domingo, 4 de diciembre de 2011

EN EL ALTAR DE JACQUES BREL



Permítanme utilizar el título de un film de Alex de La Iglesia del 1995, en el cual el espíritu infernal se hace materia entre nosotros. Con ello se trata de señalar en estamos en un periodo en el cual lo peor y lo mejor de lo humano se mezclarán con más intensidad que nunca. Ya tenemos las señales y sobre todo el contexto, la crisis, los recortes sociales y los derechos y la pérdida de presencia política y social de los intereses de (no se de qué modo expresarlo) los trabajadores, tengan empleo o no, las pérdidas democráticas y “l’esprit de corps” de los calvinistas del norte. No es que volvamos al medioevo con sus periódicas ascensiones al infierno y de la aparición ocasional del diablo aprovechando cualquier circunstancia del calendario o de los fenómenos (ahora) metereológicos o estelares. Tampoco debemos interpretar, como antaño, que el castigo divino por nuestra incredulidad frente a las enseñanzas de las iglesias o mezquitas son la peste, el hambre, la guerra, el fin del mundo. En definitiva, vean a Jerónimo el Bosco o a Peter Bruegel, el viejo o el joven; ahí está todo lo humano y todo lo infernal, para que se hagan una idea de lo que imaginaban los humanos en cuanto el sentimiento de la culpa hacía mella en ellos. Más bien hemos de dirigirnos al inmenso Jacques Brel en aquella cancioncilla titulada “Les bourgeois”. Al recordarla, debemos hacer el pequeño esfuerzo histórico para situarnos en la época, en el mundo bipolar de los sesenta y setenta y en un mundo de farándula muy distinto al actual. Ahí va la versión francesa como homenaje a los artistas que están por encima de modas y modos: “Le cœur bien au chaud Les yeux dans la bière Chez la grosse Adrienne de Montalant Avec l'ami Jojo Et avec l'ami Pierre On allait boire nos vingt ans Jojo se prenait pour Voltaire Et Pierre pour Casanova Et moi, moi qui étais le plus fier Moi, moi je me prenais pour moi Et quand vers minuit passaient les notaires Qui sortaient de l'hôtel des "Trois Faisans" On leur montrait notre cul et nos bonnes manières En leur chantant : Les bourgeois c'est comme les cochons Plus ça devient vieux plus ça devient bête Les bourgeois c'est comme les cochons Plus ça devient vieux plus ça devient … Le cœur bien au chaud Les yeux dans la bière Chez la grosse Adrienne de Montalant Avec l'ami Jojo Et avec l'ami Pierre On allait bruler nos vingt ans Voltaire dansait comme un vicaire Et Casanova n'osait pas Et moi, moi qui restait le plus fier Moi j'étais presque aussi saoul que moi Et quand vers minuit passaient les notaires Qui sortaient de l'hôtel des "Trois Faisans" On leur montrait notre cul et nos bonnes manières En leur chantant Les bourgeois c'est comme les cochons Plus ça devient vieux plus ça devient bête Les bourgeois c'est comme les cochons Plus ça devient vieux plus ça devient … Le cœur au repos Les yeux bien sur terre Au bar de l'hôtel des "Trois Faisans" Avec maitre Jojo Et avec maitre Pierre Entre notaires on passe le temps Jojo parle de VoltaireEt Pierre de Casanova Et moi, moi qui suis resté le plus fier Moi, moi je parle encore de moi Et c'est en sortant vers minuit Monsieur le Commissaire Que tous les soirs de chez la Montalant De jeunes "peigne-culs" montrent nos leur derrière En nous chantant Les bourgeois c'est comme les cochons Plus ça devient vieux plus ça devient bête Les bourgeois c'est comme les cochons Plus ça devient vieux plus ça devient … La síntesis está en el estribillo, traducido así al noble castellano imperial: “Los burgueses son como los cerdos, cuanto más viejos más animales”. Cambien ustedes el concepto “burgueses” con algún término equivalente actual, banqueros, financieros, brokers, traders o lo que les plazca y ya tienen plenamente actualizada la lección breliana. No es necesario ni que cambien la cerveza, el notario, el prostíbulo o el inspector de policía. Ni siquiera deben hacerse los despistados excluyéndose del contubernio. Ni Jacques Brel lo hizo, ni ustedes deben hacerlo. Todos son todavía actuales. En definitiva, la peste somos nosotros o una parte, del mismo modo que los burgueses también somos nosotros. La codicia, la avaricia, el poder, el desprecio de clase. La humanidad ha encontrado el entorno en donde todas esas virtudes se convierten en el manual del éxito y el reconocimiento, incluso de la impunidad. Los recortadores de prestaciones para los que más necesitad tienen son los valerosos de hoy, en palabras del President, Artur Mas, que no sabe que lleva un nombre leyendamente equivocado.



Lluis Casas en el altar de Brel.