Vamos a dejar que el soufflé de la
semana pasada, cocinado (o más bien servido) por don Mariano termine por
fundirse por exceso de calor. Mientras eso ocurre (día 19 y demás) consultemos
la hemeroteca reciente que aporta datos ejemplares sobre el no pensamiento
neoliberal, mentalidad que está en la base de muchos de los problemas que
tenemos en el entorno económico, social y político.
Una de las grandes soluciones que
aportan las escuelas de negocios y la mentalidad del dinero es que el sector
público es una especie de mangante que dilapida recursos y obtiene escasos
resultados. De ahí la tensión para transferir a las empresas privadas servicios
y entidades que forman parte del conjunto de las administraciones. Siempre
insisto en un detalle respecto a eso, escribo sobre servicios y competencias
públicas, no sobre sectores económicos de “mercado”. Aclarado, puedo volver a
afirmar, como tantas veces, que la historia está plagada de fracasos
empresariales privados, de costes de producción de bienes y servicios
desmesurados, de marginación de la competencia por acuerdos interempresariales,
de manipulación de la publicidad, de las garantías sobre los bienes o
servicios, etc. Probablemente con mayor intensidad que lo que pueda acontecer
en el mundo de los servicios públicos y con mayor opacidad y ocultación.
A continuación les pongo una noticia
y un comentario ajenos, provenientes de la prensa digital (El Mundo), el asunto
de clarísima actualidad ha aparecido después en diversos medios, siempre con la
cautela y las prevenciones que los fracasos empresariales son comunicados.
Ahí va:
“Caos
de la seguridad en la cuenta atrás para los Juegos de Londres
Un soldado británico, frente al
estadio olímpico. | Efe
- El Gobierno británico, obligado a 'reclutar' a 3.500 soldados más
- Los transportes, con problemas: estaciones colapsadas y carreteras
cortadas
Carlos Fresneda
(corresponsal)
| Londres
Estas cosas pasan cuando se decide
dejar la seguridad en manos de "contratistas" privados, como en la
guerra de Irak... A falta de dos semanas para el inicio de los Juegos, la
compañía G-4S ha reconocido que no tiene suficientes guardias para velar por al
acceso al Parque Olímpico y el Gobierno británico se ha visto obligado a "reclutar" a 3.500 soldados de
emergencia, que dejarán en el 17.000 el número de efectivos del ejército
local.
Mil soldados tendrán que venir de una
base alemana. Muchos otros acababan de llegar de Afganistán. La militarización
de los Juegos es inevitable a esta altura y la factura que tendrá que pagar el
contribuyente británico por el “plan de contingencia” será de 25 millones de
euros.
El fiasco de la compañía G-4S, que en
mayo anunció que tenía 100.000 solicitudes para cubrir 10.000 puestos de
trabajo, ha dejado evidencia al Gobierno de David Cameron, empeñado en recortar
las plantillas de la policía en el nombre de la austeridad y para rentabilizar el negocio de la seguridad en
manos privadas.
Un escándalo comparable es el que ha
ocurrido en los aeropuertos, obligados a volver a contratar a toda prisa
agentes públicos de aduana, tras quedar demostrado que las compañías privadas
no tienen suficiente personal cualificado para contener la avalancha de más de
300.000 visitantes que se esperan en Londres durante los Juegos.
A uno y otro escándalo ha tenido que
responder en el Cámara de los Comunes la ministra de Interior, Theresa May, que podría convertirse en la
primera víctima política de Londres 2012. En un anunció que sonó casi a
burla, May aseguró que los soldados y sus familias recibirán 10.000 entradas
gratuitas para compensar el esfuerzo de quedarse sin vacaciones.
El fiasco de la compañía G4S crece
entretanto por minutos. Un ex trabajador de la empresa de seguridad ha
denunciado en la cadena SkyNews lo precario de la preparación de los agentes
privados y ha expresado su preocupación por lo que pueda pasar dentro del
recinto olímpico: “En las condiciones actuales, existe un 50% de posibilidades
de que alguien con voluntad de cometer un atentado pueda burlar la seguridad”.
Al caos de la seguridad se ha añadido
estos días el colapso de las estaciones
de tren en el primer “simulacro olímpico” y las reparaciones de emergencia de la M 4, la principal vía de
acceso a la ciudad desde el aeropuerto de Heathrow, que estará cerrada al
tráfico cuando lleguen los atletas a la ciudad anegada por la lluvia. Los
Juegos empiezan con “goteras” prematuras...”
La reproducción de la información
está prácticamente intacta, de modo que poco hace falta para resaltar en que
consiste a menudo la privatización, externalización o contratación de la
actuación privada en servicios de claro carácter público. La seguridad de los
juegos olímpicos, estarán de acuerdo conmigo, es claramente un asunto público.
En el artículo se detallan casi todos
los “errores” (de hecho no son errores, sino el resultado de la aplicación de
la cuenta de explotación como baremo de cualquier servicio). Una pequeña lista
lo sintetizará: falta de planificación adecuada, personal mal pagado, mal
formado y con escaso incentivo profesional, restricciones extremas en la
aportación de material y de recursos (reduciendo así la inversión y
favoreciendo el margen de beneficio), débil respuesta al surgimiento de
problemas mal enfocados, llamamiento a la ayuda pública cuando el fracaso está
garantizado, incremento de costes sin límite posible dada la urgencia de las
soluciones. El reflejo de la reducción de los efectivos policiales como sistema
de ahorro para desplazar la seguridad al mundo de las prebendas privadas puede
valorarse hoy en Gran Bretaña y solo para los juegos olímpicos en cifras, un
mínimo de 25 millones de euros más de lo previsto.
Eso nos sucederá con Aigües Ter Llobregat,
o algo parecido. Lo mismo con casi todos los servicios que tanto el estado
federal, como la federación catalana piensan colocar en el amplio mundo de la
eficiencia privada y de los incrementos del coste público.
Lluís Casas, dale que dale.