viernes, 3 de febrero de 2012

LOS DE SIEMPRE ESPECULANDO EN BARCELONA



No sé si ustedes se habrán dado cuenta, pero en las últimas semanas el llamado Ayuntamiento de Barcelona gobernado, es mucho decir, por el tripartito de derechas, CIU (2) y PP (1), este en forma de corsario político, se han metido de lleno a preparar operaciones urbanísticas de cierto vuelo sin encomendarse ni a la ley, ni a los vecinos afectados, ni a ningún procedimiento racional, ya desde el punto de vista técnico, ya desde el punto de vista de los intereses colectivos. Parece que en el fondo aflora imperceptiblemente el interés particular, los business friends tan afamados, es decir los especuladores de suelo, los expertos en recalificaciones, los hábiles manipuladores de transferir riqueza colectiva al mundo privado de los selectos amigos.

Para que vean que no me lo invento y que pueden comprobarlo en los medios, que lo han publicado más o menos discretamente, me refiero a Can Batlló, a la plaça de les Glories (catalanes), al barrio de Sant Andreu, a los accesos al parque de Collserola (en donde hay abundantes propiedades privadas muertas de risa por su calificación de parque protegido) y algunas otras de menor cuantía. Quedan, además, algunos flecos provinentes de la debilidad socialista por los conocidos ricos, el Palau de la Música, como ejemplo sangrante.

De hecho es todo lo mismo, con mayores o menores acentos de hipocresía y ocultismo, pero lo mismo. La ciudad de Barcelona siempre ha estado supeditada al interés especulador del suelo. Justo es reconocer que ha habido épocas en las cuales el equilibrio entre interés privado e interés público han estado mayormente compensadas y controladas. El los últimos tiempos, bajo el impulso del eslogan de no paréis al país, refiriéndose a no matizar propuestas urbanísticas, a hacer cumplir con lo que las leyes exigen, a negociar duramente los beneficios generados para que vayan a depositarse bajo en interés público, las cosas vuelven a torcerse.

El Dr. Trias, el primer alcalde que ha renunciado a presidir el plenario, de tal modo que se sienta en el hemiciclo, como cualquier concejal de base, se lanza con el disimulo propio de su carácter a lo de siempre, los negocios en base a dar valor y con ello dinero, a los pobres grandes propietarios y promotores barceloneses de nacimiento o de adopción circunstancial.

Sigan el asunto que tiene todos los visos de una buena comedia, en medio del drama de la crisis. Acierten a leer bien algunas cifras aparecidas, se habla de muchos millones. A esperar lo que nos diga Garganta Flexible.

Lluis Casas, preparando la cartelera de espectáculos de los próximos meses.




Postscriptum.


No tuve suerte con Don Fabian. En mis tiempos de estudiante de económicas y agitador clandestino, el eminente profesor estaba en baja forma, todos saben a que me refiero. Por ello solo pude disfrutar de dos o tres clases impartidas por el mito. Estapé ha sido un mito en los espléndidos locales de la Diagonal como profesor, como sabio económico y como hombre de gran ocurrencia y de ilustre mala leche (enormemente peligroso para la estupidez con piernas). Todo ello como corresponde a un nacido en Port Bou, el extremo norte de la Tramontana.

Esas clases las tengo remachadas en la memoria, así como los litros de baba que generé en esas pocas horas de disfrute intelectual. En aquellos tiempos, los pocos profesores que daban la talla en la Universidad de Barcelona, entre ellos el propio Estapé, eran para los alumnos ávidos de conocimiento unas islas en las que recuperar los ánimos por el estudio.

A parte de esas poquísimas clases estaperianas, el resto de mi contacto con el profesor Estapé ha sido por los pasillos de la facultad (ampliamente utilizados para asambleas, reuniones clandestinas, reparto de folletos y multitud de actividades nada académicas, ¡como he añorado siempre una vida universitaria más normal y formativa!), por los vericuetos de las lecturas económicas, políticas e históricas. No olviden que el hombre fue catedrático de Política Económica, un término y un enfoque académico que los creyentes en la fe neoliberal han estado eliminando de facultades, publicaciones y de cualquier recóndito emisor de conocimiento. Solo con ello tiene mi respeto y mi aclamación.

Termino con una reflexión genérica. A pesar de los pesares, la universidad de Barcelona, cercenada por el franquismo tuvo unas enormes eminencias en múltiples campos. Poco a poco, a medida que su desaparición permitía unas necrológicas libres hemos descubierto pozos de conocimiento a la altura de cualquier otra universidad foránea que eran conocidas en su propio mundo académico, pero no en el resto. En todo caso, el franquismo solo pudo limitar la creación intelectual, pero afortunadamente no la eliminó. Seria buena idea una recopilación de las eminencias que en todos los campos científicos y técnicos nos han acompañado e ilustrado en ese tránsito tan largo y cruel de los años cuarenta a los ochenta