La semana pasada fue don Fabian, ahora ha sido don Antoni*. Por lo visto el frío siberiano puede más que los recortes con las generaciones de más allá de los ochenta. Generaciones que resistieron varios episodios nacionales y crisis sociales y políticas que aún hoy, a los que las recuerdan, nos hacen palidecer.
La pérdida de la referencia generacional, empezando por los propios padres e incluyendo a las personas que han sido en algún momento relevantes por motivos muy diversos en nuestras vidas nos dejan, obviamente, más solos y más avanzados en las filas del escuadrón. Reflexión esta, propia de los que tienen más tiempo pasado que futuro y mucha más actividad hecha que por realizar.
Esa sensación de cosa efímera aplicada a la vida personal aparece, digamos, cuando uno ya no consigue mantener los cien metros lisos en menos de 15 segundos, pero es cosa que en cualquier momento hemos de tener en cuenta, incluso cuando esos cien metros se nos aparecen como algo fácil. La reflexión es enormemente útil aplicársela en las actividades que tienen trascendencia social, como la política, el sindicalismo, la cultura y tantas otras en las que se detenta mucha o poca autoridad. Todos deberíamos llevar al esclavo que le insistía al triunfador general romano que, a pesar de la victoria y de los halagos momentáneos, no era más que un simple y efímero mortal en trance de pasar rápidamente.
Es curiosa esa costumbre romana, se aplicaba a hombres cuyo triunfo era alabado, pero que significaba siempre la muerte para muchos otros, los enemigos del imperio o de la república y sus propios soldados sacrificados en la contienda. Eran hombres, no había en esa época generales, que decidían la vida y la muerte de otros. Como hoy sigue habiendo, acompañados ahora por otros poderes tan o más sólidos que el antiguo militarismo romano: la banca o las finanzas, a escoger, la política al servicio de intereses ajenos a los de la mayoría, los medios de comunicación, etc. Nos hace falta ese esclavo acompañante que le diga a don Mariano o a doña Ángela y a todos los demás que su poder actual, no olvidemos que por delegación más o menos democrática, es todavía más efímero que sus vidas y que, tal vez, no valga la pena ser tan estrictos a favor de unos cuantos que nada carecen y ser más comprensivos con las necesidades básicas sociales. Una banca no vale una sociedad. Simplemente pensando en Grecia, más bien dicho, pensando en los griegos. Por poner el ejemplo del día. Pero eso solo pasará si el esclavo encargado del recado no es tal esclavo, sino un ciudadano que pueda, si hace falta, descabalgar al triunfador por los métodos democráticos que poco a poco nos están hurtando.
El artículo de otro sabio y maestro, don Josep Fontana, nos lo explica con el conocimiento y la habilidad que siempre han reflejado sus pensamientos y sus escritos. Lectura obligada para saber. Lectura obligada para actuar (1).
¿Habrá alguien, habrá algo que se aplique lo relatado y empiece a agitar esta agua contaminada que nos rodea? O, simplemente, comprobaremos en Andalucía que en realidad lo que queremos es que nos machaquen un poco más. Como constataremos semana después de las elecciones con más recortes, más paro, menos derechos sociales y menos futuro.
Lluis Casas, como ven afectado por la helada, como las alcachofas.
* Fabián Estapé y Antoni Tàpies