miércoles, 25 de febrero de 2009

LA CRISIS DE LA IZQUIERDA ITALIANA



No crean que vaya a hablarles de Walter Veltroni y del lío en que se ha metido ese tinglado del partido democrático. Ni de esa elección con calendario fijo que le ha substituido momentaneamente. No voy a hacerlo, pues es materia de diversas tesis doctorales sobre psicología y antropología social y por ello resulta harto complicado meterse en ello y salir indemne. Voy a escribirles, eso si, sobre una cierta hipótesis de la izquierda y lo hago a las órdenes del editor, que cada uno cargue con su propia responsabilidad.


A menudo a lo largo de la historia, la izquierda se ha escindido, absorbido, reabsorbido y vuelto a escindir en un largo proceso que no se detiene ni ante las fronteras físicas o políticas (las que fueren), ni ante la historia concreta de cada cual, ni ante los momentos en que una crisis o una guerra exigían pocas derivas internas y mucha política con palabras mayores. Hemos disfrutado de pequeños períodos de calma, de los que siempre preceden a las tormentas. Más nos vale constatarlo de entrada.


La hipótesis es que izquierda no hay una y no la ha habido nunca, ni la habrá. Sino que ha habido, hay y habrá varias izquierdas con componentes parecidos o distintos y con espíritus complementarios o contradictorios. Solo una cosa une a las izquierdas, el deseo de cambio, la opción de progreso entendida como bienestar social para todos y el poco apego teórico a los poderes establecidos y a los poderosos. Y esos elementos en grado muy variable según de que izquierda hablamos. De lo que se trata es de trabajar con esa circunstancia como un dato que pese a su inestabilidad permanece en el tiempo. Es como una peonza que gira, es decir cambia de posición, pero se mantiene inalterable respecto al suelo.


Dado que la izquierda es plural por antonomasia. Recuerden el socialismo primigenio del 19 y el anarquismo que le acompañó. Las distintas derivas socialistas, socialdemócratas, socialistas de izquierda que les siguieron. El socialismo maduro de las primeras décadas del 20, con el comunismo de la mano, con los espartakistas acompañándoles un tramo. Y recuerden otras izquierdas ligeramente burguesas y republicanas o actualmente las bases ecologistas que tienen ya un movimiento de alcance europeo. O los nacionalismos de izquierda que han plagado la historia desde el 19, con ejemplos importantes recientes, citando de memoria el partido de Melson Mandela por si fuera necesario. Por no hablar, claro está del propio trotskismo aun latente a pesar de la desaparición de Trotsky y de Stalin. E incluso de unas derivadas un tanto complejas en las que interviene la religión, cristianos por el socialismo o los partidos-gobierno con raíces en la religión de Mahoma, como en Siria, el anterior Irak o la opción democrática iraní de los 60, por no citar el primer movimiento político palestino. El comentario lo hago extensivo a un mundo de extraordinaria importancia que se extiende en torno a los partidos organizados, el mundo social de la izquierda que siempre ha sido el síntoma perfecto hacia su éxito o su fracaso. Y dejó al final la componente sindical de las izquierdas, que vive en el mismo ambiente de cierta pluralidad. Componente sindical que todo y su vinculación orgánica, más o menos explícita históricamente, es una de las bases independientes de la política de izquierdas. El muestrario, como ven, es extenso, variado y complejo, pero no viene más que a demostrar esa hipótesis que quiero transformar en tesis (aunque no hoy, obviamente). La izquierda es variada y variable.


Vaya, que a la izquierda le va la diversidad organizativa y discursiva. Y que luchar contra ello en pos de una unificación, absorción o descomposición de otros es una idea concreta con escasos éxitos profundos. Debo reconocer que a la diversidad organizativa se le añade, para dificultar las cosas, multitud de diferencias de variado calibre que demasiado a menudo se transforman en armas arrojadizas entre sus correligionarios. Y de ahí a la guerra de guerrillas no hay más que un paso. Es obvio que a la izquierda no la une el interés económico, la ideología de la defensa de clase, por decirlo a lo bruto. Y esto es un problema. Otro añadido, es la base ideológica como pegamento orgánico, débil muy a menudo por lo diversificada que puede llegar a ser la ideología y por la importancia desmesurada de los detalles. Tenemos pues ahí una cosa cierta, que la unión es difícil y poco estable.


También hay que constatar que ha habido, hay y habrá izquierdas hegemónicas. Este es un dolor de muelas con el que hay que contar del mismo modo que el que produce la variedad. La hegemonía se ha hecho de multitud de formas, con violencia de género, por abandono conyugal o por autismo histórico y me dejo unas cuantas formas más. Se ha hecho en periodos de democracia formal y en periodos de tensión incluso callejera. Con resoluciones verbales y a tiros. Hay que entender que la hegemonía electoral, algo que se produce a menudo, no se corresponde con la hegemonía de pensamiento, con la hegemonía total (al modo de los partidos de derecha). Los votos pueden ir por un lado y las posiciones ideológicas por otro e incluso la influencia ideológica o cultural. Véase si no el caso del PSOE e IU y del entorno de izquierda alternativa a la socialdemocracia española que existe un poco por todas partes, en Cataluya, Aragón, Euzkadi, etc.


El breve y un tanto extraviado repaso histórico creo que es suficiente. Como resumen apocalíptico puedo finiquitar con lo que sigue: hoy mismo en diversas partes las izquierdas comparten o bien oposición o bien el gobierno, incluso en algún lugar están a la vez en la oposición y en el gobierno. En muchos lugares lo que se da por decir partido es una amalgama de ellos que por circunstancias diversas permanecen pegados entre si. Me viene a la memoria Cuba, por ejemplo, en donde el acento nacional, la defensa cultural y el rechazo al imperialismo estadounidense marcan un movimiento que todo y llamarse comunista es algo muchísimo más amplio Y así todo.


¿Tiene ello algo que ver con la crisis italiana? Si a mi parecer. La izquierda hegemónica italiana, el PCI, inició una fuerte transformación que abarcó territorios poco susceptibles de barullo. Lo que era más un movimiento en donde convivían con dificultades sensibilidades distintas quiso estructurarse de nuevo abriéndose, y sacrificando alguna esencia, hacia la derecha o el centro derecha. Un movimiento hecho a raíz de la componente histórica de la democracia cristiana y de la necesidad de estructurar, por fin, un estado que merezca tal nombre. Error mayúsculo basado en el débil pensamiento de que la historia ha terminado. Es obvio que no ha sido así y el esfuerzo ha dado lugar a organizaciones que no logran rehacer su cohesión anterior ni incorporar las tendencias democráticas de centro. Los USA no se hicieron en un día y las enormes fuerzas que obligan al dúo partido americano llevan 200 años componiéndose y eliminando por el peso del dólar electoral a la izquierda más tradicional, eso y la pura y dura represión cuando ha hecho falta. La mirada a América, muy italiana ella, no se lleva bien con una Europa que tiende a la complejidad y a la variedad. Ni que sea por las lenguas.


De ello deduzco, para no cansarles, que lo que toca (con la crisis como acelerador) es urdir el cesto de las alianzas de izquierda mediante un programa político, social y económico y presentarlo en toda su variedad y complejidad. Las gentes de izquierda deben auto respetarse y con ello colaborar en el cambio social y cultural. Sabiendo ya, como sabemos, la dificultad de asaltos a palacios de invierno o verano. Las tentaciones hegemónicas, que siempre las habrá, es mejor abandonarlas o controlarlas, no se mide el éxito de todos por los votos o diputados de uno, la hegemonía de un sector se hace a costa del peso global de la izquierda siempre, aunque momentáneamente parezca lo contrario. La vinculación en la acción política hacia los sectores de centro será consecuencia de esa conjunción y de una alternativa de gobierno que no niegue el cesto de la izquierda.


LLuís Casas, analista orgánico

sábado, 21 de febrero de 2009

LAS METAMORFOSIS DE ENDESA






Endesa, monopolio público.
Endesa monopolio privado.
Endesa monopolio público…italiano




No hace muchos meses nuestros dirigentes políticos y económicos nos divirtieron con la primera parte de un espectáculo bufo de primera magnitud. La venta frustrada de Endesa a Gas Natural tuvo un interludio alemán (EON) y un entreacto mixto, ahora en su segunda parte, vemos un final felice, totalmente a la italiana (ENEL). Esa comedia representa la verdadera mentalidad y carácter del capitalismo hispánico y de la alta política madrileña. Es el resultado práctico de la verdadera conciencia de nuestro estado y de su más alto empresariado.


Endesa para no ser francesa (es decir, catalana) quiso ser alemana y terminó siendo parcialmente italiana, por no ser alemana. Y hoy ya es plenamente italiana. Y a todos los efectos prácticos propiedad de un supuesto estado italiano. Estado presunto, insisto, pero estado.


En todo el largo y proceloso procedimiento han quedado al descubierto las vergüenzas de muchos actores de la pieza. Unos están perfectamente identificados por la prensa. Otros ocultan habilidosamente cara y nombre al respetable público, pero constan en nóminas y prebendas para los futuros historiadores de nuestra penumbra actual.


El resultado de tan larga actuación ha sido que un pretendido estado moderno, el español para más señas, ha dejado en manos de otro estado tan moderno como el, el italiano, una empresa estratégica en un sector estratégico, la energía. Y lo ha hecho en un momento sumamente delicado en los asuntos energéticos. Además, la empresa es prácticamente monopólica en sus territorios de implantación, entre ellos en Catalunya a través de un nombre ficticio, FECSA. No puedo dejar de citar otra obra bufa más reciente, entre Repsol y un amante ruso con los bolsillos agujereados.


La larga historia de Endesa puede resumirse para los interesados en la novela negra en muy pocas líneas. Endesa tiene su pasado, como todas las malas heroínas noveladas, fue durante el franquismo una empresa pública que actuaba en régimen de monopolio allí donde tenía sus instalaciones y sus redes. Una gran empresa que emprendió grandes obras hidráulicas al modo de la periclitada, pero renaciente, filosofía del régimen, con manu militari y todos a cobrar comisiones y participaciones. Fue un estado dentro del estado y actuó en consecuencia. Ahí se formaron, se deformaron y se reformaron algunos insignes del régimen y algunos de sus futuros herederos o pensionistas.


Con la llegada de la democracia pocas cosas cambiaron para Endesa hasta la entrada del capitalismo hispano en la UE. Ahí socialistas y después populares actuaron como lo hicieron anteriormente con las grandes empresas públicas: las subastaron en beneficio de un hipotético libre mercado inexistente en la realidad. Unos y otros con maneras autoritarias, no idénticas pero parecidas, vendieron el patrimonio nacional, es decir el de todos, de muy mala manera para el colectivo que no cuenta y muy bien para el colectivo que siempre ha contado. Se hicieron muy buenos negocios (entre otros, vaya por dios, la banca pública que hoy añoramos) y el pastel se fue a casa de inversores privados. Con el pastel se fueron intactos en la práctica, el monopolio y la forma de hacer y deshacer de la empresa. Sin que la pretendida liberalización del mercado energético notara la diferencia. Todo ello tiene un aire a estados del este europeo que no da para respirar. Hoy en día todavía ocurre que a un pretendido cliente de Endesa puede pasarle de todo. Incluso no obtener conexión eléctrica si no paga tres veces más de lo adecuado. Incluso ocurre que Endesa con ciertas colaboraciones puede dejar sin suministro una ciudad de tres millones de habitantes por una simple chispa. Y no pasa nada importante. De hecho, nunca ha pasado nada. Eso lo saben todos ustedes, lectores a la luz de la bombilla eléctrica.


Algunos de los actores de la comedia, actores natos de la comedia del arte a la italiana, representaron papeles ignominiosos, pero sólidos. Uno, un tal Pizarro, nombre de rancio abolengo entre los piratas patrios más despiadados, se erigió en defensor de los inversionistas de Endesa, cual un caballero andante y transformó una posible compra venta en un sitio nacional. Claro está que su origen cercano al Ebro, origen un tanto olvidado, no vayan a creer, puede llegar a justificar su afán por considerarse sitiado. El tal Pizarro logró casi vender Endesa a una empresa altamente participada por el sector público alemán, la mencionada EON. Algunos españoles todavía prefieren ser rojos antes que… rotos. El tal Pizarro obtuvo premio, claro está en forma de la típica comisión de venta y también su premio gordo, siendo en las últimas elecciones el segundo del PP por Madrid, una muestra de la compresión del mundo económico que tienen esos señores y la señora del PP. Pizarro fue a la guerra y cayó fulminado por un tío Solbes, al que le faltaba un ojo, en un tris tras, frente a millones de espectadores que comprendieron la calidad de cada ofertante al instante. La operación tenía tan mala pinta y generó tanto escándalo que el tibio y tímido gobierno socialista la frenó y logró desviar el asunto hacia una inmobiliaria amiga, Acciona, y hacia otra empresa equivalente a EON, pero italiana, la mencionada ENEL. El asunto quedó pendiente de segundas nupcias. A las que ahora mismo asistimos plenos de entusiasmo y emoción y bajo el palio de las dulces palabras sin sentido de la vicepresidenta.


¿Hay alguna cosa que deducir de todo ello?


Yo si lo creo. Y no los voy a dejar sorprendidos si lo expreso. Para mí, todo huele a falta de estado. A falta de verdadero estado. A falta de un estado moderno y consciente, no solo de la parafernalia del poder, sino de los entresijos de la economía y del bienestar de todos y de los enormes riesgos que corremos sin la valentía que la defensa de nuestro futuro colectivo implica. En esa falta de estado, incluyo obviamente al gobierno y a su aparato, pero también y con muchísimo relieve a una oposición, el PP, totalmente fuera de tiempo y hora.


Lluis Casas a oscuras


miércoles, 18 de febrero de 2009

OBAMA TIENE UN PLAN Y OTROS TIENEN OTROS PLANES






Casi un año después del arranque de la crisis con los primeros movimientos de quiebra financiera en los USA y Gran Bretaña tenemos todas las incógnitas despejadas, excepto una. La que queda por ver es cuál es el comportamiento de la economía frente a los diversos planes que los estados han emprendido. Esa incógnita esconde otras que ahora no podemos vislumbrar, cegados por el resplandor de los centenares de miles de millones contenidos en el primer arrebato contra incendios. Si los resultados no son los esperados, generación de confianza, remonte del consumo, mejora de la ocupación, etc. tendremos de nuevo un complicado polinomio con diversas nuevas incógnitas. En fin, que estamos todavía en fase de ver lo que pasa.


Hoy el presidente Obama dispone un plan aprobado por una justa mayoría y lo tiene en fase de presentación por su país. Ayer mismo, TV3, en el canal de noticias, nos ofreció en directo la presentación del Plan en Denver, Colorado. Incluida la presencia y la voz de un pequeño empresario de paneles solares que expresaba su confianza en el desarrollo para las nuevas tecnologías energéticas que supone la propuesta de Obama y los demócratas. Un ejemplo de la intensidad de un mensaje a través de una persona concreta.


El plan Obama no es el que el pretendía, un querido acercamiento a los republicanos lo ha aguado un poco, con resultados complementarios casi nulos, puesto que los republicanos siguen queriendo ver en directo un nuevo 29. Entre el liquido acuoso se ha colado una estrategia que hiere a los keynesianos, se demora la nacionalización de la banca y se sigue con aportaciones de equilibrio. Y la banca sigue sin responder. A pesar de ello, el plan de Obama es creíble, puesto que está confeccionado desde el punto de vista de quien ha emprendido la batalla sin demoras, sin ocultarse la realidad. El éxito va a depender de muchos factores, unos cuantos independientes de la actitud presidencial y del dinero público puesto a disposición del plan. Entre ellos está lo que hará la UE, Japón y los tres o cuatro países que cuentan en estos momentos. De ahí se sigue que tenemos básicamente estrategias nacionales y en todo caso cierta coordinación supra estatal. Mal vamos.


Si el plan Obama genera puras expectativas, que ya es mucho hoy en día, los planes locales, como el español, presentan otras apreciaciones.


En España no existe plan, al menos que sepamos. Existen diversas formas de acercarse a los problemas de la crisis, la vertiente financiera, con fotos bancarias incluidas, ciertos mensajes en torno a la actitud de defensa del gasto social y poca cosa más. Es justo reconocer que con un plan producto de gentes que negaban la mayor, la propia crisis, no hace muchos días, no se puede ser muy exigente. Comparando, que es fácil, entre lo que nos dicen aquí y lo que leemos allá, resaltaré algunas cosas que coinciden con lo que he dejado dicho meses atrás. En los USA, Obama apuesta por la lucha contra la crisis en términos de futuro, o al menos resalta la parte de futuro sobre la parte de coste actual que contiene su plan. Explica cosas sobre nuevas tecnologías, apuesta por un cambio energético radical e introduce elementos de gasto social, novedosos para los americanos del norte. Me interesa resaltar esa visión de futuro.


Pienso que es inútil emplazar cientos de miles de millones simplemente para apalancar las empresas automovilísticas o para salvar el sistema financiero. Probablemente haya que hacerlo, pero bajo otras banderas. Unas banderas que tienen que ver en como vislumbramos y queremos el futuro económico. Podemos hablar de medio ambiente, de altísima tecnología, de energía o irnos hacia el modo social y el modo productivo. Lo importante es este deseo de futuro que marcará todas las acciones que emprendamos, sean las que fueren, y lanzar un mensaje a los actores económicos y sociales exigiéndoles que pienses más allá del día a día. Por muy duro que sea el día a día. Los entrenadores deportivos lo entenderán muy bien. Si hay que remontar un partido que está perdido, el coraje, el esfuerzo y la moral se crean apuntando a un resultado inverso, no a obtener un disparo de corner.


Harían bien los sindicatos en recorrer ese camino (pensafr más allá del día a día) encontrarían aliados, mejorarían el mensaje y confirmarían solidamente las peticiones del día a día. El estado del sector metalúrgico es clave, pero no nos salvará. O eso me parece.






Nota del Editor. Paco Trillo nos ha solicitado “Madamina, il catalogo é questo” a cargo del bajo-baritono urugayo
Erwin Schrott . Pero, como a este cantante nos parece que le falta un hervor, esta sección de discos solicitados tiene a bien poner también la misma pieza a cargo del gran Cesare Siepi. Oigan y comparen. Radio Parapanda siempre al servicio del oyente.



viernes, 13 de febrero de 2009

UNA MEDIDA CONTRA LA CRISIS






Como en todas las crisis económicas que en el mundo han sido, nos pasaremos mucho tiempo discutiendo, proponiendo y criticando innumerables medidas en contra, para reducir el paro, para incrementar la inversión, etc. Nada hay de malo en ello y es una circunstancia perfectamente natural. En una crisis se debaten intereses económicos, intereses de poder, intereses ideológicos e incluso los intereses de mi primo en Parapanda. Recordarlo es bueno y útil. No vayamos a creer que todo lo que nos cuentan es a beneficio de todos. Un cierto tipo de periodismo, la política instalada y la mentalidad general han borrado de sus archivos eso que tanto costó construir: la vida son intereses de diversa índole y existen clases sociales, o si les produce urticaria el nombre, sectores sociales con intereses no precisamente coincidentes, tanto para el largo plazo, como para ahora mismo. Ahí está la banca para comprobarlo o lo que los buenos del sector inmobiliario pretenden, o simplemente, lo que los empresarios opinan sobre el despido. O, si se tercia, las montaraces propuestas de MAFO, cariñoso apocorístico de bar minimalista, que designa al Gobernador del Banco de España. De todo ello, quiero resaltar que hay muchas formas ligeras y contundentes para reducir los fiascos de la crisis y que los políticos, la prensa o nosotros mismos no paramos mientes en ellas. Ahí va una.



Pues bien en estas circunstancias de terror financiero aparecen noticias en torno a una vuelta atrás en el tiempo. Les explico interesadamente. No hace más de 3 décadas --en otro proceso de crisis que los que tenemos más de cien mil kilómetros en el motor podemos recordar con precisión, años setenta y ochenta— que las administraciones regularon su financiación empleando el peor de los métodos inventados por el hombre, el retraso sine die del pago a los proveedores. Se llegó a pagar a dos o tres años. Nada menos. Ello implicó la expulsión del mercado de los proveedores públicos a todas las empresas que no tenían asociada una financiación excelsa, es decir un banco preferente que compartiera riesgos simplemente temporales y se embolsara porcentajes del 50% sobre el costo del servicio o el producto. Empresas que coincidían en su dimensión pequeña o mediana para más INRI. Nadie podía distinguir con precisión qué costaba lo que la administración compraba y cuánto se incrementaba en razón a los costes financieros. Se crearon verdaderos monstruos basados en la especulación financiera, empresas-fantasma que sólo aportaban dinero para aguantar dos años y que encarecían bienes y servicios en porcentajes fabulosos. La administración pagaba por no pagar y las empresas de la producción real atadas a ese castigo divino del no saber cuándo se cobra eran entregadas atadas de pies y manos a los que disponían de circulante, bancos, cajas y otros productos de la época, un sistema prestamista y explotador.



Costó dios y ayuda rectificar, fueron años muy duros para explicar a políticos y administradores que era mejor cargar la financiación directamente sobre los hombros de la administración, pactar un término conocido para el pago con los proveedores y aligerar la factura y el IVA consecuente. El mercado, la producción, la construcción lo agradecieron y los costes fueron reduciéndose paulatinamente. Paralelamente, alguien tenía que explicar que todo programa que no contara con financiación no podía llevarse a la práctica. De esos tiempos vienen los corsés sobre endeudamiento, esos ratios de la UE que limitan el exceso (y a veces lo que no es exceso: la simple necesidad).



Hoy volvemos a las mismas. Relean El Periódico del sábado 7 de febrero y sabrán lo que les estoy diciendo. De todas maneras, hogaño hay novedades respecto a los setenta y ochenta. Hoy, el gobierno federal y algunas autonomías están inyectando dinero a espuertas en el sistema bancario para ayudar a impulsar el crédito. Esa inyección, si realmente los bancos lo revierten en forma de crédito, cosa más que dudosa, financia en una parte esa falta de pago, que la misma administración aplica. Una locura.



Si las administraciones mantuvieran los compromisos de pago en términos razonables, su coste bajaría y se ahorrarían una parte de la inyección financiera a los bancos, que como no la derivan hacia el mercado no cumple su función. Es decir una excelente medida anti crisis es mantener los compromisos de pago. Excelente porque la financiación extra llega donde tiene que llegar directamente y las empresas pueden liberar parcialmente su acceso (en parte vedado) a la banca.



La conclusión es simple, hay muchas medidas blandas de gran eficacia anti crisis, que no tienen respaldo mediático, pero que aportan mucho más de lo que parece. Les comentaré otras sin falta. No crean que todo lo que podemos hacer es pagar a Monsieur Botín.



Lluis Casas de compras en los Grandes almacenes.



miércoles, 11 de febrero de 2009

¿A CUÁNTO SE COTIZA EL KILO DE BASURA?




Debo confesarles que el título del articulillo incorporaba un término alternativo al de basura. Término mucho más orgánico y contundente y probablemente descriptivo, pero, en fin, los buenos modales y la discreción que el editor me exige han hecho que encabece lo que sigue con gran moderación y ecuanimidad tratándose de lo que se trata.



La referencia del kilo de basura se refiere, para que no se me desorienten, a este invento reciente de los bancos públicos malos. Bancos que acumularan los activos, es decir créditos otorgados (término muy desprestigiado en este momento), que posee el sistema bancario internacional y que no tienen más respaldo real que la buena voluntad de los dioses, dado que en la tierra no valen nada. Ese banco acumulador, tal que una batería, de créditos impagables y por lo tanto incobrables, debe ser público, faltaría más, dado que no hay empresario banquil (no utilizo bancario para demostrar que tenemos un nuevo sector financiero substancialmente distinto al tradicional) que los quiera. Una operación de pura ortodoxia liberal. Socializar las pérdidas (ahora la basura bancaria) hubiéramos dicho en épocas más definitorias, sistema de una enorme justicia distributiva. Cuando hay ganancias a espuertas todo se lo lleva el consejo de dirección y los accionistas, y cuando hemos metido la pata, el remo y otros adminículos articulados hasta el fondo creando unas pérdidas supermillonarias, viene el sector público y se las lleva para el solo. Espléndida jugada. Que además se hace con los mismo directivos bancarios que han producido la catástrofe, aunque eso si, van a rebajarles el sueldo de cien millones a treinta. Todo un gesto. Yo propondría un fondo especial para el sueldo del gran Magdoff, el neoyorquino más reputado y que se encuentra en la miseria y abandonado por sus propios hijos. Hay que ser comprensivo y humano. Para eso estamos.



El sistema se va aplicar en los USA y hay discusiones europeas que no harán más que aplazarlo. Parece ser que España ha tenido sus más y sus menos con la propuesta y por el momento ha logrado aplazarla. La comidilla del asunto es que la postura inflexible del tío Solbes se debe a las ordenes recibidas del dios Botín, dado que como su publicidad dice que no ha generado basura no tiene derecho a que se la compren, por lo que, prefiere que no exista el banco malo europeo. Aluden a no se qué cosas de la competencia.



Si bien los resultados bancarios de la crisis son pura basura, expresión coloquial que tiene ciertas moderadas excepciones, entre las que, dicen ellos, se encuentra la banca española (ya lo veremos), no son las únicas pérdidas que se pretende endiñar al colectivo social de los que pagamos al fisco. Ahí están por lo menos, la industria automovilística y según el decir de los empresarios catalanes, todo el metal. Quieren subvenciones, dado que nadie les compra nada. Actitud más que coherente con las expresiones de no hace mucho con respecto a las obligaciones públicas.



Pero la pregunta del millón es: ¿qué vale el kilo de basura bancaria? El kilo o la unidad de cuenta que se establezca, da igual. ¿Cómo vamos a valorar un crédito que no tiene comprador en el mercado por que no tiene pagador solvente? Eso en el mercado de San Adrián no vale una perra gorda. Ahora bien, si nos ponemos en Wall Street la cosa cambia. Ahí el valor inexistente debe pagarse de alguna manera. Es como una obligación religiosa. Un deber ineludible que nace con el bautismo. Un crédito siempre será un crédito y por lo tanto algo vale. Los críticos ilustrados, como Krugmann, aducen que el valor es el valor que les da el mercado de la basura, coinciden con eso con el mercado de San Adrián. Los que son menos ilustrados pero mucho más listos pondrán un precio político en base a que hay que salvar la banca, manque nos robe a espuertas. Por que la banca es la banca y resulta imprescindible para la tarjeta Visa, que va
a lo loco. Todo un razonamiento en plena crisis financiera. Como los políticos son asustadizos les van a hacer caso, ya lo vera.



Verán ustedes cual es el precio del kilo de basura fijado, información que servirá para lustrara las facultades de economía, por el sistema del más tonto corre que se las pela. En mi próxima reencarnación como economista no voy a perderme las clases en donde se explica como se forman los precios. Va a ser emocionante escuchar a los neoclásicos y a los Minnesota boys hablar de modelos matemáticos y de propensiones a la compra de basura. Les recomiendo la película, en la mejor tradición cómica.



Pues bien, si realmente la basura no vale nada, pura realidad descriptiva de lo que hay, la ayuda bancaria debe traducirse en algo que puede llamarse simplemente nacionalización de la banca. Una nacionalización temporal, si quieren o si temen abrasarse con el término. Nacionalización en base a las aportaciones públicas que equilibren balances bancarios y que permitan reemprender la senda normal del crédito. Si la actividad deviene normalizada, ya habrá tiempo y oportunidad para vender la parte pública y recuperar la inversión. Algo simple, claro y útil. De paso, al hacernos con la banca, largamos lastre con la detención y puesta a disposición del juez de los directivos locos, estúpidos o simplemente estafadores responsables de todo el desaguisado.



¿No les conmueve la propuesta? De hecho en los USA se discute en serio y en Europa debería hacerse. De modo que fuera innecesario saber que vale el kilo de m…, quiero decir: basura.



Lluís Casas escatológico


sábado, 7 de febrero de 2009

¿GOBIERNO AMBIENTALISTA?





Me temo que voy a decepcionar a mi ilustre y apreciado editor, dado que en una breve nota electrónica me sugiere que les comente esa reciente manifestación de ecologismo que el ministerio de todos los medios (ministerio del medio ambiente, medio agrícola y medio marino) ha puesto a disposición de los legisladores para que las construcciones realizadas en la zona marítimo terrestre, es decir pegadas al mar, puedan permanecer tranquilas y confiadas, e incluso crecer en valor inmobiliario en el futuro. Un cambio radical respecto a la intensa campaña que la ministra anterior ejerció sobre una costa necesitada de acción y orden públicos.


La invitación al debate estaba inocentemente contenida en la sugerencia, el editor pretende que hinque los caninos en la yugular de esa ministra sin norte, perteneciente a un gobierno socialista sin sur. No voy a hacerlo. No tiene sentido.


Lo que ha propuesto la ministra y que puede rectificarse en sede parlamentaria (ojo al parche) no es más que un acto consecuente con los objetivos del gobierno. Lo ha hecho de tapadillo y en otra ley que nada viene al caso.


En la
primavera pasada, una vez ultimadas las espectaculares elecciones de marzo, todo el mundo quedó sorprendido cuando el presidente eliminó el ministerio de medio ambiente, un lujo eclesial para cualquier presidente que esté al loro de las políticas de actualidad, y donó sus competencias a su enemigo del alma, la agricultura y la pesca subvencionada y extensiva. No parecía que fuese una ocurrencia presidencial, sino que auguraba un solemne cambio de tendencia. Así ha sido en este escaso año transcurrido.


La política hidráulica de limitación de los trasvases y la utilización estratégica de las desaladoras ha saltado por los aires. Mientras haya agua que trasvasar, el gobierno la prefiere a la prudencia del equilibrio interno. Esto es tanto como dar la razón a la agricultura de riego extensivo, a la urbanización salvaje y al margen de los recursos hídricos y unas cuantas salvajadas más. En síntesis es dar la razón a Paco, conocido como el Pocero. Ilustre inmobiliario a base de miles de viviendas sin planificación detrás y perseguidor de alcaldes y regidores de IU que no se doblan ante sus comisiones.


Esa primera victima ha ido cayendo despacio, con discreción. A pesar de que a algún director general se le han escapado parciales explicaciones de la nueva estrategia gubernamental.


Para lo de las costas y la urbanización sin permiso, se estaba aplicando la misma táctica. Con alevosía y nocturnidad, se pretende que el congreso de los diputados de marcha atrás a la acción desarrollada hasta ahora: no más propiedad privada en la zona de 20 metros. Recuerden una piscina mallorquina, la del ínclito Pedro Jota, y un sin fin de
chiringuitos y otras construcciones mucho más sólidas, hoteles en Almería, o en las Islas Canarias sin ir más lejos. De eso se trata, de que ese hotel no tenga que ir al suelo, de que esa piscina permanezca y lógicamente que haya otras. ¿Quién va a impedirlo?


En fin, el resumen en este caso es breve y claro. Sigan haciendo lo que les de la gana, con el urbanismo salvaje no se juega. Es materia intrínseca con el alto desarrollo humano, social y económico del país.




Lluis Casas, con el desodorante listo