No piensen que es una pregunta retórica, al contrario es un título y una tesis perfectamente pensada.
No me refiero con ello a la ocupación de cargos, títulos, despachos y salas de gobierno. Ni siquiera al hecho que diariamente el DOG (Diari Oficial de
Me refiero, como ustedes habrán comprendido enseguida, a otra cosa y para explicarlo voy a comentar un ejemplo más que paradigmático. Me refiero al lío (o embolic en catalán, término claramente más descriptivo o el quilombo argentino) en torno al desgraciado presupuesto 2012 de
No me referiré tampoco al debate, si es que es tal, entre las opciones que preconizan mayor gasto público y el neoliberalismo suicida que preconiza su recorte brutal, en aras de una mítica estabilidad presupuestaria y el mal deseo de la no deuda pública.
Exclusivamente les haré una breve descripción del maniobrerismo absurdo y oportunista que ha rodeado la preparación del presupuesto y su presentación, debate y aprobación en el Parlament de Catalunya y que pone en evidencia una enorme incapacidad política y técnica para gobernar el apís con ciertas garantías.
El actual presupuesto, se lo recuerdo por su trascendente importancia, corresponde al ejercicio del año 2012, es decir el año en curso. Tradicionalmente y aunque en otras países no se hace así, cuando hay unas elecciones el gobierno hipotéticamente a substituir no deja herencia presupuestaria al también hipotético recambio gubernamental. Es un método que prima la existencia de largos periodos de tiempo en los cuales la gobernabilidad económica queda en suspenso o en el limbo. El los USA, sin ir más lejos, ahora mismo se debate el siguiente presupuesto, cuando en Noviembre hay elecciones presidenciales. Pero eso ya ocurrió el año anterior, puesto que les elecciones a
A lo largo de este periodo, lo que constaba presupuestariamente se incumplió reiteradamente, no solo en cuanto a cifras y letras, sino en cuanto a las previsiones macroeconómicas que son el substrato inevitable de todo presupuesto. La idea, torpe, irreal, era que el recorte aportaría estabilidad económica y dinamizaría la economía privada, iniciando así una vía de saneamiento y posteriormente de crecimiento. Pronto se advirtió que lo dicho por el gobierno no solo no iba a misa, sino que era simplemente una idea peregrina negada por las múltiples realidades económicas e históricas que pudieran aplicarse a nuestras circunstancias.
El ideologismo absurdo gubernamental siguió con las suyas y a lo largo de los últimos meses del año pasado se fueron produciendo noticias que empeoraban significativamente la economía catalana y que se originaban parcialmente en la propuesta y ejecución del presupuesto. La síntesis de ese año maldito del 2011 es, pues, bien evidente. La capacidad de gobierno real sobre la economía catalana fue reduciéndose y mermando las posibilidades de una cierta recuperación.
Con ello llegamos al cuarto trimestre del 2011, en donde habitualmente y por regulación parlamentaria, el gobierno prepara y presenta los presupuestos, en este caso los del 2012, al Parlament. Eso no se produjo, es este caso por motivos electorales de índole española, el congreso y el senado y, por lo tanto, el gobierno de Madrid. CIU quería esconder de nuevo su acción en contra de las prestaciones sociales bajo la excusa de las elecciones generales. Y, así fue. De modo que aun hoy a mediados de febrero, el país todavía no cuenta con unos presupuestos ejecutivos. La historia del 2011 se ha repetido el 2012. La maniobra electoral, el oscurantismo programático se han impuesto al buen gobierno.
Ahora me dirán ustedes que todo eso ya se ha acabado, puesto que no están previstas elecciones en el futuro inmediato. Tienen razón en esa aseveración, ciertamente no hay elecciones a la vista, pero el asunto del presupuesto no se ha acabado. Sigue dando tumbos, ahora por otras laderas montañosas.
El mismo día que el tripartito de derechas aprobaba el presupuesto, aparecía en la prensa que Catalunya había dejado de crecer y que su PIB se estaba reduciendo de nuevo, con lo que la depresión era ya un dato. Pues bien, el excelso profesor Mas Cullell en su lamentable papel de conseller de economía, de universidades y de otros conocimientos académicos, hizo una aparición súbita frente a los medios diciendo lo siguiente: este presupuesto que acabamos de aprobar, no sirve. Hay que modificarlo y realizar nuevos recortes para adaptarse al descenso de los ingresos previstos dada la reducción de la actividad económica y el paro creciente.
Entre una cosa y la otra han pasado escasísimas horas. Y, francamente, un hipotético premio Nobel no conseguido, debería estar al tanto de las estadísticas que su propio departamento elabora sobre la marcha de la cosa y, por ende, estar al tanto de lo que está pasando. Si no es así, que no se enteró, el asunto tiene todos los tintes de la incompetencia irresponsable y de la dimisión irrevocable. Si lo sabía y lo callaba, para evitar que la población catalana confirmara la certeza de las críticas a la apuesta arriesgada del gobierno, es otra cosa. Es una muestra de la deshonestidad política gubernamental, por lo que yo no veo alternativa a la vuelta del conseller a su fundación académica. Por cierto financiada con recursos de
Pero hay más. En el asunto hay también una negociación a cara de perro con el PP, para que su abstención permitiera la aprobación del proyecto de presupuestos. Negociación, que como ya saben, culminó de madrugada el mismo día de la votación. No será por falta de tiempo, digo yo. Unos presupuestos que ya llevan tres meses de retraso.
Este segundo ítem genera sospechas alternativas. El pacto ha sido tal que ha desfigurado el proyecto de CIU, a tal nivel que el conseller ha buscado una excusa, real, para justificar lo que el PP le obliga a hacer: más recortes, qué es la guerra.
En todo caso, la tesis inicial queda más que demostrada. El gobierno económico de este país no existe más que en los organigramas y en el parloteo dubitativo de un conseller que no se entera o que simplemente hace de puro capataz. ¿De quien?
Dejo aquí el asunto a su libre albedrío y para que lo comenten el próximo domingo a las doce mientras marchamos garbosamente por las calles de nuestras ciudades en amuchedumbradas manifestaciones con pancartas y banderas al viento.
Pero añado, las declaraciones del President Artur en Francia sobre la independencia a la vuelta de la esquina, ¿tienen o no que ver con esta crisis brutal de gobernabilidad? Esta es una salida de urgencia tan típica de Convergencia que ya sabe a arroz pasado. Por cierto, ¿qué hará el susodicho, si los escoceses eligen pragmáticamente seguir en el Reino Unido, con alguna competencia más?
Lluis Casas, Diplomado Superior en Pancartología Aplicada.