La derecha, catalanista o españolista, tiene en Catalunya en estos momentos en sus manos todos los poderes. Ha asaltado democráticamente las instituciones políticas, el Parlament, el govern, l’Ajuntament de Barcelona, las diputaciones y un largo etcétera. La derrota política de la izquierda, de todas las izquierdas, ha sido clamorosa y parece que tendremos aún una tercera edición de triunfos derechistas el próximo 20 de Noviembre. Como la derecha ya disponía del poder financiero, La Caixa por poner un solo ejemplo, como ya detentaba el poder mediático o al menos la parte más substancial, como ya dominaba los recovecos de lo que llaman cultura, creo que puedo afirmar que estamos al cabo de la calle de una hegemonía, tal vez de largo recorrido. Fíjense que hablo de la derecha, no cito el centro (que nos dicen que decide hacia dónde va a ir el poder político); pienso que el centro hoy en día se ha desvanecido o al menos se ha ido a echar una larga siesta.
La paradoja es que por esos azares de la historia, en Catalunya la representación política es muy diversa, hay hoy en el Parlament de Catalunya no menos de once organizaciones políticas agrupadas en ocho grupos parlamentarios fruto de siete ofertas electorales. Hay ahí un abanico confuso que da muchísimo juego representativo. Ello conlleva una seria dificultad de mayorías claras y una evidente imposibilidad de mayoría absoluta de alguna de las fuerzas políticas nucleares. Recuerden que CIU son, al menos, dos. En esta situación, todo y que el govern está en manos exclusivas de una coalición electoral, el verdadero gobierno se sitúa en otra parte.
Como CIU ha declinado pactos a la izquierda y pactos hacia el lado nacionalista, al menos pactos estables que generen un programa de gobierno) y pensando, con el estilo especulativo tan dado a la burguesía de casa, en las elecciones importantes, las que cuentan de verdad, las españolas, se ha montado sobre la hipótesis de hacer amigos con la derecha española, el PP.
Curiosamente esa alianza sin acuerdo se hace con quien ejerce la mayor presión sobre las señas de identidad culturales, políticas y sociales del Principat. Como se trata del poder no hay problema, teniendo como tenemos el asunto pontificado por Maquiavelo. De ello no se deduce, y está comprobado, una estabilidad política, ni la existencia de un verdadero plan gubernamental, ni un control adecuado y racional de la acción de gobierno (si tal hubiera).
La llegada de nuevo al poder en la Generalitat de CIU se ha hecho a caballo de no proponer nada para evitar fugas de votos y la consecuencia es que el Govern no sabe a donde ir, ni como. Por todo ello se ha impuesto la no política, la culpa es del gobierno de izquierdas, la crisis nos obliga a recortar, etc. etc. No hemos oído, y menos visto, ninguna acción gubernamental de futuro claramente definida excepción hecha de la profunda convicción que cuanta más empresa y menos sector público mejor para la empresa. Dogma neoliberal difundido en profundidad desde las escuelas de negocio de Pedralbes.
Es estas circunstancias, el gobierno real ha recaído en el PP. No de la manera más habitual y democrática que es la formación de una mayoría parlamentaria y de un gobierno ad hoc, sino por el método llamado “te voy a tener cogido por los cojones”, es decir, apalabrando (el término pacto es excesivo para estas cosas) apoyos aquí y allá, frenando esto o lo otro, haciendo rectificar lo dicho o cambiando el orden de las suertes, utilizado un eufemismo taurino. Y en todo el territorio catalán, mezclando municipios, provincias y tutti quanti.
Hoy lo tenemos en los periódicos más claro que nunca y eso sin hablarles de Badalona, ni de Castelldefels.
El alcalde (¿) Trias de Barcelona se come el incremento del IBI ya anunciado y con mayoría para aprobarlo. El PP le ha dicho que ni pensarlo, mejor es recortar que refinanciarse.
El Memorial Democrático pasará a mejor vida en alguna cuneta de Montjuïc, porque así lo ha dispuesto el neofranquismo.
Para sorpresa de los leídos, la Vicepresidenta del govern, militante de Unió Democràtica, anda diciendo que el Memorial, tal como lo entendía el gobierno anterior, era una película de buenos y malos. No se si esa señora recuerda a Manuel Carrasco i Formiguera fusilado por ¿los buenos o por los malos?. Según Wikipedia, Unió es “un partit polític català fundat l'any 1931 d'ideologia democristiana, ara dita socialcristiana”, “un partit catalanista i democràtic d'inspiració cristiana, però no confessional”.
Si esto es así, no será aquí, ni, desde luego, ahora.
Sigan ustedes los debates en el Parlament, vean las instantáneas realizadas en los pasos perdidos (la sala de mercadeo en el Parlament), en los sofás adjuntos, ahí está el verdadero gobierno apuntando una cosa u otra, sin firmar y sin comprometerse. El PP en acción y tan satisfecho como seguro del futuro. Aunque prudente, no sea que en Madrid se tenga una mayoría tan apabullante como intratable. Entonces verán. Pero … ¡siempre nos quedará Parapanda!
Lluis Casas, mal pensante.
La paradoja es que por esos azares de la historia, en Catalunya la representación política es muy diversa, hay hoy en el Parlament de Catalunya no menos de once organizaciones políticas agrupadas en ocho grupos parlamentarios fruto de siete ofertas electorales. Hay ahí un abanico confuso que da muchísimo juego representativo. Ello conlleva una seria dificultad de mayorías claras y una evidente imposibilidad de mayoría absoluta de alguna de las fuerzas políticas nucleares. Recuerden que CIU son, al menos, dos. En esta situación, todo y que el govern está en manos exclusivas de una coalición electoral, el verdadero gobierno se sitúa en otra parte.
Como CIU ha declinado pactos a la izquierda y pactos hacia el lado nacionalista, al menos pactos estables que generen un programa de gobierno) y pensando, con el estilo especulativo tan dado a la burguesía de casa, en las elecciones importantes, las que cuentan de verdad, las españolas, se ha montado sobre la hipótesis de hacer amigos con la derecha española, el PP.
Curiosamente esa alianza sin acuerdo se hace con quien ejerce la mayor presión sobre las señas de identidad culturales, políticas y sociales del Principat. Como se trata del poder no hay problema, teniendo como tenemos el asunto pontificado por Maquiavelo. De ello no se deduce, y está comprobado, una estabilidad política, ni la existencia de un verdadero plan gubernamental, ni un control adecuado y racional de la acción de gobierno (si tal hubiera).
La llegada de nuevo al poder en la Generalitat de CIU se ha hecho a caballo de no proponer nada para evitar fugas de votos y la consecuencia es que el Govern no sabe a donde ir, ni como. Por todo ello se ha impuesto la no política, la culpa es del gobierno de izquierdas, la crisis nos obliga a recortar, etc. etc. No hemos oído, y menos visto, ninguna acción gubernamental de futuro claramente definida excepción hecha de la profunda convicción que cuanta más empresa y menos sector público mejor para la empresa. Dogma neoliberal difundido en profundidad desde las escuelas de negocio de Pedralbes.
Es estas circunstancias, el gobierno real ha recaído en el PP. No de la manera más habitual y democrática que es la formación de una mayoría parlamentaria y de un gobierno ad hoc, sino por el método llamado “te voy a tener cogido por los cojones”, es decir, apalabrando (el término pacto es excesivo para estas cosas) apoyos aquí y allá, frenando esto o lo otro, haciendo rectificar lo dicho o cambiando el orden de las suertes, utilizado un eufemismo taurino. Y en todo el territorio catalán, mezclando municipios, provincias y tutti quanti.
Hoy lo tenemos en los periódicos más claro que nunca y eso sin hablarles de Badalona, ni de Castelldefels.
El alcalde (¿) Trias de Barcelona se come el incremento del IBI ya anunciado y con mayoría para aprobarlo. El PP le ha dicho que ni pensarlo, mejor es recortar que refinanciarse.
El Memorial Democrático pasará a mejor vida en alguna cuneta de Montjuïc, porque así lo ha dispuesto el neofranquismo.
Para sorpresa de los leídos, la Vicepresidenta del govern, militante de Unió Democràtica, anda diciendo que el Memorial, tal como lo entendía el gobierno anterior, era una película de buenos y malos. No se si esa señora recuerda a Manuel Carrasco i Formiguera fusilado por ¿los buenos o por los malos?. Según Wikipedia, Unió es “un partit polític català fundat l'any 1931 d'ideologia democristiana, ara dita socialcristiana”, “un partit catalanista i democràtic d'inspiració cristiana, però no confessional”.
Si esto es así, no será aquí, ni, desde luego, ahora.
Sigan ustedes los debates en el Parlament, vean las instantáneas realizadas en los pasos perdidos (la sala de mercadeo en el Parlament), en los sofás adjuntos, ahí está el verdadero gobierno apuntando una cosa u otra, sin firmar y sin comprometerse. El PP en acción y tan satisfecho como seguro del futuro. Aunque prudente, no sea que en Madrid se tenga una mayoría tan apabullante como intratable. Entonces verán. Pero … ¡siempre nos quedará Parapanda!
Lluis Casas, mal pensante.