Concuerdo al 120% con lo dicho ayer aquí mismo por el editor, propietario, redactor y director del blog al respecto de funcionarios y demás. Quiero añadir, primero para evitar suspicacias, que soy funcionario (de carrera como apuntan los textos legales, es decir por la gracia de oposiciones libres) desde el primer año 80; segundo, que ni yo, ni otros funcionarios aprobaron ni las leyes, ni las regulaciones de lo que se ha dado en llamar función pública. Eso correspondió en su día al congreso de los diputados, al senado y a los parlamentos autonómicos, plenos locales y otros organismos competentes en la materia. Para decirlo claro, los políticos, los partidos que hoy substancian dudas sobre la capacidad o la necesidad de estos trabajadores públicos fueron quienes crearon y mantienen el sistema. Es bueno decirlo y repetirlo para evitar patologías culpabilizadoras, las hipocresías o directamente las mentiras con que en estos tiempos nos regalan ciertos portavoces políticos, patronales, periodísticos a sueldo y la cofradía de Gilipollescentes sin Fronteras.
De todos modos, mi intención es explicar otra cosa. ¿Qué significa el empleo público? Para matizar las abundantes opiniones desinformadas o expresamente desinformadoras, el empleo público no es sólo aquel que está contratado directamente por la administración como trabajador, laboral o funcionario. Lo es también el trabajador que depende de la contratación pública, probablemente más abundante que el primero. Me refiero a servicios públicos concertados (salud, educación, servicios sociales) o servicios públicos contratados, limpieza, residuos, mantenimientos de infraestructuras o edificaciones, tecnología y mil cosas más. Por no citar la abundante contratación inversora, casi en su totalidad realizada por empresas privadas.
La forma más simple de medir ese conjunto es utilizar el porcentaje de gasto público respecto al PIB total. En la Europa de nuestros sueños (o de algunos) los países más resistentes a la crisis, más evolucionados socialmente y más adelantados tecnológicamente están por encima del 50%. Por lo que, el porcentaje de empleo generado por las administraciones estará en torno a este mismo porcentaje, con ligeras variaciones en torno a productividad, nivel salarial, etc.
Cuando la administración reduce gastos, siempre afecta al empleo directo, sean sus propios trabajadores, sean los trabajadores de las empresas privadas vinculadas a la actividad pública. Existe además un escalón añadido, las empresas que trabajan para las que tienen contratos públicos, en un mecanismo encadenado de una enorme trascendencia económica y, obviamente, laboral.
En España, ese porcentaje está por debajo del 40%, a una distancia sideral de la media europea y la de los países más desarrollados. En Catalunya, la cosa está aún peor, es la comunidad con menos gasto público por capita y muy por debajo de la media española.
¿Es este un modelo de futuro para el país? Yo no lo pienso así. Los servicios públicos, la incentivación pública de la economía es una herramienta fundamental para lograr una economía en desarrollo, un equilibrio social y un nivel de bienestar adecuado para los ciudadanos. Cosa que está aún lejos de conseguirse.
El debate, si es tal, que hoy día ocupa la prensa sobre la necesidad de funcionarios, de apretarse el cinturón, de pagar o no el sueldo correspondiente, de rebajar horarios, de despedir eventuales, etc. es simplemente la traducción en hechos del modelo social ultra liberal que quiere despojarnos de lo público y que pasemos para todo por caja del Corte Ingles, o al menos los que tengan suficientes para ello.
Ese benemérito presidente de la patronal española, el Sr. Rosell, asiduo combatiente en pro del desfuncionariado del país (un ignorante de las leyes por lo que se ve) es un ejemplo de los verdaderos males económicos, es el presidente de la patronal sin haber creado nunca una empresa digna de tal nombre y por ende sin haber generado un solo puesto de trabajo. Es simplemente un funcionario de los empresarios, como lo fue el anterior del anterior. En medio, la patronal española estuvo en manos de un presunto delincuente social, cierre de empresas, evasión de capitales, etc. Si tales son las características de quienes generan más del 60% del PIB, dios nos coja confesados y emigrados.
Lluis Casas, en huelga de celo.
Ya me perdonaran ustedes mi agresiva incredulidad. Ya lo dijo Valeri Grossman: no existe el bien, sólo actos buenos. Yo afirmo que no hay bancos buenos, sino...
A estas alturas del asunto puedo pensar que ya cada uno tiene su opinión al respecto. Si uno es banquero y está atrapado por los activos tóxicos, el apoyo del dinero público, el banco malo, es una maravilla. Si no es así, y uno forma parte del exclusivo club de bancos saneados, lo que preferiría es que la competencia que cabalga en excesivos riesgo se caiga del jumento y deje libre el camino. Si uno es partidario de lo público pensará allá ellos con sus negocios. Si uno tiene obligaciones y negocios, o, incluso, algún ahorro no especulativo, lanzará otro mensaje, virgencita, virgencita…Si uno tiene una empresa y proyectos necesita que la visita al banco termine con algún acuerdo crediticio.
En fin, esto es lo que hay, mucho y diverso. Y poco tiempo.
Para clarificarles de que va aquí les apunto algunos datos sacados de un excelente artículo de Público:
- Los bancos tienen 176.000 millones de euros afectados por los males inmobiliarios, de los que 118.000 millones no están provisionados. Esto significa que acumulan pérdidas por la diferencia.
- La CAM y BFA, han recibido ayudas de casi 40.000 millones: más de dos veces el presupuesto anual de la Comunidad de Madrid
- Un banco malo podría llegar a costar entre el 4% y el 12% del PIB, es decir, entre 40.000 y 120.000 millones.
- A los bancos y cajas españoles les vencen 120.000 millones de euros en deuda el año que viene y la incertidumbre ante lo que encierran las cuentas es mala consejera.
Las cifras dicen sintéticamente que nadie tiene suficiente dinero para pagar el gasto y que cualquier método que se aplique generará costes abultados de un tipo u otro, al contribuyente, al usuario de banca o al inversor, o a todos en algún reparto que no me atrevo a decir equitativo.
A estas horas, tal vez Don Mariano ya habrá destapado la opción que el nuevo gobierno utilizará. O no. En todo caso y viendo lo complejo del asunto uno se atrevería a decir que se haga lo que se haga el esfuerzo público debería ser compensado en capacidad de influencia en la banca, si ponemos dinero público que sea a cambio de acciones o equivalentes y que el rescate sea devuelto al tesoro en un periodo aceptable.
Aunque el mayor pero sería desde mi punto de vista buscar una solución alternativa, ya propuesta hace tiempo en diversas ocasiones y desde distintos perfiles, pero nunca tenida en cuenta. Se trata simplemente de utilizar la crisis inmobiliaria para disponer de un parque de vivienda social de alquiler a costes aceptables. España tiene un porcentaje de vivienda de alquiler muy bajo en relación a Europa, también el parque público es menor, sensiblemente menor. De ahí la tendencia milenaria en nuestro país de especular con ese bien esencial que es la vivienda. Lo dicho, si ese enorme estock de vivienda y suelo en manos bancarias y de dificilísima salida a los precios y en las formas tradicionales se transfiriera a un programa de vivienda social de alquiler, el asunto tendría mejor arreglo e incluso financiación: la que aportaría el inquilino.
Terminando, aunque no culminando, tendremos banco malo de un modo u otro y lo que haría que evitar es que fuera a costa de las pensiones, de la ley de la dependencia o de la educación y la investigación. El mal de la banca, al menos, que lo pague la banca. En cómodos plazos si quieren, es inevitable, pero que paguen.
Lluis Casas, descompuesto por las cifras.
Hoy, apenas recuperado de unas vacaciones, me encuentro convocado a una asamblea y a una concentración para reforzar la capacidad negociadora de los sindicatos frente al brutal recorte de sueldos y derechos que proponen los cristianos píos asociados a los liberales casi impíos que ganaron las elecciones en noviembre pasado. Ustedes conocerán el dudoso reparto de bienes y parabienes entre los socios del bipartito y entenderán que los de Unió se han reservado el castigo de dios para funcionarios y laborales públicos a través de la negociación laboral.
En los periódicos está la propuesta de 19 puntos con que la patronal arrancó las negociaciones: rebaja salarial, despidos, reducción horaria para unos, prolongación para otros, retirada del apoyo a la actividad sindical, ITP a cargo de la empresa fuera y un etcétera que llega como he dicho a 19 propuestas. Olvidaron el equivalente neoliberal del derecho de pernada como es el impuesto revolucionario con que cotizan hoy día los contratistas poderosos, a unos 15.000 euros al mes, según me han informado. Hay oficina y encargado según tengo entendido.
El asunto está mal para los trabajadores públicos y para sus representantes sindicales, si es difícil la negociación al alza, imaginen ustedes a la baja en el contexto de la Administración Pública.
El trabajador público menospreciado por la prensa, por los gobiernos (no todos) y con una mala imagen popular que se debe a los rescoldos de los años veinte o sesenta (franquismo) parece abandonado de la mano de dios. Hoy día, una parte importante de los trabajadores públicos son laborales y otra buena parte son contrataciones en precario, el porcentaje de interinos asusta y está muy por encima de la de cualquier empresa por muy multinacional que queramos. El trabajador público actual es tan distinto del funcionario literario como lo es el informático del escribiente. La inmensa mayoría están en los servicios públicos de salud, educación, servicios sociales. Estos junto a la policía, bomberos y otros servicios técnicos de atención directa a los ciudadanos o a los servicios que estos obtienen son la inmensa mayoría. Tienen horarios estándar, controles, objetivos y casi cualquier parafernalia empresarial con que ustedes quieran gobernarlos.
Los salarios de estos colectivos y excepción hecha de la clase subdirigente, son relativamente ajustados. Hace años que su capacidad adquisitiva va disminuyendo paulatinamente, incluso en momentos de vacas gordas, estando el salario medio sobre los 1600 euros aproximadamente. Eso quiere decir que hay mileuristas a montones y otros que están por debajo de ese límite. Los técnicos cualificados, piensen en ingenieros, economistas, cirujanos, catedráticos por ejemplo, salen por salarios relativamente bajos en relación a los mercados. Y, por descontado, muchísimo más baratos que los hombres de las finanzas fracasadas. En fin, el asunto está que arde y es de esperar disgustos y malas maneras en el proceso que la Generalitat en plan napoleónico planea.
Es probable que, al margen de medidas alternativas que afecten a los ingresos públicos como la eliminación del delito fiscal, el establecimiento de una justicia fiscal decente, la desaparición de las SICAV, por ejemplo, sea inevitable desde la razón de la autoridad gubernativa acortar de nuevo los cinturones. Lo que llevará, indiscutiblemente, a una reducción del consumo (estamos hablado de unos 240.000 trabajadores afectados) y a un ensimismamiento de la capacidad de trabajo y de cumplimiento. Quien es mal tratado y mal pagado termina aplicando el lema de la Unión Soviética: ellos hacen ver que nos pagan y nosotros hacemos ver que trabajamos. Aquí paz y después gloria.
No quisiera estar yo en la piel de un sindicalista en estos momentos, su margen de maniobra frente a la patronal pública es escaso y la capacidad de movilización pendiente de un hilo en razón al enorme pesimismo que se ha instalado en toda la sociedad. El personal da por hecho que el recorte es inevitable y que hay que tragar todo los que nos den, espero que al menos piensen que lo es por quien gobierna. Unas enormes mentiras fruto de la ideología, del control mediático y de la cobardía política.
Ya ven, una feliz navidad y un prospero año nuevo ofrecido por los representantes de Rouco en la tierra catalana.
Lluis Casas creando la primera célula revolucionaria desde 1936.
Con el paso del tiempo y con la degradación del formalismo democrático los debates importantes en el Parlamento tienden a convertirse en aburridos e inconsecuentes encuentros entre amigos, conocidos y futuros consuegros, independiente mente de la acidez aparente del verbo y a pesar de los esfuerzos de insignes parlamentarios de ciertas minorías, todo hay que decirlo.
El debate de investidura, iniciado ayer, no es más que un nuevo paso en este proceso degradatorio del parlamentarismo.
Es evidente que don Mariano tiene poco que decir, lo hemos aprendido a lo largo de múltiples legislaturas en las cuales su figura parlamentaria, de ministrable, de ministro, de candidato y finalmente de futuro presidente nos ha dado pocas alegrías y ninguna sorpresa. El hombre esconde su verdadera insignificancia en su carácter gaélico y la barba, poco dado a la expresión y a la palabra comprometedora y más dado a la maniobra oculta, pero lo cierto es que nunca ha tenido mucho que decir y ahora tampoco. De hecho, su verdadera carrera empezó el día en que don Manuel le recomendó con voz de ordeno y mando lo siguiente: “cásese y márchese a Madrid don Mariano y no me líe más en Galicia, donde todo se sabe. Allí tendrá el futuro asegurado.”
Del discurso de ayer de don Mariano no hay nada que pueda significarse, no hay novedad, no hay compromiso y no hay modelo más allá de lo obligado por las nuevas autoridades gubernativas de la UE. Don Mariano aboca por cumplir los compromisos sobre el déficit público y nos enreda en un mar de palabrería respecto a la ocupación, es decir el crecimiento económico. Se mete en berenjenales educatorios y advierte de lo mal que está el asunto y de lo optimistas que hemos de ser respecto al futuro. Tal que un horóscopo, si eres sagitario tendrás un buen asunto económico entre manos, pero no debes salir de casa por riesgo de accidente.
No hay novedad, ni siquiera en la forma de plantear su discurso, con papeles y con pérdida ocasional de orientación en cuanto la brújula preescrita se extravía. Para no decir nada, es mucho lo que necesita de muletas y muletillas. Incluso los datos manejados son inciertos o, tal vez, provinentes de alguna fundación aznariana. Ni en eso, el manejo de datos conocidos, ha demostrado solidez.
No quiero decir con ello que el hombre no tenga un largo recorrido, ya saben, a base de decidir más bien poco y dejar hacer al tiempo, algunos consiguen ser enterrados con el cargo al modo del comunismo hereditario coreano. Aunque hoy por hoy más parece necesaria una oferta de gobierno clara, realista e imaginativa, huyendo de prescripciones ideológicas sin fundamento económico.
Nada de esto habrá y si mucho más de lo mismo y a trancas y barrancas. Don Mariano deberá contentar de un modo u otro a los que le presentan las facturas del poder, intentará hacerlo con el disimulo propio de la mafia gallega y no con el bronco descarte vallisoletano, pero habrá de hacerlo. La banca, las patronales, los avariciosos del negocio están a la espera, mientras tanto cumplirá, en lo que el país pueda, con la receta de caballo alemana, por cierto siguiendo el plan de su predecesor. Un brillante modo de empezar.
Los cambios atenderán a los modos, estando como está el PSOE postrado y entregado no es de prever una oposición corsaria al modo de estas dos últimas legislaturas, ni siquiera al modo que sufrió don Adolfo cuando al PSOE le apretaba la ansiedad. Esto no es malo si permitiera centrar los debates y clarificar posiciones, resultados y entendimientos, si, por el contrario, se convierte en un duelo de sordos con el volumen al mínimo entiendo que el público preferirá ir a ver a Tintín al cinematógrafo.
Tal vez, una vez investido, el anuncio de la composición del gobierno diga alguna cosa de mayor claridad o entidad. La clave está en dos o tres cuadriculas del tablero, el ministro de economía, el gobernador del Banco de España y el defensa central, el de interior. Los primeros en clave económica, la parte más que fundamental de la legislatura, el segundo en clave ETA y de agitación callejera. No es una predicción provinente de Delfos hurgando en los hígados de un pollo, es la receta para tiempos de paro, simplemente y entendiendo que el gobierno federal ya no gestiona, lo hacen bajo insuficiencia financiera las CCAA y los ayuntamientos, que será, los pringados en el asunto, como ya vemos en Catalunya.
Lluis Casas celebrando que no es congresista en Madrid y comprando entradas para el Tintín de Spielberg.
COMEDIA BUFA
El PP y CIU están interpretando una comedia tan largamente sabida y repetida que, todo y ser de profundo dramatismo, se transforma en pura comedia bufa. Lo de bufa va para el público ciudadano que asiste impertérrito y perplejo a un baile de disfraces político entre presuntos adversarios que coinciden en casi todo. El resto del casi todo tiene más visos de ser otra pieza de teatro que distancia fundamental; me refiero, claro está, al nacionalismo centrípeto de unos, el PP, enraizado en profundidad y alevosía y el de CIU, pura apariencia magmática que se hace y deshace como la sardana en cuanto hay dinerillo, prebendas, leyes liberaloides y el resto de la cesta de Navidad.
La pieza teatral con guión incluido ha quedado como el rey desnudo a raíz de dos hechos coincidentes, el primero la investidura de don Mariano Termidor, en la cual CIU ha sido incapaz de sacar rendimientos políticos, ni que fueran simple propaganda. Queda lejos la capacidad de maniobra de otros tiempos en los cuales se salvaba el honor patrio y se hacia un poco de caja, el famoso Peix al Cove [en traducción muy libre: dinero al bote]. Se hacía con o sin mayorías absolutas
El otro hecho es el debate en clave Parc de la Ciutadella en el Parlament de Catalunya sobre el presupuesto de la Generalitat para el próximo 2012. Un asunto que ha sido retrasado para salvar tanto las elecciones del 20 de Noviembre, como la soledad en la que en realidad está el bipartito de marras.
La combinación de ambos hechos nos da la talla de los políticos que ahora mismo gobiernan en la capital federal y en la Barcelona postrada. Maniobras infantiles sobre si no te doy el apoyo, yo te meto una enmienda a la totalidad o al menos, te jorobo el plan de ajuste. Todo hasta que unos y otros acuerden el sistema de convivencia mutuo. Y los demás aguantando el chaparrón.
Observando más allá de las fronteras del Principat nos topamos con la política vasca y con los movimientos tanto del PNV, que nunca olvida la caja, y Amaiur, el enemigo público número uno del PP. Bien, tanto uno como otro --y por razones bien distintas-- se abstuvieron en la investidura, haciendo lo que se dice una inversión que puede ser provechosa en el futuro a cambio de un gesto que nada significa respecto a mayorías o minorías.
CIU ha perdido no solo la capacidad de maniobra de otra hora, sino que se está mostrando como un conglomerado de intereses tan absurdo como clasista y con una enorme incapacidad de gestión de los problemas políticos y de los asuntos públicos. La deriva neoliberal que implica todas y cada una de las acciones de gobierno que estamos contemplando y sufriendo es tal que resulta incomprensible anotando simplemente que CIU no dispone de mayoría alguna y que son las circunstancias concretas y la ambición y la codicia del dinero, así como la incapacidad del PSC, las que facilitan que puedan hacer pasar por el ojo de la aguja tamañas maniobras.
En fin, como dice el President de mandíbula batiente, ni en Navidad son ustedes amables, ¡coño¡. El hombre lo afirma con todo el desparpajo del mundo cuando al mismo tiempo obligará a pagar una cuota de penalización por necesitar medicamentos, objetivos claros los enfermos crónicos y los ancianos jubilados (dado que yo ya soy un anciano pero no jubilado).
Todo en la historia termina pagándose de una manera u otra; me temo que esa mafia de Pedralbes con su ignorancia lo desconoce y ha emprendido un camino que va directo a un conflicto social como desde el Noi del Sucre no habíamos visto.
Al tiempo, si lo hubiera.
Lluis Casas deshaciendo el pesebre