Siempre me han atraído los comercios en donde la variedad de la oferta ofrece una amalgama incomprensible para el no iniciado en sus secretos.
Son los comercios “tutti frutti”, en donde conviven y se hacen la competencia variados, contradictorios y ocultos artículos que permanecen en el tiempo sin obsolescencia ninguna, esperando con infinita paciencia al posible y extraño comprador, en un ambiente que parece seguir el influjo de los versos de Paul Verlaine en su poema de otoño: “ Los largos sollozos de los violines en Otoño / hieren mi corazón con monótona languidez”. Poema que fue producto de mercería en la estrategia del desembarco de Normandía, con un servicio de gran utilidad, imposible de preveer por su autor o sus lectores.
Así son, como digo, las femeninas mercerías, la botiga de vetes i fils tan catalana. Las masculinas ferreterías, en donde la tornillería ejerce el mando supremo en su intrincada oferta de pasos y medidas y así fue aquel restaurante de Madremanya en el Empordà que vendía a la vez un conejo al all i oli de chuparse los dedos junto a alpargatas variadas, periódicos diversos de fechas un tanto dudosas y herramientas hortofrutícolas de toda clase y todo tiempo. Cenabas rodeado de los instrumentos de la vida y del trabajo, a la vez que hacías inventario de los cambios instrumentales que ofrecía la tecnología plana al payés del lugar. Un mundo que ha vuelto en la locura del centro comercial, aunque perdiendo en el camino cualquier virtud, sea teologal o no.
Esta entrada me sirve para introducir comentarios diversos a una realidad inmediata, a la vez que me hace sentir cómodo con una edad que ya da para mucho recuerdo.
Empezaré con las buenas nuevas relativas a la candidatura de Joan Coscubiela al congreso federal en la lista de ICV-EUIA. Una sorpresa, puesto que el asunto ha sido gestionado con elegancia, discreción y savoir faire. Me enteré de la decisión a poco de confirmarse y mediante promesa ante el altísimo de discreción absoluta. Lo que son las cosas.
Hay que reconocer que en las actuales circunstancias económicas y sociales el esfuerzo por llevar al congreso a Joan Coscubiela es de alagar y alabar. ICV ha acertado espléndidamente y el ajuste entre las personas que podían acceder a la candidatura ha sido de una elegancia extrema, esfuerzo que es de agradecer en tiempos de tanto ego suelto.
Independientemente del resultado electoral que el próximo 20 N nos depare, Joan Coscubiela ofrece al elector barcelonés (e indirectamente al catalán) un curriculum, una personalidad y un temperamento que le garantizan al elector que el voto será utilizado con sabiduría y ejemplaridad en el Madrid de la crisis. A la vez, su candidatura expresa solemnemente el tipo de política a desarrollar, la defensa de los intereses de los trabajadores, de los parados, de la gente que se ve abocada al abandono político por parte de un arco parlamentario refractario a los intereses que no provengan de Alemania o del banco más cercano. El esfuerzo por poner en primacía a la ocupación y los derechos es en este momento una prioridad absoluta frente al erróneo, pero imponente, criterio de la deuda, del déficit y de la crisis permanente.
Los resultados electorales dependen de tantísimas variables que, incluso en el caso de candidatos con tanto pedigrí certificado como el de JC, nada garantiza que el esfuerzo se corresponda con los resultados. Por ello, los que mantenemos viva la propuesta de izquierdas, socialdemócrata, comunista, republicana, ambiental, social tenemos una oportunidad de conseguir una representación política de lujo.
Ahí me tendrá JC, en apoyo no solo personal, sino ideológico, sentimental y de amistad. Como muchos, eso espero.
Cambiando de estantería, no puedo dejar de comentar la entrevista que ayer sufrió Vicente Navarro en Catalunya Radio, de manos del ignorante y prepotente Manuel Fuentes. Afortunadamente la pueden escuchar por Internet para hacerse una formal impresión de hasta donde ha llegado la desfachatez de algún periodismo y la escasa sensibilidad de los mandos ante una muestra tan esperpéntica e innoble de partidismo y mala educación: una cultura cañí a la catalana.
Vayan y escuchen, resulta insoportable ese autoritarismo que va desplegándose en los medios. En fin, un atropello efectuado por un impropio a una persona merecedora de respeto por lo mucho que ha ofrecido y ofrece a la democracia, al conocimiento y a la izquierda todavía existente. Si hubiera en los medios públicos catalanes un poco de razón y un menos de intereses y miedo, hoy Manuel Fuentes se hallaría solemnemente cesado con la misma rapidez que corre y vuela esa jaca cuando pasa por el Puerto caminito de Jerez.
Hoy, en El País, mi sobrina expresa lo que debe ser la norma inflexible de un entrevistador: lo importante, lo interesante es el entrevistado. El entrevistador debe desaparecer como punto de atracción, norma que Manuel Fuentes es incapaz de cumplir en aras a su inmensa satisfacción de haberse conocido.
El repaso de inventario como tendero me lleva a señalar un par de curiosidades sobre ese gran esfuerzo político por manipular la constitución, las formas democráticas debidas y los verdaderos problemas. El cambio constitucional dicen, es para tranquilizar a los “mercados” y garantizar una salida a la crisis que no pase por el traumático impago de la deuda, por ello el déficit público debe ser encarcelado. En esta corta frase hay mentiras o errores a montones, veamos:
En primer lugar, la deuda pública española, que es lo que se regula en la modificación constitucional, está en unos niveles bajos en relación a la mayoría de países europeos, El problema no es la deuda pública, sino la deuda privada en manos de las entidades financieras por la locura inmobiliaria. En todo caso, debería preocuparnos el crecimiento del déficit por tres causas concomitantes, el descenso de la actividad económica, la brusca caída de los ingresos fiscales y el gasto que conlleva el nivel de paro. Todo ello no tiene más salida racional que volver lo más rápidamente posible a la senda de la ocupación y del crecimiento. Cosa que ya ocurre con el sector exportador español que está demostrando que nuestra productividad no es tan mala como algunos advierten y que las relaciones laborales y los derechos vinculados no son merma para competir en el mundo.
En segundo lugar, una vez decidido el cambio constitucional era de esperar, según el pensamiento débil que impulsa el cambio, una reacción positiva de “los mercados financieros”, ese es el objetivo. Pues bien, con la propuesta recién salida del horno y aún caliente, los mercados vuelven a exigir incrementos del tipo de interés para la deuda española e italiana, bajo el influjo de las previsiones negativas sobre crecimiento y ocupación. Perplejos deberían haber quedado los impulsores de tanta tontería. Los mismo “mercados “ señalan el camino (y diversos premios Nobel), la deuda y el déficit no son los objetivos inmediatos, lo son, reitero, la ocupación y el crecimiento. Toda una demostración palpable de la ignorancia, el miedo y el seguidísimo neoliberal.
En tercer lugar existe un amplísimo margen para limitar el crecimiento del déficit simplemente en el frente fiscal sin afectar a los gastos sociales y de infraestructuras que son el futuro. Ahí está no solo la calle de Alcalá, sino también un fraude fiscal enorme, un sistema fiscal que exenora a los pudientes del esfuerzo que hace la mayoría, unos sectores económicos que mantienen presiones fiscales de risa, etc. Solo actuando en ese sentido, el país tendría margen para emprender acciones de impulso económico sin producir defunciones y graves enfermedades el los sistemas sociales.
En cuarto lugar tengo que insistir en que el déficit público es el resultado complejo de infinidad de variables y es, en política económica, un instrumento fundamental para enfrentar las crisis. A menudo se oyen opiniones de contable, aludiendo que ninguna familia puede vivir en deuda permanece. Cosa que no es cierta, puesto que las hipotecas a treinta o más años no son otra cosa que eso. Pero lo de interés es que no es lo mismo la acción pública que la familiar o empresarial. Solo hay que leer a Keynes y saber un poco de historia económica.
Por cierto, en los USA la gente de Tea Party, creyentes fervorosos en el no estado, al fisco, al déficit y a Obama, son ya oficialmente contrarios a la evolución, al cambio climático y a cuanta ciencia exista. Para ellos hay un movimiento internacional, que no está en manos de los judíos como pensaban los nazis, sino en manos de los científicos que falsean la realidad para hacer caja. Aquí no estamos tan lejos. Confíen su futuro a esos individuos o a sus equivalentes locales y cójanse los machos.
Son los comercios “tutti frutti”, en donde conviven y se hacen la competencia variados, contradictorios y ocultos artículos que permanecen en el tiempo sin obsolescencia ninguna, esperando con infinita paciencia al posible y extraño comprador, en un ambiente que parece seguir el influjo de los versos de Paul Verlaine en su poema de otoño: “ Los largos sollozos de los violines en Otoño / hieren mi corazón con monótona languidez”. Poema que fue producto de mercería en la estrategia del desembarco de Normandía, con un servicio de gran utilidad, imposible de preveer por su autor o sus lectores.
Así son, como digo, las femeninas mercerías, la botiga de vetes i fils tan catalana. Las masculinas ferreterías, en donde la tornillería ejerce el mando supremo en su intrincada oferta de pasos y medidas y así fue aquel restaurante de Madremanya en el Empordà que vendía a la vez un conejo al all i oli de chuparse los dedos junto a alpargatas variadas, periódicos diversos de fechas un tanto dudosas y herramientas hortofrutícolas de toda clase y todo tiempo. Cenabas rodeado de los instrumentos de la vida y del trabajo, a la vez que hacías inventario de los cambios instrumentales que ofrecía la tecnología plana al payés del lugar. Un mundo que ha vuelto en la locura del centro comercial, aunque perdiendo en el camino cualquier virtud, sea teologal o no.
Esta entrada me sirve para introducir comentarios diversos a una realidad inmediata, a la vez que me hace sentir cómodo con una edad que ya da para mucho recuerdo.
Empezaré con las buenas nuevas relativas a la candidatura de Joan Coscubiela al congreso federal en la lista de ICV-EUIA. Una sorpresa, puesto que el asunto ha sido gestionado con elegancia, discreción y savoir faire. Me enteré de la decisión a poco de confirmarse y mediante promesa ante el altísimo de discreción absoluta. Lo que son las cosas.
Hay que reconocer que en las actuales circunstancias económicas y sociales el esfuerzo por llevar al congreso a Joan Coscubiela es de alagar y alabar. ICV ha acertado espléndidamente y el ajuste entre las personas que podían acceder a la candidatura ha sido de una elegancia extrema, esfuerzo que es de agradecer en tiempos de tanto ego suelto.
Independientemente del resultado electoral que el próximo 20 N nos depare, Joan Coscubiela ofrece al elector barcelonés (e indirectamente al catalán) un curriculum, una personalidad y un temperamento que le garantizan al elector que el voto será utilizado con sabiduría y ejemplaridad en el Madrid de la crisis. A la vez, su candidatura expresa solemnemente el tipo de política a desarrollar, la defensa de los intereses de los trabajadores, de los parados, de la gente que se ve abocada al abandono político por parte de un arco parlamentario refractario a los intereses que no provengan de Alemania o del banco más cercano. El esfuerzo por poner en primacía a la ocupación y los derechos es en este momento una prioridad absoluta frente al erróneo, pero imponente, criterio de la deuda, del déficit y de la crisis permanente.
Los resultados electorales dependen de tantísimas variables que, incluso en el caso de candidatos con tanto pedigrí certificado como el de JC, nada garantiza que el esfuerzo se corresponda con los resultados. Por ello, los que mantenemos viva la propuesta de izquierdas, socialdemócrata, comunista, republicana, ambiental, social tenemos una oportunidad de conseguir una representación política de lujo.
Ahí me tendrá JC, en apoyo no solo personal, sino ideológico, sentimental y de amistad. Como muchos, eso espero.
Cambiando de estantería, no puedo dejar de comentar la entrevista que ayer sufrió Vicente Navarro en Catalunya Radio, de manos del ignorante y prepotente Manuel Fuentes. Afortunadamente la pueden escuchar por Internet para hacerse una formal impresión de hasta donde ha llegado la desfachatez de algún periodismo y la escasa sensibilidad de los mandos ante una muestra tan esperpéntica e innoble de partidismo y mala educación: una cultura cañí a la catalana.
Vayan y escuchen, resulta insoportable ese autoritarismo que va desplegándose en los medios. En fin, un atropello efectuado por un impropio a una persona merecedora de respeto por lo mucho que ha ofrecido y ofrece a la democracia, al conocimiento y a la izquierda todavía existente. Si hubiera en los medios públicos catalanes un poco de razón y un menos de intereses y miedo, hoy Manuel Fuentes se hallaría solemnemente cesado con la misma rapidez que corre y vuela esa jaca cuando pasa por el Puerto caminito de Jerez.
Hoy, en El País, mi sobrina expresa lo que debe ser la norma inflexible de un entrevistador: lo importante, lo interesante es el entrevistado. El entrevistador debe desaparecer como punto de atracción, norma que Manuel Fuentes es incapaz de cumplir en aras a su inmensa satisfacción de haberse conocido.
El repaso de inventario como tendero me lleva a señalar un par de curiosidades sobre ese gran esfuerzo político por manipular la constitución, las formas democráticas debidas y los verdaderos problemas. El cambio constitucional dicen, es para tranquilizar a los “mercados” y garantizar una salida a la crisis que no pase por el traumático impago de la deuda, por ello el déficit público debe ser encarcelado. En esta corta frase hay mentiras o errores a montones, veamos:
En primer lugar, la deuda pública española, que es lo que se regula en la modificación constitucional, está en unos niveles bajos en relación a la mayoría de países europeos, El problema no es la deuda pública, sino la deuda privada en manos de las entidades financieras por la locura inmobiliaria. En todo caso, debería preocuparnos el crecimiento del déficit por tres causas concomitantes, el descenso de la actividad económica, la brusca caída de los ingresos fiscales y el gasto que conlleva el nivel de paro. Todo ello no tiene más salida racional que volver lo más rápidamente posible a la senda de la ocupación y del crecimiento. Cosa que ya ocurre con el sector exportador español que está demostrando que nuestra productividad no es tan mala como algunos advierten y que las relaciones laborales y los derechos vinculados no son merma para competir en el mundo.
En segundo lugar, una vez decidido el cambio constitucional era de esperar, según el pensamiento débil que impulsa el cambio, una reacción positiva de “los mercados financieros”, ese es el objetivo. Pues bien, con la propuesta recién salida del horno y aún caliente, los mercados vuelven a exigir incrementos del tipo de interés para la deuda española e italiana, bajo el influjo de las previsiones negativas sobre crecimiento y ocupación. Perplejos deberían haber quedado los impulsores de tanta tontería. Los mismo “mercados “ señalan el camino (y diversos premios Nobel), la deuda y el déficit no son los objetivos inmediatos, lo son, reitero, la ocupación y el crecimiento. Toda una demostración palpable de la ignorancia, el miedo y el seguidísimo neoliberal.
En tercer lugar existe un amplísimo margen para limitar el crecimiento del déficit simplemente en el frente fiscal sin afectar a los gastos sociales y de infraestructuras que son el futuro. Ahí está no solo la calle de Alcalá, sino también un fraude fiscal enorme, un sistema fiscal que exenora a los pudientes del esfuerzo que hace la mayoría, unos sectores económicos que mantienen presiones fiscales de risa, etc. Solo actuando en ese sentido, el país tendría margen para emprender acciones de impulso económico sin producir defunciones y graves enfermedades el los sistemas sociales.
En cuarto lugar tengo que insistir en que el déficit público es el resultado complejo de infinidad de variables y es, en política económica, un instrumento fundamental para enfrentar las crisis. A menudo se oyen opiniones de contable, aludiendo que ninguna familia puede vivir en deuda permanece. Cosa que no es cierta, puesto que las hipotecas a treinta o más años no son otra cosa que eso. Pero lo de interés es que no es lo mismo la acción pública que la familiar o empresarial. Solo hay que leer a Keynes y saber un poco de historia económica.
Por cierto, en los USA la gente de Tea Party, creyentes fervorosos en el no estado, al fisco, al déficit y a Obama, son ya oficialmente contrarios a la evolución, al cambio climático y a cuanta ciencia exista. Para ellos hay un movimiento internacional, que no está en manos de los judíos como pensaban los nazis, sino en manos de los científicos que falsean la realidad para hacer caja. Aquí no estamos tan lejos. Confíen su futuro a esos individuos o a sus equivalentes locales y cójanse los machos.