor. Cosa curiosa esas palabras, puesto que no atiendo a recordar ningún panfleto provinente de esa coalición en ningún rincón del país que ofreciera un programa basado en esas incertitudes. Yo, cartesiano desde que aprendí a leer, me pregunto cómo una opción política se siente legitimada sobre lo que no ha dicho ni pío. La deducción fácil e incluso comprensible, es que son absolutamente conscientes de que su verdadero programa no cuadra con los intereses de la mayoría social y que el esconderlo bajo términos absolutamente vagos les permitiría aplicarlo con dureza después de los dos éxitos indudables. Eso dice mucho del tipo de político que maneja la derecha, catalanista o no.


Constato que los mecanismos políticos e institucionales, así como las redes de contacto entre representantes y representados que se han utilizado hasta hoy, a partir de los acuerdos de la transición, se han roto, podrido o simplemente se han tornado obsoletos. El largo proceso de degradación democrática, institucional, representativa y de vinculación entre el mundo de la política y el ciudadano que hemos sufrido aquí (y no sólo aquí) ha dado por eclosionar en medio de una crisis económica y un enfoque de modelo económico y social alternativo que aumenta al infinito los motivos de alejamiento ciudadano de la política y de la acción pública y social. Eso no quita que un porcentaje de la población, en torno al 50%, tiene el voto decidido y aplicado. El resto bajo el eslogan de “todos son iguales” facilita a la derecha el acceso al poder, ahora casi poder absoluto, independientemente si la política que aplica les conviene o no.


Como personalmente no respondo a la llamada de la no política, ni soy de los que piensan que todos los políticos son iguales y todos los partidos hacen particularmente lo que les conviene, ni que la política sea una actividad innoble, he de reconocer que en mi descripción de la realidad hay variada complejidad de culpas, responsabilidades, errores o simplemente incapacidades y que afectan de forma desigual a unos u a otros, ciudadanos y políticos incluidos.


Si pudiéramos hacer una crítica consecuente con los errores y los pecados de cada uno, probablemente, los matices aportarían riqueza y exactitud al análisis y el espectáculo lo entenderíamos mucho mejor. Pero hoy por hoy, los media y los intereses que impulsan el alejamiento ciudadano de la política lo hacen imposible para el común de los mortales. Los que matizamos y distinguimos terminamos siendo los raros de la taberna y tenemos que refugiarnos en el rincón del billar, lejos de la cerveza y el debate.


La enorme red de entidades basadas en la solidaridad humana que actualmente poseemos no han estabilizado, como podría haber pasado, ese pacto social y democrático entre gobernantes y gobernados en torno a un modelo de sociedad libre, responsable, segura y solidaria. Las ONG’s no han sido una alternativa a los partidos o sindicatos. En todo caso se han convertido en el último refugio de la conciencia social alejada de la política, pero sin influencia real en el devenir de los gobiernos y de las opciones electorales, en definitiva de la política real y efectiva.


El último detalle, que debe aun desarrollarse y evolucionar, ha sido la eclosión repentina de la protesta masiva de jóvenes en infinidad de ciudades españolas. Ni eso ha sido capaz, de momento, de agitar la conciencia política popular.


La abstención, el voto cuasi fascista, el voto hacia los que tienen como perspectiva de reducción y laminación de las prestaciones sociales son reflejo de que la situación es casi desesperada, pues nada parece hacer despertar a los durmientes. Se da la impresión de vivir en una sociedad enajenada y sin conciencia de sus propios intereses, ni cuando la situación está al borde del abismo.


En unas semanas, dos meses a más tardar, el efecto de los recortes en el gasto público se extenderá por todas las administraciones locales y a todas las CCAA. El efecto macroeconómico será devastador en términos de incremento del paro y de las condiciones de vida de la mayoría. No veremos un reparto equitativo del coste de la crisis (hasta ahora no ha sido así y así continuará) con lo cual la inequidad se instalará como eje de la sociedad. La ocupación, el factor estratégico de cualquier economía y el eje para el bienestar social, es simplemente ignorado, como si un país pudiera permitirse echar por la borda, no una generación, sino varias, sin consecuencias y empezar de nuevo el crecimiento destruyéndolo todo previamente. Una visión social presuntamente formada por autómatas sin sentimientos, ni sensibilidades. Absolutamente irreal.


Hay que recordar ahora el caldo de cultivo del fascismo y el enorme peso de la crisis de 1929, juntamente con las consecuencias del vengativo final de la primera guerra mundial, para entender que estamos en situación de emergencia. Para los más enterados, no hace mucho se publicó que la carga que la UE, el FMI, el Banco Mundial y tutti quanti han echado sobre las espaldas de los griegos es mayor que la que tuvieron que asumir los alemanes en 1920 como reparaciones de guerra. Miren un manual de historia y verán las consecuencias. Aun hoy, la mentalidad alemana, el Banco Central Europeo como su reflejo se alimentan de esa crisis: los precios se incrementaban constantemente hasta el punto que los almacenes tudescos tenían encargados permanentes de anotar las subidas de los productos, añadiendo ceros a la derecha. La inflación y el paro (¿les suenan?) sentaron las bases de un después de holocausto. Tal vez estemos en un nuevo Versalles y Krugman sea nuestro Keynes.


Portugal, tal vez Irlanda, pueden ir por la misma senda griega, a poco que tres o cuatro se lo propongan: tener que entregar todos los activos públicos a la inversión extranjera para pagar la deuda principalmente privada y especialmente bancaria y laminar la acción social del estado, es la única opción que se propone y deprisa, deprisa. Con ello el paro se mantendrá a niveles inaguantables. Tal vez España no esté demasiado lejos de esa circunstancia, a pesar de los recortes en salarios y prestaciones que ya hemos sufrido. Las ansias de reducir el déficit público para pagar los males privados están contrayendo de nuevo la economía y así es imposible eliminar deuda o déficit. Solo el crecimiento y la ocupación podrán hacerlo. A costa, claro está, de mayor clarividencia europea y de un periodo de reforma más extenso y suave. Si el futuro debe ir por donde señala, erróneamente, la Sra. Canciller y lo importante son las vacaciones de los españoles y alguna otra zarandaja sin base estadística que la apoye, hay que concluir que la UE está realmente enferma de gravedad y sus doctores le aplican el método medieval de debilitar al enfermo con las sangrías, esperando el milagro de que a peor, mejor.


España está recuperando unas pocas décimas de crecimiento en base al sector exportador, producto del incremento de la demanda externa, Alemania, Francia, etc. (los que han cuidado con atención su ocupación, su inversión empresarial y su gasto social, estabilizadores e impulsores de crecimiento). Eso es importantísimo porque refleja la política de éxito, impulsar la demanda. En cambio, en la vertiente interna española, el espacio de decisión propia, se hace todo lo contrario, buscar un hipotético equilibrio fiscal (en base al gasto y no a los ingresos), con lo cual el mensaje para el consumidor y para el empresario internos, es ahorrar y no invertir.


En ese contexto, ¿cómo pensar en modificar los instrumentos de participación política, electoral o, incluso, sindical? ¿Qué entorno los hace posibles? Son, evidentemente, una necesidad imperiosa, pero ¿donde está la generación de personas que por capacidad y posibilidad pueden hacerlo con éxito? Haber mimbres, los hay, no hay que dudarlo. Intentos los ha habido y seguirán apareciendo, pero sin una verdadera fuerza social y política que aglutine y de sentido a todo ello nada adelantaremos. No hablo de un partido, sino más bien de una cuajada de partidos, sindicatos, movimientos ciudadanos, etc. que pueda luchar por el mercado ideológico y mediático. Ámbitos en donde se debe producir la hegemonía gramsciana del cambio reformista (él lo diría de forma más radical, claro está).


Algunas ideas inquietantes puedo aportar: la izquierda no existe, existen las izquierdas, que son afortunadamente variadas. Lo que falta es que cuaje un acuerdo básico que permita concentrar fuerzas sin debilitarse mutuamente. Si alguien piensa en una hegemonía en la izquierda está equivocado. Ha podido ser así en algún momento, pero solo aparentemente. De ahí la incapacidad de adaptación a los cambios que esa presunta hegemonía ha sufrido y la facilidad para tomar caminos extraños y erróneos. El mantenerse como Pepito Grillo tampoco lleva a ninguna parte, tanto si se está en la política, como si se está fuera señalando con el dedo. La izquierda está formada por niveles distintos, lo es el sindicalismo de clase, lo es el movimiento solidario, lo es la acción ciudadana, lo es el pensamiento crítico. Lo es la simple humanidad evolucionada.


Creo sinceramente que el futuro debe ir por ahí.


Lluis Casas algo más que harto.

lunes, 23 de mayo de 2011

LA NOCHE DE AYER



Mi principal alegría en la noche electoral, una noche electoral francamente corta por los disgustos que me impulsaron a volver pronto a casa y recluirme en la cama, fue que en Parapanda: la izquierda ganó e incrementó sus votos y sigue dando caña en tugurios, plazas, salas de barbero y panaderías. Por lo demás, excluidas algunas pequeñas satisfacciones por los éxitos de unos pocos amigos y conocidos que lo han hecho especialmente bien, la melancolía se impone en estos primeros momentos.


Ya nuestro amigo parapandés ha definido en trazos gruesos, como corresponde al momento inmediato, lo ocurrido en la jornada del domingo en
LA IZQUIERDA HA SIDO DESALOJADA.


No es que se esperasen grandes éxitos para la izquierda. El suicidio perpetrado desde el gobierno federal a lo largo del último año (que planificó así que despuntó la crisis con su negación) dejaba pocas incertidumbres racionales, quedaba, eso si, la ilusión, más que la posibilidad, que el electorado de izquierdas decidiera finalmente ir a las urnas. Solo con ello, la participación, lo de ayer hubiera sido algo distinto y en algunos lugares bastante diferente. Además, la aparición de una oposición callejera y de auto organización digital, generó alguna expectativa sobre un resultado previamente sabido en sus características generales. No fue así. Hay que ver el grado de abstención, por barrios, para comprender con exactitud el asunto y el grado de recuperación que pueden tener las opciones de progreso para encarar una derrota decente el próximo 2012 en las elecciones al congreso y al senado.


El resultado global de las izquierdas es de un gran estropicio. Su distribución entre las distintas opciones no es, afortunadamente, igual. Unas, ICV-EUIA, han resistido y mejorado, aunque han fallado en algunas plazas emblemáticas. El PSC-PSOE, lanzado como estaba al barranco, no ha conseguido ni siquiera matizar el trompazo. ERC está cosechando una idiosincrasia basada en el jaleo permanente y en vaivenes inexplicables. En un entorno de aparente éxito de la opción independentista (a la que muchos votantes no independentista ya no le hacen ascos), han quedado en manos de los créditos bancarios. Van a sufrir y mucho. En fin, la aparición con cierta significancia de las CUP es una noticia que el futuro y la acción política que desarrollen sus concejales calificará definitivamente. De momento, las CUP (con plena legitimidad) han restado a otras izquierdas y han desplazado el poder de las alcaldías hacia CIU en muchas poblaciones. Ya veremos que dan de si en esta nueva etapa en la que tienen plazas renombradas a las que todos miraran y que les exigirá algo más que agitación y propaganda.


La vista al resto del estado federal es más cruel, si cabe. La marea derechista es imponente y en ocasiones poco explicable para un ser racional como el que escribe. Pero así ha sido y tendremos que tragarnos que una parte muy importante del electorado que vota le importa un pimiento si el candidato es un chorizo o un imbécil. Aunque a decir verdad, una parte significativa de los candidatos simplemente no dan la talla de personas confiables, preparadas y con raciocinio imprescindible. La política ha ido alejando a quienes poseen acervos personales, profesionales y humanos que dan garantías a los ciudadanos y se ha ido llenando de una parte de oportunistas con capacidades de maniobra y de manejo, pero escasamente dotados como ejemplo de ciudadanía. Eso ya se ha convertido en un eslogan facilísimo.

Efectivamente, tal como nos dice el de Parapanda, los partidos, las agrupaciones electorales de izquierda se la han de hacer mirar y deben emplazarse, unos más que otros, a tomar decisiones que clarifiquen el futuro ideológico y su relación con los ciudadanos. Si el maniobrerismo y el esperar a ver si la tómbola echa suerte se imponen, la larga espera en la oposición se hará extraordinariamente larga. En una noche de derrota histórica, el hasta ahora alcalde de Barcelona demostró porqué ha perdido frente a un contrincante derrotado dos veces seguidas y sin ningún acervo atractivo para la general ciudadanía. Un candidato, ahora probablemente nuevo alcalde de la capital que es un hombre gastado por la política estándar, un hombre que confiesa que su promedio de lectura literaria es de un libro al año. Un promedio tan exacto, que me temo que no es ni así. Y eso, cuando se ha pasado muchos trienios en la oposición, en la que el tiempo da para mucho. En fin, una alcaldía, la de Barcelona, que ha pasado del reformista y culto Maragall, a un Clos cuya capacidad de lectura eran textos de 10 páginas, para llegar a lo de ayer. En fin, es como si alguien hubiera querido perder y lo hubiera conseguido. Todo un éxito.


Otro factor a seguir, que conlleva una enorme preocupación es el incremento del voto racista, intolerante y prácticamente fascista. Hoy por hoy no es muy grande, pero está en fase de crecimiento y consolidación, aupado por el utilitarismo racial del PP, que ha obtenido si los dioses no lo remedian, la alcaldía de la tercera ciudad de Catalunya, ahí es nada.


Lo que viene ahora será de extrema dificultad. Por un lado, el recorte desde la Generalitat se siente reforzado y legitimado y el acceso de los nuevos munícipes a las alcaldías y regidurías tendrá una vertiente de reducción del gasto de dimensión inconmensurable. Como ya les comenté no hace mucho, la crisis financiera en CCAA y municipios ha estado “retenida” en espera de elecciones y nuevos gestores. Bien, ahora se ha acabado el tiempo muerto y en un mes la acción nos va a complicar mucho la vida.


Lluis Casas, en edición de urgencia

jueves, 19 de mayo de 2011

QUERIDOS ACAMPADOS, VIGILAD









SIMPLEMENTE UN COMENTARIO DE URGENCIA

En una semana en la que les he llenado de papeles escritos no alargaré la tabarra, pero, oigan, lo que sigue es importante y no puedo resistirme a comentárselo.

Después de la manifestación del sábado, protagonizada por la oposición que quiere ser política, que entiende que hay que hacer política: protesta, propuesta, organización y poder para cambiar las cosas. La derecha nacionalista salió en trompa para descalificarla. Ahí está, como les dije, la pareja de baile de Mas y Duran Lleida. Una descalificación rotunda, irreflexiva, injusta y mentirosa. Hablaron contra el enemigo, lo que ellos consideran el peor enemigo.

También les cité, el nuevo movimiento de protesta más radical iniciado el domingo en toda España, que roza la negación de la política. Y lo hice entendiéndolo, aceptándolo y pensando que debe haber confluencia entre el primero y el segundo para que las cosas no se tuerzan más.

Bien, lo importante es que la derecha ha vuelto a actuar, el Sr., Duran Lleida, lleno de ternura, nos dice que entiende ese movimiento, que comprende sus razones. Parece ser que estaba feliz y contento con las ocupaciones urbanas y con los eslóganes de “no hay suficiente pan para tanto chorizo”. Tal vez no ha atendido que eso se lo decían a el (aunque no en exclusiva). Todo ello, después de ciertos rife rafe en torno a si se debe clausurar policialmente esa protesta y quien debe asumir sus costes. CIU no quiere e intentará que la Junta electoral sea, también, compresiva con los chicos.

Lo interesante del asunto es la utilización por parte de CIU y de otras derechas de dos varas de medir: la negación de lo del sábado y la paternalista compresión de lo que se empieza a cocer desde el domingo.

Apunto a una primera y parcial explicación: la actitud de protesta comprensible y altamente coparticipada por muchos de que el mundo de los políticos huele fatal y que hay que removerlo todo, está tan cerca del no votes, en un contexto social de proximidad con las ideas fundamentales de la izquierda (es decir son votantes del cambio político en potencia), que la derecha ha pensado que la acción terminará por darles un porcentaje de voto y un poder municipal y autonómico mucho mayor. Después lo utilizaran para ampliar recortes sociales y para elevar a santo y a presidente o alcalde al corrupto o el racista que muchos de ellos llevan dentro.

Los nuevos manifestantes deben seguir, claro que si, pero deben ser más meticulosos en su análisis, puesto que pueden, no queriéndolo, facilitar la acción del neoliberalismo. Todo un reto para ellos y para los que pensando parecido también somos partidarios de la acción política, las elecciones y el voto.

Creo que este fin de semana me iré un rato a Plaça Catalunya.

Lluis Casas ojeador.

miércoles, 18 de mayo de 2011

EL RECORTE OCULTO

Sin duda las palabras tienen una fuerza desconocida y considerable en cuanto se hallan en el lugar adecuado y en el momento preciso.Recuerden aquellas de: Llibertat, amnistia i estatut d’autonomia, que definieron el fin de un régimen. Así ha pasado ahora, tanto con la versión castellana, como con la catalana del término RECORTE/RETALLADA, que en poco tiempo se han hecho dueñas de los artículos, de las reflexiones, de los debates y del comentario de café. Indudablemente son las figuras emblemáticas de la pancarta y del grito de protesta: “Prou retallades”. Están presentes en aulas y quirófanos, se hallan entre actores y pintores, pasean su figura entre los expectantes pensionistas y entre los castigados parados. Serán probablemente unas palabras que definirán un período histórico. Dentro de unos años los historiadores hablaran del período de los recortes o de les retallades. Esperemos que podamos verlo desde un sofá y cobrando la pensión pública y, si es el caso afortunado, la privada, también.Todo ha ocurrido cuando un gobierno (por decirlo bondadosamente) poco reflexivo puso el concepto como eje programático de su actuación. CIU se inventó el término bajo el que ha de sufrir intensamente toda la legislatura. Poco después, se dio cuenta que había inventado el eslogan en su contra e intentó variar proponiendo un término alternativo estalvis/ahorros de una significación muy distinta y de carácter muy catalán. Pero como no certificaba la realidad no tuvo éxito, evidentemente.Espero pacientemente las explicaciones freudianas sobre el asunto: ¿Como se pasa en dos días de la propuesta del cambio a mejor a la exigencia del recorte? Puede que los lingüistas también nos informen sobre si esos términos tienen algún oscuro significado antropológico. Tal vez sea así.Imaginen pues, a un capitán de barco, en su viaje inaugural gritando: tripulación a bordo, para seguidamente, licenciar a la mitad para ahorrar costes y advertir que no pagará la estancia en puerto. Colocado frente al timón paterno se da cuenta que ya no cuenta con el piloto de la embarcación, licenciado entre muchos otros, y esta se pone a la deriva. Ya no hay capitanes de barco como el gran William Bligh que navegó diez mil millas en un bote con simplemente el reloj y el mapa en la cabeza y dejó al pobre Marlon Brando recluido en una isla perdida con la Bounty quemada y hundida. Bligh se salvó porque pensó y actuó en positivo, poniendo toda la carne en el asador.Es posible que exista una cierta táctica oculta en eso del recorte (yo prefiero retallada, su fonética es más explicita), puesto que CIU se lanzó a propuestas que sólo en una pequeña parte se han materializado. Aunque han producido mucho ruido y han alertado convenientemente a sus víctimas. La parte del león del recorte está por llegar, ya veremos si hay atrevimiento o no. Lo del día 22 podría ser decisivo.Pero aparte del programa de recorte, hay una circunstancia de gran importancia que pasa desapercibida a casi todos. Es muy simple, estamos a mes de Mayo y por lo tanto ha pasado exactamente el 41% del ejercicio presupuestario con un presupuesto prorrogado y ajustado a cifras en torno del 30%. El nuevo presupuesto es presumible que esté en el Parlamento poco después del 22, con las modificaciones que el resultado electoral (sobre todo el de la capital Barcelona) exija. Lo que nos anuncia que solo a finales de Junio puede haber licencia para gastar. Añado que, de acuerdo a leyes y normas, el periodo de tramitación del gasto consecuente puede llevar más de tres meses si no es muy complicado y más de seis si lo es. Con lo que tendremos una ejecución del nuevo presupuesto más bien raquítica, puede ser del orden del 80% si todo va bien.Esto quiere decir que el recorte, o al menos una buena parte de él, ya está hecho sin anuncios, ni debates. En cifras del mes de Abril la ejecución se situaba en el 28% y el pago en el 21%. Lo que significa que no hay prácticamente nada en curso en los departamentos del Govern, puesto que la disposición debería ser mucho mayor que el porcentaje temporal en razón a los periodos de trámite. Lo que se ha movido está prácticamente pagado, piensen en las nóminas, consumos, alquileres y unas cuantas cosas más y estarán al cabo de la calle.El Govern se ha pasado cinco meses esperando. Un repaso a departamentos y conceptos tiende a reforzar esa imagen. La inversión ejecutada está en buena parte pagada, lo que nos dice que se trata de otra cosa que no sea proyectos de cierta envergadura. Y así todo. No les canso, puesto que la información está disponible en la Web de la Generalitat, si quieren pueden confirmarlo.Si esto es así, tal vez el debate del recorte sea artificial de aquí a muy poco. Presumo también que van a saltar chispas en poco tiempo, una vez las exigencias de la realidad no tengan expediente de gasto en el que colocarse. O eso, o va haber muchas facturas corriendo clandestinamente por los cajones.En fin, en términos macroeconómicos y al parecer del Keynesianismo nuevo o viejo, el presupuesto real del 2011 es contractivo de cojones, aún sin el recorte anunciado. Eso se traduce en menor actividad económica (en sectores clave) en más paro y en menos ingresos fiscales y un corolario de, tal vez, mayor déficit público. Todo un acierto estratégico que debemos al insigne capitán sin piloto.Lluis Casas, simplemente ecónomo.PostscriptumPermítanme que les cuente a modo de relatos cortos mi interpretación de este fin de semana, en el que se han desarrollado diversos hechos que rozan el acontecimiento.Empezaré con lo más vistoso, la manifestación del sábado contra los recortes sociales. Coincido con ello con lo dicho aquí por el de Parapanda. Protesta que apunta tanto a las decisiones que se toman en Catalunya por el nuevo gobierno de CIU, como a las que se toman en Madrid por el gobierno federal, respaldadas, hay que recordarlo, por el grupo parlamentario de CIU. No pueden alegar ni ignorancia, ni participación activa.La dimensión de la protesta, viendo la actitud de los manifestantes, su composición sociológica y organizativa, los eslóganes y pancartas, así como el volumen de participantes, hacen que lo del sábado tenga una gran importancia política que nadie debería desconsiderar. Cuando digo nadie me refiero, sobre todo, a los gobiernos acusados de ir contra los intereses básicos de la ciudadanía democrática, como a los oscuros poderes que están detrás del modelo de “salida” de la crisis. También debe de ser motivo de reflexión y de acción consecuente para los partidos de izquierda y para los sindicatos. Por una vez en estos últimos tiempos han dado en el clavo. Así deben seguir.En primer lugar de la valoración, siempre que sale a la calle una manifestación popular, está la guerra de cifras sobre el número de personas asistentes. Bien, a un servidor, que maneja decentemente la tabla de multiplicar, le salen más de 80.000 asistentes, como también afirma nuestro honrado jefe de blog.Un servidor se recorrió la “mani” al revés, desde la llegada a la salida y contó algo más de dos kilómetros de recorrido. Con una anchura callejera de unos 40 metros en promedio, sale fácilmente una superficie de 80.000 metros cuadrados ocupados. Desde Plaza Catalunya al Parc de la Ciutadella. El paso siguiente, como ven, es casi innecesario. Multipliquen ustedes esos metros cuadrados por la densidad de personas. Quedándonos a un simple 1 por metro cuadrado, cifra moderada donde las haya, estaremos en esos 80.000 participantes. Lo demás es simple producto de la ignorancia respecto al concepto de superficie (son solo dos dimensiones, pero a algunos les cuesta comprenderlas) o de intereses ya sabidos.La cifra exacta carece de importancia, debatir el número es desviar la atención de lo esencial. Fue obvio que la asistencia cumplía sobradamente con la necesidad de hacer evidente el descontento con lo que nos están haciendo tragar a muchos niveles y de muchas formas. Fue una manifestación que si hay en algún lugar gubernamental una cierta inteligencia y un mucho de no hacer tanto caso a los intereses de la minoría poderosa en dinero, ha de llevar a cambios de táctica y de estrategia.El segundo acontecimiento del fin de semana lo constituyen las reacciones posteriores a la manifestación a cargo de ínclitos elementos de CIU, son la segunda parte de la jornada en importancia. Tanto el President Mas, como ese comisionista de autopistas privadas que es Duran Lleida, iniciaron la contraofensiva desconsiderando al personal asistente el sábado y a sus razones.Ellos, el gobierno de CIU, han dicho, que solamente responden a lo que es verdaderamente importante, la mayoría silenciosa. Concepto fluctuante y antidemocrático donde los haya. Uno que tiene ya una edad, recuerda perfectamente que ese eslogan, con semejantes palabras u otras parecidas, era el eslogan justificativo del franquismo, cuando en la calle, en las fábricas o en los barrios se alzaba la voz. Un recuerdo histórico que no hay que echar en el olvido.Sin querer comparar, el considerarse el gobierno de la mayoría silenciosa es un lujo que ahora mismo está dando muchos quebraderos de cabeza a las élites de Egipto, Túnez, Siria y un etcétera más que amplio.Los movimientos de masas democráticos que promovieron lo del sábado, en una confluencia de organizaciones, asociaciones, profesionales, sindicatos, partidos, etc. a las medidas gubernamentales impopulares e injustas, requieren un respeto por su peso no solo cuantitativo, sino cualitativo Por ello, la respuesta del President queda a un nivel impensable. CIU no tiene mayoría absoluta, CIU no ganó las elecciones con un programa de recorte social. Incluso sectores afines tradicionalmente a sus posturas, como en la sanidad pública por ejemplo, se han levantado en contra de su forma de hacer y de sus propuestas. Dos cosas, forma de hacer y propuestas, incluso contra el oportunismo terrible de intentar esconderlas en espera de lo del día 22, una vez vieron que grandes sectores sociales se movilizaban.Haría bien el President en reflexionar sobre el verdadero significado democrático de la Presidencia de un gobierno. Sus palabras han dejado al descubierto a un rey desnudo de verdadero liderazgo democrático. Con su: a mi solo me importa el que se queda en casa y calla, nos ha dejado absolutamente claro que no merece estar donde los votos lo han puesto. Su verdadera dimensión partidista, ideológica en el peor sentido de la palabra, incluso provocativa en momentos en que el país no está para malas palabras, ejemplarizan su distancia respecto al sentido real de la Presidencia de la Generalitat.CIU está perpleja, de ahí esta reacción tan poco reflexiva y tan inconveniente. No entiende que la salida de la crisis, tal como se la plantea (y como se la ha planteado el gobierno federal) no hará más que encender fuegos difíciles de apagar, sin conseguir generar el crecimiento del empleo que los ciudadanos perciben, como los economistas sensatos, como el eje del éxito. CIU, como he dicho antes, es coparticipe activo del modelo que propone y aplica el gobierno federal. Tal vez su ideología, no permitió a CIU entender que lo que aprobaba en Madrid tendría que aplicarlo en Catalunya, apuntando a los elementos esenciales del estado de bienestar, en manos gerenciales de las CCAA.El recorte social, cada día está más claro para muchos, es una reacción ideológica falta de base que tiende a romper el pacto social básico en una democracia: todos asumen costes y ganancias de una manera racional y proporcional. Y esto no se está haciendo así. CIU ha despreciado la capacidad de entendimiento de los ciudadanos con su insistencia en rebajar los impuestos a los ricos, cuando el país está necesitado de esos ingresos. Solo eso ya cuestiona en profundidad sus intenciones. Es una operación excesivamente arriesgada: recortar los beneficios sociales a la mayoría de la población e insistir en recortar la aportación fiscal de los altos ingresos. Simplemente es una provocación de tan poco disimulo que resulta incomprensible en un bipartido de tan larga experiencia. Si se fijan, el gobierno federal, si bien no ha aumentado la fiscalidad a los ricos, tampoco ha hecho en estos momentos acción alguna para rebajarla. Detalle que se le ha escapado a CIU en su ambición por recuperar la Generalitat.El tercer acontecimiento, poco reflexionado en la inmediatez, han sido las manifestaciones más radicales que reclaman una democracia verdadera. Estas planteadas como una estrategia más general y con un más que razonable éxito en diversas ciudades.Estas tampoco han sido poca cosa y merecen, como la más masiva del sábado por la mañana, atención y reflexión. La confluencia de las dos dinámicas, la más reformista y la más radical (radical, pero dentro del orden democrático) tendría que llegar, aunque hoy por hoy no me parece mal su acción paralela. En realidad ambas se apoyan sobre la misma base y en los mismos motivos. Una insiste en la vía política más tradicional, partidos y movimientos. La otra se desliza hacia una cierta negación de la acción política y organizativa más tradicional, sin propuesta alternativa, de momento, orgánica y política. Ambas son compresibles y lógicas en estas circunstancias. Sería bueno, de todas maneras, que la más masiva no perdiera de vista a la más alternativa.Y, termino, poniendo el acento en esa detención del director gerente del FMI en Nueva York. No pongo en duda nada, simplemente me pregunto cómo es posible que se den esas “casualidades” que niegan la más elemental estadística. El futuro presidente de Francia, de izquierdas, que es a la vez el transformador de la tradicional política neoliberal del FMI, lo pillan con las manos en el pandero…Hay unos intereses sueltos por ahí que se están frotando las manos.Lluis Casas circunspecto

LAS DESVENTURAS DE ANALÍA








Lo que les explico a continuación es el reflejo de la dura realidad que produce la necesidad de cuidar de nuestros ancianos en un contexto de escasa ayuda pública (a pesar del lento avance provisional de la ley de dependencia), las enormes necesidades de sobrevivencia que impulsan a la emigración y la dureza de la falta de papeles. También es una crónica de las debilidades humanas y su coste personal y social y, en definitiva, de la brutalidad con que en ocasiones hemos de actuar en la vida, aunque nos duela en lo más profundo.


El relato inmigratorio del PP y de los fascistas catalanes, además de basarse en mentiras y en la necesidad de utilizar un falso culpable externo para nuestras miserias, elimina el relato real de las vidas que se lanzan a una aventura ciertamente compleja y de resultados dudosos. Tampoco asume que la emigración ha sido para los pobres de este país una solución de vida durante siglos y aun hoy, de forma súbita, vuelve a plantearse como vía alternativa para nuestros jóvenes (en esta ocasión formados y muy bien formados) que no esperan la suerte laboral de un contracto que merezca tal nombre en su propio país. Para el PP y para los fascistas catalanes todo lo vinculado a la inmigración es de trazo grueso y eminentemente brutal. Ajenos, como son, a la humanidad.


Analía, nombre figurado para una persona real, es una inmigrante de 26 años, procedente de la dulce cintura de América (no entiendo aún cómo Pablo Neruda se tomó esa licencia poética para adjetivar un territorio de una dureza social extrema, tal vez se refería a la naturaleza y al carácter de sus habitantes, con ello lo excuso).


Analía es madre de tres hijos y la vida en su país era imposible. Se embarcó en la aventura española siguiendo el alud de noticias de otros compatriotas que, le decían, habían encontrado, si no El Dorado que los españoles buscaron en América, sí una forma de vida que permitía esperanzas. Esperanzas aquí, en España instalados definitivamente. O allí, de vuelta, con ahorros para empezar de nuevo con mejores perspectivas. Un pequeño negocio, una casa nueva motivan la vuelta y sus riesgos, junto con el reencuentro con los suyos.


Analía llegó ya en mal momento. Con la crisis española campando por el sector inmobiliario y afectando de forma intensa a la ocupación de los indígenas y de los llegados recientemente. Su destino, que ella ya intuía, era un trabajo clandestino por falta de papeles en regla en el ámbito doméstico. Cuidar ancianos, niños, o los trabajos domésticos vinculados a una familia de aquí. Lo que presuntamente ganaría sería el triple o el cuádruple de lo que dispondría en su país, en caso de tener trabajo. Así pues, su disposición era acumular recursos y volver con sus hijos. Analía necesitaba acreditar tres años de clandestinidad en nuestro país para su regularización y para el paso definitivo, un contrato de trabajo. Este, sin lo primero es cosa imposible.


¿Cómo ha de ser la vida allá en las Américas para lanzarse a esa aventura tan arriesgada? El abandono de los hijos ya es incomprensible para nosotros. ¿Cómo es posible dejar a tres niños y cruzar el Atlántico hacia un destino poco concreto? Pues bien, es posible porque la vida (o la simple sobrevivencia) lo exige y Analía sacrificó su maternidad por un cierto futuro que solo intuye.


La estancia en España no es cómoda para un extranjero pobre, no solo por la necesidad de buscar un trabajo cada día más escaso, sino por las condiciones de vida que el inmigrante debe asumir hasta la llegada de algún ingreso o cierto acomodo al lugar. Hacinamiento en pisos patera, falta de dinero, soledad abundante, lejanía cultural con el entorno, miedo al fracaso. La sola mención de esta pequeña lista nos alarma y deprime. ¿Seríamos acaso nosotros capaces de esa valentía?


Analía fue de trabajo en trabajo buscando una estabilidad que le permitiera satisfacer sus objetivos, enviar dinero a los suyos y encontrar un entorno doméstico familiar decente. Pero el tiempo fue pasando y su vida seguía a salto de mata.


Como sucede a menudo la suerte le llegó por fin casualmente y consiguió ser cuidadora de una anciana. La familia era compresiva con su situación y el trato resultó francamente familiar. La retribución incluso era mejor de lo imaginado. Trabajo, casa, comida, incluso un ordenador para comunicarse y entretenerse. Tenia un día libre y tiempo de descanso diario. Además el compromiso de un contrato en cuanto pudiera ser posible también estaba incluido. El futuro se despejó y la tranquilidad de espíritu, dentro de lo que cabe en su situación volvió. De hecho podía ahorrar prácticamente la totalidad de la retribución, no tenía gastos que asumir, excepto algún capricho o alguna necesidad elemental y el teléfono para traspasar el océano a menudo.


Pues bien, ahí la vida y las debilidades que todos tenemos jugarían un papel en su contra. El inmigrante no debe tener debilidades o de tenerlas las ha de llevar con inteligencia que resulta imposible en la práctica. Analía tenía debilidades. Es joven, necesitada de todo lo que los jóvenes desean, diversión, compañía, amor. Incluso alguna locura y algún exceso. Los jóvenes a veces se pasan. Está en su naturaleza.


Analía, por motivos que desconozco, pero que imagino, empezó a cambiar. Dejó de atender adecuadamente su trabajo, empezó a hacer salidas nocturnas furtivas, abandonando a la anciana durante horas, volvió en alguna ocasión en un lamentable estado etílico e incluso fue vista facilitando el acceso a algún individuo masculino al domicilio de la anciana y suyo propio. Finalmente fue detenida por la policía en una redada en una plaza en donde por las noches los jóvenes hacen lo que ya sabemos. Falta de papeles, fue conducida a comisaría. La anciana pasó toda la noche sola y Analía se enfrenta a la expulsión.


La familia, enseguida supo de esas idas y venidas. Ya se sabe, una escalera de vecinos no es precisamente un centro de discreción. La familia de acogida tampoco es precisamente de moral tradicional y entendía perfectamente lo que a Analía le pedía su juventud. Decidió ser tolerante y dar posibilidades de recuperar la confianza. Se habló, se comprendió y se dio un margen para la vuelta a cumplir adecuadamente con el trabajo.


No pudo ser, la fuerza que impelía a Analía a seguir con esa doble vida era superior a su comprensión de la situación. La familia de acogida no tuvo más remedio que el despido y su substitución. Cosa que no fue fácil para ellos porque todos entendieron en que situación quedaba Analía. Esa familia sintió, como Analía, la dureza de una vida arrancada de su origen y en plena soledad.


Así son las cosas. Al más puro estilo neorrealista de postguerra.



Lluis Casas
17/5/2011

martes, 17 de mayo de 2011

ELECCIONES CON TIJERAS, ELECCIONES SIN SENTIDO






Como ya sabrán ustedes (presumo) a menos que hayan estado estos dos últimos meses en la selva amazónica y sin teléfono, el próximo 22 de Mayo tenemos elecciones a los Ayuntamientos y a las CCAA (excepto las que se rigen por elecciones independientes, Catalunya, Euskadi, Galicia y Andalucía). Eso no es ninguna noticia, como tampoco lo es el escaso interés en lo que dicen la mayoría de candidatos que tenemos los votantes, incluso aquellos altamente politizados y creyentes en el sistema democrático. De hecho, estas elecciones van a ser recordadas porque casi nadie citará en el proceso electoral el asunto de enjundia que estará sobre la mesa al día siguiente de la toma de posesión de regidores, alcaldes y diputados autonómicos y que dominará por completa una o dos legislaturas. Esto es, la crisis financiera de casi todos los ayuntamientos y de todas las CCAA.


Poco a poco se va citando el asunto en los medios de comunicación, pero siempre por artículos periodísticos o de colaboradores que no se presentan a la elección. Ellos sí tienen interés en el asunto, realmente relevante donde los haya. En cambio, el que está en campaña elimina de su discurso (cuando tiene alguno que merezca tal nombre) toda referencia al casi imposible papel que tendrán que ejercer los electos sobre unos ingresos menguados y una estructura de gasto alimentada por la fase expansiva de la burbuja inmobiliaria y urbanística, así como por las numerosas necesidades, viejas y nuevas, de los ciudadanos.


Independientemente de la dura realidad escondida estos últimos dos ejercicios en los cuales los efectos de la crisis fiscal han sido tremendos, pero que se ha mantenido medianamente escondida y a la que no se ha plantado cara en razón a la perspectiva electoral, hay que reconocer que la imposibilidad real de gestionar la nueva situación con las leyes en la mano es evidente. De modo que los nuevos equipos de gobierno se encontraran con déficits enormes y con la acumulación de deuda financiada y deuda sin financiar, es decir, con los cajones llenos de facturas sin contabilizar. Por otro lado, tendrán que lidiar con el miura de una estructura de ingresos ciertamente obsoleta y unas necesidades de servicios ingentes a causa precisamente de la crisis laboral.


Si la situación del gobierno federal es como es, a la vista del esperpento al que hemos asistido desde el verano pasado, lo que va a ocurrir a nivel municipal y autonómico puede ser peor.
El estado federal, en definitiva, posee algunos mecanismos de ajuste macroeconómico y ciertamente acceso a fondos que difícilmente estarán a disposición de Parapanda, por poner un ejemplo.

Si nos fijamos en la estructura de los ingresos locales y contemplamos el panorama de su evolución los últimos seis años, veremos un incremento mantenido de los ingresos provinentes del urbanismo y la vivienda que permitieron (a través de la torpeza de muchos) expandir el gasto en programas de difícil limitación ahora. Esta evolución se trunóo brutalmente con la crisis, sin dejar márgenes de maniobra o tiempo para la reflexión.


Los ayuntamientos, las diputaciones y demás administraciones locales, viven en un mundo en donde la subvención es más de un tercio de sus ingresos y la fiscalidad rígida otro tercio. Los ingresos sólo se mueven con eficacia hacia arriba cuando el mundo inmobiliario crece, el impuesto de obras, el IBI, la plus valúa, etc. Atienden al mundo inmobiliario. Por tanto, en su conjunto, los ingresos locales no siguen el ritmo de la actividad económica general, una vez desparecido el impuesto de actividades económicas. Las bases fiscales son ciertamente escleróticas y muy vulnerables a la crítica populista, los precios de los servicios urbanos, agua, transporte, limpieza, recogida de residuos, etc. No son fáciles de colocar y en general terminan siendo servicios parcialmente subvencionados. La otra cara del municipio, los servicios a las persones, los servicios sociales, educativos, culturales, etc. se llevan también una tajada solemne del fisco propio, sin alcanzar el equilibrio de ingresos por tasas, precios o aportaciones del gobierno federal o autonómico.


La descripción de la situación respecto a las CCAA es parcialmente parecida, aunque estas poseen una capacidad fiscal y autónoma mayor que los ayuntamientos. Tienen a su disposición un amplio abanico de bases fiscales que pueden hacer tributar y ciertos márgenes de incremento sobre los grandes impuestos federales, como el IRPF.


Dicho esto, comprenderán que no es el momento para erigirse en alcalde y menos en concejal de hacienda. Si bien, los equipos salientes han despistado mucho sobre el esfuerzo que la realidad demanda, los nuevos no podrán hacer lo mismo. Están obligados a poner sobre la mesa una reducción substancial de la actividad para mantenerse en los niveles de déficit que la UE y el gobierno federal han acordado. Durante los próximos tres años, la tensión financiera va a producir un órdago de no te menees. El espectáculo será muy crudo, despidos, aldabonazo a algunos equipamientos, reducción salarial para los trabajadores públicos, menos servicios para la ciudadanía y una enorme tensión en el entorno.


Dada la variedad sociológica de los ayuntamientos veremos un abanico de actuaciones de una enorme variedad. Desde el cruzado del recorte, al grito de Deus ho volt, llegando hasta el que pretenderá resistir sin hacer recortes, en espera de la visita del comendador que le toque con el ayuntamiento en quiebra.


Será espectacular y tremendamente dramático. Ya lo verán ustedes. Un asunto en el que los elegidos para la gestión se verán impedidos a hacer lo que necesita el municipio e impulsados a hacer todo lo contrario.


Hagan cuentas, en España tenemos 9.000 municipios y en Catalunya la linda cifra de más de 900. Imaginen por un momento una asamblea de alcaldes o concejales de hacienda con todos los nueve mil y enfrente la ministra de economía y los mercados.


Todo llegará. Ya lo verán ustedes.



Lluis Casas de espectador, afortunadamente, puesto que nadie me ha pedido ser concejal de hacienda. Siempre me quedará Parapanda.

domingo, 1 de mayo de 2011

CINCO MILLONES DE PARADOS Y PRIMERO DE MAYO





No seria necesario especificar a qué se refiere la cifra del título. Todos lo saben. Aunque permítanme evitar confusiones: se trata, evidentemente, de la cifra de parados en España justo el día de la celebración del Primero de Mayo. De hecho no llegan a cinco millones, pero poco le falta. Aunque la realidad está por encima de la cifra, en razón a los mecanismos estadísticos del control de los parados (si no se inscriben no cuentan, están desanimados) y, sorprendentemente, también por debajo, a causa de los empleos encubiertos de la economía sumergida, ahora más intensa que nunca. Mucho más, desde luego, de cuando aquel ministro inane, llamado Celestino, dijo que no alcanzaríamos la cifra de cuatro millones de personas.


Ya en otras ocasiones he comentado el papel de salvavidas del ambiente social que la economía sumergida realiza. Sin ella, la cifra de cinco millones seria más que explosiva. La economía informal, o como quieran llamarla, está por encima del 20% del PIB. Nadie lo sabe a ciencia cierta, porque nadie se ha ocupado seriamente de valorarla. Eso significa que al menos una quinta parte de la actividad económica podría estar bajo la aljofifa.


En cualquier caso, en España siempre ha sido así. Y, no sólo, en España, en otros países esa economía oculta también es importante y probablemente en todas las economías exista un porcentaje significativo del PIB manejándose discretamente al margen del fisco, la S.S. y los derechos de los trabajadores. Incluso hay quien mantiene que no hay que impedir esa forma de actividad, puesto que proporciona trabajo y en consecuencia ingresos a capas sociales que no conseguirían ni lo uno, ni lo otro por medios normales.


Si es por encima o por debajo, poco importa, no se trata ni de estadísticas, ni de acertar una adivinanza. Se trata de que aproximadamente una de cada cinco personas necesitadas de trabajo no lo tiene y depende de las ayudas públicas, del entorno familiar o, en último caso de la beneficencia. El embrollo puede resultar más que fatal, puesto que los parados se cuecen en estratos de población relativamente bien definidos: personas con escasa capacitación, jóvenes sea cual sea su preparación, mujeres y las edades del no vales nada, es decir mayores de 45 años. Ello hace que la concentración familiar del paro sea muy importante y que un número muy grande de familias se encuentre en un callejón sin salida, puesto que ninguno de sus miembros está ingresando un sueldo. La dependencia de las pequeñas cifras de los subsidios es una imagen familiar muy extendida, con un horizonte negro en perspectiva, el término del periodo que cubre la aportación pública y la desaparición de los (escuálidos) ahorros.


En este maldito embrollo, intervienen otras circunstancias agravantes, el endeudamiento familiar en razón a la hipoteca de la vivienda es la más importante, un elemento que juega a la descapitalización de las familias afectadas. Pierden incluso lo ya aportado y les exigen un valor inmobiliario de antes de la crisis.


Paul Krugman, al que cito a menudo, comenta últimamente que los grandes gestores de la economía mundial se han olvidado de los parados, cuya existencia es el aspecto más importante de la crisis. Por ello, las medidas de combate se centran en déficits y recortes y no en el impulso al crecimiento, esto es, a la creación de trabajo. El mercado de trabajo, su regulación, etc. que ha centrado tanto el debate los últimos meses ha demostrado que no es el instrumento adecuado para la recuperación. Por mucho que mareemos la normativa laboral, mientras el crédito siga inexistente en razón a la atonía bancaria, las empresas poco podrán incrementar la producción o los consumidores el consumo. Si no hay incremento de consumo, no hay incremento de la producción y de ello tampoco más puestos de trabajo (docet Keynes) .


En Catalunya, el cambio de gobierno y el corte total de la actividad pública que ha impuesto CIU se ha notado en las cifras de parados. El déficit público del gobierno de izquierdas hacía que la cifra de parados en Catalunya fuera menor que en otras comunidades. Hoy ya no es así. La retracción del gasto público ha alimentado el monstruo del paro.


Por qué sucede esto, me dirán ustedes. Sucede porque los mecanismos de salida de la crisis han tendido a favorecer al capital financiero, que no crea por si mismo trabajo, en detrimento del crédito a las empresas y a los consumidores. Hoy es más que claro que el submundo financiero se ha convertido en el ideólogo y el político orgánico exclusivo del capitalismo. Los grandes empresarios de la industria, el comercio, el turismo, etc. no cuentan apenas nada para decidir las estrategias económicas catalanas, españolas, europeas o mundiales. Si observan con atención, sus voces no se oyen en la prensa, excepto para preguntar qué hay de lo mío. ¿Fomento, la gran patronal, existe todavía?


En la mayoría de países, la recuperación es un hecho. Tal vez débil, tal vez de una forma contradictoria, pero aparecen cifras en positivo mes a mes. En España, eso no es así. Al retraso en enfrentar la crisis, le sucede el retraso en iniciar la recuperación. En España por debajo del 2,5% de incremento del PIB (cifra aproximada) no se crean nuevos puestos de trabajo. El crecimiento hasta ese 2,5 % se realiza en base a incremento de la productividad, reducción de stocks, etc. Por lo que el camino que nos queda es todavía muy largo y penoso.


Podría haber sido distinto, evidentemente. En primer lugar si los gobiernos hubieran controlado la burbuja inmobiliaria, la burbuja financiera, el endeudamiento familiar, etc. hubiera sido distinto. Si mientras se generaban ingresos fiscales provinentes de la actividad totalmente loca y sin sentido de la vivienda y de las promociones inmobiliarias, no hubieran recortado los impuestos estructurales y rebajado la presión fiscal a ricos y a las empresas, ahora todo sería distinto.


Finalmente, después de perder un tiempo precioso, tocará meter mano a los impuestos y exigir a los que más tienen una aportación fiscal considerada normal en el mundo civilizado. Ello derivará en que las cuentas públicas sufran menos y generan mayor demanda. También habrá que actuar consiguiendo que las aportaciones públicas al mundo financiero lleguen a donde deben de llegar a familias y empresas que las necesitan y que son las que impulsaran la economía.


Mientras tanto, cuanto se habrá perdido en términos de humanidad, de dureza vital, de angustia frente al mañana. Pero todo eso no está en el balance. Por lo que no tiene ninguna importancia. ¿No es así?



Lluis Casas, contemplando el espectáculo.