viernes, 27 de marzo de 2009

LA CRISIS DE SEAT ADEMÁS DE OTRAS COSAS








El debate sobre la moderación salarial y los demás esfuerzos sindicales apostados para la hipotética superación de la crisis, debate que ha tomado una forma mediática con el referéndum para acordar con la dirección de la SEAT el futuro inmediato de la empresa no debe ocultar la situación real de la industria en Catalunya y su deseable evolución (diría lo mismo añadiendo NISSAN y la industria de componentes del automóvil). En otros escritos ajenos a este debate, me he esforzado por hacer aparecer, al lado de la lucha concreta e inmediata contra la crisis, la necesidad de plantear y ejecutar las medidas que permitan un futuro industrial, industrial y econòmico. La frase no es hueca, contiene la necesidad de observar la evolución de la industria, de las grandes empresas, de los nuevos productos y la disposición de medios para hacer posible que la base industrial catalana continúe con cierta solidez. Con los esfuerzos sindicales hay que citar lo que las administraciones, todas ellas, emprenden por su cuenta, ayudas directas, inversiones en infraestructuras, atención a la reconversión profesional y un largo etcétera, que independientemente de su acierto son obvios esfuerzos en aquel sentido.

La realidad es, según mi parecer, que la industria catalana está en riesgo, al menos aquella parte que responde a una madurez tecnológica y a unos productos globalizados, standards y dependientes de decisiones externas. Eso coincide con una ocupación laboral muy importante y con una concentración sociológica en el territorio metropolitano de empresas y trabajadores. La suma de todo ello es un riesgo alto y de solución compleja.

No es la primera vez que se vive en circunstancias parecidas en el país. Catalunya ha experimentado diversas crisis industriales que ha superado con cierta brillantez. Crisis que cambiaron la estructura industrial previa, los sectores tradicionales y todas las formas que la sociedad industrial desarrolló a lo largo de buena parte del siglo pasado. Si hubo un cierto éxito de adaptación lo fue principalmente por circunstancias históricas del propio modelo industrial catalán, basado en una gran variedad sectorial de la industria, en la diversidad empresarial, tanto en dimensión, como en estructura y con el apoyo del comerció, la producción alimenticia y otros sectores económicos que siempre han tenido relevancia y peso. Catalunya a diferencia de otras zonas industriales (el ejemplo inglés es evidente) no ha sufrido nunca una debacle social y un desierto urbano como consecuencia del cierre y desaparición de sectores enteros. También contó en el acierto la iniciativa empresarial y política, aunque hay que reconocer que en menor grado que la variada red industrial pre-existente.

Hoy estamos de nuevo en un momento de cambio de paradigma, la empresa o incluso el sector, es un espacio limitado de reflexión y de actuación. Tanto para enfocar la propia crisis, como para preveer el futuro. La vista hay que ponerla más lejos para intentar hacer coincidir las acciones puramente anti-crisis con las acciones que deben determinar el futuro.

Para ello, pienso que contamos con buena parte de lo que nos defendió antes. En Catalunya sigue existiendo un modelo industrial diverso, muy amplio, en donde conviven altas tecnologías, con sectores muy tradicionales, empresas pequeñas y medianas con grandes consorcios (aunque de menor medida que en otros países), los sectores existentes son multitud y si en su momento fue el textil quien encabezaba la lista, hoy podría ser el sector del automóvil. Con la transformación del textil no se hundió Sabadell, ni Terrassa, ni Mataró. Cambiaron y apoyados en otros ejes iniciaron un nuevo desarrollo. Lo mismo ocurrió en Sant Andreu antes o en el Poble Nou, donde hoy hablamos del 22@. En el futuro citaran tal vez, Martorell o Zona Franca, como los territorios del cambio.

Donde está el eje del futuro, se preguntaran. No hay tal eje, pienso yo, puesto que debemos renovar ese enorme activo que es la falta de eje. El futuro siempre ha estado en Catalunya en la diversidad industrial y productiva ya citada, en el enlace entre producción y comercio. Ahí es donde se debe trabajar en la perspectiva que iremos perdiendo producción masiva y madura para centrarnos en productos duros o blandos pero de alto valor o de muy especifica necesidad. Quedaran, que duda cabe, restos ilustres de la producción masiva de vehículos, de artículos de consumo, pero serán zonas de gran especialidad, de adaptación a exigencias concretas.

El esfuerzo para ayudar, impulsar y consolidar la “nueva” industria debe aunar las acciones de todos los que actúan en la economía, los empresarios, trabajadores y administraciones. Y debe hacerse en paralelo a la difícil lucha contra las consecuencias inmediatas de la crisis.



Lluis Casas, en un día claramente optimista