miércoles, 3 de septiembre de 2008

INFORME NO PEDIDO PARA EL GOBIERNO ZAPATERO: ¿Cómo abordar la crisis?




Dice la tradición que al final del veraneo suele aparecer entre los humanos una enorme ansia de buenos compromisos para con el futuro inmediato. Suelen ser de carácter sanitario, como dejar de fumar o relacionados con la ética personal, cómo portarse mejor con la familia o tratar adecuadamente a los conocidos y otras por el estilo, incluso se incluyen algunas propuestas profesionales, como decirle al jefe las cuatro verdades que han permanecido ocultas durante años. El gobierno del estado no debe ser distinto del común de los mortales y es adecuado que inicie el desarrollo del curso con buenos propósitos para enmendar sus errores y para obtener mejores resultados en el período que viene. Pero como, en fin, el gobierno no funciona como la biología humana exige, también es costumbre, que los comentaristas económicos le planteen esos deseos de mejora, ahorrándole el desgaste de las meninges e inútiles discusiones. Y aquí estamos.

Desde esta bitácora digital y con mucho menor riesgo del que conllevan las verdaderas bitácoras marineras voy a decirle al tío Solbes y al equipo económico (si es que existe, cosa que de la que dudo) lo que le conviene al país. No esperen grandes cosas, a mi edad ya tengo bien aprendido que todo gobierno que consiga realizar medianamente bien dos o tres tareas por año es todo un éxito. Por ello seré breve y conciso.

Pienso que al gobierno se le plantean cuatro frentes inmediatos que debe resolver con urgencia y que marcarán el devenir del curso o incluso más allá. El primero, la gran urgencia nacional de la financiación de las CCAA y de los ayuntamientos. El segundo la planificación y el desarrollo efectivo de las medidas para reimpulsar la economía, el tercero la cuadratura del círculo presupuestario y, finalmente, pero no de orden menor, el modelo económico sobre el que debe desenvolverse la economía española en el futuro.

Estarán de acuerdo conmigo que las cuatro tareas son como el resumen de los diez mandamientos, puesto que dicen mucho con poco. Pero así es y no creo que sea época de ponerse deberes menores.

Todas las tareas conllevan tensiones políticas y económicas: con el entorno inmobiliario, con los dioses financieros, con los monstruos empresariales y con los estamentos representativos de la política, incluso con los sindicatos. Pero siempre es así desde antes de Marx, el barbudo de Tréveris: la economía y la política conviven en perpetua lucha, por ello algunos hablamos de, e incluso estudiamos, economía política y no teoría económica. Mucho me parece que algunos de los grandes errores de la política económica de los gobiernos de ZP se deben a la ignorancia expresa de esa gran verdad absoluta (a modo de la velocidad de la luz).

Vamos a empezar de acuerdo con la ordenación propuesta con la financiación de las CCAA y los ayuntamientos. Reconozcamos de entrada que ha sido el tirón catalán el que ha puesto sobre la mesa un grave problema previamente existente y su necesidad de darle una salida, por fin, adecuada y racional. Aunque, claro está y a pesar de la mala memoria de muchos, este hecho siempre ha sido así, ya desde el primer gobierno democrático e incluso antes: Catalunya ha tirado del carro de la estructura del estado. ¿A quien se quejarían los Rodríguez Ibarra del reino sin el impulso político de Catalunya por conseguir un estado federal que les incluye a ellos?

Añado a la financiación autonómica la cenicienta de las finanzas públicas, la que corresponde a ese variado mundo de los munícipes. Lo hago por que considero que no puede mantenerse una situación como la de hoy: las dos administraciones que generan la inmensa mayoría de los bienes públicos y todos los bienes y servicios sociales deben disponer de sistemas de financiación racionales, competentes, suficientes e independientes del mal humor de los funcionarios estatales domiciliados en Madrid.

Hoy en España hay muchísimo más estado en las CCAA y en los entes locales que en el gobierno mal llamado central (tengo para mi que debería ser gobierno federal). Analicen, si no están de acuerdo, los servicios públicos que usan habitualmente y contabilicen quien se los proporciona. El resultado es rotundo, a menos que residan en Afganistán o dispongan de acciones de las eléctricas.

La financiación regional y territorial debe terminar con un modelo que permita que nuestro país se integre en lo que la media europea indica: mayor y mejor gasto social y mayor y mejor gasto en infraestructuras urbanas y generales. Si el gobierno federal, manteniendo un espejismo de que ellos son los más importantes, retrasa o no adelanta mecanismos mejores a los actuales, la crisis territorial está servida. Y continúo insistiendo en que tampoco es racional y adecuado retrasar las reformas detrás de la crisis económica (argumento que sirve para todo y para nada, puesto que al gobierno no le consta su existencia), tampoco le sirve a un gobierno escudarse detrás de los territorios menos dinámicos y que menos aportan al beneficio general. ¿Alguien se imagina a los USA gobernando desde la perspectiva de Ohio y no de Nueva York o California (ojo al parche les hablo de peso económico, no de dignidades, ni de necesidades)?

Hecha esta breve presentación del primer problema, paso a la segunda: ¿cómo enfrenta el gobierno la crisis? Aceptando que esta se produce por dos fuegos cruzados, uno internacional en el que poco se puede influir (aunque siempre hay que intentarlo) y otro interno que da mucho más juego a las medidas gubernamentales, les diré que es éstos son los aspectos que hay que tratar. Punto uno, reducción de la dependencia energética (en donde estamos en excelente posición eólica y solar y con amplios márgenes de racionalidad de consumo a aplicar). Punto dos, reforma de las normativas urbanística y económicas que tienden a potenciar la especulación del suelo. Hay que acabar con el negocio sucio de la apropiación indebida y dejarlo en lo que debe, la promoción debe ser una actividad que tienda a dar resultados equivalentes a otros sectores y que proporciona bienes necesarios. Punto tres, acelerar el impulso a los sectores tecnológicos. Punto cuatro, reducir el peso político de las ex empresas públicas en sectores que son básicos, las comunicaciones y la industria básica. Punto cinco, atención prioritaria al sistema de transporte ferroviario.

Aduciendo la brevedad paso al siguiente apartado, el presupuesto del 2009. Aquí la inversión pública es capital. La crisis no nos debe hacer retroceder en este punto y la ideología monetarista no debe asustarnos respecto al déficit, ni respecto al endeudamiento. Tenemos márgenes amplios en ambos aspectos y debe imponerse un mayor acento keynesiano el las finanzas públicas.

Finalmente nos queda lo más importante, el modelo de crecimiento de futuro. Ya saben lo que voy a decirles: ciencia y tecnología, empresas con alto valor añadido, apuesta decidida y poderosa financieramente para mejorar la perspectiva de los sectores vinculados a la investigación y al desarrollo de productos. Otro más acercarnos de verdad en el ámbito de las prestaciones sociales a la media europea. Inversión en vivienda pública de alquiles, eje básico para alejar la especulación de la necesidad social. Estos dos objetivos deben marcar el nuevo modelo, con la reducción del sector inmobiliario a lo que sea normal, es decir, mucho menos de la mitad actual.

En fin, ya ven que hay donde escoger.

Lluis Casas, escéptico