No les voy a decir nada nuevo al comentarles la dificultad de relacionar el lenguaje “técnico” económico que se usa en la prensa y en las universidades con las realidades cotidianas y con la visión que tienen los sectores populares de la crisis económica. El lenguaje es una permanente manipulación, aunque algunas de las manipulaciones han acabado en espléndidas obras literarias y otras en apasionadas relaciones. No debe sorprendernos que esa manipulación, oculta bajo una terminología técnica, los intereses materiales e ideológicos de los grupos económicos. Lo anterior no niega la utilidad de disponer de términos y expresiones específicas para los fenómenos sociales y económicos, simplemente alerto sobre lo oculto en la terminología.
Generalmente lo oculto en esos casos corresponde a intereses poco confesables, a interpretaciones próximas a los poderes y cosas así. En fin, los dados a las lecturas de los años setenta sabrán de qué les estoy hablando y para los “nuevos”, les tengo preparado un sistema de traducción que pongo a continuación. Les advierto que es una muestra, no un diccionario completo. Los ejemplos los he extraído de un texto reciente de la revista “Papeles de Economía” de la fundación de cajas de ahorro (FUNCAS), escrito por un conocido catedrático de economía catalán con amplias vinculaciones sentimentales con la izquierda, por lo tanto muy poco sospechoso.
A. Reducción del ahorro familiar: Dícese de la desaparición en manos de la inflación y del tipo de interés del excedente monetario que tienen las familias. Excedente que aparece cuando la hipoteca está de acuerdo con sus ingresos y el precio de la vivienda no está manipulado. En circunstancias normales las familias ahorran, en las actuales circunstancias han de asumir costes financieros desproporcionados y durante un período de tiempo excesivo. Véase endeudamiento familiar. El término técnico es tan abstracto que sirve para un conde que decide no ir al casino, como para el jubilado que recorta el desayuno.
B. Un gran endeudamiento familiar: Dícese de las deudas financieras de las familias, deuda contraída generalmente con las cajas de ahorro y por motivo de la adquisición de la vivienda, que tiene valores por encima de los que las condiciones económicas medias permiten. En circunstancias normales, el endeudamiento está relacionado con el valor real de la vivienda y con la capacidad de pago de las familias. El análisis de riesgo de las entidades bancarias ajustaba esos parámetros, pero la reducción del tipo de interés y la revalorización(o especulación) inmobiliaria han roto los diques técnicos y las familias se han sumido en una especie de deuda perpetua. El término técnico culpabiliza a las familias, como si fueran seres irresponsables que se gastan el salario en tabaco y copas. Al contrario, el mecanismo que hemos vivido obligaba al endeudamiento extremo, so pena de vivir bajo un puente o con los padres.
C. La caída de la construcción: dícese del ajuste hispánico que se está operando en el sector inmobiliario. En España el peso de ese sector en el PIB era más del doble que en la mayoría de los países europeos, lo que a largo plazo no tiene el más mínimo sentido económico. La reconversión del suelo rústico en grandes operaciones inmobiliarias impulsada por numerosos grupos especuladores ha dado en terminar de forma brusca. De hecho se trata de la caída de la promoción, sector verdaderamente protagonista del asunto que arrastra a la producción material (la construcción) en su suicidio.
D. Reducción de la confianza de los consumidores: Dícese de la reacción ciudadana habitual cuando los precios, el tipo de interés suben rápidamente y aumenta el paro. Los psicólogos mantienen que es una reacción natural al aumentar los riesgos del entorno. El entorno es algo alejado de la capacidad de acción de las familias, que solo pueden alzar defensas preventivas generando ahorro con la reducción de los gastos. El fenómeno afecta tanto a consumos básicos, como a las inversiones, vehículos, etc. Esa confianza no es tan abstracta como apunta el término, sino basada en el día a día y con la vista puesta a final de mes o en el trabajo que está pendiente de un hilo.
E. Alzas de precios en energía, alimentación: Dícese de la manipulación de los precios de esos productos por parte de conglomerados inversores internacionales, que aparentemente no tienen nombre, ni pagan impuestos. Esos fenómenos, a veces temporales y otras veces más permanentes reconvierten los costes de producción industriales, los salarios y los tipos de interés a través del auge desconsiderado de la inflación. No se conocen operaciones bélicas contra esas fechorías sociales. Generalmente el aumento de esos precios está relacionado con la demanda y los costes de producción y distribución. En esos casos y cuando no aparece la mano especuladora, no suele ocurrir nada alarmante.
F. Acumulación de estocs de viviendas: Dícese del fenómeno mágico producido por un elevado número de viviendas sin vender. Curiosamente, coincide regularmente en el tiempo con grandes necesidades de vivienda por parte de la población. La convivencia de ambos fenómenos se debe a los precios y a los tipos de interés y a los salarios reales. También resulta curioso que en el estoc se incluyan 400.000 viviendas vacías en Almería, todas ellas unifamiliares y con piscina y otras 200.000 en zonas urbanas densas, pero a millón de Pts. el metro cuadrado. Es chocante que la vivienda pública o la regulada de alquiles o de compra no sufra esas inquietudes y su mercado sea estable y duradero.
G. Crisis financiera internacional: Dícese de los apuros que pasa el mundo cuando las entidades financieras han hecho tropelías y han generado movimientos financieros sin base real. Lo sorprendente de las crisis financieras es que son los trabajadores y las empresas decentes las que suelen verse más perjudicadas. Como en el caso de las alzas de precios de la energía o los alimentos, no se conocen operaciones policiales inmediatas y radicales.
En fin, podríamos continuar hasta el fin de nuestros días.
Lluis Casas experto en bisutería letraheridamente fina.