Como la realidad es una inasequible e inagotable generadora de asuntos para comentar, me veo obligado a prepararles un paquete con unos cuantos de los más recientes de entre los que me han llamado la atención. Probablemente estarán de acuerdo conmigo que cada uno da para un artículo largo o para una tesis doctoral, pero, al juntarlos y reducirlos a lo más intrínseco, creo que conformo una propuesta distinta, humildemente parecida a esas espléndidas novelas, desgraciadamente ya en desuso, sobre el realismo mágico que induce una realidad perpleja.
Uno. Ya les expliqué, creo que la mar de bien y en su día, eso del precio de la basura financiera. Miren, si dudan de ello, lean lo que nos dice un premio Nobel en las páginas amarillas de El País de este domingo. El Sr. Krugman, que por cierto va a trasladarse a Parapanda en calidad de concejal emérito de finanzas, nos habla de ello en términos equivalentes a lo que este medio digital dijo. Lo curioso del caso es que los afectados, gobiernos e instituciones supra gubernamentales europeas, no lo hayan leído. O, al menos, no se han enterado. Vaya, que no están al caso y siguen con sus derivas de nacimiento favoreciendo a los responsables de una crisis mundial enorme y de multitud de prácticas que en algunos casos no están lejos de la simple estafa. Contrastado con ello, circula por la prensa una pena de dos años de cárcel por cualquier tontería comparada con lo anterior. Incluso las tonterías que el hambre provoca.
Dos. Noticias del gobierno. Los hoteles con licencia full no se derribarán. Un equipo gubernamental en colaboración con algunas brigadas autónomas y regimientos municipales buscan resquicios en la legislación para salvar la mala práctica turística, ambiental y urbanística. O, como dicen por ahí, que están simplemente al servicio del poder mal entendido y mal aplicado. Hoteles que invaden el espacio público, que se han construido sin licencia y sin respeto a la legalidad y a la honestidad seguirán vivos y coleando, es decir produciendo beneficios para algunos. Todo ello concuerda con el vacío casi absoluto con que el ejecutivo está tratando los asuntos ambientales. Sean los que sean. Lo mismo da la energía que el medio natural, el cambio climático que la contaminación. Cosa que podía anticiparse perfectamente con la desaparición del ministerio ad hoc en marzo pasado. Mientras tanto en otros territorios de la tierra, otros gobiernos poden acento y prácticas en esos temas. O es que vamos con adelanto respecto al horario previsto o simplemente no nos enteramos de nada. Al menos por lo que hace al gobierno.
Tres. La representante de la ONU que ha visitado nuestro país recientemente reprende al gobierno por la política de vivienda. Con un castellano majestuoso se preguntaba en que piensa el gobierno. Esa representante tiene más razón que una santa. La vivienda, como derecho básico, no puede depender de la oferta privada y de los precios de un mercado manipulado. Corresponde al gobierno el buen cuidado de ese asunto, de modo y manera que los súbditos, y en su caso, si los hubiera, los ciudadanos puedan acceder a ese bien de forma razonable y sin hipotecar sus vísceras. La reprimenda es la segunda que la ONU nos hace, sin que hasta ahora se haya constatado reacción práctica ninguna. Mientras tanto la especulación inmobiliaria se hunde, el valor de lo hipotecado se reduce y no aparece idea ninguna que permita aprovechar la circunstancia para tener política de vivienda con MAYUSCULAS. Será porque solo afecta a quien no puede hacer declaración de patrimonio. Digo yo.
Para que no me apunten con el dedo por fobias al ejecutivo, ahí van algunas cosas de carácter local y de transcendencia universal.
Cuatro. El Clínic. No ha sido ninguna sorpresa para los enterados la aparición en la prensa del asunto, puesto que hace años que se sabía. Uno de los hospitales de bandera de Barcelona ofrece a sus “clientes” y a sus empleados de relieve la doble posibilidad de ir al sector público o al privado, todo en el mismo lugar y a la vez, siempre que es posible. Unos como usuarios y otros como laborantes. La cosa parece un milagro y en cierto modo lo es. Incluso podrá pensarse en la cuadratura del círculo. No me extrañaría nada. El asunto es como sigue: Usted quiere/puede pagar su asistencia hospitalaria vaya a la derecha, no hay lista de espera, ni plazos largos en pruebas diagnósticas. Usted no puede o no quiere pagar, a la izquierda. Tendrá las listas que toque y el plazo que el caos universal determine. Detrás del mostrador probablemente encontrarán al mismo personal, tendrán el mismo quirófano, utilizarán el mismo escáner. Es el sistema dos en uno. El asunto no es gratis, no crean ustedes. El asunto sale a 12 millones de euros todo completo por la derecha. El Clínic recibe 8 por el esfuerzo realizado, quedan pues para repartir 4 millones del ala. La esquizofrenia asistencial no deja de ser rentable bien organizada. ¿Alguien dirá alguna cosa con sentido, o tomará cartas en el asunto? Una pregunta muy simple, que en catalán es parecida a ximple.
Cinco. Collserola está que arde. Como sabrán, Collserola es un enorme y espléndido pedazo de naturaleza codiciado por los de siempre, las inmobiliarias, los propietarios, etc. Además de un pedazo de naturaleza es un milagro. Un milagro efectivamente, puesto que a pesar de los pesares, de la historia de la especulación barcelonesa y metropolitana, sigue ahí para disfrute de todos y como recordatorio de un urbanismo que fue posible en unos tiempos francamente complicados. Pues bien, con gobiernos de izquierdas en ambos lados de la plaza mayor de Catalunya y con participación activa y, en general, positiva de los componentes verdes de la política, Collserola todavía no es parque natural. Ustedes me dirán que Collserola es un parque natural de tomo y lomo. Y tendrán razón en lo que a la realidad corresponde, pero no en cuanto a lo que la administración y la legalidad determinan. Collserola es un parque natural real y debe serlo administrativamente. Ello comportará un nivel de protección contra la depredación humana, especialmente la inmobiliaria y la de infraestructuras, de grado máximo y, por ende, también comportará el disfrute colectivo responsable del espacio preservado por los siglos de los siglos.
Ahí coloco otra pregunta simple: ¿por qué se resisten los gobiernos de izquierda a dar un paso ya planeado y acordado? ¿Por qué dejan en manos de la derecha la reivindicación de parque natural? Lo dicho, otra pregunta ximple.
Lluis Casas haciendo la siesta.