lunes, 23 de mayo de 2011

LA NOCHE DE AYER



Mi principal alegría en la noche electoral, una noche electoral francamente corta por los disgustos que me impulsaron a volver pronto a casa y recluirme en la cama, fue que en Parapanda: la izquierda ganó e incrementó sus votos y sigue dando caña en tugurios, plazas, salas de barbero y panaderías. Por lo demás, excluidas algunas pequeñas satisfacciones por los éxitos de unos pocos amigos y conocidos que lo han hecho especialmente bien, la melancolía se impone en estos primeros momentos.


Ya nuestro amigo parapandés ha definido en trazos gruesos, como corresponde al momento inmediato, lo ocurrido en la jornada del domingo en
LA IZQUIERDA HA SIDO DESALOJADA.


No es que se esperasen grandes éxitos para la izquierda. El suicidio perpetrado desde el gobierno federal a lo largo del último año (que planificó así que despuntó la crisis con su negación) dejaba pocas incertidumbres racionales, quedaba, eso si, la ilusión, más que la posibilidad, que el electorado de izquierdas decidiera finalmente ir a las urnas. Solo con ello, la participación, lo de ayer hubiera sido algo distinto y en algunos lugares bastante diferente. Además, la aparición de una oposición callejera y de auto organización digital, generó alguna expectativa sobre un resultado previamente sabido en sus características generales. No fue así. Hay que ver el grado de abstención, por barrios, para comprender con exactitud el asunto y el grado de recuperación que pueden tener las opciones de progreso para encarar una derrota decente el próximo 2012 en las elecciones al congreso y al senado.


El resultado global de las izquierdas es de un gran estropicio. Su distribución entre las distintas opciones no es, afortunadamente, igual. Unas, ICV-EUIA, han resistido y mejorado, aunque han fallado en algunas plazas emblemáticas. El PSC-PSOE, lanzado como estaba al barranco, no ha conseguido ni siquiera matizar el trompazo. ERC está cosechando una idiosincrasia basada en el jaleo permanente y en vaivenes inexplicables. En un entorno de aparente éxito de la opción independentista (a la que muchos votantes no independentista ya no le hacen ascos), han quedado en manos de los créditos bancarios. Van a sufrir y mucho. En fin, la aparición con cierta significancia de las CUP es una noticia que el futuro y la acción política que desarrollen sus concejales calificará definitivamente. De momento, las CUP (con plena legitimidad) han restado a otras izquierdas y han desplazado el poder de las alcaldías hacia CIU en muchas poblaciones. Ya veremos que dan de si en esta nueva etapa en la que tienen plazas renombradas a las que todos miraran y que les exigirá algo más que agitación y propaganda.


La vista al resto del estado federal es más cruel, si cabe. La marea derechista es imponente y en ocasiones poco explicable para un ser racional como el que escribe. Pero así ha sido y tendremos que tragarnos que una parte muy importante del electorado que vota le importa un pimiento si el candidato es un chorizo o un imbécil. Aunque a decir verdad, una parte significativa de los candidatos simplemente no dan la talla de personas confiables, preparadas y con raciocinio imprescindible. La política ha ido alejando a quienes poseen acervos personales, profesionales y humanos que dan garantías a los ciudadanos y se ha ido llenando de una parte de oportunistas con capacidades de maniobra y de manejo, pero escasamente dotados como ejemplo de ciudadanía. Eso ya se ha convertido en un eslogan facilísimo.

Efectivamente, tal como nos dice el de Parapanda, los partidos, las agrupaciones electorales de izquierda se la han de hacer mirar y deben emplazarse, unos más que otros, a tomar decisiones que clarifiquen el futuro ideológico y su relación con los ciudadanos. Si el maniobrerismo y el esperar a ver si la tómbola echa suerte se imponen, la larga espera en la oposición se hará extraordinariamente larga. En una noche de derrota histórica, el hasta ahora alcalde de Barcelona demostró porqué ha perdido frente a un contrincante derrotado dos veces seguidas y sin ningún acervo atractivo para la general ciudadanía. Un candidato, ahora probablemente nuevo alcalde de la capital que es un hombre gastado por la política estándar, un hombre que confiesa que su promedio de lectura literaria es de un libro al año. Un promedio tan exacto, que me temo que no es ni así. Y eso, cuando se ha pasado muchos trienios en la oposición, en la que el tiempo da para mucho. En fin, una alcaldía, la de Barcelona, que ha pasado del reformista y culto Maragall, a un Clos cuya capacidad de lectura eran textos de 10 páginas, para llegar a lo de ayer. En fin, es como si alguien hubiera querido perder y lo hubiera conseguido. Todo un éxito.


Otro factor a seguir, que conlleva una enorme preocupación es el incremento del voto racista, intolerante y prácticamente fascista. Hoy por hoy no es muy grande, pero está en fase de crecimiento y consolidación, aupado por el utilitarismo racial del PP, que ha obtenido si los dioses no lo remedian, la alcaldía de la tercera ciudad de Catalunya, ahí es nada.


Lo que viene ahora será de extrema dificultad. Por un lado, el recorte desde la Generalitat se siente reforzado y legitimado y el acceso de los nuevos munícipes a las alcaldías y regidurías tendrá una vertiente de reducción del gasto de dimensión inconmensurable. Como ya les comenté no hace mucho, la crisis financiera en CCAA y municipios ha estado “retenida” en espera de elecciones y nuevos gestores. Bien, ahora se ha acabado el tiempo muerto y en un mes la acción nos va a complicar mucho la vida.


Lluis Casas, en edición de urgencia