El asunto está bajo el influjo de aquello de: “entre todos la mataron y ella sola se murió”. Es decir la economía española.
Estos días, cuando estamos frente a un fin de semana de inicio de los carnavales, se nos aparecen espantajos que discretamente habían desaparecido de las pantallas. Les hablo de los efectos tremendos de la crisis en la economía española y las dificultades para rehacer descosidos y agujeros. Desde Europa ha llegado una espléndida arenga de un ex ministro y ex candidato a la presidencia del gobierno federal, Joaquín Almunia, que, no sé si por ansias vengativas o porque cree en ello, ha dicho de la economía española y de la capacidad del ejecutivo federal cosas que están ahuyentando a los inversores y alarmando a romanos y cartagineses. A continuación, y por una vez, la voz del Banco Central Europeo, ese individuo con camisas que disponen de cuellos de otro color, ha echado el freno y ha evitado el hundimiento del Titanic, o eso pienso. No dispongo de información si la pareja se había repartido los papeles, como en las comisarías antaño: tu poli malo, yo poli bueno.
En fin, que de golpe nos encontramos en las tripas del monstruo, cuando parecía que la crisis se suavizaba, aunque con costes laborales enormes. Si la bolsa cae (incluso el Santander con los beneficios más altos que antes de la crisis), los costes financieros suben y los inversores piensan en hacer las maletas, la cosa, sea cierta o no, la pintan muy cruda.
Hay que reconocer que el país no está equipado de un ejecutivo que entienda de economía, ni tal vez de pacto social o de otras muchas cosas. Eso estuvo claro cuando mantuvo el crecimiento económico sobre la especulación urbanística y los créditos a todo trapo para financiar inversiones en ladrillos que no se necesitaban. O que solo se necesitaban como inversión, no como bien de uso. Todo lo cual era un anuncio de la crisis del tamaño del Mulhacén que, desde todo lo alto, mira con modestia la ciudad de Parapanda.
Así ha seguido (estamos hablando del ejecutivo federal) por la senda de no aceptar la realidad, no enfrentarse directamente con ella, no explicar lo que sucedía, supongo en la creencia infantil que esconder la cabeza bajo la almohada podía solucionar los problemas, o esperando que otros lo solucionaran. En fin, eso a estas alturas ya no tiene mayor interés que darles un suave pescozón.
Me temo que el ejecutivo federal no tiene más que un camino, una reestructuración ministerial a fondo, con la incorporación de personas que puedan generar confianza en el mundo de los negocios y en el mundo del trabajo para hacer los deberes, un pacto social, un pacto fiscal, un pacto por la productividad, un pacto educativo, etc. Reformas importantes que nos permitan caminar de momento con el apoyo de alguna ilusión de futuro y con la seguridad que estamos poniendo la calzada mucho más segura.
Les hablaré hoy brevemente, no hace falta mucho más, de la dimensión laboral de la crisis. Una ojeada al paro o la inversa a la ocupación por sectores define la crisis española con una precisión de antiguo relojero. El 90% del paro se corresponde con el mundo especulativo inmobiliario y con la industria asociada. Así de claro. El resto se debe a la detracción del consumo que la crisis ha provocado. Las cifras anteriores comparadas con la estructura laboral de la UE nos confirman la impresión anterior, sobredimensión inmobiliaria y, ojo, escasez de ocupación en sanidad, educación y servicios sociales. Estos sectores en una dimensión realmente astronómica. Si observamos cómo va el paro por calificación profesional la cosa se aclara mucho más, los trabajadores con experiencia o titulación de cualquier clase resisten la mar de bien. Los trabajadores sin experiencia, ni titulación se hunden.
Entienden el asunto. Formación de todos los sentidos para los trabajadores y futuros trabajadores que coincide con la necesidad de servicios educativos, ahí está una de las claves del asunto. La otra es la expansión de los servicios de bienestar como sanidad y servicios sociales, la ley de la dependencia por ejemplo. La financiación, no pienso que sea tan grave en base a los incumplimientos fiscales y a un cierto desarrollo pautado de la presión fiscal bien entendida. Todo ello generará una mayor productividad social que financiará las pensiones de mañana.
No niego cambios de fondo en muchas cosas, pero con lo dicho esos cambios me parecen plausibles y posibles.
Es todo un programa, según pienso yo.
Lluis Casas viendo la luz
Radio Parapanda. La voz inquieta de Simón Muntaner nos habla SOBRE JUSTICIA DEMOCRÁTICA