sábado, 17 de diciembre de 2011

LA (DE)FUNCIÓN PÚBLICA DE LA GENERALITAT




Hoy, apenas recuperado de unas vacaciones, me encuentro convocado a una asamblea y a una concentración para reforzar la capacidad negociadora de los sindicatos frente al brutal recorte de sueldos y derechos que proponen los cristianos píos asociados a los liberales casi impíos que ganaron las elecciones en noviembre pasado. Ustedes conocerán el dudoso reparto de bienes y parabienes entre los socios del bipartito y entenderán que los de Unió se han reservado el castigo de dios para funcionarios y laborales públicos a través de la negociación laboral.

En los periódicos está la propuesta de 19 puntos con que la patronal arrancó las negociaciones: rebaja salarial, despidos, reducción horaria para unos, prolongación para otros, retirada del apoyo a la actividad sindical, ITP a cargo de la empresa fuera y un etcétera que llega como he dicho a 19 propuestas. Olvidaron el equivalente neoliberal del derecho de pernada como es el impuesto revolucionario con que cotizan hoy día los contratistas poderosos, a unos 15.000 euros al mes, según me han informado. Hay oficina y encargado según tengo entendido.

El asunto está mal para los trabajadores públicos y para sus representantes sindicales, si es difícil la negociación al alza, imaginen ustedes a la baja en el contexto de la Administración Pública.

El trabajador público menospreciado por la prensa, por los gobiernos (no todos) y con una mala imagen popular que se debe a los rescoldos de los años veinte o sesenta (franquismo) parece abandonado de la mano de dios. Hoy día, una parte importante de los trabajadores públicos son laborales y otra buena parte son contrataciones en precario, el porcentaje de interinos asusta y está muy por encima de la de cualquier empresa por muy multinacional que queramos. El trabajador público actual es tan distinto del funcionario literario como lo es el informático del escribiente. La inmensa mayoría están en los servicios públicos de salud, educación, servicios sociales. Estos junto a la policía, bomberos y otros servicios técnicos de atención directa a los ciudadanos o a los servicios que estos obtienen son la inmensa mayoría. Tienen horarios estándar, controles, objetivos y casi cualquier parafernalia empresarial con que ustedes quieran gobernarlos.

Los salarios de estos colectivos y excepción hecha de la clase subdirigente, son relativamente ajustados. Hace años que su capacidad adquisitiva va disminuyendo paulatinamente, incluso en momentos de vacas gordas, estando el salario medio sobre los 1600 euros aproximadamente. Eso quiere decir que hay mileuristas a montones y otros que están por debajo de ese límite. Los técnicos cualificados, piensen en ingenieros, economistas, cirujanos, catedráticos por ejemplo, salen por salarios relativamente bajos en relación a los mercados. Y, por descontado, muchísimo más baratos que los hombres de las finanzas fracasadas. En fin, el asunto está que arde y es de esperar disgustos y malas maneras en el proceso que la Generalitat en plan napoleónico planea.

Es probable que, al margen de medidas alternativas que afecten a los ingresos públicos como la eliminación del delito fiscal, el establecimiento de una justicia fiscal decente, la desaparición de las SICAV, por ejemplo, sea inevitable desde la razón de la autoridad gubernativa acortar de nuevo los cinturones. Lo que llevará, indiscutiblemente, a una reducción del consumo (estamos hablado de unos 240.000 trabajadores afectados) y a un ensimismamiento de la capacidad de trabajo y de cumplimiento. Quien es mal tratado y mal pagado termina aplicando el lema de la Unión Soviética: ellos hacen ver que nos pagan y nosotros hacemos ver que trabajamos. Aquí paz y después gloria.

No quisiera estar yo en la piel de un sindicalista en estos momentos, su margen de maniobra frente a la patronal pública es escaso y la capacidad de movilización pendiente de un hilo en razón al enorme pesimismo que se ha instalado en toda la sociedad. El personal da por hecho que el recorte es inevitable y que hay que tragar todo los que nos den, espero que al menos piensen que lo es por quien gobierna. Unas enormes mentiras fruto de la ideología, del control mediático y de la cobardía política.

Ya ven, una feliz navidad y un prospero año nuevo ofrecido por los representantes de Rouco en la tierra catalana.


Lluis Casas creando la primera célula revolucionaria desde 1936.